Testimonios para la Iglesia, Vol. 2, p. 277-285, día 102

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Me viene a la mente en este momento el caso de alguien, que se me presentó en visión, que pasó por alto estas pequeñas cosas, y no pudo interesarse en los deberes humildes, para tratar de alivianar la tarea de algunas personas que no podían salir de sus casas; esa también era una tarea humilde. Ahora tiene familia, pero sigue poseído de la misma indisposición para dedicarse a los deberes pequeños pero importantes. Como resultado de ellos, la gran carga recae sobre su esposa. Tiene que hacer muchas cosas; si no las hace, quedarán sin hacer; y la cantidad de trabajo que recae sobre ella por causa de esta falla de su esposo está minando su salud. El no puede ahora vencer este mal tan fácilmente como podría haberlo hecho durante su juventud. Pasa por alto los deberes pequeños, y no conserva todo en orden y bien arreglado; por lo tanto, no puede ser un granjero de éxito. “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto”. Lucas 16:10. 

Naamán el sirio consultó al profeta de Jehová en cuanto a cómo podía sanar de esa enfermedad tan horrible: la lepra. Se le indicó que se bañara en el Jordán siete veces. ¿Por qué no siguió inmediatamente las indicaciones de Eliseo, el profeta de Dios? ¿Por qué rehusó hacer lo que el profeta le mandó? Regresó junto a sus siervos, murmurando. En su mortificación y frustración, se enojó, y con ira rehusó seguir el humilde consejo dado por el profeta de Dios. “He aquí -manifestó- yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra. Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavase en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado”. 2 Reyes 5:11-12. Sus siervos dijeron: “Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?” vers. 13. Sí, este gran hombre consideraba que estaba por debajo de su dignidad ir al humilde río Jordán y lavarse allí. Los ríos que mencionó y deseaba estaban embellecidos por los árboles y los huertos que los rodeaban, y había ídolos en esos huertos. Muchos acudían a esos ríos para adorar a sus dioses; por lo tanto, no habría tenido necesidad de humillarse. Pero si seguía las indicaciones definidas del profeta tendría que humillar su orgullo y la soberbia de su espíritu. La obediencia voluntaria produce los resultados deseados. Se lavó, y sanó. 

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Tu caso es similar en algunos sentidos al de Naamán. No crees que para perfeccionar el carácter cristiano tienes que aceptar ser fiel en las cosas pequeñas. Aunque las cosas que tienes que hacer sean de poco valor según tu opinión, son deberes que tendrás que cumplir mientras vivas. El descuido de estas cosas significa que tu carácter es sumamente deficiente. Tú, mi querido muchacho, tienes que educarte para ser fiel en las cosas pequeñas. No puedes agradar a Dios mientras no lo hagas. No puedes ganar el amor y el afecto de los demás a menos que hagas exactamente lo que se te pide, bien dispuesto y con satisfacción. Si quieres que te amen los que están contigo, debes manifestarles amor y respetarlos. 

Es tu deber hacer todo lo posible para alivianar la carga de la hermana con quien vives. Tú has visto que está pálida y debilitada, y que está cocinando para una familia numerosa. Todo trabajo extra que tiene que hacer, la debilita y disminuye su vitalidad. No tiene manos ni pies jóvenes para hacer pequeños mandados. Te recibieron en el seno de la familia, como te lo dijeron a ti y nos lo dijeron a nosotros en su momento, precisamente para que hicieras esas cosas. Pero si tú no haces exactamente las cosas que ellos creen les van a ayudar mucho, y decides hacer tu voluntad siguiendo una conducta independiente que tú mismo has elegido, podrías perder tu alojamiento, y ellos tendrían que buscar otro para que haga esas mismas cosas que tú crees son demasiado insignificantes para ti. Ahora estás haciendo un trabajo más grande y más pesado del que te permiten tus fuerzas. Te gusta hacer el trabajo de un hombre. Tienes una terquedad muy propia de ti, que debes abandonar. Tienes que morir al yo, crucificarlo y vencerlo. No puedes ser un verdadero seguidor de Cristo a menos que emprendas esta tarea resueltamente. 

