Testimonios para la Iglesia, Vol. 2, p. 356-364, día 111

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Tenéis que abocaros a la obra de poner vuestra casa en orden. Los ángeles puros y santos no pueden sentir placer en llegar a una casa donde se práctica tanta iniquidad. Estáis dormidos en vuestros puestos. Cosas de menor importancia han ocupado vuestras mentes excluyendo así asuntos de mayor trascendencia. Buscar el reino de los cielos y su justicia debiera ser la principal ocupación en vuestras vidas; entonces tenéis la promesa de que todas las cosas os serán añadidas. Aquí es donde habéis fracasado en vuestra familia. Si hubierais luchado para que vosotros y los vuestros pudieran entrar por la puerta estrecha, os hubierais empeñado en recoger cada rayo de luz que el Señor permitió que brillara en vuestra senda, y lo hubierais atesorado y hubierais caminado en él. 

No habéis prestado atención a la luz que el Señor os ha dado por gracia en cuanto a la reforma pro salud. Habéis sentido el deseo de levantaros en contra de ella. No le habéis dado ninguna importancia ni habéis encontrado la razón para recibirla. No habéis estado dispuestos a controlar vuestro apetito. No podíais ver cuán sabio era Dios al brindaros luz en cuanto al control del apetito. Sólo veíais la desventaja de no complacer el gusto. El Señor ha hecho brillar su luz sobre nosotros en estos últimos días, a fin de que en alguna medida puedan disiparse la lobreguez y oscuridad que se han estado acumulando en las generaciones pasadas por causa de la complacencia en el pecado, y pueda disminuirse la secuela de males que son el resultado de la intemperancia en el comer y el beber. 

El Señor en su sabiduría planeó guiar a su pueblo a una posición tal que estuviera separado del mundo en espíritu y práctica, para que sus hijos no pudieran ser arrastrados tan fácilmente a la idolatría ni se mancharan con las predominantes corrupciones de esta era. Es el designio de Dios que los padres creyentes y sus hijos se destaquen como representantes vivientes de Cristo, candidatos para la vida eterna. Todos los que son partícipes de la naturaleza divina escaparán a la corrupción que está en el mundo por la concupiscencia. Es imposible para los que son complacientes con el apetito lograr la perfección cristiana. No podéis despertar la conciencia moral de vuestros hijos mientras no seáis cuidadosos en la selección de sus alimentos. Las mesas que los padres habitualmente preparan para sus hijos son una trampa para ellos. Su régimen no es sencillo, y no está preparado de una manera saludable. Los alimentos son frecuentemente condimentados e irritantes y así tienden a inflamar y excitar las tiernas membranas del estómago. Las propensiones animales se fortalecen y predominan, mientras las capacidades morales e intelectuales se debilitan y llegan a supeditarse a los instintos más bajos. Debierais estudiar cómo preparar un régimen sencillo pero nutritivo. Las carnes y las tortas y pasteles condimentados preparados con cualquier tipo de especias, no constituyen el régimen más saludable y alimenticio. No debierais colocar huevos sobre vuestras mesas.* Son perjudiciales para vuestros hijos. Las frutas y los cereales, preparados en la forma más sencilla, son los alimentos más saludables, nutrirán el cuerpo de la mejor manera y, al mismo tiempo, no menoscabarán el intelecto. 

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La regularidad en las comidas es muy importante para la salud del cuerpo y la serenidad de la mente. Vuestros hijos debieran comer sólo en las comidas regulares. No se les debiera permitir apartarse de esta regla fija. Cuando usted misma, hermana E, está ausente de casa, no puede controlar estos asuntos importantes. Ya su hijo mayor ha debilitado todo su organismo, el cual siempre ha de ser campo propicio para la enfermedad. Su segundo hijo está siguiendo de cerca los pasos de su hermano, ninguno de sus hijos está a salvo de este mal. 

