Testimonios para la Iglesia, Vol. 1, p. 426-433, día 048

lan la que no hace nada para animar a otros y no hace nada para estorbarlos. Cristo dijo: El que no recoge conmigo, esparce. Prestad atención, ancianos y jóvenes: estáis haciendo la obra de Cristo, para salvar almas, o bien la obra de Satanás, que consiste en conducirlas a la perdición.

Los jóvenes pueden ejercer una poderosa influencia si se despojan de su orgullo y su egoísmo, y si se dedican a Dios; pero en general no están dispuestos a llevar cargas por otros, sino que ellos mismos tienen que ser llevados. Ha llegado el tiempo cuando Dios requiere que se produzca un cambio en esta actitud. Llama a jóvenes y ancianos a que sean fervorosos y se arrepientan. Si continúan en su estado de tibieza, los vomitará de su boca. El Testigo Fiel dice: “Conozco tus obras”. Joven, señorita, tus obras son conocidas, ya sean buenas o malas. ¿Eres rico en buenas obras? Jesús viene a ti como consejero: “Yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas”. Apocalipsis 3:18.

La reforma pro salud

En la visión que recibí en Róchester, Nueva York, el 25 de diciembre de 1865, se me mostró que nuestro pueblo observador del sábado ha sido negligente y no ha obrado en conformidad con la luz que Dios le ha dado con respecto a la reforma pro salud, que aún tenemos ante nosotros una gran obra que debemos realizar, y que como pueblo hemos sido demasiado renuentes para avanzar a fin de aprovechar las oportunidades preparadas por la providencia de Dios según la dirección en que desea que vayamos.

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Se me mostró que escasamente se ha comenzado la obra de la reforma pro salud. Mientras algunos sienten profunda preocupación por esto y toman la iniciativa, otros permanecen indiferentes y apenas han dado los primeros pasos en la reforma. Dan la impresión de estar presos en la incredulidad, y como esta reforma restringe el apetito sensual, muchos se desentienden de ella. Tienen otros dioses delante del Señor. Su gusto, su apetito, es su dios; y cuando se coloca el hacha en la raíz del árbol y los que han complacido sus apetitos depravados a expensas de su salud resultan afectados, cuando se les da a conocer su pecado y se les muestran sus ídolos, entonces no desean ser convencidos; y aunque la voz de Dios les hablara directamente para abandonar esos hábitos destructores de la salud, algunos seguirían aferrados a las cosas dañinas que acarician. Parecían estar unidos a sus ídolos, y Dios pronto dirá a sus ángeles: Déjenlos.

Se me mostró que la reforma pro salud es parte del mensaje del tercer ángel y está tan íntimamente ligada a él como el brazo y la mano lo están al cuerpo humano. Vi que como pueblo debemos avanzar en esta gran obra. Los ministros y el pueblo deben actuar en armonía. El pueblo de Dios no está preparado para el fuerte clamor del tercer ángel. Sus hijos tienen una tarea que hacer por sí mismos que no debieran dejar que Dios la haga por ellos. El ha dejado esa obra para que ellos la lleven a cabo. Es una obra individual; nadie puede hacerla por otro. “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de la carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”. 2 Corintios 7:1. La glotonería es un pecado predominante de esta época. El apetito sensual esclaviza a hombres y mujeres. Nubla su intelecto y entorpece la sensibilidad moral a tal punto que la persona deja de apreciar las sagradas y elevadas verdades de la Palabra de Dios. Las tendencias más bajas han gobernado a hombres y mujeres.

Los miembros del pueblo de Dios deben conocerse a sí mismos si han de ser aptos para el traslado al cielo. Deben comprender todo lo relacionado con su propia estructura física, para poder exclamar con el salmista: “Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras”. Salmos 139:14. Su apetito siempre debiera estar controlado por las facultades morales e intelectuales. El cuerpo debiera ser siervo de la mente, y no la mente del cuerpo.

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Se me mostró que ante nosotros hay una obra mucho más importante que debemos hacer, de la cual ni siquiera tenemos idea, si es que deseamos asegurar la salud colocándonos en la debida relación con la vida. El Dr. A ha estado haciendo una importante y excelente obra en el tratamiento de la enfermedad e iluminando a quienes han pasado toda su vida en la ignorancia con respecto a la relación que la comida, la bebida y el trabajo tienen con la salud. En su misericordia, Dios ha dado luz a su pueblo a través de su humilde instrumento, en cuanto a que, para poder vencer la enfermedad se debe controlar el apetito y practicar la temperancia en todo. El Señor ha puesto mucha luz en su camino. ¿Cómo podrían los que están “aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras” (Tito 2:13, 14), estar más atrasados que los religiosos de la actualidad, los cuales no tienen fe en la pronta venida de nuestro Salvador?

