En los días más sombríos de su largo conflicto con el mal, le fueron dadas a la iglesia de Dios revelaciones del propósito eterno de Jehová. Se permitió a sus hijos que mirasen más allá de las pruebas presentes hacia los triunfos futuros, al tiempo cuando, habiendo terminado la lucha, los redimidos entrarán en posesión de la tierra prometida. Estas visiones de gloria futura, cuyas escenas fueron descritas por la mano de Dios, deben ser apreciadas por su iglesia hoy, cuando se está acercando rápidamente el fin de la controversia secular y se han de cumplir en toda su plenitud las bendiciones prometidas.
Muchos fueron los mensajes de consuelo dados a la iglesia por los profetas antiguos. “Consolaos, consolaos, pueblo mío” (Isaías 40:1), fué la recomendación de Dios transmitida por Isaías, acompañada por visiones admirables que han inspirado esperanza y gozo a los creyentes a través de los siglos que siguieron. Despreciados, perseguidos y abandonados por los hombres, los hijos de Dios en toda época han sido, sin embargo, sostenidos por sus seguras promesas. Por la fe han mirado hacia adelante, al tiempo en que él cumplirá en favor de su iglesia esta promesa: “Ponerte he en gloria perpetua, gozo de generación y generación.” Isaías 60:15.
Con frecuencia la iglesia militante fué llamada a sufrir pruebas y aflicción; porque ella no ha de triunfar sin pasar por un severo conflicto. “Pan de congoja y agua de angustia” (Isaías 30:20), son la suerte común de todos; pero nadie que ponga su confianza en el Poderoso para libertar quedará completamente derrotado. “Y ahora, así dice Jehová Criador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pasares por las aguas, yo seré contigo; y por los ríos, no te anegarán. Cuando pasares por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador: a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti. Porque en mis ojos fuiste de grande estima, fuiste honorable, y yo te amé: daré pues hombres por ti, y naciones por tu alma.” Isaías 43:1-4.
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Hay perdón en Dios; hay aceptación plena y libre por los méritos de Jesús, nuestro Señor crucificado y resucitado. Isaías oyó al Señor declarar a sus escogidos: “Yo, yo soy aquel que borro tus transgresiones a causa de mí mismo, y no me acordaré más de tus pecados. Si no, ¡hazme recordar! ¡entremos en juicio juntos! ¡alega lo que puedas, para justificarte!” “Y conocerás que yo, Jehová, soy Salvador tuyo, y que tu Redentor es el poderoso Dios de Jacob.” Vers. 25, 26; 60:16 (VM).
Declaró el profeta: “Quitará la afrenta de su pueblo,” “y llamarles han Pueblo Santo, Redimidos de Jehová.” El se ha propuesto “darles gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar del luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.”
“Despierta, despierta, vístete tu fortaleza, oh Sión; vístete tu ropa de hermosura, oh Jerusalem, ciudad santa: porque nunca más acontecerá que venga a ti incircunciso ni inmundo.
“Sacúdete del polvo; levántate y siéntate, Jerusalem; suéltate de las ataduras de tu cuello, cautiva hija de Sión.”
“Pobrecita, fatigada con tempestad, sin consuelo; he aquí que yo cimentaré tus piedras sobre carbunclo, y sobre zafiros te fundaré.
“Tus ventanas pondré de piedras preciosas, tus puertas de piedras de carbunclo, y todo tu término de piedras de buen gusto.
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“Y todos tus hijos serán enseñados de Jehová; y multiplicará la paz de tus hijos.
“Con justicia serás adornada; estarás lejos de opresión, porque no temerás; y de temor, porque no se acercará a ti.
“Si alguno conspirare contra ti, será sin mí: el que contra ti conspirare, delante de ti caerá…
“Toda herramienta que fuere fabricada contra ti, no prosperará; y tú condenarás toda lengua que se levantare contra ti en juicio. Esta es la heredad de los siervos de Jehová, y su justicia de por mí, dijo Jehová.” Isaías 25:8; 62:12; 61:3; 52:1, 2; 54:11-17.
