Es preciso que se mantenga el orden en las distintas instituciones de _____. Se debe erradicar la insubordinación. Nadie que habiendo sido instruido por padres observadores del sábado y gozado del privilegio de poder escuchar la vedad pero que, aun así, persista en su rebelión contra sus enseñanzas debe permanecer en la obra. Ninguna persona que hable con ligereza de ella o trate nuestra santa fe con menosprecio debe permanecer en la obra de Dios. Quienes a pesar de que han estado relacionados por tanto tiempo con la obra y han tenido múltiples oportunidades de aceptar nuestra fe, pero manifiestan oposición a la verdad deben ser apartados de la obra. Si persisten en menospreciar la luz y considerar la salvación como algo liviano, su influencia es contraria a la verdad. Esa misma indiferencia ejerce una influencia dañina cuyo resultado es el enfriamiento de la fe de los otros y su alejamiento de Dios. Los impenitentes y rebeldes no deben ocupar cargos que podrían ser desempeñados por personas que respeten la verdad y se rinden a la influencia del Espíritu de Dios porque están íntimamente vinculadas con su sagrada tarea.
La influencia de los jóvenes en la obra no es la que debiera. A y B, virtualmente, han trabajado contra la causa. La influencia de su conversación y de su comportamiento ha sido tal que ha desagradado a los que no creen y los ha alejado de nuestra fe y de Cristo. Los jóvenes que no escuchan las advertencias de la palabra de Dios y tratan con liviandad los Testimonios del Espíritu Santo no son más que una maldición viviente para la obra y deben ser apartados de ella.
Los jóvenes cuyas influencias son desmoralizadoras no tienen nada que ver con nuestro colegio. Aquellos que están poseídos por un sentimentalismo enfermizo y asisten a la escuela sólo como una oportunidad para flirtear e intercambiar atenciones inadecuadas deben ser sometidos a las más estrictas normas. Es preciso que se mantenga la autoridad. La justicia y la misericordia son hermanas gemelas e inseparables.
Si no se hacen esfuerzos para corregir el estado de cosas existente en _____, pronto se convertirá en un lugar donde reinarán la inmoralidad y la disipación. ¿Los padres y los responsables de nuestras instituciones permanecerán en la inactividad mientras Satanás se apodera de las mentes de nuestros hijos? Dios aborrece los pecados alimentados y disimulados por la iglesia, aceptados en la obra y protegidos bajo el tejado paterno. Que los padres, y aquellos que tienen autoridad, se pongan manos a la obra con sinceridad y purguen este mal de entre ellos.
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Vivimos en los últimos días. Juan exclama: “¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! Porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo”. Apocalipsis 21:12. Cristo es el único refugio en estos tiempos de peligro. Satanás está trabajando secretamente, en las tinieblas. Traicioneramente, aparta de la cruz a los seguidores de Cristo y los lleva a la autoindulgencia y a la perdición.
En _____ se encuentran intereses vitales. Satanás se opone a cualquier cosa que refuerce la causa de Cristo y debilite su poder. Se ha dedicado diligentemente a diseñar planes para socavar la obra de Dios. No descansa siquiera un momento porque ve que la justicia gana ascendencia. Tiene legiones de ángeles perversos que envía allí donde la luz del cielo brilla sobre las personas. Allí pone sus piquetes para apoderarse de todos los imprudentes, hombres, mujeres o niños, y forzarlos a servirlo.
El corazón de la obra está en _____. Al igual que el corazón humano impele la sangre de vida hacia todas las partes del cuerpo, así sucede con la gestión de ese lugar, que es el cuartel general de nuestra iglesia, la cual afecta a todo el cuerpo de creyentes. Si el corazón físico está sano, la sangre que envía por todo el sistema también está sana; pero si esta fuente es impura, todo el organismo cae enfermo por el veneno que lleva el fluido vital. Del mismo modo sucede con la iglesia. Si el corazón de la obra se corrompe, toda la iglesia, con sus distintos departamentos e intereses esparcidos por toda la faz de la tierra, sufrirá las consecuencias.
