El engaño del pecado
Se me mostró que el hermano D está haciendo una obra que el día del juicio desearía que fuera deshecha. Está equivocado en todos los puntos de doctrina y obstinadamente defiende sus opiniones erradas. Es un acusador de los hermanos. No solamente ha pensado mal de los que Dios ha escogido para obreros en su causa, sino que ha comunicado el mal a los demás. No ha actuado conforme a la norma bíblica y no ha consultado con los hermanos dirigentes y, en cambio, les ha encontrado faltas a todos ellos.
La excusa que se ofrece en favor de él es la siguiente: “¡Oh, el hermano D es un hombre tan bueno! Es un ejemplo de amabilidad y bondad y está dispuesto a ayudar dondequiera”. El hermano D posee muchos rasgos de carácter excelentes. No tiene gran habilidad como predicador, pero pudiera llegar a ser un obrero ferviente y leal. El enemigo ha conseguido la entrada a través de su alta estima propia. Si no se hubiera estimado a sí mismo más de lo que debiera, no se hubiera atrevido a afectar la reputación de sus hermanos tal como lo ha hecho. La libertad que se ha tomado en recoger y repetir falsos informes, lo ha interpuesto entre el pueblo y el mensaje que Dios ha dado a sus ministros para que se lo comuniquen con el propósito de prepararlo para estar firmes en el día del Señor. Sus buenos rasgos lo han hecho aún más peligroso ya que lo han hecho influyente. La gente piensa que lo que él dice debe ser así. Si él hubiese sido una persona inmoral y pendenciera, no hubiera tenido tanto éxito en ganarse la confianza de tantos.
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La manera de obrar del hermano D hace que su proceder sea aun más digno de censura y más ofensivo para Dios. Si hubiese manifestado sus sentimientos sin disimulo, si hubiese dicho en público las cosas acerca de las cuales hablaba en privado, a nadie se le hubiera ocurrido ni por un instante enviarlo a trabajar en la asociación. Mientras trabaje con la aprobación de ella, los hermanos tienen razón de suponer que sus opiniones son correctas; y con dicha sanción ha ejercido una poderosa influencia en favor del mal. Hay algunos que jamás hubiesen albergado una sospecha en contra de sus hermanos o pensado mal de ellos si no hubieran escuchado sus palabras. Ha encauzado las mentes por un camino que, si lo sigue, desembocará en la rebelión y la pérdida del alma. Desprovista de su disfraz, esta es la obra que nuestro buen hermano ha estado haciendo.
Dios me ha presentado este asunto en su verdadera luz. El corazón del hermano D no está bien. Está contaminado de amargura, ira, celos, envidia, suposiciones erradas, y necesita ser purificado. A menos que cambie su curso del todo, pronto será un hombre caído. La caridad, o sea el amor, “es paciente, es servicial, el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se engríe; no hace nada indecoroso, no busca su propio interés, no se irrita, no toma en cuenta el mal; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. 1 Corintios 13:4-7.
Supongamos que el hermano D haga que el pueblo dude y rechace los testimonios que Dios le ha estado dando a su pueblo durante los últimos 38 años; supongamos que haga creer que los dirigentes de esta obra son hombres maquinadores y deshonestos, dedicados a engañar al pueblo; ¿qué obra grande y buena habrá hecho? Es una obra exactamente igual a la de Coré, Datán y Abiram; y en todos los que ha logrado poner bajo su influencia, el resultado será desastroso. El piensa que no puede estar equivocado; pero, ¿lleva su obra la estampa divina? No; el hermano D ha albergado un espíritu de justificación propia que casi lo ha arruinado. Que se ponga a la par con sus hermanos; si el curso que ellos han seguido le molesta, que les demuestre cuál sea su pecado.
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Cuando Satanás empezó a sentirse desconforme en el cielo, no presentó su queja delante de Dios y de Cristo; sino que fue entre los ángeles que le creían perfecto, y les hizo creer que Dios le había hecho una injusticia al preferir a Cristo. El resultado de esa falsa representación fue que por simpatía con él, una tercera parte de los ángeles perdió su inocencia, su elevada condición y su feliz hogar. Satanás está instigando a los hombres a continuar en la tierra la misma obra de celos y malas sospechas que él inició en el cielo.
