Testimonios para la Iglesia, Vol. 6, p. 369-379, día 375

Reavivamiento de la reforma pro salud

Obediencia a las leyes naturales

Las leyes de la naturaleza son las leyes de Dios, por eso tenemos el deber ineludible de estudiarlas con atención. Deberíamos comprender sus requisitos referentes a nuestros cuerpos y obedecerlos. La ignorancia de estos temas es pecado. 

“¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?… ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”. 1 Corintios 6:15, 19, 20. Nuestros cuerpos son una propiedad adquirida por Cristo, de manera que no podemos hacer con ellos lo que nos plazca; sin embargo, la gente lo ha hecho. Ha tratado su cuerpo como si las leyes que lo rigen no prescribieran ningún castigo. Su apetito pervertido ha enfermado sus órganos y debilitado y deteriorado sus funciones. Como resultado, Satanás utiliza estas mismas consecuencias causadas por él mediante sus engañosas tentaciones, para insultar a Dios. Le presenta el cuerpo humano adquirido por Cristo como su propiedad, ¡y en qué deplorable imagen de su Hacedor se convirtió! Dios es deshonrado porque el hombre pecó contra su cuerpo y corrompió sus hábitos. 

Cuando los hombres y las mujeres se hayan convertido realmente, considerarán atentamente las leyes de la vida que Dios puso en su ser, para evitar toda debilidad física, mental y moral. La obediencia a estas leyes debe ser un asunto de conciencia. Sufriremos personalmente las enfermedades causadas por la violación de estas leyes. Tendremos que responder ante Dios por nuestros hábitos y prácticas. Por lo tanto, lo que debe preocuparnos no es: ¿Qué dirá la gente?, sino: ¿Cómo, yo que pretendo ser cristiano, debo tratar la morada que Dios me ha concedido? ¿Me esforzaré por lograr el más elevado bienestar físico y espiritual posible, manteniendo mi cuerpo como un templo donde more el Espíritu Santo? ¿O me inmolaré como sacrificio a las ideas y prácticas del mundo? 

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Vivir saludablemente es necesario que se convierta en una preocupación familiar. Los padres necesitan percibir las responsabilidades que Dios les ha dado. Deben estudiar los principios de la reforma pro salud y enseñar a sus hijos que la senda de la abnegación es el único camino seguro. La gran mayoría de los habitantes del mundo, por ignorar las leyes de la naturaleza, están destruyendo su capacidad de practicar la abnegación, y se están inhabilitando para apreciar las verdades eternas. Al ignorar conscientemente su propia constitución física, conducen a sus hijos por la senda de la satisfacción inmoderada de sus deseos, preparando así el terreno para que sufran el castigo por violar las leyes de la naturaleza. En esto no demuestran una sabia preocupación por el bienestar de sus familias. 

La iglesia y la reforma pro salud

Hay un mensaje respecto a la reforma pro salud que debe predicarse en todas las iglesias, y una obra que realizar en cada escuela. La educación de los menores no se debe confiar al director ni a los maestros hasta que demuestren que poseen un conocimiento práctico del tema. Algunos se han sentido con derecho de criticar, de poner en duda e impugnar los principios de la reforma pro salud, acerca de los cuales conocen muy poco en la práctica. Esas personas debieran estar hombro a hombro, y colaborar sinceramente con los que trabajan en forma debida. 

El tema de la reforma pro salud se ha presentado en las iglesias; sin embargo, éstas no han recibido la luz con entusiasmo. Los excesos egoístas y destructores de la salud de hombres y mujeres, han contrarrestado la influencia del mensaje que tiene el propósito de prepararlos para el gran día de Dios. Si las iglesias esperan tener poder, deberán vivir de acuerdo con la verdad que Dios les ha dado. Si los miembros desatienden la luz recibida cosecharán inevitablemente el resultado del deterioro espiritual y físico. Y la influencia de los miembros más antiguos obrará como levadura entre los más nuevos en la fe y contribuirá a su transformación. El Señor no actúa hoy para atraer más gente a la verdad a causa de los miembros de iglesia que nunca se convirtieron, y de los que se apartaron de la verdad. ¿Qué influencia ejercerían esos miembros no consagrados sobre los nuevos conversos? ¿No anularían el mensaje dado por Dios, que su pueblo debe apoyar? 

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Que cada uno examine sus hábitos para determinar si no adolece de prácticas claramente perjudiciales. Deben abandonar todo exceso malsano en el comer y el beber. Algunos viajan a países lejanos en busca de un clima que mejore su salud; sin embargo, dondequiera que estén, su estómago les ocasionará molestias constantes. Se provocan sufrimientos que luego nadie puede aliviar. Deben armonizar sus hábitos diarios con las leyes de la naturaleza; y al actuar, además de creer, podrán rodear tanto sus cuerpos como sus espíritus de un ambiente que será un sabor de vida para vida. 

