Entre la gente de color hay otras personas que poseen percepciones rápidas y mentes brillantes. Muchos de ellos son ricos en fe y confianza. Dios ve entre ellos a joyas que algún día brillarán intensamente.
La gente de color merece recibir más de manos de los blancos de lo que se les ha dado. Miles de ellos poseen mentes susceptibles a ser educadas y elevadas. Si se realiza una labor adecuada con ellos, muchos a quienes se ha considerado como casos perdidos llegarán a ser educadores de su raza. Esta raza que el enemigo había oprimido durante generaciones, se levantará por la gracia de Dios al grado de dignidad que Dios les ha concedido como hombres y mujeres.
El Señor desea que los lugares desérticos del Sur, de aspecto tan aborrecible, se transformen a la semejanza del jardín de Dios. Que nuestro pueblo se levante a redimir el pasado. Sobre nosotros descansa pesadamente la obligación de trabajar por la gente de color. ¿No trataremos de reparar, en la medida de nuestras posibilidades, el daño que se ha hecho a este pueblo en el pasado? ¿No se debe multiplicar el número de misioneros enviados al sur? ¿No escucharemos acerca de muchos voluntarios que estén listos para entrar en este campo para rescatar a las almas de las tinieblas y la ignorancia, y traerlos a la maravillosa luz en la cual nos regocijamos? Dios derramará su Espíritu sobre quienes respondan a su llamado. Con la fuerza de Cristo realizarán una obra que llenará al cielo de regocijo.
“Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré… Así reconoceré mis ovejas, y las libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscuridad… Yo apacentaré mis ovejas, y yo les daré aprisco, dice Jehová el Señor. Yo buscaré la perdida, y haré volver al redil la descarriada, vendaré la perniquebrada y fortaleceré la débil y estableceré con ellos pacto de paz… y daré bendición a ellas y a los alrededores de mi collado, y haré descender la lluvia en su tiempo; lluvias de bendición serán… Y sabrán que yo Jehová su Dios estoy con ellos… Y vosotras, ovejas mías, ovejas de mi pasto, hombres sois, y yo vuestro Dios, dice Jehová el Señor”. Ezequiel 34:11-31.
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Centros de influencia
Se han hecho buenos comienzos en el territorio del Sur. En el desarrollo progresivo de los acontecimientos el Señor ha obrado maravillosamente en favor del adelanto de su obra. Se han peleado batallas y se han ganado victorias. Se han realizado impresiones favorables y se han eliminado muchos prejuicios.
En visiones nocturnas mi guía me llevó de lugar en lugar, de ciudad en ciudad, en el Sur. Contemplé la gran obra que se debía llevar a cabo -una obra que se debería haber realizado hace años-; era como si observáramos muchos lugares. Nuestro primer interés lo constituían los lugares donde la obra ya se ha establecido y aquellos en los cuales ya se ha abierto una vía para comenzar el trabajo. Vi donde hay instituciones establecidas para el adelanto de la obra del Señor. Uno de estos lugares era Graceville y otro era Huntsville, donde tenemos escuelas industriales. Estas escuelas se deben estimular y ayudar, porque el Señor ha dirigido su establecimiento. Cada una posee sus propias ventajas.
Yo sé, por la luz que se me ha mostrado, que si se dirige bien la obra en Hildebrand, se transformará en una gran bendición para todos sus alrededores. Se me han dado instrucciones acerca de establecer escuelas justamente en distritos como ésos, lejos de las ciudades y sus tentaciones.
Sólo la eternidad revelará los resultados de la obra realizada en favor de la gente de color por las escuelitas de Vicksburg, Yazoo City, y otros puntos en el Sur. Tenemos necesidad de muchas otras escuelas similares en ese campo.
En el Sur necesitamos proveer mayores facilidades para la educación y el entrenamiento de jóvenes, tanto blancos como de color. Se deben establecer escuelas fuera de las ciudades, donde los jóvenes aprendan a cultivar el suelo y de este modo no sólo se sostengan a sí mismos sino también a la escuela. En conexión con estas escuelas se deben desarrollar tanto sus renglones de trabajo, agrícolas o mecánicos, como las condiciones del lugar lo permitan. Hay que reunir medios para el establecimiento de tales escuelas. En ellas los estudiantes obtendrán una educación que los preparará, con la bendición de Dios, para ganar almas para Cristo. Si se unen con el Salvador crecerán en espiritualidad y se transformarán en valiosos obreros de su viña.