Cuando Jesús estuvo en este mundo, los judíos actuaban continuamente como espías mientras lo seguían a todas partes. Reunían toda clase de informes falsos y lo acusaban de un delito tras otro. Procuraban constantemente alejar a la gente de su lado. ¿Era éste un comportamiento correcto? Si lo era, entonces el hermano D no ha pecado, porque está haciendo una obra similar. Ahora puede romper la trampa del enemigo; ahora puede vencer su espíritu que lo induce a exaltarse por encima de sus hermanos. Que busque la humildad y que aprenda a estimar a los demás mejor que a sí mismo. Si trabajara con fidelidad y en armonía con el plan de Dios, oiría las dulces palabras, “Bien hecho”, de los labios del Maestro. Pero si rechaza los esfuerzos de los siervos de Dios, si elige su propio camino y se apoya en su propio entendimiento, ciertamente hará naufragar su fe.
Dios no ha pasado por alto a su pueblo ni ha elegido a un hombre solitario aquí y otro allí como los únicos dignos de que les sea confiada su verdad. No da a un hombre una nueva luz contraria a la fe establecida del cuerpo. En todas las reformas se han levantado hombres que aseveraban esto. Pablo amonestó a la iglesia de su tiempo: “Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas, para llevar discípulos tras si”. Hechos 20:30. El mayor daño que pueda recibir el pueblo de Dios proviene de aquellos que salen de él hablando cosas perversas. Por su medio queda vilipendiado el camino de la verdad.
Nadie debe tener confianza en sí mismo, como si Dios le hubiese dado una luz especial más que a sus hermanos. Se nos representa a Cristo como morando en su pueblo; y a los creyentes como “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo; en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en el cual vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en Espíritu”. “Yo pues, preso en el Señor -dice Pablo-, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados; con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor; solícitos en guardar la unidad del Espíritu, como fuisteis también llamado en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos”. Efesios 2:20-22; 41-6.
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Lo que el hermano D llama luz es aparentemente inofensivo y no se diría que alguien pudiese verse perjudicado por ello. Pero, hermanos, es idea y cuña de entrada de Satanás. Esto ha sido probado vez tras vez. Uno acepta alguna idea nueva y original que no parece estar en conflicto con la verdad. Se espacia en ella hasta que le parece que está revestida de belleza e importancia, porque Satanás tiene poder para dar esa falsa apariencia. Al fin llega a ser el tema que lo absorbe todo, el único gran punto alrededor del cual gira todo, y la verdad queda desarraigada del corazón.
Apenas se inician en su mente ideas erráticas, el hermano D empieza a perder la fe, y a poner en duda la obra del Espíritu que se ha manifestado entre nosotros durante tantos años. No es un hombre que haya de albergar lo que él llama luz especial sin impartirla a otros; por lo tanto no hay seguridad en darle una influencia que le capacitará para desequilibrar a otras mentes. Es abrir una puerta por la cual Satanás hará penetrar muchos errores que distraigan la mente de la importancia de la verdad para este tiempo. Hermanos, como embajadora de Cristo, os amonesto a que desconfiéis de estas cuestiones laterales, que tienden a distraer la mente de la verdad. Nunca es el error inofensivo ni santifica, sino que siempre es peligroso y produce confusión y disensión. El enemigo ejerce gran poder sobre las mentes que no están cabalmente fortalecidas por la oración y establecidas en la verdad bíblica.
Hay mil tentaciones disfrazadas y preparadas para aquellos que tienen la luz de la verdad; y la única seguridad para cualquiera de nosotros consiste en no recibir ninguna nueva doctrina, ninguna nueva interpretación de las Escrituras, sin someterla primero ahermanos de experiencia. Presentádsela con un espíritu humilde y dispuesto a recibir enseñanza, con ferviente oración, y si ellos no la aceptan, ateneos a su juicio; porque “en la multitud de consejeros hay seguridad”. Proverbios 11:14.
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Satanás vio en el hermano D rasgos que le permitirían obtener ventaja. Cristo dijo: “Porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí”. Juan 14:30. Pero el hermano D, mientras aparentaba poseer mucha humildad, ha manifestado una autoestima demasiado elevada. Durante años ha abrigado el sentimiento de que sus hermanos no lo aprecian, sentimiento que ha expresado a otros; y Satanás encontró en él a una persona presumida y arrogante a la cual podía atraer con éxito.
