Vi que usted se ha sentido fuerte en sí mismo y que ha pensado que tenía argumentos imposibles de contradecir, por lo que no ha confiado en el poder del Señor. Se ha lanzado con excesiva frecuencia sobre el terreno de Satanás para hacer frente a un opositor. No ha esperado hasta asegurarse de si la verdad o la causa de Dios exigían una discusión, sino que se ha trabado en lucha con los opositores en circunstancias que, con un poco de reflexión, habría podido discernir que ese proceder no podía promover la verdad ni beneficiar la causa de Dios. Así se ha perdido un tiempo valioso.
Mientras Satanás observaba, fue testigo del duro golpe que el pastor Hull le asestó al espiritismo en Battle Creek. Los espiritistas conocían la organización del pastor, y sabían que no sería en vano realizar un esfuerzo decidido para derribar al que había causado un perjuicio tan grande a su causa. Cuando se participa en discusiones con los espiritistas, no sólo se hace frente al hombre y sus argumentos, sino también a Satanás y sus ángeles. Por eso, nunca se debe enviar a un hombre solo a argüir con un espiritista. Si la causa de Dios realmente exige que hagamos frente a Satanás y su hueste representados por un médium espiritista, si hay razón suficiente para llevar a cabo ese debate, entonces varias personas debieran ir juntas para rechazar a las huestes malignas con oración y fe, y para que el orador sea protegido por ángeles de gran poder.
Pastor Hull, se me mostró que usted se encontraba bajo la influencia embelesadora de una fascinación que resultará fatal, a menos que se deshaga el encantamiento. Usted ha parlamentado con Satanás y ha razonado con él; ha pisado un terreno prohibido y ha pensado en cosas que eran excesivamente grandes para usted; y al espaciarse en la duda y la incredulidad ha atraído a los ángeles malignos a su alrededor y ha hecho que los ángeles santos y puros de Dios se alejaran de usted. Si hubiera resistido firmemente las sugerencias de Satanás y buscado decididamente el poder de Dios, entonces habría destruido toda cadena y hecho retroceder a su enemigo espiritual, se habría acercado más a Dios y triunfado en su nombre. Vi que había sido presunción de su parte ir a encontrarse con un espiritista cuando usted mismo estaba rodeado y confundido por nubes de incredulidad. Fue a batallar contra Satanás y sus huestes sin la protección de una armadura, y aunque ha resultado gravemente herido no se da cuenta de ello. Temo mucho que ni siquiera los rayos y truenos del Sinaí conseguirían conmoverlo. Se encuentra sentado en la silla mecedora de Satanás y no ve su terrible condición ni realiza esfuerzo alguno por escapar. Si no se levanta y escapa de la trampa del diablo, perecerá irremediablemente. Los miembros de la iglesia estarían dispuestos a salvarlo, pero vi que no podrían hacerlo. Hay algo que usted debe hacer; debe llevar a cabo un esfuerzo desesperado, pero si no lo hace estará perdido. Vi que los que se encuentran bajo la influencia cautivadora del espiritismo no lo saben. Usted ha sido hechizado e hipnotizado, pero no se da cuenta de ello y por lo tanto no realiza ni el menor esfuerzo para ir hacia la luz.
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Los esfuerzos de Satanás son más decididos ahora que nunca antes, porque sabe que no le queda mucho tiempo para engañar. Pastor Hull, vi que usted se había perjudicado mucho al exponer su debilidad y expresar sus dudas ante personas que son agentes de Satanás. Usted ha sido engañado por palabras suaves y hermosos discursos, y se ha expuesto en forma muy imprudente a los ataques de Satanás. ¿Cómo pudo usted perjudicarse de ese modo y reprochar la palabra de Dios? Usted se ha metido descuidadamente en el campo de batalla de Satanás, por eso nadie se admira de que su mente sea tan torpe e insensible. Satanás, por medio de sus agentes, ya ha envenenado la atmósfera que usted respira; los ángeles malignos ya han comunicado a sus agentes que obran en el mundo el proceder que deben seguir en su caso. Y pensar que usted es uno que ha sido llamado a interponerse entre los vivos y los muertos; usted es uno de los vigías estacionados sobre las murallas de Sión para anunciar a la gente qué hora de la noche es. Sobre usted descansa una importante responsabilidad. Si usted cae, no caerá solo, porque Satanás lo usará como su agente para conducir almas a la muerte.
