Testimonios para la Iglesia, Vol. 4, p. 198-206, día 218

En el cielo hay un orden perfecto, una concordia y un acuerdo sin defecto. Si aquí los padres descuidan enseñar a sus hijos el respeto a la autoridad, ¿cómo pueden esperar que sean considerados compañeros adecuados para los santos ángeles en un mundo de paz y armonía? Los padres, al mostrarse indulgentes con las malas acciones de sus hijos, están creando un elemento que traerá la discordia a la sociedad y menoscabará la autoridad de la escuela y de la iglesia. 

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Los niños necesitan una guía y un cuidado atentos, más ahora que nunca, porque Satanás quiere ganar el control de sus mentes y sus corazones para expulsar el Espíritu de Dios. El temible estado de los jóvenes de esta época constituye uno de los signos más claros de que vivimos en los últimos días. Sin embargo, la ruina de muchos puede ser imputada directamente a la mala dirección de sus padres. El espíritu de murmuración contra las reprobaciones ha echado sus raíces y está dando su fruto de insubordinación. Los padres están disgustados con el carácter que desarrollan sus hijos, a la vez que están ciegos ante los errores que comenten y los hacen ser como son. 

Elí reprochaba a sus hijos su mala conducta, pero no actuaba prontamente para corregirla. Aquel padre que rehuía las dificultades y se mostraba demasiado afectuoso recibió la advertencia de Dios: su negligencia no quedaría sin retribución. Aun así, no se dio cuenta de la importancia de apartar el mal de Israel, de una vez por todas. Debería haber tomado medidas sin dilación; en cambio, con una sumisión destacable, dijo: “Jehová es; haga lo que bien le pareciere”. 1 Samuel 3:18. Si se hubiera apercibido completamente de la culpa de su negligencia, Israel se habría salvado de la humillación de la derrota y el arca de Dios no habría caído en manos enemigas. 

Dios condena la negligencia que flirtea con el crimen y el pecado; no deja sin castigo la insensibilidad que no se apresura a detectar su amenazadora presencia en las familias de los que profesan ser cristianos. Para él los padres son responsables en gran medida de los errores y las locuras de su descendencia. Dios visitó con su condena, no sólo a los hijos de Elí, sino a Elí mismo; este terrible ejemplo debería ser una advertencia para los padres de nuestros días. 

Mientras miraba la peligrosa situación en que se encuentran sus jóvenes y se me mostraba la indiferencia de los padres respecto de su bienestar, mi corazón se afligió y desfalleció. Los ángeles estaban tristes y lloraban amargamente. Los jóvenes se van al mundo y caen en las manos de Satanás. Se vuelven menos susceptibles a la dulce influencia de la gracia de Dios, son más y más confiados y desafiantes y muestran una creciente despreocupación por los intereses eternos. Vi cómo Satanás plantaba su bandera en los hogares de los que profesan ser los elegidos de Dios y, sin embargo, los que andan en la luz deberían ser capaces de discernir la diferencia entre la bandera negra del adversario y el estandarte manchado con la sangre de Cristo. 

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Los niños deben ser educados con normas y ejemplo. Los padres deberían cumplir sus grandes responsabilidades con temor y emoción. Deberían ofrecer fervorosas oraciones para pedir fuerza y guía divinas en su tarea. En muchas familias se siembra la semilla de la vanidad y la soberbia en el corazón de los niños desde casi su mismo nacimiento. En su presencia, se comentan y alaban sus pequeños engaños, y se repiten a otros con exageraciones. Los pequeños toman nota de esto y se crecen; no dudan en interrumpir conversaciones y se vuelven atrevidos e impertinentes. La adulación y la indulgencia alimentan su vanidad y su obstinación, hasta el punto que el más joven alcanza a gobernar toda la familia, padre y madre incluidos.

La disposición que esta clase de formación da no puede ser dejada de lado mientras los juicios del niño crecen en firmeza. A medida que el cuerpo del niño va creciendo, crece también su intelecto; y lo que en un bebé puede parecer gracioso, en un adulto puede llegar a ser menospreciable y perverso. Quieren gobernar a los que los rodean; y si alguno no se rinde a sus deseos, se consideran insultados y ofendidos. La causa es que en su juventud se toleraron sus ofensas en lugar de enseñarles la necesaria negación del yo para soportar las duras pruebas de la vida. 

