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Describí en detalle el caso del hermano E y su familia porque ilustra la verdadera condición de muchas familias, y Dios quiere que se tome esto como escrito especialmente para su beneficio. Hay muchos más casos que podría señalar, pero ya he mencionado suficientes. Las jovencitas no están en general libres del crimen de la masturbación. Lo practican, y como resultado, sus organismos se están corrompiendo. Algunas que apenas están comenzando a ser mujeres corren el peligro de sufrir una parálisis cerebral. Ya sus facultades morales e intelectuales están debilitadas y entumecidas, mientras los instintos animales están logrando mayor ascendencia y corrompiendo el cuerpo y el alma. Los jóvenes, ya sean varones o señoritas, no pueden ser cristianos a menos que cesen por completo de practicar este infernal vicio, que destruye el alma y el cuerpo.
Muchos de los jóvenes están deseosos de leer. Leen todo lo que les llega a sus manos. Las emocionantes historias de amor y las imágenes impuras tienen una influencia corruptora. Muchos se dedican a leer novelas con avidez y, como resultado, su imaginación se contamina. En los trenes, frecuentemente se hace circular para la venta fotografías de mujeres desnudas. Además, estas desagradables imágenes también se encuentran en salones de fotografía, y cuelgan de las paredes de los locales que venden grabados. Esta es una era rebosante de corrupción. Los placeres de la vista y las pasiones corruptas se estimulan por la observación y la lectura. El corazón se corrompe por medio de la imaginación. La imaginación se complace en contemplar escenas que despiertan las pasiones más bajas e inferiores. Estas imagenes viles, vistas a través de la imaginación contaminada, corrompen la moral y preparan a los engañados y embelezados seres a dar rienda suelta a sus pasiones concupiscentes. Luego siguen pecados y crímenes que arrastran a seres formados a la imagen de Dios a nivel de bestias, sumergiéndolos al final en la perdición. Evitad leer y ver cosas que sugieran pensamientos impuros. Cultivad las facultades morales e intelectuales. No dejéis que estas nobles facultades se debiliten y perviertan por la mucha lectura aun de libros de cuentos. Conozco a mentes fuertes que fueron desequilibradas y parcialmente entumecidas, o paralizadas, por la intemperancia en la lectura. y las figuras impuras tienen una influencia corruptora. Muchos se dedican a leer novelas con avidez y como resultado, su imaginación se contamina. Fotografías de mujeres desnudas frecuentemente circulan para la venta. Además, estas desagradables fotografías también se encuentran en salones de fotografía, y cuelgan de las paredes de los locales que venden grabados. Esta es una era rebosante de corrupción. Los placeres de la vista y las pasiones corruptas se estimulan por la observación y la lectura. El corazón se corrompe por medio de la imaginación. La imaginación se complace en contemplar escenas que despiertan las pasiones más bajas e inferiores. Estas imagenes viles, vistas a través de la imaginación contamina, corrompen la moral y preparan a los engañados y embelezados seres a dar rienda suelta a sus pasiones concupiscentes. Luego siguen pecados y crímenes que arrastran a seres formados a la imagen de Dios a nivel de bestias, sumergiéndolos al final en la perdición. Evitad leer y ver cosas que sugieran pensamientos impuros. Cultivad las facultades morales e intelectuales. No dejéis que estas nobles facultades se debiliten y perviertan por la mucha lectura aun de libros y cuentos. Conozco a mentes fuertes que fueron desequilibradas y parcialmente entumecidas, o paralizadas, por practicar la intemperancia en la lectura.
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Hago una apelación a los padres para que controlen las lecturas de sus hijos. La mucha lectura sólo les hace daño. Especialmente no permitáis que haya en vuestras mesas revistas y diarios donde se encuentren cuentos de amor. Es imposible para los jóvenes poseer una mente sana y correctos principios religiosos a menos que disfruten de la lectura de la Palabra de Dios. Este libro contiene lo más interesante de la historia, señala el camino de la salvación por medio de Cristo, y es su guía hacia una vida más elevada y mejor. Todos ellos lo reconocerían como el libro más interesante que alguna vez hayan leído, si su imaginación no estuviera pervertida por relatos emocionantes y ficticios. Vosotros que esperáis que vuestro Señor venga por segunda vez a cambiar vuestros cuerpos mortales, y a transformarlos de acuerdo con su muy glorioso cuerpo, debéis elevaros a un plano de acción más alto. Debéis obrar desde una mira más alta que la que habéis tenido hasta ahora, o no os contaréis entre los que han de recibir el toque final de inmortalidad.
