Aceptamos ahora con profunda tristeza el reproche que nos hace llegar este testimonio, y rogamos que allí donde hemos errado apartándonos de lo correcto debido a nuestra falta de discernimiento espiritual, podamos recibir el perdón de Dios y de su pueblo .
Las labores de los esposos White entre nosotros durante los días recién pasados se han visto acompañadas de las señaladas bendiciones de Dios. No sólo se han hecho profundas y sinceras confesiones de apostasía y error, sino que además las han acompañado solemnes votos de arrepentimiento y retorno a Dios. El Espíritu de Dios ha puesto su sello sobre esta obra de modo tal que no podemos dudar. Muchos de los jóvenes han sido llevados a Cristo, y casi cada persona conectada con esta iglesia ha recibido una porción de esta bendición celestial .
Deseamos que nuestros hermanos de otras partes comprendan que nuestros corazones están en simpatía con los Hnos. White, y que creemos que Dios los llamó a cumplir la pesada responsabilidad en cuyo cumplimiento están empeñados, y que nos hemos comprometido a apoyarlos en esta obra .
En nombre de la iglesia ,
J. N. ANDREWS, J. N. LOUGHBOROUGH, JOSÉ BATES
D. T. BOURDEAU A. S. HUTCHINS, JOHN BYINGTON, Comité.
El informe anterior fue unánimemente adoptado en la reunión de la iglesia celebrada en la tarde del lunes 21 de octubre .
URÍAS SMITH, G. W. AMADON, Ancianos.
Declaraciones hirientes y crueles
Hay una expresión inglesa, “cutting and slashing” [cortantes y tajantes] que se usa con frecuencia para representar las maneras y palabras de personas que reprenden a quienes yerran, real o supuestamente. Se aplica correctamente a la actitud de los que no tienen el deber de reprender a sus hermanos, pero que de todos modos están listos a hacer esta obra en forma precipitada e inmisericorde. Es inapropiado aplicarla a quienes tienen el deber especial de reprender los males de la iglesia. Los tales sienten la carga de la obra y se ven obligados a actuar con fidelidad por amor a las preciosas almas.
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De tiempo en tiempo, durante los últimos veinte años, se me ha mostrado que el Señor había preparado a mi esposo para la obra de tratar fielmente con los errantes y había puesto sobre él esa carga; y que si no cumplía fielmente su deber, se acarrearía el desagrado del Señor. Nunca he considerado que su juicio fuera infalible, ni que sus palabras fuesen inspiradas; pero siempre he creído que él estaba mejor calificado que cualquier otro de nuestros predicadores, debido a su larga experiencia y porque he visto que él recibió un llamamiento especial y fue adaptado para la obra; y también porque en muchos casos en que los aludidos se han levantado contra sus amonestaciones, se me ha mostrado que su manera de juzgar los asuntos y su forma de amonestar eran correctas.
Durante los últimos veinte años, los que han sido amonestados y sus simpatizantes han cultivado un espíritu de acusación contra mi esposo, lo cual ha pesado sobre él más que cualquier otra de las crueles cargas que haya debido soportar injustamente. Y cuando él cayó bajo el peso de sus cargas, muchos de los que habían sido reprendidos se alegraron; y por tener una idea errónea de mi punto de vista relativo al caso de mi esposo, el 25 de diciembre de 1865, se sintieron muy confortados con el pensamiento de que el Señor, en esos días, lo había reprendido a él por haber sido “hiriente y cruel”. Esto es completamente erróneo. Yo no vi nada parecido. Y para que mis hermanos sepan lo que realmente vi en el caso de mi esposo, presento lo siguiente, que escribí y le entregué a él al día siguiente de haber tenido la visión.
Se me mostró en visión el 25 de diciembre de 1865, el caso del siervo del Señor, mi esposo, el pastor Jaime White. Se me mostró que Dios había aceptado su humillación y la aflicción de su alma delante de él, y sus confesiones de su falta de consagración a Dios junto con su arrepentimiento por los errores y equivocaciones en su conducta que le han causado tanta tristeza y depresión mental durante su prolongada enfermedad.