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Vi que no posees naturalmente ni reverencia ni respeto por las personas mayores. Tendrías que ser fiel en el cumplimiento de los pequeños mandados y deberes que se te pide lleves a cabo, y no hacerlos a regañadientes como si fueran una carga. No te das cuenta cuán desagradable y antipático te pones cuando te portas así. De este modo no puedes ser feliz tú mismo, ni hacer felices a los que te rodean. Debes recordar que Dios requiere de ti, como siervo suyo, que seas fiel, paciente, amable, afectuoso, obediente y respetuoso. No podrás lograr la perfección cristiana a menos que poseas un cabal dominio de tu propio espíritu. Tú permites que surjan ciertos sentimientos pecaminosos en tu corazón, que te perjudican muchísimo, y que tienden a fomentar una actitud dura y desafiante, en nada semejante al espíritu de Cristo, cuya vida se te ha ordenado imitar. 

Querido muchacho: comienza de nuevo, con determinación y con la ayuda de Dios, a seguir lo que es verdadero, amable y de buena reputación. El temor de Dios, unido al amor y al afecto por todos los que te rodean, se debe revelar en todas tus acciones. Sé fiel, y haz bien las cosas; desembarázate de todo lo que tenga apariencia de descuido. Ten un sitio para cada cosa, y pon cada cosa en su sitio. Sé bien dispuesto, amable, alegre y simpático. Entonces te podrás abrir camino al corazón de los que se relacionan contigo. Ten siempre en cuenta una cosa: ningún joven podrá asumir la actitud correcta si no respeta a las mujeres y no trata de alivianar sus cargas. La peor característica que se puede encontrar en un joven es considerar que se rebaja si alivia las tareas de una mujer. Tal hombre está marcado. Ninguna mujer le va a confiar su vida a semejante hombre; porque nunca va a ser un esposo tierno, cuidadoso y considerado. 

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El niño es el precursor del hombre. Te ruego que mires rectamente delante de ti. Haz todo lo que haya que hacer, por insignificante que parezca, por desagradable que pudiera ser. Entonces contarás con la aprobación de los que te rodean, y lo que se debe apreciar mucho más todavía, dispondrás de la aprobación de Dios. No puedes ser cristiano a menos que seas fiel en lo poco. Si oras y luchas para hacer lo mejor posible al llevar a cabo cada deber, Dios te va a bendecir y ayudar. Cuando Jesús venga a llevarse a sus fieles, ¿quisieras oírle decirte: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor” Mateo 25:21? ¿Quisieras que desaparecieran todas las imperfecciones de tu carácter, para que seas hallado sin falta delante del trono de Dios? Si es así, entonces tienes que hacer una obra que nadie puede hacer por ti. Tienes una responsabilidad individual delante del Señor. Tienes que caminar en la luz, y recibir a diario la fortaleza del Altísimo para vencer toda imperfección, y encontrarte finalmente entre los fieles, leales y santos en el reino de Dios. No cedas a la tentación. Satanás te va a molestar, y va a tratar de dominar tu mente con el fin de inducirte a pecar. “Resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros” Santiago 4:7-8. 

Recuerda que el ojo de Dios siempre está sobre ti. Cuando respondes irrespetuosamente, Dios te ve y te oye. Está llegando el momento cuando todos serán juzgados de acuerdo con lo que hayan hecho en el cuerpo. Tendrás que participar del juicio. Jesús te aceptará o te rechazará. Huye hacia él para obtener fortaleza y gracia. Desea ayudarte; desea ser el Guía de tu juventud, y fortalecerte de tal manera que puedas ser una bendición para otros que se encuentran bajo tu influencia. Dios te ama, y te va a salvar si caminas de acuerdo con las pautas que él ha dado; pero si te rebelas, y decides seguir tu propia conducta, será para tu perdición eterna. Ora mucho; porque la oración es uno de los deberes más esenciales. Sin ella no puedes observar una conducta cristiana. Eleva, fortalece y ennoblece; es el alma en conversación con Dios. 