Revestida de la armadura de la justicia de Cristo, la iglesia entrará en su conflicto final. “Hermosa como la luna, esclarecida como el sol, imponente como ejércitos en orden” (Cantares 6:10), ha de salir a todo el mundo, vencedora y para vencer.
La hora más sombría de la lucha que sostiene la iglesia con las potencias del mal, es la que precede inmediatamente al día de su liberación final. Pero nadie que confíe en Dios necesita temer; porque si bien “el ímpetu de los violentos es como turbión contra frontispicio,” Dios será para su iglesia “amparo contra el turbión.” Isaías 25:4.
Para aquel día, la liberación está prometida solamente a los justos. “Los pecadores se asombraron en Sión, espanto sobrecogió a los hipócritas. ¿Quién de nosotros morará con el fuego consumidor? ¿quién de nosotros habitará con las llamas eternas? El que camina en justicia, y habla lo recto; el que aborrece la ganancia de violencias, el que sacude sus manos por no recibir cohecho, el que tapa su oreja por no oir sangres, el que cierra sus ojos por no ver cosa mala: éste habitará en las alturas: fortalezas de rocas serán su lugar de acogimiento; se le dará su pan, y sus aguas serán ciertas.” Isaías 33:14-16.
La palabra que dirige el Señor a sus fieles es ésta: “Anda, pueblo mío, éntrate en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la ira. Porque he aquí que Jehová sale de su lugar, para visitar la maldad del morador de la tierra contra él.” Isaías 26:20, 21.
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En visiones del gran día de juicio, los mensajeros inspirados de Jehová obtuvieron vislumbres de la consternación que sobrecogerá a los que no estén preparados para encontrarse con su Señor en paz.
“He aquí que Jehová vacía la tierra, y la desnuda, y trastorna su haz, y hace esparcir sus moradores… Porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, rompieron el pacto sempiterno. Por esta causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores fueron asolados… Cesó el regocijo de los panderos, acabóse el estruendo de los que se huelgan, paró la alegría del arpa.” Isaías 24:1-8.
“¡Ay del día! porque cercano está el día de Jehová, y vendrá como destrucción por el Todopoderoso… El grano se pudrió debajo de sus terrones, los bastimentos fueron asolados, los alfolíes destruidos; porque se secó el trigo. ¡Cuánto gimieron las bestias! ¡cuán turbados anduvieron los hatos de los bueyes, porque no tuvieron pastos! también fueron asolados los rebaños de las ovejas.” “Secóse la vid, y pereció la higuera, el granado también, la palma, y el manzano; secáronse todos los árboles del campo; por lo cual se secó el gozo de los hijos de los hombres.” Joel 1:15-18, 12.
Al ver las desolaciones que ocurrirán durante las escenas finales de la historia de la tierra, Jeremías exclama: “Me duelen las telas de mi corazón: mi corazón ruge dentro de mí; no callaré; porque voz de trompeta has oído, oh alma mía, pregón de guerra. Quebrantamiento sobre quebrantamiento es llamado; porque toda la tierra es destruida.” Jeremías 4:19, 20.
E Isaías declara acerca del día de la venganza de Dios: “La altivez del hombre será abatida, y la soberbia de los hombres será humillada; y sólo Jehová será ensalzado en aquel día. Y quitará totalmente los ídolos… Aquel día arrojará el hombre, a los topos y murciélagos, sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que le hicieron para que adorase; y se entrarán en las hendiduras de las rocas y en las cavernas de las peñas, por la presencia formidable de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando se levantare para herir la tierra.” Isaías 2:17-21.
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Acerca de aquellos tiempos de transición, cuando el orgullo del hombre será humillado, Jeremías testifica: “Miré la tierra, y he aquí que estaba asolada y vacía; y los cielos, y no había en ellos luz. Miré los montes, y he aquí que temblaban, y todos los collados fueron destruídos. Miré, y no parecía hombre, y todas las aves del cielo se habían ido. Miré, y he aquí el Carmelo desierto, y todas sus ciudades eran asoladas.” “¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él: tiempo de angustia para Jacob; mas de ella será librado.” Jeremías 4:23-26; 30:7.