A menudo, los padres, pensando que así será más fácil tratar con ellos, tratan a sus hijos con favoritismo y condescendencia. Es mucho más sencillo permitirles que hagan lo que les pazca en lugar de dirigir las inclinaciones que con tanta fuerza surgen en sus corazones. Este comportamiento es cobarde. Rehuir las responsabilidades es perverso; porque llegará el día en que esos hijos, cuyas inclinaciones no fueron dirigidas y habrán degenerado en vicios, traerán la reprensión y la desgracia sobre ellos y sobre sus familias. Salen a la vida sin estar preparados para resistir sus tentaciones, sin la fuerza necesaria para soportar las situaciones complejas y desconcertantes. Son apasionados, arrogantes, indisciplinados y quieren doblegar a los demás a su voluntad; cuando esto no sucede piensan que el mundo los desaprovecha y se vuelven contra él. 

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Las lecciones que se aprenden en la infancia, buenas o malas, no se aprenden en vano. Para bien o para mal, el carácter se desarrolla en la juventud. Aunque en el hogar pueda haber alabanzas y adulación, en el mundo cada uno es considerado por sus propios méritos. Quienes han sido malcriados, a los cuales se ha rendido la autoridad doméstica, están sujetos a mortificación diaria porque se ven obligados a rendirse a otros. Muchos llegan a aprender su verdadero lugar por medio de estas crudas lecciones de la vida. Las broncas, los enfados y el lenguaje directo de sus superiores suelen mostrarles su verdadero estatus social y los humillan hasta que entienden y aceptan su lugar. Esta es ordalía innecesaria que podría haberse evitado con una formación adecuada en la juventud.

La mayoría de estas personas indisciplinadas pasan por la vida dándose de bruces contra el mundo, fracasando allí donde deberían tener éxito. Llegan a pensar que el mundo está resentido con ellas porque no las adula ni las trata con dulzura. Por tanto, se vengan del mundo devolviéndole resentimiento y desobediencia. A veces las circunstancias las obligan a fingir una humildad que no sienten, pero no es natural en ellos y, tarde o temprano, sus verdaderos caracteres acabarán por salir a la luz. 

Si tales personas tienen familia, su gobierno se vuelve arbitrario y muestra aquella disposición soberbia e irracional que deben disimular fuera del hogar. Quienes dependen de ellas sienten hasta lo indecible los errores cometidos en su formación. ¿Por qué los padres educan a sus hijos de tal manera que lleguen a estar en constante conflicto con todos aquellos que entran en contacto con ellos? 

Su experiencia religiosa está moldeada por la educación recibida en la infancia. Las tristes pruebas, tan peligrosas para la prosperidad de una iglesia porque son la causa de que la fe de muchos flaquee, se tambalee y acabe desvaneciéndose entre la duda y la insatisfacción, suelen tener su origen en un espíritu indómito y rebelde, resultado de la indulgencia de los padres en la más tierna infancia. ¡Cuántas vidas se han perdido, cuántos delitos se han cometido, a causa de la influencia de una pasión desenfrenada que debería haber sido corregida en la infancia, cuando la mente es moldeable y el corazón fácilmente influenciable por lo que es correcto y está sujeto a la voluntad de una madre amorosa! La educación ineficiente de los hijos es la base de una gran cantidad de desgracias. 

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Los niños a los que se les permite andar a sus anchas no son felices. El corazón indómito no posee los elementos necesarios para su sosiego y satisfacción. La mente y el corazón deben ser disciplinados y sujetos a las normas adecuadas para que el carácter esté en armonía con las sabias leyes que gobiernan nuestro ser. El desasosiego y la insatisfacción son fruto de la indulgencia y la soberbia. A menos que se siembren preciosas flores y sea objeto de esmerados cuidados, el suelo del corazón, como el de un jardín, sólo será capaz de dar espinas y cardos. Como sucede en la naturaleza visible, así también se da en el alma humana. 