Es probable que os sea imposible conocer los verdaderos hábitos de vuestros hijos. Los que practican el vicio secreto siempre engañan y mienten. Vuestros hijos pueden engañaros, pues no estáis en condiciones de daros cuenta si tratan de desorientaros. Habéis sido enceguecidos por el enemigo durante tanto tiempo que apenas os queda un rayo de luz para iluminar la oscuridad. Tenéis una grande, solemne e importante tarea que hacer inmediatamente: poner vuestros propios corazones y hogares en orden. El único proceder seguro para vosotros es poner manos a la obra. No os engañéis creyendo que, después de todo, se os ha presentado este asunto con un énfasis extremo. No he exagerado la nota. He presentado hechos que serán probados en el juicio. ¡Despertad! ¡Despertad, os imploro, antes que sea demasiado tarde para corregir los errores, y vosotros y vuestros hijos perezcáis en la ruina general! Dedicaos a esta solemne obra y atraed en vuestra ayuda todo rayo de luz que podáis recoger de entre los que alguna vez brillaron en vuestro camino y que no habéis apreciado, y con la ayuda de la luz que ahora recibís, comenzad una investigación de vuestra vida y carácter como si estuvierais delante del tribunal de Dios. “Os ruego… que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma” (1 Pedro 2:11), es la exhortación del apóstol. El vicio y la corrupción abundan en todos, y a menos que tengáis un poder sobrehumano en que confiar para resistir una corriente tan poderosa del mal, seréis vencidos y arrastrados por la corriente hacia la perdición. Sin santidad ningún hombre verá a Dios. inmediatamente: poner vuestros propios corazones y hogares en orden. El único proceder seguro para vosotros es poner manos a la obra. No os engañéis creyendo que, después de todo, se os ha presentado este asunto con un énfasis extremo. No he exagerado la nota. He presentado hechos que serán probados en el juicio. ¡Despertad! ¡Despertad, os imploro, y antes que sea demasiado tarde para corregir los errores, y vosotros y vuestros hijos perezcáis en la ruina general! Dedicaos a esta solemne obra y atraed en vuestra ayuda todo rayo de luz que podáis recoger de entre los que alguna vez brillaron en vuestro camino y que no habéis apreciado, y con la ayuda de la luz que ahora recibís, comenzad una investigación de vuestra vida y carácter como si estuvierais delante del tribunal de Dios. “Os ruego… que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma” (1 Pedro 2:11), es la exhortación del apóstol. El vicio y la corrupción abundan en todos, y a menos que tengáis un poder sobrehumano en que confiar para resistir una corriente tan poderosa del mal, seréis vencidos y arrastrados por la corriente hacia la perdición. Sin santidad ningún hombre verá a Dios.

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El Señor está probando y examinando a su pueblo. Angeles de Dios están observando el desarrollo del carácter y sopesando el valor moral. El tiempo de gracia casi ha terminado, y vosotros no estáis listos. ¡Oh, que estas amonestaciones puedan llegar a encender vuestras almas! ¡Preparaos! ¡Preparaos! Trabajad mientras dure el día, pues viene la noche cuando nadie puede trabajar. Se dará la orden: El que es santo sea santo todavía; y el que es inmundo sea inmundo todavía. Se decidirá el destino de todos. Unos pocos, sí, sólo unos pocos de entre el gran número de habitantes de la tierra serán salvados para vida eterna, mientras que las masas que no han perfeccionado sus almas en la obediencia de la verdad serán destinadas a la segunda muerte. ¡Oh, Salvador, salva lo adquirido por tu sangre! Es el clamor de mi angustiado corazón. 

Tengo un gran temor por vosotros y por los muchos que profesan creer en la verdad en _____. ¡Oh, escudriñad diligentemente vuestros propios corazones, y llevad a cabo una obra completa para el juicio! Siento dolor en mi corazón cuando pienso cuántos hijos de padres observadores del sábado están arruinando sualma y su cuerpo con el vicio secreto. Cerca de vosotros hay una familia que revela sus malos hábitos en sus cuerpos tanto como en sus mentes. Estos niños están en la senda que los llevará directamente a la perdición. Ellos mismos están degradados, y han instruido a muchos otros en este vicio. El muchacho mayor está disminuido, física y mentalmente, por entregarse a este vicio. La poca inteligencia que le ha quedado es de una calidad inferior. Si continúa con esta práctica viciosa llegará a transformarse en un disminuido mental. Cada acto de complacencia en este vicio por parte de los niños que ya están desarrollados es un terrible mal y producirá resultados terribles, debilitando el organismo y menoscabando el intelecto. Pero en los que se complacen en este vicio corruptor antes de completar su desarrollo, los efectos resultan más claramente evidentes, y la recuperación es casi imposible. El cuerpo es débil y poco desarrollado; lo músculos son flácidos; los ojos se empequeñecen y a veces se hinchan; la memoria los traiciona y es selectora; y aumenta la incapacidad para concentrar la mente en el estudio. 