El día de la ira para los enemigos de Dios es el día de la liberación final para su iglesia. El profeta declara:
“Confortad a las manos cansadas, roborad las vacilantes rodillas. Decid a los de corazón apocado: Confortaos, no temáis: he aquí que vuestro Dios viene con venganza, con pago; el mismo Dios vendrá, y os salvará.”
“Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará el Señor toda lágrima de todos los rostros: y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra: porque Jehová lo ha dicho.” Isaías 35:3, 4; 25:8. Y mientras el profeta contempla al Señor de gloria que desciende del cielo, con todos los santos ángeles, para congregar a la iglesia remanente de entre las naciones de la tierra, oye a los que le esperan clamar al unísono con gozo triunfante:
“He aquí éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará: éste es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salud.” Isaías 25:9.
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Se oye la voz del Hijo de Dios llamando a los santos que duermen, y al contemplarlos saliendo de la cárcel de la muerte, el profeta exclama: “Tus muertos vivirán; junto con mi cuerpo muerto resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo! porque tu rocío, cual rocío de hortalizas; y la tierra echará los muertos.”
“Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo.” Isaías 26:19; 35:5, 6.
En sus visiones el profeta ve a los que triunfaron sobre el pecado y el sepulcro felices en la presencia de su Hacedor, conversando libremente con él como el hombre conversaba con Dios en el principio. El Señor los invita así: “Alegraos vosotros, y regocijaos hasta la eternidad en lo que voy a crear; pues he aquí que voy a crear a Jerusalem, que sea un regocijo, y su pueblo, un gozo. También yo me regocijaré en Jerusalem, y gozaréme en mi pueblo; y no se oirá más en ella voz de lloro ni voz de clamor.” “Y no dirá más el habitante: Estoy enfermo; al pueblo que mora en ella le habrá sido perdonada su iniquidad.” Isaías 65:18, 19; 33:24 (VM).
“Porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad. El lugar seco será tornado en estanque, y el secadal en manaderos de aguas.”
“En lugar de la zarza crecerá haya, y en lugar de la ortiga crecerá arrayán.”
“Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad; no pasará por él inmundo; y habrá para ellos en él quien los acompañe, de tal manera que los insensatos no yerren.”
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“Hablad al corazón de Jerusalem: decidle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados.” Isaías 35:6, 7; 55:13; 35:8; 40:2.
Mientras el profeta contempla a los redimidos morando en la ciudad de Dios, libres del pecado y de todos los rastros de la maldición, exclama arrobado: “Alegraos con Jerusalem, y gozaos con ella, todos los que la amáis: llenaos con ella de gozo.”
“Nunca más se oirá en tu tierra violencia, destrucción ni quebrantamiento en tus términos; mas a tus muros llamarás Salud, y a tus puertas Alabanza.
“El sol nunca más te servirá de luz para el día, ni el resplandor de la luna te alumbrará; sino que Jehová te será por luz perpetua, y el Dios tuyo por tu gloria.
“No se pondrá jamás tu sol, ni menguará tu luna: porque te será Jehová por luz perpetua, y los días de tu luto serán acabados.
“Y tu pueblo, todos ellos serán justos, para siempre heredarán la tierra; renuevos de mi plantío, obra de mis manos, para glorificarme.” Isaías 66:10; 60:18-21.
El profeta percibe allí sonido de música y de canto, cual no ha sido oído por oído mortal alguno ni concebido por mente humana alguna, a no ser en visiones de Dios. “Y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sión con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas: y retendrán el gozo y alegría, y huirá la tristeza y el gemido.” “Hallarse ha en ella alegría y gozo, alabanza y voz de cantar.” “Y habrá cantores con músicos de flautas.” (V.M.) “Estos alzarán su voz, cantarán gozosos en la grandeza de Jehová.” Isaías 35:10; 51:3; Salmos 87:7; Isaías 24:14.
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En la tierra renovada, los redimidos participarán en las ocupaciones y los placeres que daban felicidad a Adán y Eva en el principio. Se vivirá la existencia del Edén, en huertos y campos. “Y edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. No edificarán, y otro morará; no plantarán, y otro comerá: porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos perpetuarán las obras de sus manos.” Isaías 65:21, 22.