Los jóvenes de _____ se encuentran en una condición desconcertante. Mientras algunos miembros de la iglesia se sienten insatisfechos con los que ocupan cargos de responsabilidad, son encontrados faltos y murmuran contra las reprensiones, insinuando sus dudas y cuchicheando sobre los asuntos ajenos, sus almas están empapadas de tinieblas y sus hijos han sido impregnados con el espíritu que obra en sus padres. Esta disposición tiene como fin la destrucción de toda autoridad. Dios considera a esos padres responsables de la malicia y la rebelión de los jóvenes que están a su cuidado. 

Satanás ha tenido un maravilloso éxito en sus planes. Los hombres de experiencia, los padres de familia, que manifiestan una obstinada resistencia cuando sus planes son contravenidos muestran claramente que no pueden controlarse a sí mismos. ¿Cómo pueden, pues, controlar a sus hijos, que siguen sus mismos pasos y se rebelan contra su autoridad y cualquier otra norma, como ellos mismos se rebelan contra la autoridad de la iglesia y las instituciones con las que se relacionan? Algunos de estos pretendidos cristianos se han rendido en las manos de Satanás y se han convertido en sus instrumentos. Influyen en las almas contra la verdad mostrando su insubordinación e insatisfacción. A la vez que profesan justicia, huyen de delante del Todopoderoso y, antes de darse cuenta de la enormidad de su pecado, han cumplido el objetivo del adversario. El daño ya ha sido hecho, la sombra de tinieblas ya se ha extendido, las flechas de Satanás han encontrado un blanco. Ciertamente, un poco de levadura ha bastado para fermentar toda la masa. La falta de fe se infiltra y hunde sus garras en las mentes que han aceptado completamente la verdad. 

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Entre tanto, esos espasmódicos obreros de Satanás miran inocentemente a los que después de haberlos arrastrado al escepticismo permanecen inamovibles ante la reprensión y las súplicas. Mientras esas personas que han recibido su influencia se han alejado de la fe más aún de lo que ellos mismos se habrían aventurado, se lisonjean de ser, en comparación, virtuosos y justos. No entienden que esos desdichados casos son hijos de sus lenguas desenfrenadas y su perversa rebelión, porque los que han cedido a la tentación han caído por culpa de su mala influencia. Ellos iniciaron el problema; ellos sembraron la semilla de la anarquía y la infidelidad.

No hay justificación para que las familias traigan a sus hijos a _____ sin que estén bajo el control de sus padres. Si los padres han desoído la palabra de Dios al respecto de la instrucción y la formación de sus hijos, _____ no es su lugar. Sólo traerán la desmoralización de los jóvenes del lugar y la discordia dominará allí donde debieran reinar la paz y la prosperidad. Que tales padres se ocupen de corregir y disciplinar a sus hijos antes de aventurarse a imponerlos a la iglesia de _____ 

Muchos son tan culpables de haber descuidado a sus hijos como lo fue Elí; el castigo de Dios caerá sobre ellos con la misma certeza con que cayó sobre él. El caso del hermano E fue uno de los destacados. La mano de Dios se extendió en la ira de su condena, no sólo sobre sus hijos, sino también sobre él mismo. La palabra de Dios era clara, pero sus admoniciones cayeron en saco roto. Recibió advertencias, escuchó reprensiones, pero no hizo caso de ninguna de ellas y la maldición cayó sobre él. Es asunto terrible descuidar la educación de los hijos. No sólo porque se perderán, sino porque también se condenan los padres, los cuales se han apartado tanto de Dios que han perdido todo sentido de su sagrada responsabilidad y permanecen en una peligrosa posición respecto de la vida eterna.

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Me dirijo ahora a los padres excesivamente afectuosos e indulgentes con sus hijos. Estas son las enseñanzas de la Biblia para tratar con un hijo rebelde: “Si alguno tuviere un hijo contumaz y rebelde, que no obedeciere a la voz de su padre ni a la voz de su madre, y habiéndolo castigado, no les obedeciere; entonces lo tomarán su padre y su madre, y lo sacarán ante los ancianos de su ciudad, y a la puerta del lugar donde viva; y dirán a los ancianos de la ciudad: ‘Éste nuestro hijo es contumaz y rebelde, no obedece a nuestra voz, es glotón y borracho’. Entonces todos los hombres de su ciudad lo apedrearán, y morirá, así quitarás el mal de en medio de ti, y todo Israel oirá, y temerá”. Deuteronomio 21:18-21. 