El pueblo peculiar que él está purificando para sí mismo a fin de trasladarlo al cielo sin que experimente la muerte, no debiera ir a la zaga de otros en la práctica de buenas obras. En sus esfuerzos por limpiarse a sí mismos de toda contaminación de la carne y el espíritu y perfeccionar la santidad en el temor de Dios, debieran encontrarse más adelantados que cualquier otra clase de gente en el mundo, puesto que su profesión es más exaltada que la de otros.

Algunos se han burlado de esta obra de reforma y han afirmado que es innecesaria, que es un recurso para apartar las mentes de la verdad presente. Han dicho que este asunto se está llevando a un extremo. Esas personas no saben de qué están hablando. Mientras hombres y mujeres que profesan santidad están enfermos desde la cabeza hasta la planta de los pies, mientras sus energías físicas, mentales y morales son debilitadas por la complacencia del apetito depravado y el exceso de trabajo, ¿cómo podrían juzgar la evidencia de la verdad y comprender los requerimientos de Dios? Si sus facultades morales e intelectuales se encuentran empañadas, no pueden apreciar el valor de la expiación o del exaltado carácter de la obra de Dios, ni deleitarse en el estudio de su palabra. ¿Cómo podría un dispéptico nervioso estar siempre en condición de dar una respuesta con humildad y fervor a quienes le pidan una razón de su esperanza? ¿Cuánto demorará ese dispéptico en confundirse y ponerse nervioso, y llevado por su imaginación enferma ser inducido a considerar el asunto en discusión en forma totalmente equivocada, y por la falta de esa humildad y calma que caracterizaban la vida de Cristo, ser inducido a deshonrar su profesión de fe mientras disputa con un antagonista irrazonable? Considerando las cosas desde un elevado punto de vista religioso, tenemos que ser reformadores cabales si queremos ser como Cristo.

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Vi que nuestro Padre celestial ha derramado sobre nosotros gran bendición de luz sobre la reforma pro salud, para que podamos satisfacer los derechos que tiene sobre nosotros y glorificarle en nuestros cuerpos y espíritus, que le pertenecen, y finalmente comparecer sin defecto ante el trono de Dios. Nuestra fe requiere que elevemos el estandarte y que avancemos. Muchos ponen en duda el rumbo seguido por otros reformadores pro salud, pero como personas razonables debieran hacer algo ellos mismos. Nuestra raza se encuentra en condición deplorable y sufre de toda clase de dolencias. Muchas personas han heredado enfermedades y experimentan grandes sufrimientos debido a los malos hábitos de sus padres, y sin embargo tanto ellos como sus hijos continúan con las mismas prácticas equivocadas que sus padres les enseñaron. Ignoran lo que deben saber acerca de sí mismos. Están enfermos y no saben que sus propios hábitos perjudiciales les están provocando incalculable sufrimiento.

Hasta ahora hay pocas personas que se preocupan lo necesario para comprender la relación tan definida que existe entre sus hábitos de alimentación y su salud, su carácter, su utilidad en este mundo y su destino eterno. Vi que quienes han recibido la luz del cielo y han comprendido el beneficio que se obtiene al andar en ella, tienen el deber de manifestar un interés mayor en esta gran obra de reforma. Es necesario instruir a hombres y mujeres, por lo que los ministros y los miembros debieran sentir que tienen la responsabilidad de hablar del tema e instar a otros a que se interesen en él.

Se me hizo ver que debemos proveer un hogar para los afligidos y para quienes desean aprender a cuidar sus cuerpos a fin de prevenir las enfermedades. No debiéramos permanecer indiferentes y obligar a los enfermos y a los que desean practicar en sus vidas la verdad, a ir a buscar salud a las instituciones populares que curan mediante tratamientos de hidroterapia, pero no simpatizan con nuestra fe. Si recuperan la salud puede ser a expensas de su fe religiosa. Los que han sufrido mucho a causa de enfermedades tienen debilidad mental y moral. Cuando comprenden los beneficios derivados de la correcta aplicación del agua, del empleo adecuado del aire y de una dieta apropiada, son inducidos a creer que es imposible que los médicos que supieron cómo tratarlos con tanto éxito estén tan equivocados en su fe religiosa; que mientras están dedicados a la importante y buena obra de beneficiar a la humanidad sufriente, deben estar en lo cierto o muy cerca de eso. Y así nuestro pueblo corre peligro de ser entrampado mediante sus esfuerzos por recuperar la salud en esos establecimientos.

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Nuevamente se me mostró que los que se encuentran muy fortalecidos por sus principios religiosos y obedecen firmemente los requerimientos de Dios, no pueden recibir ese beneficio de las instituciones populares de salud actuales como podrían recibirlo otras personas que tienen una fe diferente. Los observadores del sábado son únicos en la práctica de su fe. Guardar todos los mandamientos de Dios como él lo requiere a fin de ser poseídos y aprobados por él, resulta sumamente difícil en una institución popular de curación mediante la hidroterapia. Deben llevar constantemente consigo el colador evangélico y cernir todo lo que oyen, a fin de elegir lo bueno y rechazar lo malo.