No creas que puedes suspender por un solo instante los esfuerzos que estás haciendo para mantenerte vigilante; no puedes. Estudia con diligencia la Palabra de Dios, para que no estés en la ignorancia con respecto a las artimañas de Satanás, y para que aprendas en forma más perfecta el camino de la salvación. Tu voluntad debe estar inmersa en la voluntad de Dios. No procures tu propio placer, sino el de los que te rodean; y si lo haces, no podrás ser otra cosa sino feliz. Acude a Jesús con todas tus necesidades, y anhela con confianza sencilla sus bendiciones. Confía en Dios, y trata de obrar sobre la base de los principios, fortalecido y ennoblecido por elevadas resoluciones, y por una determinación de propósito que sólo se encuentra en Dios. 

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No te deberías irritar con facilidad. No permitas que tu corazón se vuelva egoísta; por lo contrario, procura que se expanda en amor. Tienes una obra que hacer que no debes descuidar. Soporta las penurias como buen soldado. Jesús conoce todo conflicto, toda prueba y todo espasmo provocado por la angustia. Te va a ayudar; porque fue tentado en todo como nosotros, pero no cayó en pecado. Acude a él, querido muchacho, con tus preocupaciones. No hagas de nadie tu confidente, no le hables a nadie de tus dificultades fuera de nosotros. Haz de Jesús el Portador de tus cargas, y trata de tener una experiencia más completa en materia religiosa. Quiera Dios ayudarte y bendecirte, es mi sincera oración. 

Los huérfanos despiertan en mí las más tiernas simpatías. Por supuesto, tú no tienes hogar. La tumba se llevó a tu padre y a tu madre, y el hogar de tu infancia está habitado por otras personas. No recuerdas tan definidamente a tu piadoso padre como a tu madre. Recuerdas que a veces la apenabas. No habías aprendido a ser sumiso; habías aprendido parcialmente la lección. Pero las oraciones de tus padres, en el sentido de que te encontraras entre los que aman y temen a Dios, han hallado cabida en el Cielo. 

¡Oh, éste es un mundo frío y egoísta! Tus parientes, que deberían haberte amado y cultivado tu amistad, por causa de tus padres si no por la propia, se han encerrado en su egoísmo, y no tienen ningún interés especial por ti. Pero Dios estará más cerca de ti, y te resultará más caro que cualquiera de tus parientes terrenales. Será tu Amigo, y nunca te abandonará. El es padre para los huérfanos. Su amistad será dulce paz para ti, y te ayudará a soportar con fortaleza la tremenda pérdida que has experimentado. Trata de que Dios sea tu padre, y nunca vas a necesitar un amigo. Estarás expuesto a pruebas, pero sé firme, y lucha para embellecer tu profesión de fe. Necesitarás gracia para prevalecer, pero el ojo piadoso de Dios estará sobre ti. Ora mucho y fervorosamente, creyendo que Dios te ayudará. Guárdate de la irritabilidad y la petulancia, y de una actitud que provoque envidia. La tolerancia es una virtud que tienes que cultivar. Manifiesta amor por la pureza y una humilde sencillez; y permite que estas virtudes se entretejan en tu vida. 

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Al educarte en el temor de Dios y en el amor de todos los que te rodean, tu vida puede ser útil y feliz, y tu ejemplo puede ser de tal naturaleza que induzca a otros a escoger la humilde senda de la santidad. Ten en todo momento el suficiente valor moral como para obrar correctamente y honrar a tu Redentor. Te ruego, querido muchacho, que procures la verdadera santidad. 