La obra capital de Satanás se encuentra en el cuartel general de nuestra fe. No ahorra esfuerzos para corromper a los hombres que ocupan cargos de responsabilidad y persuadirlos para que sean infieles en sus variadas tareas. Insinúa sus sospechas y celos en las mentes de aquellos cuyo negocio es cumplir fielmente la obra de Dios. Mientras Dios prueba a sus asistentes, preparándolos para sus puestos, Satanás hace lo indecible para engañarlos y tentarlos, para que no sólo se destruyan a sí mismos, sino que influyan en otros y los lleven a obrar el mal y perjudicar la gran obra. Recurre a todos los medios a su alcance para conseguir que se tambalee la confianza que el pueblo de Dios debe depositar en la voz de advertencia y reprobación por medio de la cual Dios desea purificar la iglesia y hacer prosperar su causa.
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El plan de Satanás es debilitar la fe del pueblo de Dios en los Testimonios. El siguiente paso será el escepticismo al respecto de los puntos vitales de nuestra fe, los pilares de nuestra posición. Seguirá la duda aun de las mismas Sagradas Escrituras y, finalmente, el descenso a la perdición. Cuando se duda de los Testimonios en los que una vez se creyó y se abandonan, Satanás sabe que los que han sido engañados no se detendrán y redobla sus esfuerzos hasta que desencadena la rebelión abierta, la cual se vuelve incurable y desemboca en la destrucción.
Satanás ha ganado una gran ventaja en _____ porque el pueblo de Dios no ha vigilado los destacamentos. Los mismos hombres sobre los cuales Dios había declarado que aceptaría su trabajo si se consagraban completamente, han sido víctimas del engaño, han fallado en el cumplimiento de sus deberes y se han mostrado como una terrible carga y desaliento, en lugar de la ayuda y la bendición que debieran haber sido. Ha faltado muy poco para que los hombres a los que se había confiado el campamento lo traicionaran y lo entregaran en manos del enemigo. Han abierto las puertas a un oponente astuto que ha deseado su destrucción.
Hombres de experiencia que, aunque han visto manos traicioneras que han quitado las trancas para que Satanás pueda entrar, se han mantenido impasibles, aparentemente indiferentes. Algunos se han alegrado de verlo porque parecía una atenuante de su anterior descuido, el cual había hecho necesaria la concurrencia de otros para cubrir los puestos de responsabilidad que habían sido descuidados o mal desempeñados. Esta falta de vigilancia por parte de los nuevos responsables parecía excusar la falta de fidelidad de los anteriores, a la vez que mostraba que aquellos eran completamente negligentes en el cumplimiento de su deber. Esas personas no se dan cuenta de que Dios los considera responsables de cada ventaja que obtiene el adversario, al cual se le ha permitido entrar en el campamento. La desolación y la ruina que siguen están a las puertas de los centinelas infieles, quienes, por causa de su negligencia, se convierten en agentes en manos del adversario para ganar almas para la destrucción. Los hombres que ocupan cargos de responsabilidad deben buscar la sabiduría y la dirección de Dios y no confiar en su propio juicio y conocimiento. Como Salomón, deben orar fervientemente para obtener fe y luz y Dios les dará generosas provisiones.
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Dios desea que su obra sea llevada a cabo con inteligencia, no desorganizadamente. Desea que se lleve a cabo con fidelidad y cuidadosa meticulosidad; sólo así Dios podrá poner su sello de aprobación sobre ella. Bendecirá y guiará a los que lo aman y andan con temor y humildad delante de él y los vinculará con el cielo. Si los obreros depositan en él su confianza, les dará sabiduría y corregirá sus enfermedades para que puedan ser capaces de desempeñar la obra del Señor con perfección.
Debemos revestirnos de la armadura y estar preparados para resistir con éxito todos los ataques de Satanás. Su malignidad y cruel poder no están valorados en su justa medida. Cuando ve frustrados sus planes, retrocede un poco, cambia de táctica y vuelve a atacar con nuevos prodigios destinados a seducir y destruir a los hijos de los hombres. Se debería advertir muy encarecidamente a los jóvenes contra su poder y, con paciencia y oración, enseñarles a soportar las pruebas que, sin duda, les llegarán en la vida. Deben ser guiados para que se aferren a la palabra de Dios y presten atención a los consejos.