Se me mostró que su mayor error en el pasado ha sido un espíritu no perdonador hacia esos hermanos que han dañado su influencia en la causa de Dios y que, debido a su mal proceder le han causado intenso sufrimiento mental. No fue tan misericordioso y compasivo como ha sido nuestro Padre celestial hacia sus hijos errantes, pecadores 532 arrepentidos. Cuando los individuos que le causaron el mayor sufrimiento reconocieron plena y sinceramente sus errores, logró perdonarlos y comulgar con ellos como hermanos. Pero si bien el error estaba sanado a la vista de Dios, a veces mi esposo escarbaba la herida en su propia mente, y por orientarse al pasado permitía que se enconara y lo hiciera sentirse infeliz. El hecho de haber sufrido tanto en el pasado, lo cual en su opinión podría haberse evitado, lo llevó a abrigar un espíritu de murmuración contra sus hermanos y contra el Señor. De este modo volvió a vivir el pasado y revivió pruebas que debían haberse desvanecido en vez de amargarle su vida con recuerdos que no aprovechan. No siempre se ha dado cuenta de la compasión y el amor que deben ser ejercidos hacia quienes han tenido el infortunio de caer bajo las tentaciones de Satanás. Ellos fueron los verdaderos sufrientes, los perdedores y no él, mientras permaneciera firme poseyendo el espíritu de Cristo. Cuando esas almas comenzaron a ver sus errores, les costó una dura batalla abrirse paso hasta la luz por medio de humildes confesiones. Tenían que contender con Satanás y vencer su propio espíritu orgulloso, y necesitaban que los que andaban en la luz los ayudaran a pasar de su desanimadora condición de ciegos a donde pudieran comenzar a tener esperanza y obtener fuerzas para aplastar a Satanás bajo sus pies. arrepentidos. Cuando los individuos que le causaron el mayor sufrimiento reconocieron plena y sinceramente sus errores, logró perdonarlos y comulgar con ellos como hermanos. Pero si bien el error estaba sanado a la vista de Dios, a veces mi esposo escarbaba la herida en su propia mente, y por orientarse al pasado permitía que se enconara y lo hiciera sentirse infeliz. El hecho de haber sufrido tanto en el pasado, lo cual en su opinión podría haberse evitado, lo llevó a abrigar un espíritu de murmuración contra sus hermanos y contra el Señor. De este modo volvió a vivir el pasado y revivió pruebas que debían haberse desvanecido en vez de amargarle su vida con recuerdos que no aprovechan. No siempre se ha dado cuenta de la compasión y el amor que deben ser ejercidos hacia quienes han tenido el infortunio de caer bajo las tentaciones de Satanás. Ellos fueron los verdaderos sufrientes, los perdedores y no él, mientras permaneciera firme poseyendo el espíritu de Cristo. Cuando esas almas comenzaron a ver sus errores, les costó una dura batalla abrirse paso hasta la luz por medio de humildes confesiones. Tenían que contender con Satanás y vencer su propio espíritu orgulloso, y necesitaban que los que andaban en la luz los ayudaran a pasar de su desanimadora condición de ciegos a donde pudieran comenzar a tener esperanza y obtener fuerzas para herir a Satanás debajo de sus pies.
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Vi que mi esposo había sido demasiado exigente con los que se habían equivocado y lo habían herido. Se aferró a sentimientos de insatisfacción, lo cual no podía beneficiar en nada a los errantes y sólo podía hacerlo sentirse muy infeliz, descalificándolo para que la paz de Dios morara en él, la cual lo llevaría a dar gracias a Dios por todo. El Señor permitió que su mente sintiera desaliento con respecto a sus propios errores y equivocaciones, y que llegara casi al punto de no esperar el perdón, no porque sus pecados hayan sido de tal magnitud, sino para que pudiera conocer por experiencia cuán doloroso e insoportable sería hallarse sin el perdón de Dios, y para que comprendiera qué significa la expresión bíblica: “Si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”. Vi que si Dios fuera tan exigente como nosotros y nos tratara de la manera como nos tratamos unos a otros, todos seríamos lanzados a un estado de desánimo sin esperanza.
Se me mostró que Dios había permitido que nos sobreviniera esta aflicción para enseñarnos mucho que de otro modo no hubiéramos podido aprender en tan poco tiempo. Era su voluntad que fuéramos a _____, porque sin ello nuestra experiencia no habría sido completa. Quería que viéramos y comprendiéramos mejor que es imposible que los que obedecen la verdad y guardan sus mandamientos vivan conforme a sus convicciones acerca del deber, si se unen con los dirigentes de _____; en lo que respecta a servir a Dios, sus principios no pueden mezclarse mejor de lo que se mezclan el agua y el aceite. Los únicos que pueden estar seguros en _____ aun por corto tiempo, son los individuos que poseen los principios más puros y la mayor independencia mental, los que piensan y actúan por sí mismos, manteniendo ante sí el temor de Dios y confiando en él. A los que no tengan estas calificaciones no se les debe aconsejar que asistan a esa institución, porque sus mentes se confundirán por las palabras suaves de sus dirigentes y serán envenenadas por sus engaños sutiles, cuyo origen es Satanás.
