Testimonios para la Iglesia, Vol. 5, p. 490-498, día 315

El esfuerzo especial de ministros y obreros en todas nuestras filas en este tiempo, debiera ser apartar la atención de nuestros jóvenes de los cuentos excitantes y dirigirla hacia la palabra profética más permanente. La atención de toda alma que lucha por la vida eterna debiera fijarse en la Biblia.

Me parece prodigiosamente extraño, después de todo lo que he escrito acerca de la lectura de historias emocionantes, ver la recomendación escrita por su pluma, de que deben leerse los libros Robinson CrusoeLa cabaña del tío Tom y Las fábulas de Esopo. Hermano mío, fue un error escribir ese artículo. Si estos libros están incluidos en los que tiene usted en venta, le ruego que nunca jamás los vuelva a ofrecer a nuestra juventud. Es su deber dirigir la atención de nuestros jóvenes hacia la Biblia; no se convierta en su tentador ofreciéndoles llamativos libros de cuentos, que distraerán su atención del estudio de las Escrituras. Nosotros mismos tenemos que estar bebiendo el agua de vida, de lo contrario estaremos constantemente cavando cisternas rotas que no retienen agua.

Satanás tiene mil maneras y planes de cómo infiltrarse para perturbar la mente de los jóvenes; y ciertamente serán engañados a menos que el alma esté firme y totalmente afianzada en Dios y que haya seguridad acerca de que la mente debe mantenerse ocupada en el escudriñamiento de las Escrituras y que hay que estar bien cimentados en nuestra fe. No podemos descuidarnos ni por un momento. No podemos permitirnos actuar a base de impulsos. Tenemos que proteger nuestras mentes y las mentes de nuestros hijos para que no sean atraídos por las tentaciones de Satanás. 

Estamos en el gran día de la expiación, y la sagrada obra de Cristo que se está llevando a cabo en este momento en favor del pueblo de Dios en el santuario celestial, debiera ser nuestro estudio constante. Debemos enseñar a nuestros hijos lo que significaba el típico día de la expiación, y que era una época especial de gran humillación y confesión de pecados ante Dios. El día simbolizado por la expiación ha de ser del mismo carácter. Todo el que enseña la verdad por precepto y ejemplo dará a la trompeta un sonido certero. Usted necesita siempre cultivar la espiritualidad, porque no es natural para usted pensar en las cosas celestiales. Tenemos por delante la obra de apartar al pueblo de las costumbres y prácticas del mundo, de subir cada vez más alto, hacia la espiritualidad, la consagración y la obra ferviente por Dios. Su obra es proclamar el mensaje del tercer ángel, hacer sonar la última nota de advertencia ante el mundo. Que el Señor lo bendiga con percepción espiritual. Le escribo esto con amor, viendo el peligro en que está. Tenga la bondad de considerar estas cosas detenidamente y con oración.

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Consejos a los jóvenes

A los alumnos de la Academia de South Lancaster declaro:“Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros”. Santiago 4:8. Nunca os avergoncéis de vuestra fe; que nunca se os halle del lado del enemigo. “Vosotros sois la luz del mundo”. Mateo 5:14. Vuestra fe ha de revelarse como preciosa verdad, una verdad que todos deben tener y que es preciso que todos tengan si es que se han de salvar. Como pueblo, somos una minoría. No somos populares. Nuestros enemigos procuran descubrir si hay maldad en nosotros con el fin de traicionarnos y causar la ruina a nuestras almas. No entenderán nuestros motivos. Mal interpretarán nuestro celo y ferviente deseo de hacer que otros vean y entiendan la verdad para que puedan cumplir la voluntad de Dios mediante la obediencia de sus mandamientos. No obstante, debemos pelear la buena batalla de la fe y ser hallados “firmes y constantes, abundando en la obra del Señor siempre”. 1 Corintios 15:58. 

Es con sentimiento de tristeza inexpresable, y a veces casi con desesperación, que contemplo la condición de la juventud y me doy cuenta de lo difícil que es animar a educarse a aquellos que yo sé que Dios ha dotado liberalmente de capacidades. Desprovistos de educación, serán inútiles e ineptos en cualquier posición. Por otra parte, al obtenerla, se verán expuestos a peligros y tentaciones. Satanás procurará utilizar sus habilidades refinadas en su servicio. 