Vivir la fe según los méritos del Redentor crucificado los llevará sanos y salvos a través del horno ardiente de la aflicción y las pruebas. Al igual que sucedió con los tres amigos de Daniel, el Cuarto los acompañará en el abrasador calor del horno ardiente y ni siquiera sus vestidos serán tocados por el olor del humo. Debemos animar a nuestros hijos para que sean estudiosos de la Biblia y tengan firmes principios religiosos que resistan la prueba de los peligros que, con toda certeza, experimentarán todos los que vivan en la tierra durante los últimos días del fin de la historia del mundo.
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Consagración completa
El siguiente testimonio fue escrito en enero de 1875 y su veracidad fue reconocida por el hermano C, el cual dijo que le había dado luz y esperanza.
Hermano C, se ha vuelto a alejar de Dios. Sus puntos de vista respecto de las exigencias de Dios nunca han estado demasiado bien definidos. Ello no es excusa para que sea negligente y baje la guardia porque la conducta de muchos que se declaran cristianos es errónea. No se ha consagrado a Dios. No ha sentido la necesidad de que él lo guarde y, por lo tanto, la duda lo ha vencido y lo ha esclavizado; la prisión de la falta de fe ha encadenado su alma. No glorifica a Dios con su vida. A veces, nuestra fe le parece cuestionable. La razón está en usted mismo. En el mundo, la verdad y la falsedad están tan entremezcladas que no siempre es posible discernir claramente una de otra. Y sin embargo, ¿por qué alguien que profesa la verdad es tan débil? Porque no entiende su propia ignorancia y debilidad. Si lo supiera, si desconfiara de sí mismo, se daría cuenta de la importancia de la ayuda divina para protegerlo de las argucias del enemigo. Debemos ser cristianos activos y trabajadores, humildes de corazón y vida, puesta la mirada únicamente en la gloria de Dios. ¡Cuántos naufragios vemos día tras día, cuantas bocas calladas y cuántas vidas estériles! “Esto”, dijo el ángel, “es porque caen en la tentación. Nada marchita la paz del alma como la infidelidad pecaminosa”.
No se desespere ni abandone, pensando que debe vivir y morir bajo el dominio de la duda y la falta de fe. En el Señor está nuestra justicia y nuestra fuerza. Abandónese a él y con su poder podrá apagar los ardientes dardos del adversario y salir más que vencedor. Puede elegir entre ser santificado por la verdad o andar en las tinieblas de la incredulidad, perdiendo el cielo y todo cuanto posee. Al andar en la luz y obrar según la voluntad de Dios podrá vencer su naturaleza soberbia.
No ha dudado en ser generoso con sus aportes, pero no se ha entregado a sí mismo. No ha sentido el llamamiento para hacer sacrificios que habrían requerido un cuidado; no ha estado dispuesto a hacer nada por Cristo, por humilde que fuera. Dios lo arrojará al suelo una y otra vez hasta que, con corazón humilde y mente sumisa, pase la prueba que le inflige y se santifique completamente para la obra y servicio de Dios. Entonces ganará la vida inmortal. Puede ser un hombre completamente desarrollado en Jesucristo, o un enano espiritual incapaz de obtener victorias. Hermano, ¿cuál será su elección? ¿vivir una vida de sacrificio y abnegación, cumpliendo alegremente con su tarea, perfeccionando un carácter cristiano y avanzando hacia la recompensa inmortal? No se puede engañar a Dios; Cristo no acepta un servicio dividido. Lo pide todo. No retenga nada. Cristo pagó un precio infinito por usted y demanda que todo lo que usted tiene le sea rendido como una ofrenda de buena voluntad. Si se consagra completamente a él, de todo corazón y toda su vida, la fe apartará las dudas y la confianza tomará el lugar de la desconfianza y la incredulidad.
