Testimonios para la Iglesia, Vol. 9, p. 184-191, día 470

Dios ama a su iglesia con un amor infinito. Nunca deja de velar sobre su heredad. Sólo permite las aflicciones que su iglesia necesita para su purificación, para su bien presente y eterno. Purificará su iglesia así como purificó el templo en el principio y al fin de su ministerio terrenal. Todas las pruebas que inflige a la iglesia tienen por objeto dar a su pueblo una piedad más profunda y una fuerza mayor para hacer triunfar la cruz en todas partes del mundo. El tiene una obra para cada uno. Debe haber un ensanchamiento y progreso constantes. La obra debe extenderse de una ciudad a otra, de país a país y de una nación a otra, prosiguiendo sin cesar su marcha ascendente y hacia adelante, cada vez más estable y más firme.

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“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros… lleno de gracia y de verdad”. Juan 1:14. Mas aquellos que Cristo vino a salvar no quisieron aceptarle. “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron”. vers. 11. Cediendo a la influencia de Satanás, rechazaron al Mesías y buscaron ocasión de matarlo.

Satanás y sus ángeles decidieron hacer la muerte de Jesús tan humillante como fuese posible. Llenaron los corazones de los gobernantes judíos con un odio violento contra el Salvador. Dominados por el enemigo, los sacerdotes y dirigentes incitaron a la multitud a declararse contra el Hijo de Dios. Al afirmar su inocencia, Pilato fue el único que dijo una palabra en su favor. Pero el mismo Pilato, aunque sabía que Jesús era inocente, lo entregó a los ultrajes de hombres dominados por Satanás.

Hechos similares volverán a producirse en un porvenir cercano. Los hombres dictarán y aplicarán con severidad leyes directamente opuestas a la ley divina. Aunque celosos de sus propios mandamientos, esos hombres se apartarán de un claro “así dice Jehová”. Por ensalzar un falso día de descanso querrán obligar a los hombres a deshonrar la ley de Dios, esa ley que es la expresión del carácter divino. Aunque inocentes de toda culpa, los siervos de Dios serán entregados a las humillaciones y escarnios de hombres inspirados por Satanás, llenos de envidia y fanatismo religioso.

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El asunto del sábado

Mientras profesen estar aliados con el Cielo y pretendan tener carácter de cordero, los poderes religiosos mostrarán por sus hechos que tienen corazón de dragón y que son inspirados y dominados por Satanás. Se acerca el tiempo cuando el pueblo de Dios será perseguido porque santifica el séptimo día. Satanás hizo cambiar el día de reposo con la esperanza de ejecutar su propósito de derrotar los designios de Dios. Procura que los mandamientos de Dios tengan menos poder en el mundo que las leyes humanas. El hombre de pecado, que pensó cambiar los tiempos y la ley, y que siempre oprimió al pueblo de Dios, hará promulgar leyes que obliguen a observar el primer día de la semana. Pero el pueblo de Dios debe permanecer firme por él. Y el Señor obrará en su favor, mostrando claramente que es Dios de dioses.

Dijo: “Vosotros guardaréis mis sábados: porque es señal entre mí y vosotros por vuestras edades”. Éxodo 31:13. Nadie debe desobedecer a su mandamiento para huir de la persecución. Pero todos deben considerar las palabras de Cristo: “Mas cuando os persiguieren en esta ciudad, huid a la otra”. Mateo 10:23. Si podéis evitarlo, no os entreguéis en manos de hombres impulsados por el espíritu del anticristo. Debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para salvar de la opresión y la crueldad a los que están listos para sufrir por amor de la verdad.

Cristo es nuestro modelo. La resolución del anticristo de llevar adelante la rebelión empezada por él en el cielo continuará animando a los hijos de desobediencia. La envidia y el odio que sienten hacia los que obedecen el cuarto mandamiento irán sin cesar en aumento. Pero los hijos de Dios no deben esconder su estandarte. No deben desconocer los mandamientos de Dios, ni hacer el mal con la multitud por asegurarse una vida fácil.

El Señor alienta a todos los que le buscan de todo corazón. Les otorga su Santo Espíritu, manifestación de su presencia y de su favor. Pero abandonará a los que por salvarse la vida, le abandonen a él. Al procurar salvar esta vida renunciando a la verdad, perderán la vida eterna.