Vi que ángeles de Dios lo contemplaban llenos de aflicción. Se habían apartado de su lado y se volvían tristemente para alejarse, mientras Satanás y sus ángeles sonreían con satisfacción a su alrededor. Si usted hubiera luchado con sus dudas y si no hubiera animado al diablo a tentarlo al dar expresión a su incredulidad con gran satisfacción personal, no habría atraído una cantidad tan grande de ángeles caídos. Pero eligió expresar abundantemente sus oscuros pensamientos. Cuanto más habla de ellos tanto más tenebroso se torna. Usted está excluyendo de su vida hasta el último rayo de luz celestial; y un gran abismo se está abriendo entre usted y los únicos que pueden ayudarle. Si usted continúa en la dirección en que ha comenzado a ir, encontrará desgracia, dolor y angustia. La mano de Dios lo detendrá en una forma que no le agradará a usted. Su ira no dormirá. Pero ahora lo está invitando. Ahora, sólo ahora, lo llama para que regrese a su lado sin tardanza, porque lo perdonará bondadosamente y sanará toda su apostasía. Dios está constituyendo un pueblo peculiar. Lo limpiará y purificará, y lo preparará para la traslación. Todo lo que sea carnal será quitado del tesoro peculiar de Dios hasta que sean como oro refinado siete veces.
Vi que era una posición cruel en la que se encontraban los Hnos. A y B al servir a los propósitos de Satanás permitiendo que sus mentes funcionen dentro del canal de la incredulidad, tal como Satanás se ha propuesto. Su mayor pecado ha sido dar expresión a esas negras dudas, a esa tenebrosa incredulidad, y atraer otras mentes hacia el mismo lóbrego canal.
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El pueblo de Dios será cernido así como el grano se cierne en un cedazo, hasta que la paja quede separada del grano limpio. Debemos contemplar a Cristo como nuestro humilde ejemplo e imitarlo. Usted no está de acuerdo con la disciplina que necesita y no práctica la abnegación que Cristo requiere de aquellos que son los verdaderos herederos de salvación. Los que se dedican a la obra de salvar almas son colaboradores con Cristo. La obra del Maestro se caracterizó por una bondad y sacrificio personal constantes. Los que han tenido a su disposición un sacrificio tan grande realizado para que ellos pudieran convertirse en participantes de su gracia celestial, debieran a su vez sacrificarse y negarse a sí mismos para contribuir a la gran obra de llevar a otros al conocimiento de la verdad. Hay que poner de lado los intereses egoístas; los deseos y la comodidad personales no debieran estorbarle el camino a la obra de Dios en la salvación de las almas. Los ministros de Dios están trabajando en el lugar de Cristo porque son sus embajadores. No debieran preocuparse de su tranquilidad, comodidad, placer, deseos o conveniencia. Deben sufrir por Cristo, ser crucificados con él y gozarse porque en el pleno sentido de la palabra pueden conocer lo que es la comunión con el Cristo sufriente.
Vi que los ministros que trabajan mediante la palabra y la doctrina tienen una importante obra ante sí, y una pesada responsabilidad descansa sobre ellos. En su trabajo no llegan suficientemente cerca de los corazones. Su trabajo es demasiado general y con frecuencia muy disperso. Deben concentrar sus esfuerzos en las personas por quienes están trabajando. Su predicación desde el púlpito es tan sólo el comienzo de su trabajo. A continuación deben vivir lo que predican, teniendo cuidado de nunca acarrear oprobio sobre la causa de Dios. Debieran ilustrar mediante el ejemplo la vida de Cristo. En 1 Corintios 3:9 leemos: “Porque nosotros somos colaboradores de Dios”. Y 2 Corintios 6:1 dice: “Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios”. La obra del ministro no queda terminada cuando desciende del púlpito. No debiera entonces desentenderse de su ministerio y ocupar la mente en leer o escribir, a menos que ello sea indispensable. Debiera, en cambio, continuar su ministerio público por medio de esfuerzos realizados en privado, trabajando personalmente por la gente toda vez que se presente la oportunidad, conversando en los hogares, instando y suplicando a la gente en el lugar de Cristo para que se reconcilien con Dios. Pronto concluirá nuestra obra en el mundo, y entonces “cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor”. 1 Corintios 3:8.
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Se me mostró la recompensa de los santos, la herencia inmortal. También vi todo lo que el pueblo de Dios había tenido que soportar por amor a la verdad, y que a pesar de eso consideraban que el precio pagado no había sido caro. Concordaban en que los sufrimientos del presente no eran dignos de compararse con la gloria futura que se manifestaría en ellos. El pueblo de Dios en estos últimos días será probado. Pero pronto llegará su última prueba, y entonces recibirán el don de la vida eterna.
