TESTIMONIOS PARA LA IGLESIA 6
Sección 1—Visión panorámica
“Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están maduros para la siega”.
El propósito de Dios para la iglesia
Dios tiene el propósito de dar a conocer los principios de su reino a través de su pueblo. Para que ellos revelen dichos principios en su vida y en su carácter, desea que se aparten de las costumbres y las prácticas del mundo. Procura atraerlos más a sí mismo a fin de revelarles mejor su voluntad.
Este era su propósito cuando libró a Israel de Egipto. Moisés, frente a la zarza que ardía, recibió de Dios este mensaje para el rey de Egipto: “Deja ir a mi pueblo, para que me sirva en el desierto”. Éxodo 7:16. Dios sacó a la hueste hebrea de la tierra de servidumbre con mano poderosa y brazo extendido. La liberación que obró a favor de ellos fue maravillosa, al castigar con la destrucción total a sus enemigos que se negaban a escuchar su Palabra.
Dios deseaba apartar a su pueblo del mundo y prepararlo para recibir su Palabra. De Egipto lo condujo al monte Sinaí, donde le reveló su gloria. Allí no había nada que atrajera sus sentidos ni distrajera sus mentes de Dios. Mientras la vasta multitud contemplaba las altas montañas que la dominaban, podía darse cuenta de su propia insignificancia a la vista de Dios. Junto a aquellas rocas, inconmovibles excepto por el poder de la voluntad divina, Dios se comunicó con los hombres. Y para que su Palabra permaneciera siempre clara y visible en sus mentes, proclamó con terrible majestad en medio de rayos y truenos, la ley que había dado en el Edén y que era el trasunto de su carácter. Luego las palabras divinas fueron escritas por el propio dedo de Dios sobre tablas de piedra. Así la voluntad del Dios infinito se reveló al pueblo que él había llamado para dar a conocer a toda nación, tribu y lengua los principios de su gobierno en el cielo y en la tierra.
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Dios ha llamado a sus hijos en la actualidad para que realicen esa misma obra. Les ha revelado su voluntad, y requiere que ellos le obedezcan. En los últimos días de la historia de esta tierra, la voz que habló en el Sinaí sigue diciendo a los hombres: “No tendrás dioses ajenos delante de mí”. Éxodo 20:3. El hombre ha opuesto su voluntad a la de Dios, pero no puede acallar dicha orden. Aunque la mente humana sea incapaz de comprender su obligación hacia el poder superior, no por eso puede evadirla. Pueden abundar las teorías y especulaciones complicadas, los hombres pueden tratar de oponer la ciencia a la revelación para desechar la ley de Dios; pero el Espíritu les presentará con fuerza cada vez más intensa la orden: “Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás”. Mateo 4:10.
¿Cómo considera el mundo la ley de Dios? Por doquiera la gente se rebela contra los preceptos divinos. En su deseo de evadir la cruz que acompaña a la obediencia, aun las iglesias están poniéndose de parte del gran apóstata al sostener que la ley de Dios ha sido cambiada o abrogada. La gente, en su ceguera, se jacta de haber realizado progresos admirables y adquirido iluminación espiritual; pero los vigilantes celestiales ven que la tierra está toda llena de corrupción y violencia. A causa del pecado la atmósfera de nuestro mundo ha llegado a ser semejante a la de un hospital de infecciosos.
Se debe realizar una obra de gran importancia en la divulgación de las verdades salvadoras del Evangelio, ya que es el medio ordenado por Dios para detener la marea de corrupción. Es el medio que él emplea para restaurar su imagen moral en los seres humanos. Es su remedio para la desorganización universal. Es el poder que une a la gente. La divulgación de estas verdades es el propósito del mensaje del tercer ángel. El Señor desea que la proclamación de este mensaje sea la obra más destacada y grandiosa que se lleve hoy a cabo.