Tanto los jóvenes como los adultos que están relacionados con la obra deben ser objeto de cuidadosa vigilancia, para que su influencia no se oponga directamente al objetivo designado por la obra. Si el carácter de algún empleado aleja de Dios y la verdad, no se dude en apartarlo. Debe ser separado de la obra al instante, porque aleja a las personas de Cristo en lugar de unirlas a él. Virtualmente, es un siervo de Satanás. 

Sí, relacionados con la obra, hay jóvenes que no respetan la autoridad de los padres, son ingobernables en casa y menosprecian el consejo y la dirección, sobre ellos caerá la maldición de Dios; no sólo sobre ellos, sino que, en caso de que continúen ocupando su cargo y tengan más oportunidades de pervertir a los jóvenes con los que entren en contacto, también caerá sobre la obra. Quienes ocupen puestos de responsabilidad en la obra deberán dar cuenta de la influencia dominante. Si son indiferentes a la maldición de los insubordinados y los emplean de manera irresponsable, son partícipes de su pecado.

En _____ se ha colmado la medida de la iniquidad. Dios reclama otro orden de cosas. Los jóvenes relacionados con su obra deberían ser seleccionados de entre aquellos que puedan mejorar, refinarse y ennoblecerse con su relación con la causa de Dios. Es preciso que soldados fieles, prontos a entrar en acción, ocupen los puestos de responsabilidad, en especial aquellos que se encuentran en el centro de la obra. Como centinelas despiertos, los que profesan la verdad deberían salvaguardar los intereses de la causa en la obra; deberían salvaguardarse a sí mismos y unos a otros de la contaminación espiritual. 

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Los que están empapados del espíritu de independencia y van a _____ como alumnos de nuestra escuela, pensando que podrán actuar según les plazca y a sus anchas en todos los asuntos, deben saber que deberán seguir la adecuada disciplina. En especial, los jóvenes que residen en _____ deberán ser sometidos a las más estrictas normas para proteger su integridad y su moral. Si no se someten a esas disposiciones, deberán ser expulsados de la escuela y separados de aquellos a quienes desmoralizan con su mal ejemplo.

Los padres que viven alejados envían a sus hijos a _____ para que los eduquen, confiando plenamente que recibirán la formación moral adecuada y no serán expuestos a influencias descarriadas. Por tal motivo, la atmósfera de nuestra escuela debe ser purificada. La falta de adaptación y la desconsideración de la virtud estricta se ha desarrollado entre algunos hombres y mujeres jóvenes de _____. Algunos de ellos han caído muy bajo en la escala de la moral e influyen en los jóvenes alumnos que han sido enviados desde lejos y no tienen las ventajas de la protección y el consejo de sus padres. Esta cuestión debe ser resuelta inmediatamente porque es un asunto de máxima importancia. 

La influencia de algunos jóvenes de _____ es desmoralizadora. En apariencia, piensan que es digno de alabanza parecer independientes y mostrar falta de respeto por la autoridad de sus padres. Pablo da una fiel descripción de esa clase de jóvenes en estas palabras: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios”. 2 Timoteo 3:1-4. 

La influencia de esa clase de personas en los jóvenes de _____ está causando mucho perjuicio. Su conversación y ejemplo son despreciables. Los jóvenes de moral bien fundada, cuya mente tiene un carácter elevado, no deberían encontrar atractiva la relación con esas personas y, por lo tanto, deberían permanecer alejados de su influencia. Pero hay hombres y mujeres jóvenes que encuentran placer en su compañía. Satanás se ha propuesto adormecer la sensibilidad espiritual de ciertas personas que han creído la verdad y nublar sus mentes con falsas ideas hasta que sean incapaces de discernir lo erróneo de lo correcto. Se mina con sugestiones su confianza en los siervos escogidos de Dios y desembocan en una declarada pérdida de fe. 