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El verdadero amor en el hogar
Hermano M,
Se me mostró en el Centro Adams que usted no dio muestras de un espíritu generoso mientras estuvo en el Instituto; no ejerció la influencia que debiera haber ejercido. Podría haber dejado que su luz brillara allí; pero no lo hizo así. A menudo descuidaba sus obligaciones por ir en pos de las diversiones. Usted fracasó en atender y llevar adelante sus responsabilidades. No disfruta del ejercicio activo. Le complace su comodidad; usted y el trabajo intenso están en desacuerdo. Esto es egoísta. Permitió que la propiedad del Instituto se deteriorara y destruyera, cuando era su misión hacer que se mantuviera en buen estado, y que todo estuviera en orden y se preservara, con mayor interés y cuidado que si fuera suyo y propio. Usted fue un mayordomo infiel. Cada vez que usted se permitía tomar parte en diversiones, jugando croquet o algo parecido, estaba usando tiempo por el cual se le pagaba y que no le pertenecía. Su situación hubiera sido tan inexcusable si hubiese tomado dinero que no ha ganado y se hubiera apropiado de él.
Los hermanos Loughborough, Andrews, Aldrich, y otros no lo conocían. Lo estimaban a usted demasiado. Usted no podía ocupar el lugar para el que lo emplearon. Utilizaron un criterio errado cuando le pagaron un precio tan alto por su trabajo. Usted no ganaba el dinero que recibía. Era muy lento y le faltaba mucha energía. No ponía el interés suficiente en su trabajo y no estaba alerta para ver y hacer lo necesario, y descuidó terriblemente las cosas.
Hermano mío, usted está alejado de Dios; se está descarriando. No posee un noble valor moral. Usted se rinde ante sus propios deseos en lugar de negar el yo. Al buscar la felicidad, ha asistido a lugares de diversión que Dios no aprueba, y al hacer esto ha debilitado su propia alma. Hermano mío, usted tiene mucho que aprender. Complace su apetito al ingerir más alimentos que los que su organismo puede convertir en sangre. Es un pecado ser intemperante en la cantidad de alimentos ingeridos, aun cuando la calidad no pueda objetarse. Muchos piensan que, si no comen carne y los alimentos más vulgares, pueden ingerir alimentos sencillos hasta hartarse. Esto es un error. Muchos profesos partidarios de la reforma pro salud no son nada más que glotones. Colocan en los órganos digestivos una carga tan grande que agota la vitalidad del organismo en el esfuerzo de digerirla. También tiene una influencia depresiva en el intelecto, pues se requiere la energía nerviosa del cerebro para ayudar al estómago en su obra. El comer en exceso aun de los alimentos más sencillos, entumece los delicados nervios del cerebro y debilita su vitalidad. El comer en demasía tiene un efecto peor sobre el organismo que el trabajar en exceso; la intemperancia en el comer postra más efectivamente las energías del alma que la intemperancia en el trabajo.
losque su organismo puede convertir en sangre. Es un pecado ser intemperante en la cantidad de alimentos ingeridos, aun cuando la calidad no pueda objetarse. Muchos piensan que, si no comen carne y los alimentos más vulgares, pueden ingerir alimentos sencillos hasta hartarse. Esto es un error. Muchos profesos partidarios de la reforma pro salud no son nada más que glotones. Colocan en los órganos digestivos una carga tan grande que agota la vitalidad del organismo en el esfuerzo de digerirla. También tiene una influencia depresiva en el intelecto, pues se requiere la energía nerviosa del cerebro para ayudar al estómago en su obra. El comer en exceso aun de los alimentos más sencillos, entumece los delicados nervios del cerebro y debilita su vitalidad. El comer en demasía tiene un efecto peor sobre el organismo que el trabajar en exceso; la intemperancia en el comer postra más efectivamente las energías del alma que la intemperancia en el trabajo.