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Satanás insta constantemente a los seres humanos a aceptar sus normas. Así procura contrarrestar la obra de Dios. Trata continuamente de presentar al pueblo escogido de Dios como un pueblo que ha sido engañado. Es el acusador de los hermanos, y emplea en forma persistente su poder contra los que obran justicia. El Señor desea contestar por medio de su pueblo las acusaciones de Satanás, mostrando a través del mismo el resultado de la obediencia a los principios correctos.
Toda la luz dada en tiempos pasados, y toda la que resplandece actualmente y se extiende hasta el futuro, según se revela en la Palabra de Dios; es para todo aquel que desee recibirla. La gloria de esa luz, que es la misma gloria del carácter de Cristo, debe manifestarse en el cristiano de manera individual, en la familia, en la iglesia, en el ministerio de la Palabra y en toda institución establecida por el pueblo de Dios. Él desea que todas estas cosas sean símbolos de lo que se puede hacer a favor del mundo. Deben ser ejemplos del poder salvador de las verdades del Evangelio. Son instrumentos en el cumplimiento del gran propósito de Dios para la humanidad.
Los hijos de Dios deben ser conductos para la manifestación de la más elevada influencia del universo. En la visión de Zacarías, se nos presentan dos olivos que están delante de Dios de los cuales fluye el áureo aceite por tubos de oro hacia el depósito del santuario. Este aceite alimenta las lámparas del santuario, para que emitan de manera continua una luz brillante y resplandeciente. Así también mediante los santos ungidos que están en la presencia de Dios se imparte a su pueblo la plenitud de la luz divina, del amor y del poder, para que puedan comunicar a sus semejantes luz, gozo y refrigerio. Deben ser como conductos mediante los cuales los instrumentos divinos comuniquen al mundo la corriente del amor de Dios.
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El plan que Dios se propone llevar a cabo hoy mediante su pueblo, es el mismo que deseaba llevar a cabo mediante Israel cuando lo sacó de Egipto. Contemplando la bondad, la misericordia, la justicia y el amor de Dios revelados en la iglesia, el mundo ha de obtener una representación de su carácter. Y cuando la ley de Dios quede así manifestada en su vida, el mundo reconocerá la superioridad de los que aman, temen y sirven a Dios por encima de todos los demás habitantes de la tierra.
Los ojos del Señor observan a cada uno de sus hijos; él tiene planes para cada uno de ellos. Él se propone que quienes practiquen sus santos preceptos constituyan un pueblo distinguido. Al pueblo de Dios de este tiempo, tanto como al antiguo Israel, se le aplican las palabras que Moisés escribió por inspiración del Espíritu: “Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra”. “Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová mi Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual entráis para tomar posesión de ella. Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta . Porque, ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros?” Deuteronomio 7:6; 4:5-8.
Ni siquiera estas palabras alcanzan a expresar la grandeza y la gloria de lo que Dios realizará mediante su pueblo. Es necesario que no tan sólo a este mundo, sino que al universo entero le sean revelados los principios del reino divino. El apóstol Pablo, escribiendo bajo la dirección del Espíritu Santo, dice: “A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creo todas las cosas; para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales”. Efesios 3:8-10.
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Hermanos, “hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres.” “¡Cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios!” 1 Corintios 4:9; 2 Pedro 3:11, 12.
A fin de manifestar el carácter de Dios, a fin de que no nos engañemos a nosotros mismos, a la iglesia ni al mundo con un cristianismo falsificado, debemos llegar a relacionarnos personalmente con Dios. Si tenemos comunión con Dios, seremos sus ministros aunque nunca prediquemos ante una congregación. Colaboramos con Dios al presentar la perfección de su carácter ante la humanidad.