Allí toda facultad será desarrollada, toda capacidad aumentada. Las mayores empresas podrán llevarse a cabo, satisfacerse las aspiraciones más sublimes, realizarse las más encumbradas ambiciones. Y sin embargo surgirán nuevas alturas que superar, nuevas maravillas que admirar, nuevas verdades que comprender, nuevos objetos de estudio que agucen las facultades del espíritu, del alma y del cuerpo.
Los profetas a quienes fueron reveladas estas grandiosas escenas anhelaron comprender todo su significado. “Han inquirido y diligentemente buscado, escudriñando cuándo y en qué punto de tiempo significaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos… A los cuales fué revelado, que no para sí mismos, sino para nosotros administraban las cosas que ahora os son anunciadas.” 1 Pedro 1:10-12.
A nosotros que estamos a punto de ver su cumplimiento, ¡de cuánto significado, de cuán vivo interés, son estos delineamientos de las cosas por venir, acontecimientos por los cuales, desde que nuestros primeros padres dieron la espalda al Edén, los hijos de Dios han estado velando y aguardando, anhelando y orando!
Compañeros de peregrinación, estamos todavía entre las sombras y la agitación de las actividades terrenales; pero pronto aparecerá nuestro Salvador para traer liberación y descanso. Contemplemos por la fe el bienaventurado más allá, tal como lo describió la mano de Dios. El que murió por los pecados del mundo está abriendo de par en par las puertas del Paraíso a todos los que creen en él. Pronto habrá terminado la batalla y se habrá ganado la victoria. Pronto veremos a Aquel en quien se cifran nuestras esperanzas de vida eterna. En su presencia las pruebas y los sufrimientos de esta vida resultarán insignificantes. De lo que existió antes “no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento.” “No perdáis pues vuestra confianza, que tiene grande remuneración de galardón: porque la paciencia os es necesaria; para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aun un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará.” “Israel es salvo … con salud eterna; no os avergonzaréis, ni os afrentaréis, por todos los siglos.” Isaías 65:17; Hebreos 10:35-37; Isaías 45:17.
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Alcemos los ojos y dejemos que nuestra fe aumente de continuo. Dejemos que esta fe nos guíe a lo largo de la senda estrecha que ha de llevarnos por las puertas de la ciudad al gran más allá, al amplio e ilimitado futuro de gloria que espera a los redimidos. “Pues, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia, hasta que reciba la lluvia temprana y tardía. Tened también vosotros paciencia: confirmad vuestros corazones: porque la venida del Señor se acerca.” Santiago 5:7, 8.
Las naciones de los salvos no conocerán otra ley que la del cielo. Todos constituirán una familia feliz y unida, ataviada con las vestiduras de alabanza y agradecimiento. Al presenciar la escena, las estrellas de la mañana cantarán juntas, y los hijos de los hombres aclamarán de gozo, mientras Dios y Cristo se unirán para proclamar: No habrá más pecado ni muerte.
“Y será que de mes en mes, y de sábado en sábado, vendrá toda carne a adorar delante de mí, dijo Jehová.” “Y manifestaráse la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá.” “El Señor Jehová hará brotar justicia y alabanza delante de todas las gentes.” “En aquel día Jehová de los ejércitos será por corona de gloria y diadema de hermosura a las reliquias de su pueblo.”
“Ciertamente consolará Jehová a Sión: consolará todas sus soledades, y tornará su desierto como paraíso, y su soledad como huerto de Jehová.” “La gloria del Líbano le será dada, la hermosura de Carmel y de Sarón.” “No te llamarán ya más la ‘Desamparada,’ ni se llamará tu tierra ‘Desierta,’ sino que te llamarán a ti ‘Mi complacencia en ella,’ y a tu tierra ‘Desposada.’ … Como la esposa hace las delicias del esposo, así harás tú las delicias de tu Dios.” Isaías 66:23; 40:5; 61:11; 28:5; 51:3; 35:2; 62:4, 5 (VNC).