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La noche de la prueba va llegando a su fin. Satanás recurre a toda su potencia porque sabe que le queda poco tiempo. Dios castiga al mundo para invitar a todos los que conocen la verdad a esconderse en la Roca y a contemplar la gloria de Dios. No es el momento de encubrir la verdad. Deben hacerse declaraciones positivas. La verdad debe ser expuesta como caen las hojas de los árboles en el otoño.

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La iglesia remanente será puesta en grandes pruebas y dificultades. Los que obedecen los mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús experimentarán la ira del dragón y de sus huestes. Satanás considera que los habitantes del mundo son súbditos suyos y ha obtenido control sobre las iglesias apóstatas; pero hay un grupo pequeño que resiste su supremacía. Si pudiera borrarlos de la faz de la tierra, su triunfo sería completo. Así como influyó sobre las naciones paganas para que destruyeran a Israel, así también en el futuro cercano instará a los poderes malvados del mundo a que destruyan al pueblo de Dios. Se requerirá de todos que obedezcan los edictos humanos en violación de la ley divina. Los que permanezcan fieles a Dios y al deber serán amenazados, denunciados y proscritos. Serán traicionados y “entregados aun por vuestros padres, hermanos, y parientes, y amigos”. Lucas 21:16*.

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“Oídme los que conocéis justicia, pueblo en cuyo corazón está mi ley. No temáis afrenta de hombre, ni desmayéis por sus ultrajes. Porque como a vestidura los comerá polilla, como a lana los comerá gusano; pero mi salvación será para siempre, mi justicia no perecerá”. Isaías 51:7, 8, 6.

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Frente a la ley dominical

Sanatorio, California,

17 de agosto de 1902.

Estimado hermano,

Voy a tratar de contestar a su pregunta sobre lo que deberá hacer en caso de que las leyes dominicales sean aplicadas. Hablaré conforme a la luz que me dio el Señor en una época cuando temíamos una crisis tal como la que parece confrontaros ahora. Cuando el mundo, impulsado por una fuerza infernal, quiera hacer obligatoria la observancia del domingo, los adventistas del séptimo día deberán dar prueba de sabiduría, absteniéndose de hacer trabajos comunes en domingo y dedicando ese día al trabajo misionero.

Desafiar las leyes dominicales no haría más que fortalecer el espíritu perseguidor de los fanáticos que se esfuerzan por hacerlas ejecutar. No les déis ocasión de llamaros violadores de las leyes. Si no les dejáis otra tarea que la de refrenar a hombres que no temen a Dios ni al hombre, dicha tarea no tardará en perder su novedad para ellos, y verán que no les resulta lógico ni conveniente ser estrictos en lo que concierne a la observancia del domingo. Proseguid vuestro trabajo misionero, con la Biblia en la mano, y el enemigo caerá en la cuenta de que derrotó su propia causa. No se recibe la marca de la bestia por manifestar prudencia al conservar la paz absteniéndose del trabajo que ofende y consagrándose a una obra de las más importantes.

Consagrar el domingo al trabajo misionero es arrancar el látigo de las manos de los fanáticos arbitrarios, cuyo placer sería humillar a los adventistas del séptimo día. Cuando vean que dedicamos los domingos a visitar a la gente y explicarles las Escrituras, comprenderán que es inútil querer detener nuestra obra por medio de leyes dominicales.

El domingo puede dedicarse a diversas actividades que lograrán mucho resultado para Dios. Pueden celebrarse reuniones al aire libre y en las casas particulares. Puede trabajarse de casa en casa. Los que escriben pueden, en aquel día, redactar artículos para los periódicos. Cuando sea posible, celébrense reuniones religiosas, y hágaselas intensamente interesantes. Hablad con fuerza y seguridad del amor del Salvador, y cantad verdaderos himnos de despertamiento religioso. Hablad de la temperancia y de la vida religiosa genuina. Aprenderéis así el arte de trabajar y alcanzaréis a muchas almas.

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Consagren los maestros de nuestras escuelas el domingo al trabajo misionero. Se me ha mostrado que así podrán desbaratar los planes del enemigo. Celebren los maestros, en compañía de sus alumnos, reuniones para quienes no conocen la verdad. Lograrán más así que de cualquier otro modo.