El miembro rebelde

Querida Hna. S,

Se me han mostrado algunas cosas con respecto a usted. No tiene una idea exacta de su verdadera condición. Necesita que la gracia haga en su corazón una obra profunda y completa. Necesita poner su corazón y su casa en orden. El ejemplo que da en el seno de su hogar no es digno de imitación. Ha alcanzado una norma baja; pero no ha logrado llegar a la norma elevada de su divino Señor. Le gusta hacer visitas y conversar, y dice muchas cosas impropias de un cristiano. Sus declaraciones son exageradas, y a menudo están muy lejos de la verdad. Sus palabras y sus actos la juzgarán en el día postrero. Por ellos será justificada o condenada. Su educación no ha sido ennoblecedora; por eso usted tiene ahora la tremenda necesidad de prepararse y educarse en la pureza de pensamiento y acción. Entrene sus pensamientos de modo que le resulte fácil espaciarse en las cosas puras y santas. Cultive el amor por la espiritualidad y la verdadera piedad. 

Su conversación es a menudo de bajo nivel. Está engañando a su propia alma, y este engaño le resultará fatal, a menos que despierte para verse a sí misma tal como es, y se vuelva a Dios con verdadera humildad de corazón. Tiene la tendencia de mentir. Su hijo no tiene un conocimiento experimental de Dios ni de los sagrados requerimientos de la verdad. Sus padres le han hecho creer que es cristiano, pero es un representante por demás miserable de los cristianos observadores del sábado. Dios no permite que aceptemos a una persona de su clase como cristiana. Usted no disciplina a su hijo. Es testarudo y fanático. Tiene una noción muy vaga de la verdadera cortesía, y ni siquiera de la urbanidad común. Es tosco y sin cultura; no ama, y a la vez no es amable. Usted les dice a los demás que es cristiano, y al hacerlo deshonra la causa de Cristo. Este muchacho está bastante bien encaminado como para convertirse en un hipócrita educado. No tiene dominio propio, pero usted le hace creer que es cristiano. 

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La obra de reforma debe comenzar con usted. Su conversación debe llegar a ser casta; debe convertirse en una dueña de casa que ame los deberes domésticos, que ame a su esposo y a su hijo. Debe aprender a economizar su tiempo de manera que no le exija demasiado a sus fuerzas. Los livianos deberes hogareños que tiene que llevar a cabo puede hacerlos sin fatigarse si ejerce perseverancia y una diligencia adecuada. Pero tiene una obra que hacer en el sentido de controlar su lengua. Es un miembro pequeño que se vanagloría de grandes cosas; pero necesita de la rienda de la gracia y del freno del dominio propio para que no se vaya por donde le da la gana. Su conversación es de bajo nivel y usted se entrega a la charla barata. “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes”. Efesios 4:29. 

Quiera Dios convencerla de estas cosas a medida que lee estas líneas. Le ruego que asuma la humilde dignidad de mujer y madre. Hay una responsabilidad que descansa sobre el padre. Los esfuerzos necesarios para dominar a su hijo deben ser unidos; este muchacho está avanzando con rapidez por el camino de la perdición. Usted debería procurar fervorosamente el adorno interior, el ornamento de un espíritu humilde y sencillo, que es de gran precio a la vista de Dios. Con paciencia, gracia y dulce humildad debería enseñar a su pobre hijo engañado los primeros principios del cristianismo, y de la verdadera urbanidad, es decir, de la cortesía cristiana. A menudo usted es apresurada y borras cosa. ¡Oh, qué importante es que usted se dé cuenta de la obra que se debe hacer por usted misma antes que sea para siempre demasiado tarde! Jesús la invita ahora a acudir a él, que es manso y humilde de corazón. Le ha prometido con seguridad que en él va a encontrar descanso. Tiene una gran obra que hacer. No engañéis vuestras propias almas; por lo contrario, examinaos a la luz de la eternidad. Es imposible que seáis salvos así como estáis. 