Hermanos, hemos quedado muy atrás. La iglesia no está haciendo muchas de las cosas que debiera realizar para convertirse en una iglesia resplandeciente y activa. Mediante la complacencia del apetito mal dirigido, muchos deterioran su salud hasta el punto en que se origina una lucha constante contra los intereses supremos del espíritu. La verdad no se acepta aunque se presenta en forma clara. Deseo exponer claramente este asunto ante los miembros de nuestras iglesias. Debemos formar hábitos que estén en conformidad con la voluntad de Dios. Se nos asegura que “es Dios quien obra en vosotros”; sin embargo, la gente debe hacer su parte para controlar el apetito y las pasiones. La vida religiosa requiere la interacción de la mente y el corazón en armonía con el poder divino. Nadie puede por sí mismo lograr su propia salvación, y Dios tampoco puede obrar en favor de alguien sin que dicha persona coopere. Sin embargo, cuando el hombre trabaja con dedicación, Dios obra con él y le concede poder para que llegue a ser hijo de Dios. 

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Hay personas que cuando se les habla del tema de la salud, suelen decir: “Conocemos mucho más de lo que practicamos”. No se dan cuenta que son responsables por cada rayo de luz que les llega respecto a su bienestar físico, y que cada hábito está sujeto al escrutinio de Dios. La vida física no se debe tratar casualmente. Cada órgano y cada fibra de nuestro ser deben ser cuidadosamente resguardados de toda práctica dañina. 

La dieta

Nuestros hábitos de comer y beber muestran si pertenecemos al mundo o si estamos entre los que el Señor, con su poderosa espada de la verdad, ha separado del mundo. Ellos son su pueblo especial, dedicado a hacer el bien. Dios ha hablado mediante su palabra. El ejemplo de Daniel y sus tres compañeros constituye un auténtico sermón acerca de la reforma pro salud. Dios ha hablado mediante la historia de los hijos de Israel, a quienes por su propio bienestar les negó el consumo de carne. Los alimentó con “pan del cielo” (Juan 6:32), los hombres consumieron comida de ángeles. No obstante, estimularon su apetito terrenal; y mientras más pensaban en las ollas de carne de Egipto, tanto más odiaban el alimento que Dios les daba para mantenerlos saludables física, mental y moralmente. Ellos añoraban las ollas de carne, con la misma actitud que tienen numerosas personas en nuestros días. 

Muchos están sufriendo, y muchos van a la tumba, a causa de la complacencia del apetito descontrolado. Comen todo lo que agrada a su pervertido gusto, debilitando así los órganos digestivos y dañando su capacidad para asimilar los alimentos que sustentan la vida. Esto causa graves enfermedades, y en muchos casos el resultado es la muerte. El delicado organismo humano se desgasta mediante las prácticas destructivas de quienes deberían estar mejor informados. 

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Las iglesias deberían mantenerse firmes y fieles a la luz que Dios ha dado. Cada miembro debería actuar de una manera inteligente con el fin de desterrar de su vida toda práctica que se relacione con el apetito pervertido. 

Dietas exageradas

Sé que algunos de nuestros hermanos se oponen tenazmente a la reforma pro salud. Yo misma no apoyo los extremos. Sin embargo, he revisado mis manuscritos y he repasado los claros testimonios que se nos han dado, y las advertencias acerca del peligro que amenaza a nuestro pueblo si imita las costumbres y prácticas del mundo respecto a la satisfacción inmoderada de los deseos, la complacencia del apetito y la vanidad en el vestir. Mi corazón se duele y entristece a causa de la situación actual. Algunos afirman que nuestros hermanos han promovido estos temas con insistencia exagerada. Sin embargo, debido a que algunos han actuado repetidamente de una forma poco discreta, al imponer sus ideas respecto a la reforma pro salud, ¿se atrevería alguien a despreciar la verdad al respecto? Los habitantes del mundo por lo general se encuentran en el polo opuesto, el de la complacencia del apetito y la intemperancia en el comer y el beber, y como resultado las prácticas lujuriosas abundan. 

Hay muchos que se prepararon para servir al Maestro, pero ahora están bajo la sombra de la muerte porque descuidaron la sagrada obligación de observar las leyes de la salud. Las leyes del cuerpo humano son realmente leyes de Dios, pero mucha gente lo ha olvidado. Algunos han adoptado una dieta que no puede mantenerlos saludables. No hicieron provisión para sustituir los artículos nocivos por alimentos nutritivos, ni consideraron que la preparación de comidas saludables requiere discreción y creatividad. El organismo debe alimentarse en forma debida para que funcione adecuadamente. Después de eliminar los diversos alimentos perjudiciales, se desvirtuaría la reforma pro salud si se pasara al extremo opuesto de reducir la cantidad y la calidad de los alimentos a un nivel inaceptable. Eso sería deformar, en vez de reformar, la salud. 