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La obra para este tiempo
Estamos en el umbral de grandes y solemnes acontecimientos. Las profecías se están cumpliendo. Una historia extraordinaria y memorable se está registrando en los libros del cielo. Todo en nuestro mundo está en agitación. Hay guerras y rumores de guerra. Las naciones están airadas y ha llegado el tiempo en que deben ser juzgados los muertos. Los acontecimientos están cambiando para no demorar la llegada del día de Dios, que se vendrá prestamente. Queda, por así decirlo, solamente un poco de tiempo. Pero aunque ya se levanta nación contra nación, y reino contra reino, no existe todavía una conflagración general. Los cuatro vientos serán retenidos hasta que los siervos de Dios sean sellados en sus frentes. Entonces las potencias de la tierra dispondrán sus fuerzas para la última gran batalla.
Satanás está ocupado diligentemente en la preparación de sus planes para el postrer gran conflicto, cuando todos definirán sus posiciones. Después de haber sido proclamado el Evangelio en el mundo por casi dos mil años, Satanás todavía presenta a los hombres y mujeres el mismo cuadro que le presentó a Cristo. En forma prodigiosa, despliega ante ellos la gloria de los reinos de este mundo y se la promete a todos los que acepten postrarse ante él y adorarlo. Así trata de colocar a los seres humanos bajo su dominio.
Satanás hace denodados esfuerzos para presentarse como Dios, y para destruir a todos los que se oponen a su poder. Hoy el mundo entero se está sometiendo a él. Se acepta su poder como si fuera el poder de Dios. Se está cumpliendo la profecía del Apocalipsis, de que “se maravilló toda la tierra en pos de la bestia”. Apocalipsis 13:3.
En su ceguera, los seres humanos se jactan de haber alcanzado extraordinarios progresos y asombrosos conocimientos; pero su culpabilidad íntima y depravación son manifiestas para el ojo de la Omnisciencia. Los guardianes celestiales ven la tierra llena de violencia y crimen. Se obtienen riquezas mediante toda suerte de robos, no sólo a los hombres sino también a Dios. La gente emplea los recursos divinos para satisfacer su egoísmo; usa todo lo que puedan obtener para servir a su codicia. La avaricia y la sensualidad prevalecen, y se valoran positivamente los atributos del primer engañador. Lo han aceptado como dios y están imbuidos de su espíritu.
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Pero la nube de la ira justiciera los cubre y encierra los elementos que destruyeron a Sodoma. En las visiones de las cosas venideras, el profeta Juan contempló esta escena. Le fue revelada esta adoración del demonio y le pareció que todo el mundo se encontraba al borde de la perdición. Pero mientras miraba con profundo interés, contempló el pueblo que guarda los mandamientos de Dios. Todos tenían sobre la frente el sello del Dios vivo, y dijo: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús. Oí una voz que desde cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen. Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda. Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura. Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada. Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda. Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y llamó a gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra, porque sus uvas están maduras. Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios”. Apocalipsis 14:12-19.
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Cuando la tempestad de la ira de Dios estalle sobre el mundo, constituirá una terrible revelación para muchos descubrir que su casa ha sido arrasada, porque la habían edificado sobre la arena. Es necesario que los amonestemos antes que sea demasiado tarde. Debiéramos sentir ahora la responsabilidad de trabajar con intenso fervor en impartir a otros las verdades que Dios ha dado para este tiempo. Nunca nos excederemos en nuestro fervor.
El corazón de Dios está conmovido. Las almas son muy preciosas a su vista. Cristo lloró en agonía por este mundo; fue crucificado por él. Dios entregó a su Hijo unigénito para salvar a los pecadores, y desea que amemos a los demás como él nos amó. Desea ver que quienes tienen el conocimiento de la verdad lo impartan a sus semejantes.
Ahora es cuando tenemos que presentar la última amonestación. La presentación de la verdad en estos momentos va acompañada por un poder especial. Pero, ¿cuánto tiempo durará esto? Tan sólo un poquito. Si alguna vez hubo una crisis es ahora.