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Los órganos digestivos nunca debieran recargarse con una cantidad o calidad de alimentos que le será difícil digerir. Todo lo que se ingiere en mayor cantidad que la que el organismo pueda usar para convertir en buena sangre, obstruye la maquinaria; pues no puede convertirse ni en músculo ni en sangre, y su presencia recarga el hígado y enferma el organismo. El estómago trabaja en exceso en su esfuerzo por digerir estos alimentos y luego hay una sensación de languidez, que se interpreta como apetito; y sin permitir que los órganos digestivos se tomen tiempo para descansar de su duro trabajo, y reponer energías, se ingiere otra cantidad exagerada, y se pone nuevamente en movimiento la agotada maquinaria. El organismo se nutre más deficientemente ingiriendo demasiada cantidad de alimentos, aunque sean de buena calidad, que ingiriendo una cantidad moderada en períodos regulares.
Hermano mío, su cerebro está entumecido. Un hombre que ingiere la cantidad de alimentos que usted ingiere debiera ocuparse en un trabajo físico. El ejercicio es importante para la digestión y para la salud del cuerpo y la mente. Usted necesita ejercicio físico. Se mueve y actúa como si fuera de madera, como si no fuera ágil. Lo que usted necesita es un ejercicio saludable y activo. Esto fortalecerá su mente. No se debiera estudiar ni practicar un ejercicio violento inmediatamente después de una comida completa; esto sería una violación de las leyes del organismo. Inmediatamente después de comer la energía nerviosa está sobrecargada. La energía del cerebro debe tomar una parte activa ayudando al estómago; por consiguiente, cuando la mente o el cuerpo están abrumados después de una copiosa comida, se dificulta el proceso de la digestión. La vitalidad del organismo, que se necesita para trabajar en una dirección, es desviada y se la hace trabajar en otro sentido.
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Usted necesita ejercer la temperancia en todas las cosas. Cultive las facultades superiores, y las tendencias animales se desarrollarán con menos vigor. Es imposible para usted aumentar su fortaleza espiritual mientras su apetito e instintos no estén bajo un perfecto control. El inspirado apóstol dice: “Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”. 1 Corintios 9:27.
Hermano mío, despierte, le ruego, y deje que la obra del Espíritu de Dios penetre lo superficial y llegue más profundamente; permítale llegar a las profundas motivaciones de cada acción. Lo que se necesita son principios, firmes principios, y vigor en la acción tanto en las cosas espirituales como en las materiales. Sus esfuerzos carecen de firmeza. ¡Oh, cuántos ocupan lugares inferiores en la escala de espiritualidad porque no controlan su apetito! El comer en exceso entumece y casi paraliza la energía nerviosa del cerebro. Cuando estos van a la casa de Dios el sábado, no pueden mantener abiertos los ojos. Los llamados más fervientes no logran despertar sus lentos e insensibles intelectos. La verdad puede presentarse con profundo sentimiento, pero no despierta las facultades morales ni ilumina el entendimiento. ¿Se han empeñado estos en glorificar a Dios en todas las cosas?
Es imposible tener una concepción clara de las cosas eternas a menos que la mente se espacie en contemplar temas elevados. Todas las pasiones deben sujetarse a las facultades morales. Cuando los hombres y las mujeres profesan una firme fe y una ferviente espiritualidad, sé que su profesión de fe es falsa si no ejercen control sobre todas sus pasiones. Dios requiere esto. La razón por la que prevalece tal oscuridad espiritual es que la mente se satisface con un bajo nivel y no se eleva en puros y santos canales celestiales.
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Vi que en su relación con su familia, hermano M, usted no era feliz. Su esposa y usted se sienten desalentados. Su esposa esperaba encontrar en usted a una persona más noble y refinada. Se siente muy infeliz. Tiene un alto grado de orgullo. Sus familiares por parte de su madre son naturalmente diligentes, pero orgullosos y aristocráticos. Ella en buena medida comparte estos razgos de carácter. No es expresiva. No es natural en ella acercarse y manifestar afecto. Considera que la manifestación del afecto entre el esposo y la esposa son debilidades y niñerías. Tiene la sensación de que si favoreciera la expresión del afecto, no se le respondería con un amor refinado y elevado, sino con sentimientos de un orden inferior; que estos se fortalecerían, en vez del amor puro, profundo y santo.