Pastor Hull, usted ha sido vilipendiado por amor a la verdad. Ha experimentado el poder de la verdad y de una vida sin fin. El Espíritu de Dios ha dado testimonio al suyo de que usted pertenecía a Dios y que él lo aceptaba. Vi que si usted vuelve a ceñirse la armadura y se mantiene en su puesto, resiste al diablo y pelea las batallas del Señor, saldrá victorioso, y pronto se despojará de su armadura para ceñirse la corona de los conquistadores. ¿Acaso la herencia no es suficientemente valiosa? ¿Acaso no costó un enorme precio, la agonía y la sangre del Hijo de Dios? Lo insto en el nombre del Señor a despertar. Aléjese del terrible engaño que Satanás ha arrojado sobre usted. Aférrese a la vida eterna. Usted está circundado por ángeles malignos que susurran en sus oídos y le infunden sueños mentirosos, y usted les escucha y se siente complacido. Le ruego por amor a Cristo y por amor a su propia alma, que se desprenda de esta temible influencia antes de que contriste definitivamente al Espíritu de Dios y éste lo abandone.
El sábado 6 de junio de 1863 se me mostraron algunas cosas concernientes a la obra de Dios y la divulgación de la verdad. Los predicadores y la gente tienen muy poca fe y escasa devoción y verdadera santidad. La gente imita al predicador y así él ejerce una gran influencia sobre ella. Pastor Hull, Dios quiere que usted se acerque más a él, donde pueda aferrarse a su poder, y mediante una fe viviente reclamar su salvación y ser un hombre fuerte. Si usted fuera un hombre devoto y piadoso cuando está en el púlpito y fuera de él, una poderosa influencia acompañaría su predicación. Usted no escudriña concienzudamente su corazón. Ha estudiado numerosas obras para hacer que su discurso sea completo, cabal y agradable; pero ha descuidado el estudio más importante y necesario, que es el estudio de sí mismo. La necesidad de conocerse a fondo, la meditación y la oración, se han convertido en cosas secundarias. Su éxito como ministro depende de que guarde su propio corazón. Usted recibiría más poder si dedicara una hora por día a meditar y lamentar sus errores y la corrupción de su corazón, y a pedir a Dios su amor perdonador y la seguridad de su perdón, que si pasara muchas horas cada día estudiando las obras de los mejores autores y familiarizándose con todas las objeciones contra nuestra fe y con las más poderosas evidencias en su favor.
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La razón por la cual nuestros predicadores realizan tan poco es porque no andan con Dios. El se encuentra a un día de camino de la mayor parte de ellos. Cuanto más concienzudamente vigile su corazón, tanto más vigilante y cuidadoso será, no sea que por sus palabras o acciones deshonre la verdad, dé ocasión a que las expresiones de calumnia lo sigan a usted y a la verdad y hagan que las almas se pierdan por su descuido de autoexaminarse, de escudriñar su corazón y aprender la santidad vital. El comportamiento piadoso de un ministro de Cristo debiera constituir un reproche contra los profesantes vanos y frívolos. Los rayos de verdad y santidad que emergen de su conversación seria y celestial convencerán a otros y los conducirán a la verdad, y los que se relacionan con usted se verán compelidos a decir: Dios está con este hombre. El descuido y laxitud de ministros de Cristo no convertidos es lo que les da tan poca influencia. Hay muchos profesantes, pero pocos hombres de oración. Si nuestros predicadores fueran hombres que oraran más en secreto, que pusieran en práctica su predicación en sus familias, que gobernaran sus hogares con dignidad y seriedad, su luz ciertamente brillaría para iluminar a las personas con quienes se relacionan.
Pastor Hull, se me mostró que si usted se dedicara a Dios, si se mantuviera en comunión con él, si meditara mucho, si se cuidara para no cometer faltas, si se afligiera y lamentara delante de Dios con la más profunda humildad confiando en su poder, se encontraría dedicado al negocio más provechoso que haya emprendido alguna vez, porque estaría bebiendo en una fuente divina, y entonces podría dar de beber a otros de esa misma fuente que lo ha revivido y fortalecido.
Querido hermano, a menos que se produzca un cambio en su carácter cristiano, usted no alcanzará la vida eterna, porque nuestro activo enemigo armará sus trampas en su camino; y si usted no está cerca de Dios, caerá en la red. Usted se siente inquieto e intranquilo y el estudio es su actividad preferida; pero a veces falla en la presentación del tema. En lugar de escudriñar su propio corazón se dedica a la lectura de libros. Cuando debiera estar acercándose por fe a Cristo, se dedica a estudiar los libros. Vi que todo su estudio será inútil a menos que se estudie fielmente a sí mismo. No se conoce a sí mismo ni su mente medita suficientemente en Dios. Confía demasiado en sí mismo y no comprende que el yo debe morir si usted quiere ser un eficiente ministro de Cristo. Las presentaciones que hace desde el púlpito adolecen de sobriedad y seriedad, lo cual contrarresta su labor.