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A los padres de estos niños les diría: Habéis traído hijos al mundo sólo para ser una maldición para la sociedad. Son indóciles, arrebatados, pendencieros y depravados. Ejercen una influencia corruptora sobre los demás. Llevan la impronta del carácter del padre, de sus bajas pasiones. Se refleja en ellos su temperamento irritable y violento. Estos padres hace mucho tiempo que debieran haberse mudado al campo, separándose así y apartando a sus hijos de la sociedad que no los podía beneficiar sino que sólo los perjudicaría. El trabajo constante en la granja hubiera sido una bendición para estos niños, y el estar continuamente ocupados, según sus fuerzas, les hubiera brindado menos oportunidades de corromper sus propios cuerpos por medio de la masturbación, y les hubiera impedido instruir a muchos en esta infernal práctica. El trabajo es una gran bendición para los niños, especialmente para aquellos cuyas mentes tienden naturalmente al vicio y a la depravación. 

Estos niños han esparcido más vicio en _____ que el que han podido contrarrestar todos los esfuerzos unidos de los ministros y de la gente que profesa santidad. Muchos de los que han aprendido de vuestros hijos irán a la perdición antes que puedan controlar sus instintos y cesar en la complacencia de este pecado. Una mente corrupta puede sembrar más semillas de maldad en un corto período que las que muchos pueden desarraigar en toda una vida. Vuestros hijos son objeto de escarnio en labios de los que blasfeman la verdad. Estos son los hijos de los observadores del sábado, pero son peores que los hijos de los mundanos en general. Son menos refinados y tienen menos dignidad. El hermano F no ha honrado la causa de Dios. Su carácter impetuoso e influencia en general no han sido elevadores, sino degradantes. Su falta de juicio y delicadeza han desacreditado la causa de Dios. Hubiera sido mucho mejor para la causa de la verdad si su familia se hubiera mudado hace mucho tiempo a un lugar menos importante, donde hubieran estado más aislados y su influencia se hubiera sentido menos. Sus hijos han vivido a la luz de la verdad y han tenido privilegios que sólo pocos niños tuvieron; no obstante no se han beneficiado todo este tiempo, sino que mientras crecían se han afirmado más y más en su depravación. Su alejamiento sería una bendición para la iglesia y para la sociedad, y para toda la familia. Dedicarse a trabajar la tierra regularmente sería una bendición para el padre y los hijos si aprovecharan las ventajas de la vida de campo. 

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Vi que la familia del hermano G necesita que se haga una gran obra en su favor. H e I han llegado a extremos en el delito de la masturbación; esto es especialmente aplicable a H, quien ha ido tan lejos en la práctica de este pecado que su intelecto se vio afectado, su vista está debilitada, y su organismo se está decididamente enfermando. Satanás tiene un control casi completo de la mente de este pobre muchacho, pero sus padres no están lo suficientemente despiertos como para ver el mal y sus resultados. Su mente está degradada, su conciencia endurecida, su capacidad moral entumecida, y será una víctima fácil para las malas compañías que lo llevarán al pecado y al crimen. Hermano y hermana G, despertad, os ruego. No habéis recibido la luz de la reforma pro salud, no habéis actuado de acuerdo con ella. Si hubierais controlado vuestros apetitos os hubierais ahorrado mucho esfuerzo extra y perjuicio; y, lo que tiene mucho más amplias consecuencias, os hubierais mantenido en un mejor estado de salud física y con un mayor grado de capacidad intelectual para apreciar las verdades eternas; tendríais una mente más clara para juzgar las evidencias de la verdad y estaríais mejor preparados para dar razón de la esperanza que está en vosotros. Vuestros alimentos no son sencillos y saludables, del tipo que producirá la mejor clase de sangre. La sangre contaminada seguramente opacará las facultades morales e intelectuales, y fortalecerá los instintos más bajos de vuestro temperamento. Ninguno de vosotros dos puede permitirse un régimen irritante, por cuanto perjudica la salud del cuerpo y la prosperidad de vuestras propias almas y de las almas de vuestros hijos.

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Colocáis sobre vuestra mesa alimentos que recargan los órganos digestivos, excitan los instintos animales, y debilitan las facultades morales e intelectuales. Los alimentos condimentados y la carne no son beneficiosos para vosotros. Si sólo conocierais la naturaleza de la carne que coméis, si pudierais ver vivos a los animales de los que, una vez muertos, se extrae la carne, os apartaríais con repugnancia de las comidas con carne. Los animales cuya carne coméis están frecuentemente tan enfermos que, si se los dejara solos, morirían; pero mientras están con vida, se los mata y lleva al mercado. Ingerís directamente humores y venenos de la peor clase y sin embargo no os dais cuenta. Os gusta mucho complacer el apetito. Tenéis que aprender esta lección: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”.