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La influencia de ellos, y sus enseñanzas con respecto al servicio de Dios y la vida religiosa se hallan en directa oposición a las enseñanzas del Señor y sus discípulos. Por precepto y por ejemplo rebajan la norma de piedad y dicen que no necesitan entristecerse por sus pecados o separarse del mundo con el fin de ser seguidores de Cristo, sino que pueden seguir mezclándose con el mundo y participando de sus placeres. Esos dirigentes no quieren exhortar a sus adherentes a imitar la vida de Cristo en oración, sobriedad y dependencia de Dios. Las personas de conciencia despierta y que confían firmemente en Dios no pueden recibir ni la mitad del beneficio que creen recibir en _____ los que ponen su confianza en los principios religiosos de los dirigentes de esa institución. Los primeros deben mantenerse firmes contra buena parte de lo que éstos les enseñan, en lo referente a principios religiosos, debiendo colar todo lo que oyen para no ser engañados y permitir que Satanás obtenga ventajas sobre ellos.
Vi que, en lo que se refiere a la enfermedad y su tratamiento, el _____ es la mejor institución de salud de los Estados Unidos. Sin embargo sus dirigentes no son otra cosa que hombres, y su juicio no es siempre correcto. El médico principal de allí desea que sus pacientes crean que su juicio es perfecto, a la manera del juicio de Dios. Sin embargo, se equivoca a menudo. Se exalta a sí mismo como Dios y no exalta a Dios como el único del cual depender. Los que no tienen confianza en Dios y que no pueden ver belleza en la santidad o en la vida bajo la cruz del cristiano, pueden recibir mayor beneficio en _____ que en cualquier otra institución de salud de los Estados Unidos.
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El gran secreto del éxito de este lugar radica en el control que los que lo manejan ejercen sobre las mentes de sus pacientes.
Vi que mi esposo y yo misma no podríamos recibir tanto beneficio allí como los que han tenido una fe y experiencia distintas de las nuestras. Dijo el ángel: “No es el designio de Dios que la mente de su sierva, que él ha escogido con un propósito especial, para hacer una obra igualmente especial, sea controlada por la de ningún hombre, puesto que ésa es prerrogativa exclusivamente suya”. Los ángeles de Dios nos guardaron mientras estábamos en _____. Nos rodeaban, sosteniéndonos cada hora. Pero llegó el tiempo en que ya no podíamos ni beneficiar a otros ni recibir nosotros beneficio; entonces la nube de luz, que había permanecido con nosotros allí, se retiró y sólo pudimos hallar reposo abandonando el lugar y yendo a los hermanos de Róchester, donde se posó la nube de luz.
Vi que Dios quería que fuéramos a _____ por varias razones. Nuestra posición mientras estábamos allí, así como las fervorosas oraciones que ofrecimos, nuestra manifiesta confianza en Dios, la alegría, el valor, la esperanza y la fe con que nos inspiró en medio de nuestras aflicciones, tuvieron influencia y fueron testimonio para todos de que el cristiano tiene una fuente de fortaleza y alegría que a los amadores de los placeres les resulta completamente desconocida. Dios nos concedió un lugar en el corazón de todas las personas influyentes de _____, y en el futuro, cuando los pacientes que ahora están allí vuelvan a sus diferentes hogares, nuestras labores harán que se acuerden de nosotros; y cuando nos veamos acosados, por lo menos algunos de ellos serán nuestros defensores. También el Señor quería que al ir nosotros a _____, nos beneficiáramos con una experiencia que no habríamos obtenido en Battle Creek, rodeados de hermanos y hermanas que simpatizaban con nosotros. Debíamos separarnos de ellos, para que no hiciéramos de ellos nuestro apoyo en vez de apoyarnos en el Señor y confiar sólo en él. Separados casi completamente del pueblo de Dios, fuimos sacudidos hasta desvincularnos de toda ayuda terrenal y poner nuestra esperanza únicamente en Dios. Al hacer esto obtuvimos una experiencia que no podríamos haber desarrollado si no hubiéramos ido a _____.