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La verdadera temperancia

El apóstol Pablo escribe: “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” 1 Corintios 9:24-27.

En el mundo hay mucha gente que cultiva hábitos perniciosos. El apetito es la ley que los gobierna, y debido a sus hábitos incorrectos, la capacidad de distinguir entre lo que conviene y lo que no conviene se deteriora y la aptitud para discernir las cosas sagradas se malogra en gran medida. Por eso es necesario que los cristianos sean estrictamente temperantes. Deben proponerse normas elevadas. La temperancia en lo que se come, en lo que se bebe y en la ropa que se usa, es de gran importancia. Los principios deben ser lo que guía, y no el apetito ni la moda. Quienes comen en exceso, o los que consumen alimentos de dudosa calidad, fácilmente caen en la tentación y se vuelven esclavos de sus muchos deseos y otras “codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción”. 1 Timoteo 6:9. Los que “obran juntamente con Dios” deben utilizar toda su influencia para estimular la difusión de los verdaderos principios de la temperancia. 

La fidelidad a Dios tiene un valor inapreciable. Él impone sus exigencias a todos los que entran a su servicio. Desea que la mente y el cuerpo se mantengan en el mejor estado de salud; que las facultades y los dones estén bajo el control divino, y sean tan vigorosos y saludables como los hábitos de temperancia observados en forma estricta y cuidadosa puedan hacerlos. Tenemos la obligación ante Dios de consagrarnos sin reservas a él, cuerpo y alma, con todas las facultades que representan los talentos que nos ha prestado para que los usemos en su servicio. Todas nuestras energías y capacidades deben ser constantemente fortalecidas y mejoradas durante este tiempo de prueba. Solamente los que aprecian estos principios y han aprendido a cuidar sus cuerpos en forma inteligente y en el temor de Dios, deben ser elegidos para asumir responsabilidades en esta obra. Quienes han estado por largo tiempo en la verdad, pero que no logran distinguir entre los principios puros de justicia y los principios del mal, esas personas cuya comprensión de la justicia, la misericordia y el amor de Dios está cegada, deberían ser destituidos de sus responsabilidades. Cada iglesia necesita un testimonio claro y definido que proporcione a la trompeta un sonido inconfundible. 

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Se lograría una gran victoria si pudiéramos despertar en nuestro pueblo la capacidad de percibir lo que está bien y lo que esta mal en lo que concierne a la temperancia. Hay que enseñar y predicar la temperancia en todos los aspectos de la vida. La temperancia en lo que se come, en lo que se bebe, en cómo se duerme y en la forma de vestirse, es uno de los grandes principios de la vida espiritual. Cuando la verdad se introduzca en el santuario del alma, será una guía para el cuidado del cuerpo. Nada que tenga que ver con la salud debe considerarse con indiferencia. Nuestra felicidad eterna depende del uso que demos en esta vida a nuestro tiempo, nuestras fuerzas y a la influencia que ejerzamos.

David declaró: “Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras”. Salmos 139:14. Si Dios nos ha concedido una morada tal, ¿no debiera examinarse cuidadosamente cada habitación? Las recámaras de la mente y el corazón son las más importantes. Luego, en vez de vivir en el sótano de la casa, disfrutando placeres sensuales y degradantes, ¿no deberíamos abrir las más hermosas habitaciones e invitar al Señor Jesús para que venga y more con nosotros?

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Los ministros deben enseñar la reforma pro salud

Nuestros ministros deberían dominar el tema de la reforma pro salud. Necesitan familiarizarse con la fisiología y la higiene; deben conocer las leyes que rigen la vida y el efecto que tienen sobre la salud de la mente y del alma. 

Millares de personas conocen muy poco acerca del maravilloso cuerpo que Dios les ha dado, o acerca del cuidado que debe recibir; y consideran que es de más importancia estudiar otros temas menos relevantes. Los ministros tienen una obra que realizar al respecto. Cuando asuman la postura adecuada con relación a este tema, se logrará mucho. Deben obedecer las leyes de la vida en sus propias vidas y hogares y practicar los principios correctos, y vivir en forma saludable. Entonces podrán predicar correctamente acerca de este tema y guiar a la gente para que alcance niveles cada vez más elevados en la obra de la reforma. Si viven ellos mismos en la luz podrán presentar un mensaje de más valor que los que necesitan recibir un testimonio sobre el tema. 