Os suplico, por Cristo, que pongáis vuestra casa y vuestros corazones en orden. Que la verdad de origen celestial os eleve y santifique a vosotros, alma, cuerpo y espíritu. “Os ruego… que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma”. Hermano G, su modo de comer tiende a fortalecer los instintos más bajos. No controla su cuerpo como es su obligación con el fin de perfeccionar la santidad en el temor de Dios. Debe practicar la temperancia en el comer y luego podrá llegar a ser un hombre paciente. Recuerde que usted ha dejado en sus hijos, en un alto grado, la impronta de su propio carácter. Debiera controlarse, y no ser rudo, severo o impaciente. Trátelos con decisión, pero paciente, amante y compasivamente, como Jesús lo ha tratado a usted. Sea cuidadoso en cuanto a cómo censura. Tenga paciencia con sus hijos, no obstante póngales límites. Usted ha descuidado esto demasiado. No los ha corregido del modo correcto, al no tener un control perfecto de su propio carácter. Debe hacerse una gran obra en favor de ambos. 

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Hermano G, si usted hubiera avanzado lenta pero constantemente según sus fuerzas, de acuerdo con la luz que el Señor ha dado, él lo hubiera elegido como instrumento de justicia. Usted tiene talentos; tiene habilidad; puede trabajar para la gloria de Dios; pero no se ha rendido completamente al Señor. ¡Oh, si sólo ahora buscara la mansedumbre, la justicia de Cristo, para que pudiera estar protegido en el día de la tremenda ira del Señor! 

Mis queridos hermano y hermana, debierais empeñaros conjunta y perseverantemente en enmendar la mala conducción de vuestros hijos. La hermana G ha sido demasiado indulgente; no obstante, unidos y con amor podéis hacer mucho, aun ahora, para sujetar a vuestros hijos a vuestros corazones e instruirlos en la senda buena y justa. Tenéis la tarea de poner vuestros propios corazones y vuestra casa en orden. Debierais fomentar una acción armoniosa. La influencia transformadora del Espíritu de Dios puede hacer una gran obra en favor de ambos, y unirá vuestros corazones y esfuerzos en la obra de reforma en vuestra propia familia. Debieran cesar todo descontento, quejas e impaciente irritabilidad. Sus efectos han de debilitarlos a ambos y han de destruir la influencia que debéis ejercer si instruis exitosamente a vuestros hijos para el Cielo. 

Satanás ha ocupado el campo de batalla. Vuestros pobres hijos son sus cautivos; tiene el control de sus mentes y los está degradando. Sus facultades morales parecen estar paralizadas. Han practicado la masturbación y se han gloriado en sus iniquidades. Esta clase de muchachos son capaces de envenenar a todo un vecindario o comunidad, y su influencia perniciosa pondrá en peligro a todos los que estén en contacto con ellos en la escuela. Vuestros hijos son corruptos de cuerpo y mente. El vicio ha dejado sus marcas en vuestros hijos mayores. Están manchados, profundamente manchados por el pecado. Los instintos animales dominan mientras las facultades morales e intelectuales son débiles. Las pasiones más bajas se han fortalecido por el ejercicio, mientras la conciencia se ha endurecido y cauterizado. Esta es la influencia que el vicio tendrá sobre las facultades mentales. Los que se rinden y causan la ruina de sus propios cuerpos y mentes no paran aquí. Con el tiempo serán campo propicio para casi cualquier tipo de crimen, pues sus conciencias están cauterizadas. Los padres tienen sólo una conciencia parcial de sus responsabilidades como tales. Son remisos en el cumplimiento de su deber. No les enseñan a sus hijos la pecaminosidad de estos peligrosos hábitos que destruyen la virtud. Hasta que los padres no despierten, no hay esperanza para sus hijos.

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Podría mencionar el caso de muchos otros, pero me voy a abstener de hacerlo, con unas pocas excepciones. J es una compañía peligrosa. Practica este vicio. Su influencia es mala. La gracia de Dios no tiene ninguna influencia sobre su corazón. Es inteligente, y su padre confió en gran manera en que su intelecto lo equilibraría; pero la capacidad mental por sí misma no es garantía de una superioridad moral. La ausencia de principios religiosos lo hacen corrupto de corazón y artero en sus fechorías. Su influencia es perniciosa en todo lugar. Es infiel a sus principios y se gloría en su escepticismo. Cuando está con los de su edad, o con los más jóvenes que él, habla con autoridad de las cosas religiosas y se burla y habla despectivamente de la verdad y la Biblia. Este presunto conocimiento tiene una influencia corruptora en las mentes y lleva a los jóvenes a sentirse avergonzados de la verdad. Tales compañías debieran evitarse completamente, pues este es el único proceder seguro que nos hará estar a salvo. Las jóvenes se complacen en la compañía de este joven; aun algunas que profesan ser cristianas prefieren su compañía.

