Testimonios para la Iglesia, Vol. 6, p. 56-65, día 343

Hay algo para ocupar a todos. Cada persona que cree en la verdad debe ocupar su puesto y lugar y decir: “Heme aquí, envíame a mí”. Isaías 6:8. Al participar en los congresos campestres, todos pueden aprender a trabajar con éxito en sus propias iglesias.

Estas concentraciones religiosas bien dirigidas, son una escuela donde pastores, ancianos y diáconos pueden aprender a trabajar para el Maestro con mayor perfección. Debieran ser una escuela donde a los miembros de iglesia, adultos y jóvenes, se les dé la oportunidad de aprender a cabalidad el método del Señor; un lugar donde los creyentes puedan recibir una educación que los capacitará para ayudar a otros. 

Los padres que asisten a los congresos campestres tienen que prestar atención especial a las enseñanzas impartidas para su instrucción; entonces, por precepto y por ejemplo, deben enseñar esas lecciones a sus hijos en la vida del hogar. Luchando de esa manera para salvar a sus hijos de la influencia corruptora del mundo, verán un mejoramiento en sus familias.

La mejor ayuda que los pastores pueden ofrecer a los miembros de nuestras iglesias, no es predicar, sino crear actividades para ellos; asignar a cada cual algo que hacer por los demás. Ayudar a todos a ver que, como recipientes de la gracia de Cristo, están en la obligación de trabajar para él. Que todos sean enseñados a trabajar. Aquellos que se han unido recientemente a la fe, debieran especialmente ser educados para ser obreros juntamente con Dios. Si se les enseña a trabajar, el desalentado no tardará en olvidar su desaliento, el débil se fortalecerá, el ignorante se hará inteligente, y todos serán idóneos para presentar la verdad según está en Jesús. Encontrarán en él un ayudador infalible que ha prometido salvar a todos los que acuden a él. 

-57-

Oración y consejo

Quienes trabajan en congresos campestres, deben congregarse a menudo para orar y recibir consejo para desempeñarse inteligentemente. Hay muchos asuntos que requieren atención en estas reuniones. Los pastores debieran dedicar tiempo cada día para reunirse a fin de orar y consultarse mutuamente. Debéis saber que todo necesita avanzar sin tropiezo, “que debéis manteneros de pie—como se me instruyó—marchando hombro a hombro hacia delante, sin desviaros”. Cuando la obra se lleva a cabo en esta forma, hay unidad de propósito y armonía en la actuación. Este será un medio maravilloso de atraer la bendición de Dios sobre el pueblo. 

Antes de predicar un sermón, los pastores deben dedicar tiempo para acudir a Dios en busca de sabiduría y poder. En los comienzos de nuestra iglesia, los pastores se reunían con frecuencia y oraban juntos sin cesar hasta que el Espíritu de Dios contestaba sus oraciones. Luego regresaban con los rostros resplandecientes; y cuando hablaban a la congregación, sus palabras eran poderosas. Impresionaban el corazón de los asistentes porque el mismo Espíritu que los había bendecido, preparaba los corazones para que recibieran su mensaje. Los seres celestiales están realizando mucho más de lo que nos damos cuenta para preparar el camino con el fin de facilitar la conversión de la gente. Debemos trabajar en armonía con los mensajeros celestiales. Necesitamos más de Dios; no debemos suponer que nuestras palabras y sermones bastan para realizar la obra. A menos que alcancemos a la gente a través de Dios, nunca lo lograremos. Debemos depender totalmente de Dios, implorando el cumplimiento de su promesa: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”. Zacarías 4:6. 

-58-

Cuando los obreros a quienes Dios ha confiado responsabilidades como dirigentes sientan temor y temblor delante de él por causa de la responsabilidad del trabajo, cuando sientan su propia indignidad y busquen al Señor con humildad, cuando se purifiquen de todo lo que a él le desagrada, cuando clamen ante él hasta estar seguros de haber obtenido perdón y paz, entonces Dios se manifestará por medio de ellos. Entonces la obra avanzará con poder. 

Compañeros de labor, debemos procurar que Jesús, el inestimable Jesús, more en nuestros corazones con mayor plenitud, si queremos tener éxito al presentarlo a la gente. Tenemos una gran necesidad de la influencia celestial, del Espíritu Santo de Dios para dar poder y eficiencia a nuestra obra. Necesitamos abrir nuestro corazón a Cristo. Tenemos necesidad de una fe más sólida y una devoción más ferviente. Necesitamos morir al yo y abrigar en nuestras mentes y corazones un amor reverente por nuestro Salvador. Cuando busquemos al Señor de todo corazón, lo hallaremos y nuestros corazones arderán con su amor. El yo se volverá insignificante y Jesús será todo y una totaliad para el alma. 