Su esposa debiera hacer grandes esfuerzos para salir de su retraída y decorosa reserva, y cultivar la sencillez en todas sus acciones. Y cuando se despierten en usted las facultades más elevadas, y se fortalezcan por el ejercicio, comprenderá mejor las necesidades de las mujeres; comprenderá que el alma anhela un amor de una clase más elevada, más pura que la de los bajos instintos animales. Estas pasiones se han fortalecido en usted porque usted las ha favorecido y ejercitado. Si ahora en el temor de Dios usted mantiene el cuerpo en sujeción, y se acerca a su esposa con un amor puro y elevado, las necesidades de ella se verán satisfechas. Acéptela en su corazón; téngala en alta estima.
Usted se ha exaltado y se ha colocado por encima de su esposa. No conoce su mala condición. Usted ha tenido en alta estima su experiencia religiosa y su progreso en la vida divina. Estas cosas han sido un obstáculo para su esposa, en vez de ayudarla. Ella temía por usted, temía que realmente no se conociera a sí mismo, y que fuera demasiado rápido. Vuestra unión no ha sido feliz. No se han adaptado el uno al otro. Su esposa tiene un temperamento tímido, temeroso y retraído. Usted ha fracasado completamente en entenderla. Ella duda y teme actuar por temor a extralimitarse. Necesita tener confianza en sí misma y debiera tratar de independizarse.
Hermano M, usted no logra fomentar la confianza de su esposa. Le falta cortesía y consideración constante y bondadosa por ella. Usted a veces le manifiesta amor, pero es un amor egoísta.
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No es un principio en usted, que alcance a lo profundo de sus acciones y las subyugue. No es un amor generoso, que lo inste a preocuparse por ella y a interesarse en tenerla cerca, mostrándole que prefiere su compañía a la de los demás. Usted ha ido en busca de diversiones, dejándola en casa sola y frecuentemente triste. Usted siguió este proceder antes de mudarse a este lugar y ha continuado de este modo desde entonces, aunque en menor grado por faltarle la oportunidad o no encontrar excusas.
Su esposa rehusaría dejarle ver que ella observó sus deficiencias. Ella le teme. Si usted hubiera poseído un amor genuino, como el que requiere un temperamento como el de ella, hubiera encontrado una actitud favorable en su corazón. Usted es demasiado frío y formal. A veces le ha manifestado afecto, pero no ha despertado su amor a cambio de él porque usted no ha sido cortés y atento, y no ha demostrado amorosa consideración por su esposa, ni se ha interesado en su felicidad. Demasiadas veces usted se ha sentido libre para salir de paseo en busca de su propio placer sin consultar para nada el de ella o su felicidad.
El amor puro y verdadero es precioso. Ejerce influencia celestial. Es profundo y constante. No es espasmódico en sus manifestaciones. No es pasión egoísta. Lleva fruto. Lo llevará a esforzarse constantemente por hacer feliz a su esposa. Si usted tiene este amor, le resultará natural hacer este esfuerzo. No le parecerá forzado. Si sale a dar un paseo o para asistir a una reunión le resultará muy natural elegir a su esposa para que lo acompañe y tratar de hacerla feliz con su compañía. Usted considera que la espiritualidad de ella es inferior a la suya, pero ví que Dios se complace más con el espíritu de ella que con el suyo. Usted no es digno de su esposa. Ella es demasiado buena para usted. Ella es una planta delicada y sensible; necesita que se la cuide con ternura. Ella desea sinceramente hacer la voluntad de Dios. Pero tiene un espíritu orgulloso, es tímida y trata de evitar el reproche. Es tremendo para ella que se le haga una observación o indicación. Ame, honre, y halague a su esposa, en cumplimiento del voto matrimonial, y ella saldrá de esa posición reticente y desconfiada que le es natural.