Este es un momento de gran peligro para el hermano D y para muchos otros. Los ángeles de Dios observan a estas almas con intenso interés, y Satanás y sus ángeles están deseosos de ver en qué forma sus planes tendrán éxito. Esta es una crisis en la vida del hermano D. Tendrá que realizar decisiones para esta vida y para la eternidad. Dios lo ama, y la experiencia que tiene puede ser de gran valor para él. Si entrega plenamente su corazón a Dios y acepta toda la verdad, llegará a ser un obrero incansable; Dios obrará por su intermedio y él podrá hacer mucho bien. Pero debe trabajar en armonía con sus hermanos. Debe sobreponerse a su susceptibilidad y aprender a soportar las dificultades como un buen soldado de la cruz de Cristo.
Satanás está trabajando constantemente; pero pocos tienen idea alguna de su actividad y sutileza. El pueblo de Dios debe estar preparado para resistir al astuto enemigo. Esta resistencia es lo que Satanás teme. El conoce mejor que nosotros el límite de su poder, y cuán fácilmente puede ser vencido si le resistimos y le hacemos frente. Por la fuerza divina, el santo más débil puede más que él y todos sus ángeles, y si le probase podría mostrar su poder superior. Por lo tanto los pasos de Satanás son silenciosos, sus movimientos furtivos, y sus baterías enmascaradas. El no se atreve a mostrarse abiertamente, no sea que despierte las energías dormidas del cristiano, y le impulse a ir a Dios en oración.
El enemigo se está preparando para su última campaña contra la iglesia. Está de tal manera oculto de la vista que para muchos es difícil creer que existe, y mucho menos ser convencidos de su asombrosa actividad y poder. Han olvidado mayormente su pasado, y cuando da otro paso adelante, no le reconocen como su enemigo, la serpiente antigua, sino que le consideran como un amigo que está haciendo una buena obra. Jactándose de su independencia, bajo la influencia especiosa y hechicera de Satanás, obedecen a los peores impulsos del corazón humano, y sin embargo creen que Dios los está conduciendo. Si sus ojos pudiesen abrirse para distinguir a su capitán, verían que no están sirviendo a Dios, sino al enemigo de toda justicia. Verían que la independencia de que se jactan es una de las más pesadas cadenas que Satanás pueda forjar en torno a las mentes desequilibradas.
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El hombre es cautivo de Satanás, y está naturalmente inclinado a seguir sus sugestiones y cumplir sus órdenes. No tiene en sí mismo poder para oponer resistencia eficaz al mal. Únicamente en la medida en que Cristo more en él por la fe viva, influyendo en sus deseos e impartiéndole fuerza de lo alto, puede el hombre atreverse a mostrar a un enemigo tan terrible. Todo otro medio de defensa es completamente vano. Es únicamente por Cristo como es limitado el poder de Satanás. Esta es una verdad portentosa que todos debieran entender. Satanás está ocupado en todo momento, yendo de aquí para allá en la tierra, buscando a quien devorar. Pero la ferviente oración de fe frustrará sus esfuerzos más arduos. Embrazad, pues, hermanos, “el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno”. Efesios 6:16.
Los peores enemigos que tenemos son aquellos que están tratando de destruir la influencia de los atalayas que están sobre los muros de Sion. Satanás obra por medio de agentes. Está haciendo un esfuerzo ferviente aquí. Trabaja de acuerdo con un plan definido, y sus agentes obran de concierto. Una línea de incredulidad se extiende a través del continente, y está en comunicación con la iglesia de Dios. Su influencia tiende a minar la confianza en la obra del Espíritu de Dios. Este elemento está aquí, y obra silenciosamente. Tened cuidado, no sea que seáis hallados ayudando al enemigo de Dios y del hombre mediante la difusión de falsos informes, y por crítica y oposición decidida.