Algunos emplean sus facultades con fines malévolos. El veneno sutil de la sensualidad fluye por sus venas, y encuentra pocos obstáculos en el camino. Es algo que fascina y encanta. La mente, que con el debido cuidado por la integridad moral es capaz del más alto grado de cultivo y excelencia literaria, a menudo se rebaja para dar ocasión a la concupiscencia. La moral elevada y la piedad práctica no tienen atractivo para estas almas engañadas; y es casi imposible ejercer ninguna influencia sobre ellos, ni por precepto ni ejemplo que pueda contrarrestar los esfuerzos de Satanás para corromper y destruir sus almas. A menos que estos hombres y mujeres jóvenes estén dispuestos a aprender, dispuestos a recibir consejo de personas de experiencia, téngase por seguro que serán descarriados por las asechanzas de Satanás. Y a no ser que aquellos que son sus maestros estén creciendo constantemente en la gracia y en el conocimiento de la verdad, como también en verdadero discernimiento espiritual, estarán en peligro -por medio de su ejemplo y la promoción de ideas erróneas-, de ayudar inconscientemente al enemigo en su obra, llevando las almas a pensar que lo que les reporta el menor bien y es de menos beneficio para ellas es en realidad lo mejor. 

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Los planes que se desarrollan y efectúan para la educación de nuestra juventud no son amplios en ninguna manera. Los jóvenes no debieran recibir una educación unilateral, sino que todas sus facultades deben recibir el mismo grado de atención. La filosofía moral, el estudio de las Escrituras y la cultura física deben combinarse con los cursos de estudio que se siguen en las escuelas. Toda facultad, física, mental y moral, necesita ser preparada, disciplinada y desarrollada para que pueda rendir el mayor grado de servicio; porque a menos que todas se desarrollen por igual, una facultad no puede hacer su obra cabalmente sin sobrecargar alguna parte de la maquinaria humana. 

Se ha dicho y escrito mucho con respecto a la importancia del cultivo de la mente para que rinda el mayor grado de servicio posible. Esto a veces ha dado lugar a la opinión de que si se educa el intelecto para que rinda su mayor potencial, se fortalecerá también la naturaleza física y moral y se logrará el desarrollo integral de la persona. El tiempo y la experiencia han comprobado que esto es un error. Hemos visto a hombres y mujeres graduarse en un colegio sin estar en ninguna forma calificados para usar en forma adecuada el maravilloso organismo físico que Dios les había provisto. El cuerpo entero fue diseñado para la acción, no para la inacción. Si las facultades físicas no se ejercitan tanto como las mentales, éstas sufrirán mucha tensión. A menos que cada pieza del mecanismo humano lleve a cabo sus tareas asignadas, las facultades mentales no podrán usarse en su máxima capacidad por mucho tiempo. Las facultades naturales han de ser gobernadas por las leyes naturales y educadas para obrar en armonía con dichas leyes. Los maestros de nuestras escuelas no pueden pasar por alto ninguno de estos pormenores sin estar faltando a su deber. El orgullo los animará a procurar una norma mundana de rendimiento intelectual para que los alumnos puedan deslumbrar, pero en cuanto a habilidades sólidas se refiere, aquellas que son esenciales para capacitar a las personas para cualquier emergencia en la vida práctica, tales estudiantes están sólo parcialmente preparados para tener éxito en la vida. Su defectuosa educación a menudo los lleva al fracaso en cualquier ramo de empresa que acometan. 

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Los ejercicios de gimnasia pueden ser ventajosos bajo algunas circunstancias. Fueron introducidos para suplir la necesidad de una preparación física útil, y se han hecho populares en las instituciones de enseñanza; pero tienen sus desventajas. A menos que se regulen cuidadosamente, causan más mal que bien. Algunos han sufrido daños físicos permanentes como consecuencia de estos deportes llevados a cabo en el gimnasio. La preparación manual que existe en nuestras escuelas, si se lleva a cabo bien, podrá en gran parte reemplazar el gimnasio. 