Todos están decidiendo hoy su destino eterno. Es necesario despertar a la humanidad para que comprenda la solemnidad del momento, la proximidad del día cuando terminará el tiempo de gracia para los seres humanos. Deben hacerse esfuerzos definidos para presentar a la gente en forma impactante el mensaje para este tiempo. El tercer ángel ha de avanzar con gran poder. Que nadie ignore esta obra, ni la trate como si tuviera poca importancia.
La luz que hemos recibido acerca del mensaje del tercer ángel es la luz verdadera. La marca de la bestia es exactamente lo que ha sido proclamado. No se comprende todavía todo lo referente a este asunto, ni se comprenderá hasta que se abra el rollo; pero se ha de realizar una obra muy solemne en nuestro mundo. La orden del Señor a sus siervos es: “Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado”. Isaías 58:1.
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No debe haber cambio en los rasgos generales de nuestra obra. Ha de permanecer tan clara y distinta como la profecía la ha hecho. No podemos entrar en ninguna alianza con el mundo suponiendo que al hacerlo podríamos lograr más. Si alguien obstaculiza el camino para impedir el progreso de la obra en los ramos que Dios ha establecido, desagradará a Dios. Es preciso no debilitar ningún aspecto de la verdad que ha hecho al pueblo adventista del séptimo día lo que es. Tenemos los antiguos hitos de la verdad, la experiencia y el deber, y debemos permanecer firmes en la defensa de nuestros principios ante del mundo.
Es esencial que surjan hombres que abran los oráculos vivientes de Dios a todos los pueblos. Hombres de todos los niveles y aptitudes, con sus variados dones, han de cooperar armoniosamente para obtener un resultado común; han de unirse en la obra de presentar la verdad a la gente, cumpliendo cada obrero su propia tarea.
Los tres ángeles de (Apocalipsis 14), que aparecen volando por en medio del cielo, simbolizan la obra de los que proclaman los mensajes del primer, segundo y tercer ángel. Están unidos. Las evidencias de la verdad permanente y viva de estos grandes mensajes, que tanto significan para la iglesia, y que han despertado tan intensa oposición de parte del mundo religioso, no han perdido vigencia. Satanás trata constantemente de arrojar sombra alrededor de estos mensajes, para que el pueblo de Dios no discierna claramente su significado, su momento y lugar; pero esos mensajes viven y han de ejercer su poder sobre nuestra experiencia religiosa mientras dure el tiempo.
La influencia de estos mensajes se ha estado profundizando y ensanchando, ha puesto en movimiento los resortes de la acción en millares de corazones, ha levantado instituciones de saber, editoriales y sanatorios: todos ellos instrumentos de Dios para cooperar en la gran obra representada por el primero, el segundo y el tercer ángel. Esta obra consiste en advertir a los habitantes del mundo que Cristo viene por segunda vez, con poder y grande gloria.
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Hermanos y hermanas, ¡ojalá pudiera decir algo que os despertara y os hiciese ver la importancia del momento presente, el significado de los acontecimientos actuales! Os señalo los movimientos agresivos que se están produciendo para restringir la libertad religiosa. El monumento recordativo y santificado por Dios ha sido derribado, y en su lugar se destaca ante el mundo un día de reposo falso que no tiene santidad. Mientras las potestades de las tinieblas están agitando los elementos desde abajo, el Señor del cielo envía poder de lo alto para hacer frente a la emergencia, animando a sus agentes vivos para que exalten la ley divina. Ahora, ahora mismo, es el momento cuando debemos trabajar en los países extranjeros. Cuando los Estados Unidos, el país de la libertad religiosa, se una con el papado para forzar la conciencia y obligar a los hombres a honrar el falso día de reposo, los habitantes de todo país del globo serán inducidos a seguir su ejemplo. Nuestros hermanos no llegan a estar ni tan sólo medio despiertos para hacer todo lo que pueden con las facilidades de que disponen, para proclamar el mensaje de amonestación.