El establecimiento de hidroterapia situado en _____ es la mejor institución de ese género en los Estados Unidos. Sus gerentes han estado realizando una obra importante y provechosa en lo que concierne al tratamiento de las enfermedades. Pero no podemos confiar en sus principios religiosos. Mientras profesan ser cristianos, recomiendan a sus pacientes que jueguen a las cartas, que bailen y que asistan a los teatros, todo lo cual induce al mal y contraría directamente las enseñanzas de Cristo y de sus apóstoles. Los observadores del sábado concienzudos que visitan estas instituciones con el propósito de recuperar la salud no pueden recibir los beneficios que podrían si no tuvieran que mantenerse constantemente en guardia para no comprometer su fe, deshonrar la causa de su Redentor y poner sus propias almas en esclavitud.

Se me mostró que los observadores del sábado debieran facilitar el camino para que personas que tienen la misma fe preciosa puedan recibir el beneficio de la salud sin necesidad de gastar sus recursos en instituciones donde su fe y sus principios religiosos corren peligro, y donde no pueden encontrar simpatía ni unión en asuntos religiosos.

Dios y su providencia dirigieron al Dr. B para que fuera a _____ a fin de obtener una preparación que de otro modo no habría conseguido, porque tenía una obra para él que debía realizar en el campo de la reforma pro salud. Como médico, durante años había estado estudiando el organismo humano, y Dios quería que por precepto y práctica aprendiera a aplicar las bendiciones que se encuentran al alcance de los seres humanos. Desea que se prepare para beneficio de los enfermos y para instruir a los que no saben cómo preservar las energías y la salud que ya poseen, y cómo prevenir las enfermedades usando sabiamente los remedios del cielo: agua pura, aire y régimen alimentario.

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Se me mostró que el Dr. B es un hombre prudente y muy escrupuloso, un hombre a quien Dios ama. Ha tenido que soportar numerosas pruebas que han sido beneficiosas para él, aunque mientras las soportaba no podía comprender en qué sentido podían serle beneficiosas. El Dr. B no es un hombre que manifiesta exaltación mientras cree en la verdad y avanza por su camino. No es una persona arbitraria ni impositiva. Siente demasiado temor de revestirse de esa dignidad que su posición le permitiría mantener. Está dispuesto a aconsejar a otros y se deja persuadir fácilmente a prestar servicio; pero su gran peligro es la buena disposición a aceptar cargas que no debería llevar. El ve y sabe lo que se debe hacer, y corre peligro de realizar demasiado. Es extremadamente sensible y está lleno de simpatía, de modo que siente profundamente la aflicción de sus pacientes; y si se le permite, llevará una carga de responsabilidades demasiado grande, corriendo el riesgo de ser aplastado bajo su peso.

Hombres y mujeres de influencia debieran ayudar al Hno. B con sus oraciones, su simpatía, su cooperación espontánea, sus palabras de ánimo y esperanza, sus consejos y exhortaciones, todo lo cual será apreciado por él. Su posición no es nada envidiable. Si acepta responsabilidades tan grandes no es por elección ni para ganar dinero, porque puede obtenerlo de una manera más fácil y evitar las preocupaciones, ansiedades e incertidumbre que esa posición acarrearía sobre él. Sólo el deber lo guiará; y una vez convencido de cuál es la senda del deber, la seguirá y permanecerá en su puesto, independientemente de cuáles sean las consecuencias. Debiera contar con la simpatía y cooperación de quienes tienen influencia, de quienes Dios desearía que se colocaran a su lado para sustentarlo en su laboriosa obra.

El Dr. B podría, desde el punto de vista de este mundo, tener mejores beneficios económicos que en la posición en que ahora se desernpeña. Se me mostró que esta posición sería muy difícil. Muchas personas sin experiencia no tendrán noción de la magnitud de la empresa y desearán que las cosas se hagan de acuerdo con sus ideas personales. Algunos preguntarán por qué no pueden venir los pobres para recibir tratamiento gratuito, y se sentirán tentados a pensar que después de todo se trata de una empresa montada con fines de lucro. Diferentes personas desearán tener algo que decir, y no estarán dispuestas a dejar que las cosas sigan su curso sin tener ellas la oportunidad de decir algo para señalar los errores; porque se me mostró que algunos considerarán que es una virtud sentir celos y presentar oposición. Se enorgullecen de no aceptar todas las cosas tales como son presentadas. Lo mismo que Tomás, se vanaglorían de su incredulidad. ¿Pero encomió Jesús a Tomás por su actitud de duda? Aunque le concedió la evidencia que deseaba tener antes de creer, Jesús le dijo: “Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” Juan 20:29.