Los maestros deben prestar mucha más atención a las influencias físicas, mentales y morales de nuestras escuelas. Aunque el estudio de las ciencias puede llevar a los alumnos a las altas cumbres de los logros literarios, no provee, sin embargo, una educación cabal y perfecta. Cuando se atienda especialmente el desarrollo completo de toda facultad física y moral que Dios ha dado, entonces los estudiantes no saldrán de nuestros colegios diciendo que son educados, cuando en realidad carecen del conocimiento necesario para hacer frente a la vida práctica y para lograr el desarrollo máximo del carácter. 

Me duele el corazón al ver estas deficiencias; porque el resultado ha de ser la pérdida de la salud, la carencia de la capacidad de cuidar de otros, y la falta de adaptación a esa clase de labor que es la más esencial para lograr el éxito en la vida. Abundan en los periódicos informes sensacionales de fraudes y malversaciones, de familias en miseria, maridos que se escapan con las esposas de otros hombres, y de mujeres que se escapan con los esposos de otras mujeres, todo porque a estas personas no se les enseñaron hábitos de laboriosidad y nunca aprendieron cómo economizar el tiempo o cómo emplear sus facultades en la mejor manera posible para establecer un hogar feliz.

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¡Ojalá me fuera posible hacer despertar a cada maestro de nuestro país con respecto a este tema! Ellos tienen una obra que hacer para ensanchar y elevar su obra educativa. Tenemos frente a nosotros un tiempo cuando la condición del mundo se volverá desesperante, cuando la verdadera religión que conduce a la obediencia de un “Así dice Jehová” se extinguirá casi por completo. A nuestros jóvenes se les debe enseñar que las malas obras no son olvidadas ni se pasan por alto por el hecho de que Dios no castigue inmediatamente con grande ira a los prevaricadores. Dios lleva cuenta de las naciones. A través de todos los siglos de la historia de este mundo, los malhechores han estado acarreando sobre sí ira para el día de la ira; y cuando el tiempo se cumpla plenamente, cuando la iniquidad haya alcanzado el límite establecido por la misericordia de Dios, su paciencia se agotará. Cuando las cifras acumuladas en el registro celestial lleguen al nivel que indique que la suma de la transgresión se completó, vendrá la ira, sin mezcla de misericordia, y entonces se comprenderá lo terrible que ha sido haber agotado la paciencia divina. La crisis culminará cuando las naciones se unan para invalidar la ley de Dios. 

Vendrán días cuando los justos se conmoverán de celo por Dios por causa de la iniquidad reinante. Nada sino el poder de Dios puede poner coto a la arrogancia de Satanás coligada con hombres inicuos; pero en la hora de mayor peligro para la iglesia ascenderán fervientes oraciones en su favor de los labios del remanente fiel, y Dios oirá y contestará justamente en el tiempo cuando la culpa del transgresor haya llegado al grado máximo. El “hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche” (Lucas 18:7) y espera con longanimidad en cuanto a ellos. Se llenarán de celo por el honor de Dios. Serán fervientes en oración, y su fe se hará fuerte. 

Hay muy poco entusiasmo entre los alumnos. Deben hacer esfuerzos más fervientes. Para aprender cómo estudiar, hay que estudiar mucho. Cada alumno debe cultivar el hábito de la laboriosidad. Debe asegurarse de que no salga de sus manos ninguna labor de segunda clase. Debe acatar las palabras de Pablo dirigidas a Timoteo: “Entretanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. Ten cuidado de ti mismo y de la enseñanza; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen” 1 Timoteo 4:13-16. 

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El deber tanto de mayores como de jóvenes ha de expresarse en un lenguaje sencillo y positivo, porque nos ha tocado vivir en tiempos peligrosos cuando pareciera que la verdad está sobrecargada de falsedad y decepciones satánicas. En el tiempo de examen y prueba, el escudo de la Omnipotencia cubrirá a quienes Dios ha hecho depositarios de su ley. Cuando los legisladores repudien los principios del protestantismo, para dar su aprobación y estrecharle la mano de hermandad al romanismo, entonces Dios se interpondrá de una manera especial en defensa de su propio honor y de la salvación de su pueblo. 