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Hermano, corre un grave peligro porque ni usted ni su familia siguen más estrictamente la reforma pro salud. Su sangre es impura, usted todavía se corrompe e inflama sus pasiones con la complacencia del gusto. No se traicione siendo indulgente con el uso de estimulantes, porque esto, además de hacerle perder la fuerza física y causarle reacciones negativas en el organismo, le nublará el entendimiento. Los hábitos temperantes estrictos en la comida y en la bebida, junto con la firme confianza en Dios, mejorarán su salud física, mental y moral. Tiene un carácter altamente irascible. Tiene muy poco autocontrol y, frecuentemente, cuando está sometido a excitación dice y hace cosas de las que más tarde se arrepiente. Debería pedir una voluntad determinada que lo ayude en su lucha contra sus propias inclinaciones y propensiones. Debe mantener abiertas las avenidas del alma para que pueda recibir la luz y la verdad. Pero cuando acontece algo que lo pone a prueba, con frecuencia, aparecen los prejuicios y usted se rebela contra lo que considera una restricción de su libertad o una violación de sus derechos.
La palabra de Dios presenta claramente ante nosotros la verdad de que nuestra naturaleza física entrará en conflicto con la espiritual. El apóstol nos encarga que nos abstengamos de los placeres carnales que guerrean contra el alma. Cada apetito pervertido es una pasión guerrera. La indulgencia ante los apetitos que perjudican la fuerza física es la causa de las enfermedades del alma. Las pasiones que menciona el apóstol no se limitan solamente a la violación del séptimo mandamiento, sino a toda indulgencia en el gusto que menoscabe el vigor físico, la cual se convierte en una pasión que causa conflictos. El apóstol declara que el que desee obtener victorias y alcanzar objetivos más altos “de todo se abstiene”. 1 Corintios 9:25. La temperancia en la comida y la bebida, así como el ejercicio de la temperancia en cualquier otro aspecto, es esencial si deseamos vencer como Cristo venció. Dios nos ha dado luz, no para que la tratemos con indiferencia, sino para que sea nuestra guía y ayuda.
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Debe cultivar el autocontrol. La lección que debiera haber aprendido en la juventud debe ser aplicada ahora. Disciplínese para que pueda morir al yo y llevar su voluntad a sujeción con la de Cristo. A menos que se convierta profunda y completamente, hermano, perderá la vida eterna. Su servicio en la causa de Dios debe ser más voluntarioso, completo y cuidadoso. No podrá perfeccionar un carácter cristiano sirviendo a Dios y, a la vez, descuidar sus obligaciones según sus conveniencias. Debe realizar un cambio radical en su vida, obtenga una experiencia renovada de lo que ya ha vivido o Dios no aceptará su servicio.
Nuestro Padre celestial ha tenido mucha paciencia con usted. Lo ha tratado con ternura. La enfermedad lo golpeó cuando todavía no estaba preparado para morir porque no había perfeccionado un carácter cristiano y su moral no era adecuada para el cielo. Satanás estaba junto a usted, afligiéndolo y destruyéndolo, para que usted fuera contado entre los transgresores. Las oraciones fervientes y efectivas en su favor prevalecieron. Los ángeles acudieron para tener cuidado de usted, para guardarlo y protegerlo del poder de Satanás y conservar su vida. Con un amor inigualable, Dios le ha dado otra oportunidad. Ha respondido a las oraciones por causa de su misericordia, no porque haya en usted alguna virtud o bondad. Su tiempo de gracia ha sido prolongado para que tenga una oportunidad de redimir su pasado, vencer los defectos de su carácter y mostrar en su vida la dedicación a Dios que él reclama de usted. Ha tenido sentimientos de gratitud, pero no ha experimentado ese agradecimiento de todo corazón y la humildad decorosa que debiera haber inspirado el insuperable amor del Salvador.
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No ha sentido suficientemente sus obligaciones para con Dios por haberle salvado la vida. Sus propias razones infantiles y petulantes lo han llevado a excusarse una y otra vez de los deberes religiosos que nos son delegados en todas las ocasiones y todas las circunstancias. Dios no acepta el sentimiento de desánimo como disculpa por haber descuidado un sólo deber. Requiere de usted todo lo que sea capaz de hacer; su tiempo y sus fuerzas no son suyos, sino de Dios.
Dios indicó que podría ser educado para desempeñar un papel en su causa, pero era necesario que su mente fuera entrenada y disciplinada para trabajar en armonía con el plan de Dios. Si así lo desease, podría obtener la experiencia necesaria; ante usted se presentó el privilegio de negar sus inclinaciones siguiendo el ejemplo que el Salvador le dio con su vida. Sin embargo, no se ha mostrado dispuesto a aprender todo cuanto pudiera y fuera importante para convertirse en un correcto obrero por la causa de Dios. Había algunas cosas pendientes de reforma en usted antes de que el Señor pudiera usarlo como un instrumento efectivo.