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Se me mostró que no faltan los recursos entre los adventistas observadores del sábado. En este momento, el peor peligro que corren yace en la acumulación de propiedades. Algunos aumentan continuamente sus preocupaciones y trabajos; están sobrecargados. Como resultado, Dios y las necesidades de su causa quedan casi totalmente olvidados; están muertos espiritualmente. Se requiere que hagan un sacrificio a Dios en forma de ofrenda. Pero un sacrificio no acrecienta sino que consume y disminuye. Se me mostró que aquí había una empresa digna de ser llevada a cabo por el pueblo de Dios, en la que pueden invertir recursos para la gloria del Señor y el progreso de su obra. Una parte bastante considerable de los recursos que posee nuestro pueblo sólo está produciendo perjuicios a quienes se aferran a ellos.

Nuestro pueblo debiera tener una institución propia, controlada por ellos mismos, para beneficio de los enfermos y los sufrientes que deseen gozar de salud y vigor a fin de glorificar a Dios en sus cuerpos y espíritus, los cuales le pertenecen. Una institución de esa naturaleza, debidamente dirigida, sería el medio adecuado para presentar nuestros puntos de vista a muchos a quienes sería imposible alcanzar por medio del procedimiento usual de predicación de la verdad. Cuando los incrédulos acudan a nuestra institución dedicada al tratamiento eficaz de las enfermedades, bajo el cuidado de médicos observadores del sábado, serán colocados directamente bajo la influencia de la verdad. Al relacionarse con nuestro pueblo y nuestra fe verdadera, desaparecerá su prejuicio y recibirán impresiones favorables. Al ser puestos así bajo la influencia de la verdad, algunos no sólo obtendrán alivio de enfermedades corporales, sino que hallarán un bálsamo sanador para sus almas enfermas por el pecado.

A medida que mejore la salud de gente enferma mediante la aplicación de tratamientos adecuados, y comiencen a disfrutar de la vida, aumentará su confianza en quienes han contribuido a la restauración de su salud. Sus corazones rebosarán de gratitud y la buena semilla de la verdad encontrará con más facilidad un terreno abonado, y en algunos casos será alimentada, brotará y dará fruto para gloria de Dios. Una de estas preciosas almas que sea salvada valdrá más que todos los recursos necesarios para establecer esa clase de institución. Algunos no tendrán suficiente valor moral para obedecer sus convicciones. Pueden estar convencidos de que los observadores del sábado poseen la verdad, pero la gente en general y sus familiares no creyentes se interponen para que no reciban la verdad. No logran convencerse de la necesidad de sacrificarlo todo por Cristo. Pero algunas de estas personas desecharán sus prejuicios y se convertirán en defensores de la fe de los adventistas. Algunos que son restaurados a la salud o que reciben gran beneficio, serán los medios para introducir nuestra fe en nuevos lugares, y elevar el estandarte de la verdad en lugares que hubieran sido inaccesibles de no haberse eliminado primero el prejuicio de las mentes por haber pasado un tiempo esas personas en contacto con los obreros de nuestra institución para recuperar su salud.

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Otros generarán dificultades cuando regresan a sus hogares. Pero eso no debe desanimar a nadie ni estorbarlos en su empeño por colaborar en esta buena obra. Satanás y sus instrumentos harán todo lo posible para estorbar, confundir y agobiar a quienes se dedican sinceramente a la obra de promover esta reforma.

Existe abundancia de recursos entre nuestro pueblo, y si todos comprendieran la importancia de la obra, esta gran empresa podría llevarse a cabo sin dificultades. Todos debieran sentir interés especial en apoyarla. Especialmente quienes tienen recursos económicos debieran invertir en esta empresa. Debiera disponerse de un hogar adecuado para recibir enfermos a fin de que mediante la aplicación de recursos adecuados y la bendición de Dios, puedan aliviarse de sus enfermedades y aprender a cuidar de sí mismos para prevenir la enfermedad.

Muchos que profesan la verdad se están volviendo cerrados y avaros. Necesitan sentirse alarmados por su condición. Poseen tantas riquezas en la tierra, que sus corazones están en ellas. La mayoría de sus tesoros está en este mundo y poco en el cielo; por lo tanto, sus intereses están en las posesiones terrenales en vez de la herencia celestial. Existe ahora una buena oportunidad para que usen su dinero para beneficio de la humanidad sufriente y también para el avance de la verdad. Nunca debiera permitirse que esta empresa sufra necesidades. Estos mayordomos a quienes Dios ha confiado recursos financieros, ahora debieran apoyar la obra y utilizar sus medios para su gloria. Los que retienen sus recursos debido a su avaricia, tendrán maldición en vez de bendición.

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Tatiana Patrasco