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Hna. S: su esposo podría ser de cierta ayuda en la iglesia si la influencia suya fuera lo que debería ser. Pero su ejemplo y su influjo lo descalifican para que él a su vez ejerza un ascendiente significante sobre la iglesia. Las influencias negativas del hogar sobrepujan sus esfuerzos por hacer el bien. Usted está totalmente descalificada para ser la esposa de un anciano de iglesia. Dios le pide que se reforme. Su esposo tiene una obra que hacer para poner su corazón y su casa en orden. Cuando se convierta, podrá fortalecer a sus hermanos. 

Como familia, necesitan ser santificados por la verdad. Querida hermana: ¿Quisiera ver la obra que se tiene que hacer por usted, y emprenderla sin demora, para que su influencia sea salvadora? Obre en favor de su salvación con temor y temblor. Obre con sabiduría en favor de los que están fuera de la iglesia, redimiendo el tiempo. “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis como debéis responder a cada uno”. Colosenses 4:6. “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si hay algo digno de alabanza, en esto pensad”. Filipenses 4:8. 

Hay suficientes temas provechosos acerca de los cuales meditar y conversar. La conversación del cristiano debería referirse al Cielo, de donde esperamos a nuestro Salvador. La meditación acerca de las cosas celestiales es provechosa, y siempre estará acompañada de la paz y el consuelo del Espíritu Santo. Nuestra vocación es santa; nuestra profesión de fe, exaltada. Dios está purificando para sí un pueblo peculiar, celoso de buenas obras. Está actuando como el platero, que refina y purifica la plata. Cuando la escoria y otras impurezas hayan sido eliminadas, su imagen se reflejará perfectamente en nosotros. Entonces la oración de Cristo en favor de sus discípulos se cumplirá en cada uno: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”. Juan 17:17. Cuando la verdad ejerce una influencia santificadora en nuestros corazones y vidas, podemos ofrecerle a Dios un servicio aceptable, y podemos glorificarlo en la tierra, al ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que existe en el mundo por causa de la concupiscencia. 

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¡Oh, cuántos no van a estar preparados cuando el Maestro venga para pedir qiie sus siervos le rindan cuenta! Muchos tienen muy poca idea de lo que significa ser cristianos. La justicia propia no valdrá nada entonces. Sólo podrán pasar la prueba los que posean la justicia de Cristo, estén imbuidos de su Espíritu, y anden como él anduvo, en pureza de corazón y vida. Ea conversación debe ser santa; entonces las palabras estarán sazonadas con gracia. 

Quiera Dios ayudaros como familia a corregiros, a alcanzar las alturas de la vida, y en todos vuestros actos honrar vuestra profesión de fe. 

Consuelo en la aflicción

Querida Hna. T,

Me enteré de su aflicción, y me apresuro a escribirle unas pocas líneas. Mi querida hermana, tengo la mejor de las evidencias de que Dios la ama. En la última visión que se me dio, se me presentó su caso entre otros. Vi que usted había sido afectada en lo pasado por la conducta errónea seguida por otros; pero por ser estrictamente concienzuda, y demasiado ansiosa de saber qué es lo correcto, era sumamente sensible, y consideraba su caso peor de lo que en realidad era. 

Ha sido afligida por la enfermedad por bastante tiempo. Usted es una dispéptica nerviosa. El cerebro está íntimamente relacionado con el estómago, y su energía mental ha sido tan a menudo desviada a acudir en ayuda de los debilitados órganos de la digestión, que a su vez se ha debilitado, deprimido y congestionado. Mientras se encuentra en ese estado, su mente está sombría, y naturalmente se espacia en el lado oscuro de las cosas, e imagina que el desagrado de Dios está sobre usted. Ha creído que su vida ha sido inútil, que ha estado llena de errores y decisiones equivocadas. Querida hermana: su falta de salud la conduce al desmayo y al desánimo. Dios no la ha abandonado; todavía la ama. Vi que tenía que confiar en él como el niño se abandona en los brazos de su madre. Dios es misericordioso y amable, lleno de tierna piedad y compasión. No ha apartado su rostro de usted. 

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