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Desde cuando se me presentó su caso por primera vez he visto en usted una carencia. Carece de una mente elevada. Presenta desde el púlpito las verdades más santas, sagradas y elevadoras en forma adecuada; pero cuando expone los temas más solemnes suele introducir algún comentario jocoso para hacer reír, lo cual frecuentemente destruye la fuerza de su sermón. Usted maneja con facilidad las verdades solemnes, pero no las vive, y ésta es la razón por la que no tiene el respaldo celestial. Numerosas personas cuyos oídos usted ha complacido hablarán de su ingenioso discurso y de usted como hábil predicador, pero no están más impresionados con la necesidad de obedecer la verdad que lo que estaban antes de haberlo escuchado. Continúan transgrediendo la ley de Dios lo mismo que antes. Fue el ministro quien les causó agrado, pero no las verdades que presentó. Usted permanece tan lejos de Dios que su poder no planta la verdad en la conciencia. Usted debe vivir la religión en su hogar, porque eso contribuirá a elevar a su familia y a su esposa. Cuando está en su hogar, usted abandona toda restricción y actúa como un niño; el peso de la verdad y la obra no descansa sobre usted, y no elige sus palabras ni el ejemplo que da.
Su única seguridad está en estudiarse a sí mismo, sus debilidades y faltas. No deje de cuidarse. Vigílese más estrechamente cuando está en su hogar; allí usted descuida sus deberes, se despoja de su armadura y cede a un espíritu de negligencia que aleja a los ángeles de usted y de su familia.
No descuide la tarea de escudriñar su propio corazón en su hogar. No derrame profusamente todos sus afectos sobre su familia. Guarde los mejores afectos de su corazón para dedicarlos a Jesús, quien lo ha redimido mediante su sangre. Cuando está en su hogar, dedíquese a prepararse constantemente para llevar a cabo los negocios de su Maestro cuando se encuentre lejos del hogar. Si obra así, en todo momento estará protegido por la armadura. El mayor deseo de su alma será glorificar a Dios y realizar su voluntad, y así tendrá una dulce confianza y seguridad en él. No se sentirá tan inquieto, sino que tendrá constantemente un tema de meditación, devoción y santidad. Se me llamó la atención a (1 Corintios 9:27): “Sino que golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”. Tiene que esforzarse para conocerse a sí mismo. No se sienta halagado por observaciones que miembros imprudentes y necios pudieran realizar acerca de sus esfuerzos. Si alaban su predicación, no permita que eso lo exalte. Si su trabajo cuenta con la bendición de Dios, producirá frutos. Su predicación no sólo resultará agradable, sino que ganará almas.
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Pastor Hull, usted debe ser cauteloso en todo. Vi que cualquier cosa que divide los afectos o extrae del corazón el amor supremo a Dios, o que impide que haya confianza y seguridad ilimitadas y completas en él, se convierte en ídolo. Se me llamó la atención al primer gran mandamiento: “Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” Deuteronomio 6:5. No se admite separación alguna de nuestros afectos de Dios. Nada debe dividir nuestro amor supremo por él o nuestra complacencia en él. Su voluntad, deseos, planes y placeres deben ponerse en sujeción. Hay algo que usted debe aprender, y es exaltar a Dios en su corazón, en su conversación y en todas sus acciones; y entonces Jesús podrá enseñarle y ayudarle cuando usted arroja su red hacia el lado derecho del barco, y así podrá arrastrarla a la playa repleta de peces. Pero sin la ayuda de Cristo al arrojar la red, usted puede trabajar semanas, meses y años sin ver fruto abundante producido por su trabajo.
Vi que usted sería tentado a pensar que sus hermanos intentan evaluarlo, que desean restringirlo excesivamente. Pero en realidad sólo desean que usted viva de acuerdo con las instrucciones de la palabra de Dios, y él desea conducirlo a eso, y los ángeles lo observan con la más profunda solicitud. Debe ajustar su vida a la palabra de Dios para ser bendecido y fortalecido por él, porque en caso contrario se saldrá del camino, y mientras predica a otros usted mismo se convertirá en réprobo. Pero usted puede ser vencedor y obtener la vida eterna. Se está recuperando de la trampa de Satanás, pero él está preparando otras trampas para usted. Dios le ayudará y lo fortalecerá si lo busca con sinceridad y fervor. No deje de estudiar su propia vida. Examine todo motivo; que su objetivo no sea predicar sermones brillantes para mostrar a Moisés Hull, sino para dar a conocer a Cristo. Presente la verdad con sencillez y claridad a sus oyentes para que ésta sea comprendida hasta por las mentes menos brillantes. Que su discurso sea sencillo, al punto y solemne. Conduzca a la gente a una decisión y hágale sentir la fuerza vital de la verdad. Si alguien le dirige palabras de alabanza, repréndalo severamente. Dígale que Satanás lo ha perturbado con eso durante un tiempo, por lo que no tienen que ayudarle en su obra.