Dios nos ha dado instrucciones muy claras en cuanto a nuestra obra. Debemos proclamar la verdad con respecto al sábado de Jehová, y reparar la brecha que fue abierta en la ley. Debemos hacer cuanto podamos para ilustrar a los ignorantes; pero jamás debemos asociarnos a hombres del mundo para recibir ayuda financiera.

Acerca de los hijos de Israel leemos: “Saquelos pues de la tierra de Egipto, y trájelos al desierto; y diles mis ordenanzas, y declaréles mis derechos, los cuales el hombre que los hiciere, vivirá con ellos. Y diles también mis sábados, que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico. Mas rebeláronse contra mí la casa de Israel en el desierto; no anduvieron en mis ordenanzas, y desecharon mis derechos, los cuales el hombre que los hiciere, vivirá en ellos; y mis sábados profanaron en gran manera; dije, por tanto, que había de derramar sobre ellos mi ira en el desierto para consumirlos.

“Pero en atención a mi nombre hice porque no se infamase a la vista de las gentes, delante de cuyos ojos los saqué. Y también yo les alcé mi mano en el desierto, que no los metería en la tierra que les dí, que fluye leche y miel, la cual es la más hermosa de todas las tierras; porque desecharon mis derechos y no anduvieron en mis ordenanzas, y mis sábados profanaron: porque tras sus ídolos iba su corazón. Con todo los perdonó mi ojo, no matándolos, ni los consumí en el desierto; antes dije en el desierto a sus hijos: No andéis en las ordenanzas de vuestros padres, ni guardéis sus leyes, ni os contaminéis en sus ídolos. Yo soy Jehová vuestro Dios; andad en mis ordenanzas, y guardad mis derechos, y ponedlos por obra: y santificad mis sábados, y sean por señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios”. Ezequiel 20:10-20.

La prueba del señor

El sábado es la piedra de toque de Jehová, y ningún hombre aunque sea rey, sacerdote o gobernante, tiene derecho a colocarse entre Dios y el hombre. Los que quieren ponerse por conciencia de sus semejantes, se colocan por encima de Dios. Los que se encuentran bajo la influencia de una falsa religión y observan un falso día de reposo descartarán las pruebas más evidentes concernientes al sábado. Procurarán compeler a los hombres a obedecer las leyes inventadas por ellos en oposición directa a la ley de Dios. La ira de Dios alcanzará a aquellos que se obstinen en ese camino. No podrán escapar al castigo a menos que cambien de conducta.

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La ley relativa a la observancia del primer día de la semana proviene de una cristiandad apóstata. El domingo es una hechura del papado, exaltada por el mundo cristiano por encima del santo día de reposo de Jehová. En ningún caso deben rendirle homenaje los hijos de Dios. Pero quiero que entiendan que no es hacer la voluntad de Dios desafiar la oposición cuando él desea que la evitemos. Así crean prejuicios tan acérrimos que imposibilitan la proclamación de la verdad. No hagáis en domingo demostración alguna que desafíe las leyes. Si ello sucede en un lugar y sois humillados, la misma cosa sucederá en otra parte. Podemos emplear el domingo para realizar una obra que favorecerá el lado de Cristo. Hagamos lo mejor que podamos trabajando con toda humildad y mansedumbre.

Perspectivas de persecución

Cristo anunció a sus discípulos lo que les esperaba en su trabajo de evangelización. Sabía cuáles serían sus sufrimientos, y cuáles las pruebas y tribulaciones que tendrían que sobrellevar. No quiso ocultarles lo que iba a sucederles, no fuese que las dificultades, al sobrevenir repentinamente, hiciesen vacilar su fe. “Y ahora os lo he dicho antes que suceda,—dice él—, para que cuando suceda, creáis”. Juan 14:29. La prueba, en vez de minar su fe, debía afirmarla. Unos a otros debían repetirse: “Nos había dicho que esto vendría y cómo hacerle frente”.

“He aquí, dijo Jesús, yo os envío como ovejas en medio de lobos: sed pues prudentes como serpientes, y sencillos como palomas”. “Y seréis aborrecidos de todos por mi nombre; mas el que soportare hasta el fin, éste será salvo”. Mateo 10:16, 22.