Cuando el valor y la esperanza de mi esposo comenzaron a vacilar, dejamos de estar en situación de beneficiar a alguien en ese lugar, y no nos podía hacer ningún bien el quedarnos allí. No era la voluntad de Dios que mi esposo se quedara allí despojado de su fortaleza, sino que en su estado de debilidad fuera entre sus hermanos que le podían ayudar a sobrellevar sus aflicciones. Mientras nos hallábamos separados del pueblo de Dios y afligidos, tuvimos la oportunidad de reflexionar, de pasar cuidadosa revista a nuestra vida pasada, y ver nuestros errores y mal proceder, y de humillarnos delante de Dios y buscar su rostro por la confesión, la humillación y frecuentes y fervorosas oraciones. Mientras estábamos activamente empeñados en nuestras labores, llevando las cargas de otros, y afanados con muchos cuidados, nos resultaba imposible hallar el tiempo necesario para reflexionar y repasar cuidadosamente el pasado, aprendiendo así las lecciones que Dios veía que nos era necesario aprender. Se me mostró entonces que Dios no podía glorificar su nombre respondiendo a las súplicas de su pueblo y levantando a mi esposo a la salud en respuesta a sus oraciones, mientras estuviéramos en _____. Eso habría sido equivalente a unir su poder con el poder de las tinieblas. Si le hubiera placido manifestar su poder restaurando a mi esposo, los médicos de allí se hubieran apropiado la gloria que debiera serle dada sólo a Dios.
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Dijo el ángel: “Dios será glorificado en la restauración de su siervo a la salud. Ha escuchado las oraciones de sus siervos. Ha puesto sus brazos bajo su siervo afligido. Dios ha tomado el caso, y su siervo debe, aunque afligido, echar a un lado sus temores, su ansiedad, sus dudas e incredulidad, y confiar tranquilamente en el Dios grande pero misericordioso, que se compadece de él, y lo ama y cuida. Tendrá conflictos con el enemigo, pero debe reconfortarse recordando que Uno más fuerte que el enemigo se ha hecho cargo de él, y no necesita temer. Confíe por fe en las evidencias que Dios se ha complacido en darle, y triunfará gloriosamente en Dios”.
Vi que el Señor nos estaba concediendo una experiencia que en el futuro sería para nosotros del mayor valor en conexión con su obra. Vivimos en un tiempo solemne, en medio de las escenas finales de la historia de este mundo, y el pueblo de Dios no está despierto. Deben levantarse y progresar más en la reforma de sus hábitos de vida, en la comida, la vestimenta, el trabajo y el reposo. En todos estos aspectos debieran glorificar a Dios y estar preparados para presentarle batalla a nuestro gran enemigo, y gozar de las preciosas victorias que Dios ha reservado para los que ejerzan temperancia en todas las cosas mientras luchan por una corona incorruptible.
Vi que Dios estaba preparando a mi esposo para que se dedicara a la obra solemne y sagrada de reforma que él desea ver progresar entre su pueblo. Es importante que los pastores den instrucciones sobre cómo vivir en forma temperante. Debieran mostrar la relación que existe entre los hábitos de alimentación, de trabajo, descanso y vestimenta, y la salud. Todos los que creen la verdad para estos últimos días tienen algo que hacer en este sentido. Es su deber—y Dios lo requiere de ellos—, que se levanten e interesen en esta reforma. No le complacerá su conducta si miran este asunto con indiferencia.
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Los abusos del estómago por la gratificación del apetito son la fuente fructífera de la mayoría de los problemas que surgen en la iglesia. Los que comen y trabajan en forma intemperante e irracional, hablan y actúan irracionalmente. Una persona intemperante no puede ser paciente. No es necesario consumir bebidas alcohólicas para ser intemperante. El pecado de comer en forma inmoderada, con demasiada frecuencia, en cantidad excesiva alimentos ricos y malsanos, destruye la acción sana de los órganos digestivos, afecta el cerebro y pervierte el juicio, impidiendo el pensamiento y la conducta racionales, calmados y saludables. Esta es una fuente fructífera de dificultades para la iglesia. Por lo tanto, para que el pueblo de Dios se encuentre en un estado aceptable delante de él, en el que puedan glorificarlo en su cuerpo y espíritu, los cuales le pertenecen a él, deben interesarse celosamente por negar la gratificación de sus apetitos, y ejercer temperancia en todas las cosas. Entonces podrán comprender la verdad en su belleza y claridad, y practicarla en sus vidas, y por su conducta juiciosa, sabia y honesta, no darles a los enemigos de nuestra fe ninguna ocasión para reprochar la causa de la verdad.