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Pequeños sanatorios deberían funcionar en conexión con nuestras escuelas más grandes, para que los estudiantes puedan tener la oportunidad de adquirir algunos conocimientos del trabajo médico misionero. Se debería incorporar esta línea de trabajo como parte del currículum regular de nuestras escuelas. Se deberían establecer sanatorios pequeños en conexión con las escuelas de Graceville y Huntsville.
Nashville como un centro
Como organización, deberíamos tomar un interés especial en la obra que se realiza en Nashville. Actualmente esta ciudad ocupa un lugar prominente en el campo del Sur. Nuestros hermanos eligieron a Nashville como un centro de la obra en el Sur porque el Señor los guió allí en su sabiduría. Es un lugar que ofrece condiciones saludables para iniciar el trabajo. Nuestros obreros descubrirán que en esta ciudad les resultará más fácil trabajar por la raza negra que en muchas otras ciudades del Sur. En este sitio los que no son de nuestra fe manifiestan mucho interés por la gente de color. Hay grandes instituciones educativas para ellos en la ciudad y sus alrededores. La influencia de estas instituciones ha preparado el camino para que nosotros la hagamos el centro de nuestra obra.
La verdad debe hallar entrada en las instituciones del saber de Nashville. En ellas hay muchas personas que deben ser alcanzadas por el mensaje del tercer ángel. Ahora se debería hacer todo lo que se pueda por interesar a esos maestros y estudiantes en el mensaje de la verdad presente, pero se lo debería hacer inteligentemente y con sabiduría. De los maestros experimentados se pueden aprender lecciones preciosas acerca de los métodos más efectivos para ayudar a la gente de color.
También se debe presentar la verdad ante aquellos que han contribuido con sus medios e influencia para el beneficio de la raza negra. Han adoptado una posición noble en favor de la elevación de este pueblo. Necesitan ver una evidencia de nuestra obra que constituya una lección objetiva para ellos. Necesitamos hacer todo lo que podamos para eliminar el prejuicio que existe en sus mentes contra nuestra obra. Si los esfuerzos que realicemos van de acuerdo con la voluntad de Dios, muchos de entre ellos se convencerán y convertirán. El Señor hace que su luz brille sobre la senda de los que andan en busca de la luz.
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Nashville tiene fácil acceso desde Graceville y Huntsville. El trabajo que se realice en estos dos lugares será confirmado y establecido por la obra que se haga en Nashville. Las dos primeras están suficientemente cerca de ésta como para fortalecer la obra allí y a su vez ser fortalecidas por ella.
El hecho de que la obra de publicaciones comenzara en Nashville estaba de acuerdo con los propósitos divinos. En los campos del Sur se necesita un taller de imprenta para la publicación de la verdad para este tiempo, y especialmente para la impresión de material de lectura adecuado a las diferentes clases de gente de esta región. Y en el Sur no hay ninguna otra ciudad más apta que Nashville para llevar a cabo el trabajo de las publicaciones. El establecimiento de una institución tal constituye un movimiento de avanzada. Esta institución le concederá carácter a la obra del Sur, si se la maneja bien, y constituirá el medio por el cual se impartirá el conocimiento de la verdad a muchos. La casa editora de Nashville todavía necesitará durante algún tiempo que se la sostenga con donativos y ofrendas.
También se ha comenzado con el trabajo de un sanatorio en Nashville. Este plan debe ser respaldado y dirigido sabiamente. El trabajo médico misionero es ciertamente la mano ayudadora del ministerio del Evangelio. Abre el camino para la entrada de la verdad.
Se me ha instruido que advierta a mis hermanos acerca de no realizar movimientos apresurados ni establecer por ahora grandes empresas y nuevos centros en los campos del Sur, porque dividirían a sus obreros y sus medios, debilitando así sus fuerzas en esta hora crítica del desarrollo de su trabajo. Esperen más bien hasta que algunas de las empresas ya comenzadas se acerquen un poco más a la perfección. No se apresuren a comenzar nuevas instituciones antes que las de Graceville y Huntsville se hallen establecidas con mayor firmeza y que se fortalezcan los intereses que tienen a Nashville por centro.