Cristo fue aborrecido sin causa. ¿Causará sorpresa que sean aborrecidos los que llevan su señal y le están sirviendo? Son considerados como las escorias del mundo. “Mas cuando os persiguieren en esta ciudad, huid a otra”. Dios no quiere que vuestra vida sea sacrificada inconsideradamente. “De cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del hombre”. Mateo 10:23.

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Debe darse al mundo la verdad, una verdad clara, nítida, positiva. Pero debe ser presentada en el espíritu de Cristo. Debemos ser como ovejas en medio de lobos. Perderán preciosas ocasiones de trabajar por el Maestro los que no estén dispuestos, por el amor de Cristo, a conformarse a las reglas de prudencia que El nos recomendó, y a permanecer pacientes, dueños de sí mismos. El Señor no ha encargado a su pueblo que injurie a los que traspasan su ley. Nunca debe atacarse a las demás iglesias. Recordemos que como pueblo al que se confió una verdad sagrada, hemos sido negligentes y positivamente infieles. La obra ha quedado restringida a unos pocos centros, cuyos habitantes han acabado por endurecerse contra el Evangelio. Es difícil hacer impresión en los que han oído tanta presentación de la verdad y que, no obstante, la han rechazado…

De ello sufrimos las consecuencias ahora. La obra estaría mucho más adelantada hoy si hubiésemos hecho esfuerzos enérgicos para alcanzar a las personas que, una vez convertidas, habrían demostrado fielmente lo que la verdad presente puede hacer para los seres humanos. No es justo que unos pocos centros disfruten de todas las ventajas mientras que otros quedan descuidados.

Lo sucedido en Avondale

En nuestra escuela de Avondale, cerca de Cooranbong, en Australia, hubo que tomar una decisión en cuanto al trabajo en domingo. Parecía que la red se estaba cerrando sobre nosotros hasta el punto de que pronto no podríamos trabajar en dicho día. Nuestra escuela estaba situada en el interior de los bosques, lejos de todo pueblo o estación de ferrocarril. Nadie vivía tan cerca de nosotros que fuese molestado por lo que pudiéramos hacer. Sin embargo, se nos vigilaba. Se instaba a las autoridades a inspeccionar nuestra propiedad, y ellas vinieron. Habrían podido observar muchas cosas si hubiesen tenido la intención de perseguirnos; pero parecía que no hacían caso de los que trabajaban. Tenían una confianza tal en nuestra denominación, un respeto tan grande por nosotros y por lo que habíamos realizado en la región, que pensaron poder usar de confianza con nosotros.

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Muchos reconocían el hecho de que toda la población circunvecina había sido enteramente transformada desde nuestra llegada. Una mujer que no guardaba el sábado me dijo: “Ud. no me creería si yo le dijese cuánto ha cambiado la gente de aquí desde que ustedes vinieron a establecer una escuela y a celebrar esas pequeñas reuniones”.

Así que, cuando nuestros hermanos fueron amenazados por la persecución y puestos en perplejidad para saber qué conducta debían seguir, les fue dado el mismo consejo que les fuera dado con anterioridad en cuanto a los juegos. Dije: “Dedicad el domingo a hacer trabajo misionero para Dios. Maestros, acompañad a vuestros alumnos. Llevadlos a la selva [designamos así las regiones boscosas donde las viviendas están a veces distantes de dos a tres kilómetros una de otra], y visitad a la gente en sus hogares. Mostradle que os interesáis en su salvación”. Así obraron y el resultado fue que hicieron mucho bien, a sí mismos y a otros. La bendición divina reposó sobre ellos mientras escudriñaban las Escrituras con diligencia para aprender a presentar las verdades de la Palabra de manera que fuesen recibidas favorablemente.

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Debemos hacer todo lo que podemos para eliminar el prejuicio que existe en muchas mentes contra nuestra obra y contra el día de reposo bíblico.

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Enseñemos a nuestro pueblo a conformar su conducta en todas las cosas a las leyes de su estado, siempre que puedan hacerlo sin oponerse a la ley de Dios.

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A veces el corazón de los perseguidores es susceptible de recibir impresiones divinas, como lo era el corazón de Pablo antes de su conversión.

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