Cristo nos concede el agua de la vida a los que estamos sedientos, para que la bebamos gratuitamente; cuando lo hacemos, tenemos a Cristo dentro de nosotros como una fuente de agua que brota para vida eterna. Entonces nuestras palabras rebosarán de frescura. Entonces estaremos preparados para dar de beber a otros. 

Debemos acercarnos a Dios y colaborar con él. Si no lo hacemos se notarán debilidad y desaciertos en todo lo que emprendamos. Si se nos permitiera administrar los intereses de la causa de Dios guiándonos por nuestras intuiciones, no tendríamos ninguna razón para contar con mucho; pero si nuestro yo se ocultara en Cristo, entonces Dios sería el fundamento de toda nuestra obra. Tengamos fe en Dios a cada paso. Mientras nos percatamos de nuestras propias debilidades, no seamos faltos de fe, sino creamos en él.

-59-

Si creemos lo que Dios dice, veremos su salvación. El evangelio que presentamos a las almas que perecen debe ser el mismo que salve nuestras propias almas. Debemos recibir la Palabra de Dios. Debemos comer la Palabra, vivir la Palabra; es la carne y la sangre del Hijo de Dios. Debemos comer su carne y beber su sangre: recibir por fe sus atributos espirituales. 

Debemos recibir luz y bendición, para tener algo que impartir. Es el privilegio de cada obrero hablar primero con Dios en un lugar de oración privado, y luego hablar con la gente como portavoces de Dios. Los hombres y las mujeres que comulgan con Dios, en cuyos corazones habita Cristo, convierten en sagrada la misma atmósfera, porque están cooperando con ángeles santos. Tales testigos son los que se necesitan para esta hora. Necesitamos el poder enternecedor de Dios, el poder de atraer a la gente a Cristo.

Las necesidades de la iglesia

Muchos asisten a los congresos campestres llenos de críticas y acusaciones. Estas personas, mediante la obra del Espíritu Santo, deben ser conducidas a reconocer que su actitud murmuradora es una ofensa a Dios. Deben ser guiados a censurarse ellos mismos porque permitieron que el enemigo controlara sus mentes y su juicio. La actitud acusadora debe ser remplazada por el arrepentimiento; la inseguridad y la melancolía, por la pregunta sincera: “¿Cómo puedo llegar a poseer una fe genuina?” 

Cuando el ser humano participe de la naturaleza divina, el amor de Cristo será un principio permanente en el alma; el yo y sus rasgos característicos no serán evidentes. Pero es triste ver que los que debieran ser vasos de honra se complacen en la gratificación de la baja naturaleza y transitan por senderos que la conciencia condena. Muchos que profesan ser seguidores de Cristo caen a un nivel bajo, siempre lamentándose de sus defectos, pero nunca venciendo ni aplastando a Satanás bajo sus pies. La culpa y la recriminación agobian constantemente el alma, y el clamor de tales personas bien puede ser: “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” Romanos 7:24. La complacencia en el pecado destruye la dignidad personal y cuando esta desaparece, disminuye el respeto por los demás; entonces pensamos que los demás son tan impíos como nosotros mismos.

-60-

Estas cosas deben ser presentadas a la consideración de la feligresía durante nuestras convocaciones anuales, y todos deben ser animados a encontrar en Cristo liberación del poder del pecado. El dice: “Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón,… y seré hallado por vosotros”. Jeremías 29:13, 14. La norma debe elevarse y la predicación debe ser de carácter sumamente espiritual, para que el pueblo pueda ser guiado a ver la razón de sus debilidades e infelicidad. Muchos son infelices porque son impuros. Solamente la pureza de corazón y la inocencia mental pueden ser bendecidas por Dios. Cuando se acaricia el pecado, puede producir al final tan solo infelicidad. El pecado que puede conducir a los resultados más desagradables, es el orgullo, la falta de la clase de simpatía y amor que manifestó Cristo.

La forma de presentar el mensaje

Por doquiera hay corazones que claman por el Dios viviente. En las iglesias se han pronunciado discursos insatisfactorios para el alma hambrienta. Esos discursos carecen de la manifestación divina que enternece la mente y crea un fervor en el alma. La audiencia no puede decir: “¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?” Lucas 24:32. Mucha de la enseñanza ofrecida carece de poder para despertar al transgresor o convencer de pecado. Las personas que vienen a oír la Palabra tienen necesidad de una presentación sencilla y clara de la verdad. Algunos que han saboreado alguna vez la Palabra de Dios han vivido por mucho tiempo en una atmósfera sin Dios, y anhelan la presencia divina. 