Dios requiere de todos los que creen en la verdad, que hagan esfuerzos especiales y perseverantes para colocarse en la mejor condición posible de salud física, porque ante nosotros se extiende una obra solemne e importante. Para ella se requiere salud física y mental; es tan esencial para adquirir una experiencia religiosa saludable, y para avanzar en la vida cristiana y progresar en la santidad como la mano o el pie lo es para el cuerpo humano. Dios requiere de su pueblo que se limpien de toda inmundicia de la carne y el espíritu, perfeccionando la santidad en el temor del Señor. Todos los que sean indiferentes y se excusen de esta obra, esperando que el Señor haga por ellos lo que él requiere que hagan por sí mismos, serán hallados faltos cuando los mansos de la tierra, que habrán sido forjados por sus juicios, sean escondidos en el día de la ira del Señor.
Se me mostró que si el pueblo de Dios no hace ningún esfuerzo de su parte, sino que esperan que el refrigerio venga sobre ellos y les quite sus defectos y corrija sus errores; si dependen de eso para ser limpiados de contaminación de la carne y el espíritu y ser preparados para participar en el fuerte clamor del tercer ángel, serán hallados faltos. El refrigerio o poder de Dios viene únicamente sobre los que se han preparado para recibirlo, al hacer la obra que Dios les ordena; a saber, limpiarse de toda impureza de la carne y el espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
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Se me mostró que en ciertos rasgos el caso de mi esposo es similar al de quienes esperan el refrigerio. Si espera que el poder de Dios venga a su cuerpo, si quiere sentir que ha sido restaurado antes de hacer un esfuerzo de acuerdo con su fe, diciendo: Cuando el Señor me sane voy a creer, y entonces haré esto o aquello, corre el riesgo de quedarse esperando sin efectuar ningún cambio, porque el cumplimiento de la promesa de Dios lo realizan sólo los que creen y luego obran de acuerdo con su fe. Vi que él debe creer la palabra de Dios, que sus promesas son para que él las reclame, y que nunca, no, nunca fallarán. Necesita adelantarse por fe, confiando en las evidencias que Dios se ha complacido en proporcionar, y trabajar tanto como le sea posible, hasta llegar a ser un hombre sano. Dijo el ángel: “Dios lo sostendrá. Su fe debe perfeccionarse por las obras, porque la fe sola está muerta. Debe ser sustentada por las obras. La fe viva siempre se manifiesta por las obras”.
Vi que mi esposo se sentiría inclinado a retraerse de hacer esfuerzos de acuerdo con su fe. El temor y la ansiedad con respecto a su propio caso lo han hecho tímido. Mira las apariencias, las sensaciones desagradables de su cuerpo. Dijo el ángel: “Los sentimientos no son lo mismo que la fe. La fe consiste sencillamente en creer en lo que Dios dice”. Vi que, en el nombre y la fortaleza de Dios mi esposo debía resistir la enfermedad y, por el poder de su voluntad, elevarse por encima de sus sentimientos debilitados. Debe afirmar su libertad, en el nombre y por la fortaleza del Dios de Israel. Debe cesar de pensar y hablar de sí mismo tanto como pueda. Debiera mantenerse contento y feliz.
Vi, el 25 de diciembre de 1865, como lo he visto muchas veces antes, que el pastor F había errado a menudo, y había causado mucho daño por su conducta precipitada e incomprensiva para con los que suponía estar en el error. Yo había visto a menudo que su obra debía confinarse a los campos nuevos, y que cuando reuniera una compañía en torno a la verdad presente, debía dejar en manos de otros la obra de disciplinarla, ya que su trato, bajo la influencia de su espíritu impulsivo, su falta de paciencia y de juicio, lo descalificaba para esta obra.
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Presentaré aquí el testimonio que recibí para el Hno. F, escrito el 26 de diciembre de 1865, para revelar lo que vi en su caso, y por la aplicación general que se puede hacer de buena parte del testimonio; además, porque no ha demostrado ninguna reacción, declarando sólo ante otros que en esa visión el Señor había reconvenido a mi esposo por sus expresiones “hirientes y crueles”. Deseo agregar aquí que otra razón de dar el siguiente testimonio es que nuestros hermanos comprendan mejor que la obra del Hno. F es en campos nuevos, y que no deben colocar tentaciones en su camino para hacerlo dejar su trabajo, urgiéndolo a laborar aquí y allá entre las iglesias, o a instalarse en un lugar u otro.