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Todavía hay comparativamente pocos lugares donde se ha trabajado en el Sur. Hay muchísimas ciudades donde nada se ha hecho. En muchas partes se pueden establecer centros de influencia mediante la apertura de tiendas de alimentos saludables, de restaurantes naturistas y de salas de terapia. No se puede especificar todo lo que se necesita hacer antes que se haya hecho un comienzo. Los encargados de la obra en el Sur oren sobre este asunto, y recuerden que Dios está guiando las cosas. Que no se manifieste ninguna estrechez de criterio ni egoísmo. Háganse planes de llevar a cabo la obra en forma sencilla, sensata y económica.
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Instrucciones para los obreros
La rueda de la providencia se mueve lenta pero seguramente. No sabemos cuán pronto el Señor dirá: “Hecho es”. Su venida se acerca. Pronto se habrán terminado para siempre nuestras oportunidades de trabajar. Sólo se nos permitirá laborar durante un poco más de tiempo. Hermanos míos, ¿no lucharán ustedes con esfuerzos fervientes para establecer monumentos para Dios en todos los estados del sur? Se deberían levantar iglesias; deberían construirse casas de culto; se deberían establecer escuelas y sanatorios pequeños; y se deberían fortalecer los intereses de la obra de publicaciones.
Las líneas de trabajo que deben de instituirse en diferentes lugares del Sur requerirán a hombres y mujeres de sabiduría y oración, hombres y mujeres que lleven adelante la obra de etapa en etapa, seguramente, inteligentemente: esforzándose, orando, trabajando económicamente, como colaboradores designados por Dios. La situación requiere un esfuerzo personal, incansable y unificado.
El muro más elevado se construye colocando un ladrillo sobre otro; y un copo sobre otro producen la nieve más profunda.
Una perseverancia ininterrumpida en el bienhacer, debería ser nuestro lema. Deberíamos realizar esfuerzos perseverantes, y avanzar paso a paso hasta que haya sido acabada la carrera y ganada la victoria.
Cuando comenzó la obra de publicaciones en Nashville, los obreros se habían prometido solemnemente que nunca se meterían en deudas; pero en su desesperado esfuerzo por fabricar ladrillos sin paja, nuestros hermanos fueron inducidos a abandonar este propósito y, como resultado, la obra se ha visto envuelta en dificultades. Pero los obreros de Dios que trabajan en Nashville no deben desanimarse por esta causa. El trabajo no debe detenerse. Ahora, que todos se preocupen fervientemente por evitar los errores del pasado. Protéjanse contra la inclinación de incurrir en deudas como si se guarecieran detrás de un cerco de alambre de púas. Declaren con firmeza: “De aquí en adelante no avanzaremos más rápidamente de lo que el Señor nos indique y de lo que nos permitan los medios que tengamos a mano, aunque la buena obra tenga que ser postergada durante algún tiempo. Al iniciarnos en lugares nuevos, trabajaremos con incomodidades antes que endeudar la causa del Señor”.
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Que no se desalienten los hermanos que han laborado tan fervientemente para conducir la obra de las regiones del Sur a su presente estado de desarrollo. Que todos hagan lo mejor que puedan para establecer la obra de Nashville sobre una base sólida. El Señor se responsabiliza de todos los que han luchado valerosamente para realizar lo que necesitaba ser hecho con tanta urgencia. El Señor tiene misericordia de ellos a causa de su piedad, bondad y amor. Todavía los acepta como sus colaboradores. Lo sabe todo con respecto a cada uno de ellos. Al realizar el trabajo de abrir brecha como pioneros, han tenido que pasar por el fuego de la aflicción. Dios será glorificado en la persona de quienes hayan colaborado con él en la tarea de abrir camino en los campos donde nunca antes se había entrado con el mensaje.
Hermanos, delante de nosotros hay una gran obra que hacer en los campos del Sur, una tarea que sólo ahora hemos comenzado. No debemos continuar detenidos, como hemos estado por años, teniéndole miedo a la tarea. Hay quienes han realizado un trabajo decidido y difícil, y el Señor reconoce y encomia sus abnegados esfuerzos. El los ha bendecido. Han recibido su recompensa al ver a las personas a quienes han ayudado colocar sus pies sobre la Roca de los Siglos y a su vez ayudar a otros.