-61-

El primerísimo asunto, y el más importante, es ablandar y subyugar el alma mediante la presentación de nuestro Señor Jesucristo como el Salvador que perdona el pecado. Jamás debiera predicarse un sermón ni darse instrucción bíblica sobre cualquier tema sin guiar al oyente hacia el “Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Juan 1:29. Toda verdadera doctrina coloca a Cristo en el centro. Cada precepto recibe fuerza de sus palabras. 

Mantened la cruz del Calvario delante de la gente. Mostrad lo que causó la muerte de Cristo: la transgresión de la ley. Que el pecado no sea encubierto ni considerado como asunto de poca importancia. Debe presentarse como culpa contra el Hijo de Dios. Luego se debe guiar a la gente hacia Cristo y decirle que la inmortalidad se obtiene únicamente cuando se lo recibe como su Salvador personal.

Despertad a la gente para que vea cuán distante se encuentra de los mandamientos del Señor por haber adoptado reglas mundanales y haberse conformado a principios seculares. Esto ha inducido a transgredir la ley de Dios.

Muchos que militan en el mundo ponen sus afectos en cosas que en sí mismas no son malas; pero llegan a sentirse satisfechos con ellas, y no buscan el bienestar mayor y más elevado que Cristo desea darles. Ahora bien, no debemos procurar privarles rudamente de lo que consideran de valor para ellos. En cambio, debemos revelarles la belleza y la belleza de la verdad. Inducidlos a contemplar a Cristo en su hermosura; entonces se apartarán de todos sus defectos que los alejan de él. Este es el principio que el Salvador utiliza para tratar con cada ser humano; es el principio que debe implantarse en la iglesia. 

Cristo vino al mundo para “vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel”. Isaías 61:1. “Nacerá el Sol de Justicia, y en sus alas traerá salvación”. Malaquías 4:2. El mundo está repleto de hombres y mujeres agobiados por el pesar, los sufrimientos y el pecado. Dios envía a sus hijos para que les revelen a Aquel que quitará el peso y les dará reposo. Es la misión de los siervos del Señor ayudar, bendecir y sanar. 

-62-

El tema favorito de Cristo era el carácter paternal de Dios y su abundante amor. Este conocimiento de Dios fue su dádiva personal al hombre, y esta misma dádiva la dio a su iglesia para que la comunique al mundo. 

Al presentar a la gente las diferentes lecciones y advertencias para este tiempo, debemos recordar que no todas son igualmente apropiadas para las congregaciones que se reúnen en nuestras concentraciones religiosas. El mismo Jesús dijo a sus discípulos, quienes habían estado con él durante tres años: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar”. Juan 16:12. Debemos tratar de presentar la verdad a medida que la gente esté preparada para escucharla y apreciar su valor. El Espíritu de Dios trabaja en las mentes y corazones de la gente, y debemos actuar en armonía con esto. 

La gente ya tiene un conocimiento de ciertas verdades. Hay algunas en las cuales están interesados y dispuestos a aprender más. Mostradles la importancia de estas verdades y su relación con otras que no entienden. Así despertaréis el deseo de recibir más luz. Esto significa: “usa bien la palabra de verdad”. 2 Timoteo 2:15. 

Que el mensaje para este tiempo se presente, no en largos y elaborados discursos, sino en exposiciones cortas, al punto. Cuando hayáis abordado un tema una vez, no penséis que podéis pasar inmediatamente a otro, y que los oyentes recordarán todo lo que habéis dicho. Hay peligro en pasar muy deprisa de un punto a otro. Impartid lecciones breves, en lenguaje claro y sencillo, y repetid esto a menudo.

-63-

No avancéis de inmediato con otra presentación, más bien permitid que transcurra un tiempo para que la verdad pueda afianzarse en la mente y se dé oportunidad para la meditación y la oración, tanto al ministro como al pueblo. De esa manera habrá crecimiento en el conocimiento religioso y la experiencia. 

Mantened la mente concentrada en unos pocos puntos vitales. No introduzcáis ideas irrelevantes en vuestros discursos. Dios no permitirá que penséis que estáis impresionados por su Espíritu cuando os apartáis de vuestro tema introduciendo asuntos extraños que no tienen relación con vuestro tema. Al apartaros de líneas rectas e introducir aquello que distrae la mente del tema, perdéis vuestra fuerza de expresión y debilitáis todo lo que habéis dicho anteriormente. Dad a vuestros oyentes trigo genuino, completamente aventado. 