Los principios que es necesario que nuestra juventud cultive han de mantenerse ante ellos en su educación diaria, para que cuando se promulgue el decreto requiriendo que todos adoren a la bestia y a su imagen, puedan hacer decisiones correctas y tengan el valor de declarar, sin titubeo, su confianza en los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, aún en el mismo tiempo cuando la ley de Dios esté siendo invalidada por el mundo religioso. Aquellos que vacilan ahora y se ven tentados a seguir en pos de los apóstatas que se han apartado de la fe, “escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4:1) se encontrarán de seguro al lado de los que invalidan la ley de Dios, a menos que se arrepientan y posen sus pies firmemente sobre la fe que ha sido transmitida a los santos. 

Si es que estamos viviendo en medio de estos temibles peligros descritos en la Palabra de Dios, ¿no debiéramos estar despiertos a las realidades de la situación? ¿Por qué estar tan callados? ¿Por qué hacer de menos importancia las cosas que son de mayor interés para cada uno de nosotros? La Biblia debiera ser para nosotros el tesoro más querido, y debiera ser estudiada y celosamente enseñada a otros. ¿Cómo es posible que continúe esta enorme indiferencia de parte de los que tienen luz y conocimiento? 

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La profecía y la historia deben formar parte de los estudios en nuestros colegios, y todos los que aceptan puestos como educadores deben apreciar cada vez más la voluntad revelada de Dios. Deben instruir con sencillez a los estudiantes. Deben abrir las Escrituras y demostrar por medio de su propia vida y carácter la preciosidad de la religión bíblica y la hermosura de la santidad; pero que nunca, ni por un instante se dé la impresión a ninguno que le sería ventajoso ocultar su fe y doctrinas de la gente incrédula del mundo, por temor a no ser tan altamente estimado si sus principios fueran dados a conocer. 

No es tiempo de abochornarnos de nuestra fe. Somos espectáculo ante el mundo, ante los ángeles, y ante los hombres. El universo entero contempla con interés inefable la obra final de la controversia entre Cristo y Satanás. En un tiempo como el presente, cuando la obra del juicio de los vivos está por comenzar, ¿permitiremos que la ambición no consagrada tome posesión del corazón? ¿Qué podrá ser de algún valor para nosotros ahora excepto que seamos hallados leales y fieles al Dios del Cielo? ¿Qué hay de valor verdadero en este mundo cuando estamos a la orilla del mundo eterno? ¿Qué clase de educación podremos dar a los alumnos de nuestras escuelas que sea tan necesaria como el conocimiento de “¿Qué dicen las Escrituras?” 

Ejemplos de fidelidad heroica hacia Dios

José, al ser honrado por los egipcios, no ocultó su lealtad hacia Dios. 

Elías, en medio de una apostasía general, no procuró esconder el hecho de que servía al Dios del cielo. Los profetas de Baal eran cuatrocientos cincuenta, sus sacerdotes cuatrocientos y miles sus adoradores; mas Elías no intentó dar la impresión de que estaba del lado popular. Espléndidamente se mantuvo solo. La montaña estaba atestada de un gentío en anhelante expectativa. El rey se presentó en toda su pompa, y los idólatras, confiados en que iban a triunfar, lo recibieron con aclamaciones. Pero Dios había sido grandemente deshonrado. Un hombre, y solamente uno, parecía vindicar el honor de Dios. En tonos claros como de trompeta, Elías se dirigió a la vasta multitud: “¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él” 1 Reyes 18:21. El resultado fue que el Señor Dios, que rige los cielos, fue vindicado, y los adoradores de Baal fueron sometidos a muerte. ¿Dónde están los Elías de hoy? 

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La historia de Daniel es extraordinaria. Vivió su fe y sus principios arrostrando gran oposición. Fue condenado a muerte porque no cedió en lo mínimo con respecto a su lealtad hacia Dios aun en vista del decreto del rey. Hoy día pudiera decirse que es ser justo en demasía irse a arrodillar y orar frente a una ventana abierta tres veces al día, consciente de que ojos intrusos lo observaban y que sus enemigos estaban listos para acusarlo de deslealtad hacia el rey; mas Daniel no iba a permitir que ningún poder terrenal se interpusiera entre él y su Dios, aun bajo la perspectiva de muerte en el foso de los leones. Aunque Dios no impidió que Daniel fuese lanzado dentro del foso de los leones, un ángel entró con él y tapó sus bocas para que ningún mal le sobreviniera; y en la mañana, cuando el monarca lo llamó, él respondió: “Mi Dios envió a su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo”. Daniel 6:22. Era un noble y constante siervo de Dios.