Dejad que una mujer se dé cuenta de que su esposo la aprecia y de que es preciosa para él, no simplemente porque es útil y conveniente en la casa, sino porque es una parte de él mismo, y ella responderá a su afecto y reflejará el amor que se le brinda. Haga que su esposa sea el objeto de su atención especial y sincera. Cuando sus sentimientos sean los que Dios requiere, usted se sentirá perdido sin la presencia de su esposa. Usted piensa que la fe de ella no tiene valor, sin embargo responderá antes que la fe que usted posee.
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Hermano M, usted no logra entender el corazón de una mujer. No es capaz de descubrir la causa a partir del efecto. Sabe que su esposa no está tan alegre y feliz como usted desea verla, pero no investiga la causa. No analiza su comportamiento para ver si la dificultad se encuentra en usted. Ame a su esposa. Está sedienta de un amor profundo, verdadero y elevador. Dele pruebas tangibles de que aprecia y retribuye su cuidado e interés en usted, demostrado en su preocupación por su comodidad. Consulte su opinión y busque su aprobación en todo lo que hace. Respete su criterio. No crea que usted sabe todo lo que es digno de saberse.
Un hogar en el que el amor está presente, donde el amor se expresa en palabras y miradas y hechos, es un lugar donde los ángeles se complacen en manifestar su presencia, y santificar la escena con rayos de luz de gloria. Allí las humildes tareas del hogar son atractivas. Ninguna de las obligaciones de la vida será desagradable para su esposa en tales circunstancias. Las cumplirá con alegría de espíritu y será como un rayo de luz para con todos los que la rodean, y cantará en su corazón al Señor. Actualmente siente que no tiene el afecto de su corazón. Usted le ha dado razón para que así lo sienta. Usted cumple con sus obligaciones como cabeza de la familia, pero le falta algo. Está seriamente desprovisto de la preciosa influencia del amor, que motiva a una conducta bondadosa. El amor debiera verse en la actitud y modales, y escucharse en el tono de la voz.
Su esposa no se atreve a abrir su corazón a usted; pues tan pronto como ella expresa un sentimiento diferente del suyo, usted lo rechaza. Usted habla tan firmemente que ella no tiene valor de agregar ni una palabra. No sois uno de corazón. Usted se coloca por encima de ella y mantiene una actitud como si el criterio y la opinión de ella no tuvieran valor. Usted considera que sus logros espirituales son mucho mejores que los de ella. Hermano mío, usted no conoce su condición real. Dios mira el corazón, no las palabras o la profesión de fe. Las apariencias no tienen la misma importancia para Dios que para los hombres. Dios valora el corazón humilde y el espíritu contrito. Nuestro Salvador conoce la vida y conflictos de cada alma. No juzga de acuerdo con las apariencias, sino con justicia.
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Usted tiene un carácter fuerte. Cuando usted toma una decisión lo hace precipitadamente y no considera las consecuencias de mantener su posición y de introducirla independientemente en sus oraciones y conversación, cuando usted sabe que su esposa no comparte su opinión. En vez de respetar los sentimientos de su esposa, y amablemente evitar, como lo haría un caballero, los temas en los que difieren, usted ha sido el primero en detenerse en los puntos en disputa, y ha insistido en expresar sus puntos de vista sin importarle los que lo rodean. Usted ha considerado que los demás no tenían el derecho de ver las cosas de un modo distinto. Sin embargo, necesita entender que el árbol cristiano no da este tipo de fruto.
En el caso de la hermana N, usted no comprendió bien las cosas. Si ella hubiese sido sanada en respuesta a las oraciones suyas y de otros, esto hubiera significado la ruina para más de dos o tres de vosotros. Un Dios sabio se preocupaba de este asunto. Podía leer los motivos y los propósitos del corazón, aunque los demás los ignoraran.
Su esposa tiene tanto derecho como usted a tener sus opiniones. La relación del matrimonio no destruye su identidad. Ella tiene una responsabilidad individual. Usted no se sentirá tranquilo hasta que deje el camino libre a su esposa y se manifieste hacia ella más tolerante, con un espíritu paciente como el de Cristo, y juzgue a los demás con el criterio con el que desea ser juzgado. Todavía debe prestar oído a la exhortación: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”. Filipenses 2:3. “Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor”.