K es un joven que puede ser moldeado si se lo rodea de influencias correctas. Necesita un ejemplo correcto. Si los jóvenes que profesan ser cristianos honraran a Cristo en sus vidas, podrían ejercer una influencia tal que contrarrestaría la influencia perniciosa de jóvenes como J. Pero los jóvenes generalmente no son más religiosos que los que nunca han aceptado el nombre de Cristo. No se apartan de la iniquidad. Un joven listo e inteligente, como J, puede tener una influencia poderosa para el mal. Si esta inteligencia fuera controlada por la virtud y la rectitud, sería poderosa para el bien; pero si se inclina hacia lo depravado, no se puede estimar su mala influencia sobre sus amistades, y ciertamente lo sumirá en la perdición. Un buen intelecto corrompido genera un corazón muy malo. Un intelecto brillante, santificado por el Espíritu de Dios, ejerce una influencia oculta y difunde luz y pureza a todos aquellos con quienes su feliz poseedor se relaciona. 

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Si un joven de aptitudes mentales como J rindiera su corazón a Cristo, esto sería su salvación. Por medio de una religión pura su intelecto tomaría un camino sano; sus facultades mentales y morales se volverían vigorosas y armoniosas; la conciencia, iluminada por la gracia divina, sería ágil y pura, controlaría la voluntad y los deseos, y lo llevaría a actuar siempre con franqueza y rectitud. Sin los principios religiosos, este joven será astuto, artero, sagaz, de mal proceder, y envenenará a todos con quienes se relacione. Advierto a toda la juventud que se cuide de este joven si continúa teniendo en poco la religión y la Biblia. No podéis estar muy seguros en su compañía.

Al asociarse con los jóvenes que no ejercen una influencia correcta, L también se está corrompiendo. J y K no son compañías provechosas para él, pues se deja llevar fácilmente en la dirección equivocada. _____ no es el mejor lugar para él. Sus hábitos no son puros; práctica la masturbación. Por causa de esto y por su amor por las malas compañías, al final se debilitarán en él los deseos que ayudan a formar un carácter virtuoso y a asegurarse el Cielo. Los jóvenes que desean la inmortalidad deben detenerse donde estén y no permitirse ningún pensamiento o acto impuro. Los pensamientos impuros llevan a actos impuros. Si Cristo llega a ser el tema de contemplación, los pensamientos se apartarán abiertamente de todo asunto que lleve a actos impuros. La mente se fortalecerá al espaciarse en temas elevados. Si se la entrena y se la encauza en la senda de la pureza y la santidad, llegará a ser sana y vigorosa. Si se la entrena para dilatarse en temas espirituales, naturalmente tomará esa dirección. Pero no se puede atraer los pensamientos hacia las cosas celestiales sin ejercitar la fe en Dios y sin una intensa y humilde confianza en que él brindará fuerza y gracia suficientes para cada emergencia. 

Una vida pura y un carácter moldeado de acuerdo con el Modelo divino no se obtienen sin un intenso esfuerzo y firmes principios. Una persona vacilante no tendrá éxito en lograr la perfección cristiana. Tales personas serán pesadas en la balanza y encontradas faltas. Como león rugiente, Satanás está buscando su presa. Prueba sus astucias con cada joven desprevenido; hay seguridad sólo en Cristo. Es solamente a través de su gracia que puede repelerse con éxito a Satanás. Él les dice a los jóvenes que todavía hay tiempo suficiente, que pueden ceder ante el pecado y el vicio por esta vez y nunca más; pero el ceder una sola vez envenenará todas sus vidas. No os aventuréis ni una vez en tierra prohibida. En esta peligrosa era del mal, cuando todos se sienten atraídos por los vicios y la corrupción, que pueda elevarse al cielo el sincero y sentido clamor de los jóvenes: “¿Con qué limpiará el joven su camino?” Y que puedan sus oídos estar alerta y su corazón dispuesto a obedecer la instrucción contenida en la respuesta: “Con guardar tu palabra”. La única salvaguardia para el joven en esta era de contaminación es confiar en Dios. Sin la ayuda divina los jóvenes serán incapaces de controlar las bajas pasiones y los apetitos humanos. En Cristo se encuentra la ayuda necesaria, pero cuán pocos han de llegarse a él por esa ayuda. Jesús cuando estuvo en la tierra dijo: “No queréis venir a mí para que tengáis vida”. En Cristo todos pueden vencer. Podéis decir con el apóstol: “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” Romanos 8:37. Insiste: “Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre”. 1 Corintios 9:27. 

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