No se gana nada por medio de la cobardía o teniendo temor de dar a conocer que somos el pueblo de Dios que guarda sus mandamientos. El ocultar nuestra luz, como si nos avergonzáramos de nuestra fe, resultará sólo en desastre. Dios nos dejará a merced de nuestra propia debilidad. Que el Señor nos libre de rehusar que nuestra luz brille en cualquier lugar adonde él nos llame. Si nos aventuramos a avanzar solos, siguiendo nuestras propias ideas, nuestros propios planes, dejando a Jesús atrás, no podemos esperar ganar fuerzas, valor o brío espiritual. Dios ha tenido sus héroes morales, y los tiene hoy día: son aquellos que no se avergüenzan de ser su pueblo especial. Su voluntad y sus planes están sometidos a la ley de Dios. El amor de Jesús los ha llevado a no estimar sus propias vidas como preciosas. Su obra ha sido la de captar la luz que proviene de la Palabra de Dios y dejarla brillar en el mundo con rayos claros y constantes. Su lema es: “Lealtad al Señor”. 

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Ministros educados

El comerciante, el carpintero, el agricultor y el abogado han tenido que aprender su oficio o profesión. Al principio, por falta de conocimiento, hacen un trabajo imperfecto; pero a medida que siguen pacientemente en sus vocaciones, se hacen maestros de sus respectivos llamados. Sin la cuidadosa aplicación de la mente y el corazón, y todas las fuerzas de su ser, el ministro resultará ser un fracaso. Puede ser que sea predicador, pero también debiera estar capacitado para actuar como pastor. El estudio nunca debe terminar; ha de continuar a través de todo el período de labor, no importa cuán bien calificado para el trabajo se considere estar. 

Los tiempos en que vivimos requieren que haya un ministerio inteligente y educado Las falsas doctrinas se están multiplicando. El mundo está logrando educarse conforme a una alta norma de realización literaria; y el pecado, la incredulidad y la infidelidad se vuelven cada vez más audaces y desafiantes, conforme van aumentando el conocimiento y la agudeza intelectual. Este estado de cosas exige el uso de todas las facultades del intelecto; porque es con mentes agudas y bajo el control de Satanás que el ministro tendrá que enfrentarse. El debe estar bien equilibrado mediante sus principios religiosos, creciendo en gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Se ha hecho demasiado trabajo al azar, y no se han ejercitado las mentes hasta el máximo grado de su capacidad. Nuestros ministros tendrán que defender la verdad contra los apóstatas degradados, y también señalar la evidencia bíblica a aquellos que defienden errores engañosos. La verdad tiene que colocarse en contraste con las aseveraciones audaces. Nuestros ministros tienen que ser hombres que estén completamente consagrados a Dios, hombres de una cultura no común; pero sus mentes tienen que estar completamente iluminadas de fervor religioso, recogiendo rayos de luz del cielo y proyectándolos en medio de la oscuridad que cubre la tierra y de las densas tinieblas que envuelven a la humanidad. 

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El vicio y el crimen, y la iniquidad de todas clases, aumentan constantemente. El poder penetrante de la verdad bíblica, tiene que mostrar el contraste que existe entre la verdad y el error. Se requiere un grado mayor de preparación para rendirle buen servicio al Maestro. Sin embargo, si el ministro depende del conocimiento que adquiere, y no siente la necesidad de la iluminación divina cada día, la educación adquirida es solamente un tropiezo para los pecadores. Queremos que el Dios de toda sabiduría sea tomado en cuenta en toda nuestra labor, en todas nuestras experiencias; entonces el mínimo conocimiento que se obtenga será un poder en favor del bien y nos ayudará a desarrollar una capacidad y un fervor como los de Cristo. Esto es religión. 

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