Si los ministros combinan la presentación del tema de la reforma pro salud con su trabajo en las iglesias, podrán obtener grandes bendiciones y una rica experiencia. La gente debe recibir la luz acerca de la reforma pro salud. Esta labor se ha descuidado, y muchos están hoy cerca de la muerte porque necesitan la luz que deberían tener, y que necesitan tener antes de poder abandonar las complacencias egoístas. 

Los presidentes de nuestras asociaciones necesitan entender que ya es hora de que se sitúen en el lado correcto de este asunto. Los ministros y los maestros deben impartir a los demás la luz que ellos han recibido. Su trabajo es necesario en todos los departamentos de servicio. Dios les ayudará; él fortalecerá a todos sus siervos para que permanezcan firmes y que no se desvíen de la verdad y la justicia para dar lugar a la satisfacción inmoderada de sus deseos. 

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La labor educativa que sigue los lineamientos de la obra médica misionera, es un paso de gran importancia para hacer que la gente despierte a sus responsabilidades referentes a sus principios de conducta. Si los ministros hubieran asumido esta responsabilidad en sus departamentos, de acuerdo con la luz que Dios nos ha dado, se habrían efectuado mayores cambios en el comer, el beber y en el vestir. Sin embargo, algunos se han interpuesto en la senda de la reforma pro salud y han obstaculizado su progreso. Han impedido que la gente la acepte como resultado de su indiferencia o sus comentarios negativos, o de sus burlas y chistes. Ellos mismos, así como muchos otros, se han acarreado sufrimientos, y en algunos casos hasta la muerte; pero ni así han aprendido la lección. 

Los progresos realizados, se han logrado únicamente como resultado de una agresiva lucha. La gente no ha estado dispuesta a negarse a sí misma, ni a someter su mente y voluntad a la voluntad de Dios; y en medio de su propio sufrimiento, y de la misma influencia que han ejercido sobre los demás; han visto el seguro resultado de tal actitud. 

La iglesia está sentando pautas. A diario hay una batalla y una marcha. Enemigos invisibles nos atacan por todos lados, y tenemos que vencerlos mediante la gracia que Dios nos concede, o seremos derrotados. Exhorto a quienes han asumido una postura neutral respecto a la reforma pro salud, a que se conviertan. Esta es una luz preciosa, y el Señor me entrega este mensaje para que exhorte a todos los que desempeñan puestos de responsabilidad en cualquier departamento de la obra de Dios; para que reconozcan que la verdad tiene poder para cambiar el corazón y la vida. Solamente haciendo esto, podrá alguien resistir las tentaciones que indefectiblemente encontrará en el mundo. 

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¿Por qué algunos de nuestros hermanos que trabajan en el ministerio muestran escaso interés en la reforma pro salud? Se debe a que el precepto de la temperancia en todo, está en pugna con sus prácticas de satisfacción inmoderada de sus deseos. En algunos lugares esto ha sido la gran piedra de tropiezo que ha impedido atraer a la gente para que investigue, practique y enseñe los temas de la reforma pro salud. Nadie debe ser empleado como maestro, si sus enseñanzas o su ejemplo contradicen el testimonio que Dios ha encomendado a sus siervos respecto a la dieta; porque eso acarrearía confusión. Ignorar voluntariamente la reforma pro salud descalificará a cualquier persona para servir como mensajero del Señor. 

El Señor ha dado en su palabra una luz muy clara acerca de este tema en su palabra, y los hombres serán probados y examinados de muchas formas para determinar si la obedecen. Cada iglesia, cada familia, necesita recibir instrucción acerca de la temperancia cristiana. Todos deben saber cómo deben comer y beber a fin de conservar su salud. Vivimos en medio de las escenas finales de la historia de este mundo, y debería existir una actitud armoniosa entre los observadores del sábado. Quienes se mantienen alejados de la gran obra de instruir al pueblo acerca de este tema, no están siguiendo la senda que ha trazado el gran Médico. Cristo dijo a cada uno: “Niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. Mateo 16:24. 

El Señor me ha mostrado que muchísimos serán rescatados de la degeneración física, mental y moral mediante la influencia práctica de la reforma pro salud. Hay que hablar acerca de la salud; las publicaciones sobre el tema deberán multiplicarse. Los principios de la reforma pro salud serán aceptados favorablemente y muchos abrirán sus entendimientos. Los resultados quese asocian a la reforma pro salud la recomendarán ante quienes buscan la luz, y así podrán avanzar paso a paso para recibir las verdades especiales para nuestro tiempo. De esa manera la verdad y la justicia se encontrarán. 

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