Tened cuidado de no perder jamás el sentido de la presencia del Vigilante divino. Recordad que no estáis hablando delante de una asamblea humana, sino delante de Uno a quien debéis reconocer siempre. Hablad como si el universo entero estuviera delante de vosotros. 

Una noche, antes de una reunión importante, me pareció estar con mis hermanos durante mis horas de sueño, oyendo a Uno que hablaba como quien tiene autoridad. Dijo: “Muchas almas honestamente ignorantes de las verdades que se presentarán, deben de asistir a estas reuniones. Escucharán y se interesarán porque Cristo las atrae; sus conciencias les dicen que lo que escuchan es verdad, porque tienen la Biblia como su fundamento. Se requiere extremo cuidado al tratar con estas almas. 

-64-

“Que tales porciones del mensaje se les presenten en una forma que puedan comprender su sentido. Aunque parezca extraño y asombroso, muchos reconocerán con gozo que la Palabra de Dios ha sido iluminada con nueva luz; mientras que si las nuevas verdades se presentaran en una forma tan amplia que dificultara su comprensión, algunos se alejarían para nunca más regresar. Muchos adventistas, en sus esfuerzos por compartir la verdad con otros, pueden expresar mal lo que han oído. Otros desviarán tanto el sentido de las Escrituras que confundirán algunas mentes. 

“Los que estudian el método de enseñanza de Cristo, y se educan para seguirlo, atraerán y retendrán multitudes, así como Cristo lo hizo en su tiempo. Satanás estará presente en cada congreso campestre para interponerse entre la humanidad y Dios con su sombra infernal, a fin de interceptar cada rayo de luz que pueda iluminar el alma. Pero cuando la verdad se presenta al pueblo en su carácter real y práctico, con manifestaciones de amor, hay personas que serán convencidas, porque el santo Espíritu de Dios impresionará sus corazones. 

“Armaos con humildad; orad para que los ángeles de Dios puedan acercarse a nuestro lado para impresionar la mente; porque no sois vosotros los que usáis el Espíritu Santo, sino el Espíritu Santo debe usaros a vosotros. Es el Espíritu Santo quien hace impresionante la verdad. Mantened siempre delante del pueblo la verdad práctica”. 

No hagáis resaltar aquellos aspectos del mensaje que son una condenación de las costumbres y prácticas de la gente, hasta que tengan oportunidad de saber que somos creyentes en Cristo, que creemos en su divinidad y preexistencia. Permitid que el testimonio del Redentor del mundo sea vivido. Él dice: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana”. Apocalipsis 22:16. 

-65-

En el congreso campestre realizado en Queensland en 1898, recibí instrucciones destinadas a nuestros obreros bíblicos. En visiones nocturnas, observé a ministros y obreros en lo que parecía una reunión donde se impartían lecciones bíblicas. Dijimos: “Hoy tenemos con nosotros al gran Maestro”, y a continuación escuchamos con interés sus palabras. Él dijo: “Hay una gran obra delante de vosotros en este lugar. Debéis presentar la verdad con sencillez. Llevad a la gente a las aguas de vida. Habladles de los asuntos que conciernen mayormente a su bienestar presente y eterno. Evitad que vuestro estudio de la Escritura sea de escaso valor o presentado a la ligera. En todo lo que digáis, recordad que tenéis algo que merece el tiempo que tomáis para expresarlo y el tiempo de los oyentes para oír. Hablad de lo que es esencial, de lo que instruya, lo que llevará luz con cada palabra.“

Aprended a hablar con la gente de manera que entienda. No presentéis ideas controversiales. Que vuestras instrucciones no sean de un carácter tal que inquieten la mente. No preocupéis a la gente con asuntos que vosotros podéis entender, pero que ellos no comprenden, a menos que estos sean de consecuencias vitales para la salvación de las almas. No presentéis la Escritura de una manera que exalte el yo y estimule la vanagloria en el que abre la Palabra.

La obra para este tiempo es preparar estudiantes y obreros para que puedan presentar temas de una manera clara, sencilla y solemne. En esta obra no debe haber tiempo mal utilizado. No debemos errar el blanco. El tiempo es demasiado breve para ponernos a develar todo lo que hay para ver. Se requerirá la eternidad para que conozcamos la largura, la anchura, la profundidad y la altura de las Escrituras. Hay algunas almas para quienes ciertas verdades son más importantes que otras. Necesitáis perspicacia en vuestra educación en asuntos bíblicos. Leed y estudiad: Salmos 40:7, 8; Juan 1:14; 1 Timoteo 3:16; Filipenses 2:5-11; Colosenses 1:14-17; Apocalipsis 5:11-14. 

Posted in

admin