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Si los jóvenes escogiesen a aquellos cuyas vidas honran las creencias que profesan se librarían de muchos y graves peligros. Satanás busca constantemente la ruina de aquellos que, desconocedores de sus maquinaciones, no sienten la necesidad de orar y recibir consejo de los amigos experimentados y piadosos. Muchos de los jóvenes que acuden a _____ con buenas intenciones de vivir vidas cristianas se ven mezclados con una clase de jóvenes que tomándolos de la mano, bajo la falsa apariencia de una amistad, los guían directamente hacia la trampa de Satanás. El enemigo no siempre se muestra como un león rugiente; a menudo aparece como un ángel de luz, afectando maneras amistosas y presentando tentaciones especiales difíciles de resistir para los que carecen de experiencia. Algunas veces consigue engañar al imprudente excitando la piedad de su naturaleza compasiva y presentándose a sí mismo como un ser justo perseguido injustamente. 

Satanás tiene instrumentos dispuestos a hacer este trabajo. En este campo su habilidad se ha perfeccionado por años de experiencia. Usa el conocimiento acumulado a lo largo de los siglos para ejecutar sus perversos designios. Los ignorantes jóvenes se ponen en las manos de Satanás para que los use como instrumentos para llevar a las almas a la ruina. Los que se rinden al poder de Satanás no consiguen la felicidad. Jamás se conforman ni encuentran reposo. Están insatisfechos, son quejosos e irritables, desagradecidos y rebeldes. Uno de ellos es el joven del que se habla en estas palabras. Aun así, Dios tendrá misericordia de él si se arrepiente sinceramente y se convierte. La sangre expiatoria de Cristo lavará sus pecados. 

El Salvador del mundo ofrece el don de la vida eterna a los descarriados. Con una compasión aún mayor que la de un padre terrenal que perdona a su hijo descarriado, arrepentido y sufriente, Jesús busca una respuesta a sus ofrecimientos de amor y perdón. Clama a los errantes: “Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros”. Malaquías 3:7. Si el pecador no escucha la voz de misericordia que lo llama con tierno y compasivo amor, su alma quedará en las tinieblas. Si desaprovecha la oportunidad que se le presenta y persiste en su mala conducta, en el momento menos esperado, la ira de Dios caerá sobre él. “El hombre que reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado, y no habrá para el medicina”. Proverbios 29:1. Este joven ha tomado a la ligera la autoridad de su padre y ha menospreciado la corrección. “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría”. Proverbios 9:10. Es el fundamento de la correcta educación. Los que, teniendo una oportunidad favorable, no hayan aprendido esta primera gran lección, no sólo están descalificados para el servicio en la causa del Señor, sino que son un claro perjuicio para la comunidad en que viven. 

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Salomón exhorta a los jóvenes: “Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre; porque adorno de gracia serán a tu cabeza, y collares a tu cuello. Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no consientas”. “La sabiduría clama en las calles, alza su voz en las plazas; clama en los principales lugares de reunión; en las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones. ¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza, y los burladores desearán el burlar, y los insensatos aborrecerán la ciencia? Volveos a mi reprensión; he aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros, y os haré saber mis palabras. Por cuanto llamé, y no quisisteis oír, extendí mi mano, y no hubo quien atendiese, sino que desechasteis todo consejo mío y mi reprensión no quisisteis, también yo me reiré en vuestra calamidad, y me burlaré cuando os viniere lo que teméis; cuando viniere como una destrucción lo que teméis, y vuestra calamidad llegare como un torbellino; cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia. Entonces me llamarán, y no responderé; me buscarán de mañana, y no me hallarán. Por cuanto aborrecieron la sabiduría, y no escogieron el temor de Jehová, ni quisieron mi consejo, y menospreciaron toda reprensión mía, comerán del fruto de su camino, y serán hastiados de sus propios consejos. Porque el desvío de los ignorantes los matará, y la prosperidad de los necios los echará a perder; mas el que me oyere, habitará confiadamente y vivirá tranquilo, sin temor del mal”. Proverbios 1:8-10; 20-33. 

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