Mis hermanos de los campos del Sur, les ruego en el nombre del Señor, Dios de Israel, que se comporten varonilmente. El Señor está en el timón. El les concederá gracia y sabiduría a sus siervos. Es el propósito divino que las personas a quienes se les ha confiado una responsabilidad se consulten y oren juntos en unidad cristiana. En la unidad existe una fuerza vital, un poder que no puede obtenerse de ninguna otra forma. En la iglesia se manifestará un tremendo poder cuando las energías de los miembros se unifiquen bajo el control del Espíritu. Entonces Dios podrá obrar poderosamente a través de su pueblo por la conversión de los pecadores.
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Dios vive y reina. El abrirá el camino para que los campos abandonados del Sur sean cultivados para él. Que los obreros acudan allí en auxilio del Señor y que proclamen su verdad con regocijo. El Señor viene pronto. Hablen acerca de ello, oren para que así sea y créanlo. Transfórmenlo en una parte de su propia vida. Tendrán que hacerle frente a un espíritu de dudas y objeciones, pero que se disipará ante una confianza en Dios firme y consistente. Cuando se presenten perplejidades y obstáculos eleven el alma a Dios en cánticos de agradecimiento. Colóquense la armadura cristiana, y asegúrense de que sus pies estén “calzados con el apresto del Evangelio de paz”. Prediquen la verdad con intrepidez y fervor. Recuerden que el Señor contempla compasivamente esta región y que conoce su pobreza y destitución. Los esfuerzos que realizan no serán un fracaso.
Nuestras iglesias del Sur deben experimentar una resurrección espiritual. Ante los miembros de cada iglesia se extiende una tarea grande y solemne. Deben acercarse a Cristo en su abnegación y sacrificio, teniendo como único objetivo la predicación del mensaje divino de misericordia a sus semejantes. Trabajen con circunspección y humildad, teniendo respeto cada uno por el trabajo de los otros. Algunos podrán trabajar de una manera y otros de otra, según el llamado y la dirección del Señor. Pero que nadie se queje por no poder glorificar a Dios mediante el uso de talentos que él no le ha confiado. El Señor nos responsabiliza solamente por la obra que ha colocado en nuestras manos. Hay algo que todos pueden hacer: evitar que el trabajo de los demás se torne innecesariamente duro por causa de la crítica de sus esfuerzos, o por colocar piedras en el camino del carro que los hermanos se esfuerzan por empujar cerro arriba. Si algunos no están dispuestos a ponerle el hombro al trabajo, al menos que se abstengan de estorbar a los que trabajan. Dios llama a obreros que se nieguen a descorazonar a sus colaboradores.
A medida que el pueblo de Dios trabaje ferviente, humilde y denodadamente, obtendrá la rica recompensa de la cual habla Job: “Los oídos que me oían me llamaban bienaventurado,… la bendición del que se iba a perder venía sobre mí, y al corazón de la viuda yo daba alegría… A los menesterosos era padre, y de la causa que no entendía, me informaba con diligencia”. Job 29:11-16.
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La bendición de las buenas obras acompañará hasta el mundo eterno a los que se nieguen a sí mismos por amor de su Salvador. Cuando los redimidos se encuentren alrededor del trono de Dios, los que hayan sido salvados del pecado y la degradación se acercarán a quienes trabajaron en favor de ellos, con estas palabras de saludo: “Yo me encontraba sin esperanza y sin Dios en el mundo. Me encontraba pereciendo en medio de la confusión y el pecado. Me hallaba muriendo de hambre por falta de alimento material y espiritual. Tú te acercaste a mí con amor y piedad, y me diste de comer y me vestiste. Tú me trajiste a los pies del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.
Mis hermanos del Sur, tengan fortaleza; sí, tengan fortaleza. Si ustedes exaltan los principios santos de la ley de Dios, no los afligirá la mano opresora ni el robo. Cuando el enemigo los acose con el ímpetu de la inundación, el Espíritu del Señor plantará su bandera contra él, en favor de ustedes. Ustedes se hallan empeñados en la realización de un trabajo importante, y necesitan prestar atención, velar y orar, y trazar sendas rectas para sus pies, para que el cojo no sea desviado de su camino. Trabajen con el solo propósito de dar gloria a Dios, con un sentido de su responsabilidad individual. Recuerden que el Señor es el único que puede prosperar sus esfuerzos.