Hermano C, para usted fue un sacrificio abandonar su granja; le gustaba la vida que gozaba ahí. Venir a _____ no fue una elección voluntaria. No tenía conocimiento alguno en relación con los asuntos de la página impresa. Aun así, estaba dispuesto a poner lo mejor de su parte y en muchos aspectos su actuación fue buena. Sin embargo, en su camino surgieron muchas piedras de tropiezo. La conducta del hermano F era errónea en muchos aspectos y usted no protegió su consagración a Dios. Se unió a él en espíritu y no se mantuvo libre. Desagradó a Dios en muchas cosas y separó su alma de él. Satanás ganaba gran poder sobre usted; sus pasos casi se habían extraviado, estuvo a un paso de caer en la incredulidad y la enfermedad detuvo su carrera. Dios tuvo misericordia de usted y lo salvó para darle una nueva oportunidad en la vida. No obstante, usted no se ha rendido completamente a él. Su terca voluntad no ha sido subyugada y dulcificada; necesita una nueva conversión. Se ha sumido fácilmente en la ansiedad y la preocupación, se ha preparado para hacer frente a cualquier cosa que usted considerase que lo menoscababa; sus sentimientos se alzaron contra todo lo que le hería en el orgullo. Apreciado hermano, nada de eso está bien. Debe vencerlo o el enemigo obtendrá la victoria sobre usted.
-415-Su corazón enfermó porque no amaba el trabajo en _____. Ha puesto su mirada en _____ porque su corazón todavía está ahí y su cuerpo debe estar donde está su corazón. Dios lo ha probado. ¿Cómo ha pasado la prueba? Era preciso que las asperezas y protuberancias de su carácter fueran limadas y pulidas para que pudiera ser refinado para el reino de los cielos. ¡Cuán duro es para la naturaleza humana negar las inclinaciones! ¡Cuán duro es para los hombres abandonar la persuasión mundana y engañosa y, con el amor del Salvador y de sus compañeros, negar su propio placer para dedicarse aún más directamente al servicio de Dios!
Hermano C, no se dedica en cuerpo y alma a la obra. Nunca ha hecho de ella un interés personal; por lo que no le es agradable. De haber estado dispuesto, podría haber entrenado su mente para entenderla; pero en cierta medida, se ha mantenido distante, no se ha vinculado estrechamente con ella y quiso familiarizarse con varias ramas.
Su conducta no es tan sociable ni cortés como debiera, sus maneras frías y distantes no son del agrado de Dios. Permite que sus sentimientos se exciten con facilidad. Nadie que desee cumplir adecuadamente una tarea relacionada con la obra de Dios debería dejarse llevar por las emociones y los impulsos. Su mente ha de estar más unida a Dios. Sus intereses y simpatías deben estar más estrechamente identificados con los que se han unido a la obra del Señor; de otro modo su participación en el avance de la causa en _____ será negativa. Es demasiado independiente y exclusivista. Debe suavizar su disposición y asimilarla a la mente y los sentimientos ajenos. Como hombre de negocios y como cristiano, su servicio puede ser de inestimable valor para la causa de Dios si usted somete su voluntad y sus maneras al Señor. Debe ser santificado por la verdad, de modo que su mente se eleve por encima de cualquier consideración personal o interés egoísta.
Tiene en la vida de Jesús un modelo perfecto. Su vida estuvo caracterizada por la benevolencia desinteresada. ¡Qué precioso Salvador! ¡Qué sacrificios hizo por nosotros, para que tuviéramos vida eterna y no pereciéramos! El cielo, si abandonamos cualquier interés egoísta para obtenerlo, nos parecerá barato. ¿Pagaremos el precio de seguir nuestros propios designios y alejarnos de las manos de Dios porque ello resulta más agradable al corazón natural? Dios exige una perfecta sumisión y obediencia. La vida eterna es digna de todo cuanto podamos dar. Puede estar estrechamente vinculado a Dios si se esfuerza por entrar por la puerta estrecha.