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Por medios engañosos y conductos invisibles, Satanás está trabajando para fortalecer su autoridad y poner obstáculos en el camino del pueblo de Dios, a fin de que las almas no queden libres de su poder, y sean reunidas bajo el estandarte de Cristo. Por sus engaños, está tratando de seducir y apartar de Cristo a las almas, y aquellos que no estén establecidos en la verdad quedarán seguramente entrampados por él. A los que no pueda inducir a pecar, los perseguirá, como los judíos a Cristo.
El objeto de Satanás es deshonrar a Dios, y obra con todo elemento no santificado para lograr este designio. Los hombres a quienes usa como instrumentos para hacer esta obra, son cegados, y no ven lo que están haciendo hasta que están tan profundamente envueltos en la culpabilidad que piensan que ya sería inútil tratar de recobrarse y, arriesgándolo todo, continúan en la transgresión hasta el amargo fin.
Satanás espera envolver al pueblo remanente de Dios en la ruina general que está por sobrevenir a la tierra. A medida que la venida de Cristo se acerque, será más resuelto y decidido en sus esfuerzos para vencerlo. Se levantarán hombres y mujeres, profesando tener alguna nueva luz o alguna nueva revelación que tenderá a conmover la fe en los antiguos hitos. Sus doctrinas no soportarán la prueba de la Palabra de Dios, pero habrá almas que serán engañadas. Harán circular falsos informes, y algunos serán prendidos en esta trampa. Creerán estos rumores, y a su vez los repetirán, y así se formará un vínculo que los ligue con el gran engañador. Ese espíritu no se manifestará siempre desafiando abiertamente los mensajes que Dios envía; pero un decidido descreimiento se expresa de muchas maneras. Cada declaración falsa alimenta y fortalece ese descreimiento, y por este medio muchas almas serán inclinadas en la dirección errónea.
No podemos ejercer demasiado cuidado contra toda forma de error, porque Satanás está tratando constantemente de apartar a los hombres de la verdad. Los llena con ideas de suficiencia propia y los persuade, como lo ha hecho con el hermano D, de que la originalidad es un don de lo más codiciable. El hermano D necesita conocer la verdad más perfectamente. Satanás se ha aprovechado de su ignorancia en este respecto, y he ahí dónde está el peligro. Un hombre ha sido desviado, al cual es difícil persuadir una vez que ha plantado sus pies en el camino equivocado, y muchos de los que pensaban que estaban siguiendo al hombre que seguía a Cristo son engañados para que sigan al que ha dado la espalda al Salvador.
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El orgullo mora en el corazón del hermano D, y le será sumamente difícil ceder; pero, a menos que haga una entrega completa a Cristo, el enemigo seguirá trabajando por medio de él. Si no toma una decisión de inmediato, me temo que nunca lo va a hacer.
Las iglesias de _____ y _____ han asumido una gran responsabilidad. El resultado pleno de la obra que han realizado no se sabrá hasta el día del juicio. Necesitáis la sabiduría del cielo, hermanos, porque el pecado nos presenta muchas caras. La carencia de visión espiritual os hace tropezar como a ciegos. Si hubieseis mantenido una singularidad de propósito, esto hubiera sido en vuestra asociación una fuente de tremendo poder; pero las mismas cosas que yo temía se han presentado. Había una obra que hacer, la cual nunca se hizo. Los grupos pequeños que yo vi pudieron haberse levantado como resultado de un esfuerzo bien dirigido, y los lugares de reunión que habrían de edificarse, ¿dónde están? Vuestra incredulidad ha detenido la obra. En comparación no habéis hecho nada vosotros mismos y, cuando uno estaba dispuesto a trabajar, le estorbábais el camino de tal manera que no podía obrar eficazmente.
Algunos son lentos, bien lentos, y se jactan de ello; pero esta pesadez indolente es un defecto de carácter del cual ninguna persona debe enorgullecerse. Resolved con firmeza que seréis puntuales, y con la ayuda divina tendréis éxito. Que vuestra consagración sea completa; atad propiedad y amigos sobre el altar de Dios, y cuando el corazón esté preparado para recibir la influencia divina, brillantes rayos procedentes del trono de Dios resplandecerán en vuestras almas, avivando todas sus energías adormecidas.
Hay quienes no poseen firmeza de carácter. Son como una bola de masilla que se puede amoldar en cualquier forma. No poseen una configuración y consistencia definida, y no son de ningún uso práctico en el mundo. Esta debilidad, esta indecisión e ineficiencia, tiene que ser vencida. El carácter cristiano es indómito y no puede ser amoldado o vencido por circunstancias adversas. Las personas deben tener firmeza moral y una integridad incapaz de ser adulada, sobornada o intimidada.
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Temo grandemente por la iglesia. Pablo lo expresó como sigue: “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo”. 2 Corintios 11:3. Luego Pablo explica que no es por medio de falsos maestros que el enemigo atacará la fe de la iglesia. Declara: “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan de apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia”. vers. 13, 14.
Mientras más aprendamos respecto a los primeros tiempos de la iglesia cristiana y veamos la sutileza con que obró Satanás para debilitar y destruir, mejor preparados estaremos para resistir sus tretas y hacer frente a los peligros que se aproximan. Estamos en el tiempo cuando prevalecerán tribulaciones tales como el mundo nunca ha presenciado. “¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran furor, sabiendo que tiene poco tiempo” (Apocalipsis 12:12); pero Dios ha establecido límites que Satanás no puede traspasar. La barrera que se le ha impuesto es nuestra santísima fe; y si nos edificamos en la fe, estaremos seguros bajo el amparo del Poderoso. “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que está para venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra” Apocalipsis 3:10.
La crítica contra los ministros
Un error lleva a otro. Nuestros hermanos tienen que aprender a actuar con inteligencia y no impulsivamente. La norma no ha de ser la emoción. El descuido del deber, el consentimiento de una simpatía indebida, tendrán como consecuencia el olvido del aprecio que se merecen quienes trabajan para edificar la causa de Dios. Dijo Jesús: “Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viene en su propio nombre, a ése recibiréis”. Juan 5:43.
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Muchos no consideran la predicación como el medio asignado por Cristo para instruir a su pueblo y, por consiguiente, algo que en todo momento ha de tenerse en alta estima. No sienten que el sermón es la Palabra del Señor para ellos y no lo evalúan basados en las verdades que se pronuncian; pero lo juzgan como si fuera el discurso de un abogado ante algún tribunal, enfocando la destreza de argumentación exhibida y el poder y belleza de las palabras expresadas. El ministro no es infalible, pero Dios lo ha honrado haciendo de él su mensajero. Si no lo escucháis como alguien que ha recibido su comisión de lo alto, no respetaréis sus palabras ni las recibiréis como mensaje de Dios. Vuestras almas no se alimentarán del maná celestial; surgirán dudas acerca de algunas cosas que al corazón natural no le placen, y juzgaréis el sermón como si fuera el comentario de algún conferenciante u orador político. Tan pronto como termine la reunión, tendréis en la punta de la lengua alguna queja u observación sarcástica, mostrando así que el mensaje, por bueno y necesario que haya sido, no os ha beneficiado. No lo estimáis; habéis adquirido el hábito de criticar y encontrar faltas, escogiendo lo que os conviene, y quizá rechazando las: mismas cosas que más necesitáis.
Hay muy poca reverencia por las cosas sagradas tanto en la Asociación de Upper Columbia (Alta Columbia) como en la Asociación de North Pacific (Pacífico del Norte). Los instrumentos ordenados de Dios han sido casi totalmente pasados por alto. Dios no ha instituido ningún método nuevo para comunicarse con los hijos de los hombres. Si ellos se desvinculan de las agencias asignadas por el cielo para reprender los pecados, corregir los errores y señalar cuál sea el camino del deber, entonces no hay manera de allegarse a ellos mediante ninguna comunicación celestial. Quedan abandonados a las tinieblas, entrampados y llevados por el adversario.
Al ministro de Dios se le ordena: “Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su transgresión y a la casa de Jacob sus pecados”. Isaías 58:1. Acerca de este pueblo, dice el Señor: “Me buscan cada día, y aparentan deleitarse en saber mis caminos, como gente que hubiese hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de su Dios”. vers. 2. He aquí un pueblo que se ha engañado a sí mismo, que se justifica a sí mismo, y está dado a la complacencia propia; y al ministro se le ordena clamar a voz en cuello y denunciar su transgresión. Esta es una obra que en todas las épocas se ha llevado a cabo en favor del pueblo, y se necesita ahora más que nunca antes.