Testimonios para la Iglesia, Vol. 1, p. 434-441, día 049

Las personas a quienes Dios ha dado recursos económicos deben proveer un fondo que deberá usarse para beneficio de los pobres dignos que están enfermos y no pueden pagar los gastos de su tratamiento en la institución de salud. Hay algunos pobres dignos y muy apreciados cuya influencia ha sido beneficiosa para la causa de Dios. Debiera formarse un fondo con el fin específico de proveer tratamiento a estas personas necesitadas de la iglesia, según determinen sus dirigentes. A menos que las personas que disponen de recursos abundantes den con este fin, sin exigir intereses, los pobres no podrán gozar de los beneficios del tratamiento de la enfermedad que se ofrece en esta institución, donde se necesita mucho dinero para su funcionamiento. Una institución que está comenzando, y con dificultades para sobrevivir, no debiera verse en la bochornosa situación de gastar constantemente sus medios sin poderlos recuperar.

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Número 12—Testimonio para la iglesia

Mensaje para los jóvenes

Los jóvenes observadores del sábado se encuentran entregados a la búsqueda del placer. Vi que no hay uno en veinte que conozca el significado de la religión experimental. Anhelan continuamente lo que satisfaga su deseo de cambio y diversión. A menos que salgan de su engaño y se despierte su sensibilidad de modo que puedan decir: “Estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor” (Filipenses 3:8), no son dignos de él ni alcanzarán la vida eterna. Los jóvenes en general se encuentran atrapados en un engaño terrible, y sin embargo pretenden ser piadosos. Sus vidas sin consagración constituyen una afrenta para el nombre de cristiano, y su ejemplo es una trampa para otros. Ponen obstáculos a los pecadores, porque casi en todo sentido no son mejores que los incrédulos. Tienen la Palabra de Dios, pero no prestan atención a sus advertencias, reproches, amonestaciones y correcciones; ni tampoco a las palabras de ánimo ni a las promesas hechas para los que son obedientes y fieles. Todas las promesas de Dios dependen de la obediencia con humildad. Se ha dado un solo Modelo a los jóvenes; pero ¿cómo se comparan sus vidas con la vida de Cristo? Me siento alarmada cuando contemplo en todas partes la frivolidad de jóvenes y señoritas que pretenden creer en la verdad. Causan la impresión de no tener a Dios en sus pensamientos. Tienen la mente llena de necedad. Su conversación es sólo vacía plática. Sienten gran afición por la música, y Satanás sabe qué órganos estimular para incitar, monopolizar y cautivar la mente para que no sientan la necesidad de Cristo. El anhelo espiritual del alma que busca el conocimiento divino y el crecimiento en la gracia es inexistente.

Se me mostró que los jóvenes deben situarse en un plano más elevado y convertir la Palabra de Dios en su consejera y guía. Descansan sobre los jóvenes responsabilidades solemnes que ellos consideran con liviandad. La música que escuchan en sus hogares en vez de inducirlos a la santidad y la espiritualidad, ha sido el medio de apartar sus mentes de la verdad. Los cantos frívolos y la música popular del momento satisfacen su gusto. Los instrumentos musicales han insumido tiempo que debieran haber dedicado a la oración. La música, cuando no se abusa de ella, es una gran bendición; pero cuando se la emplea equivocadamente se convierte en una terrible maldición. Estimula, pero no imparte el poder ni el valor que el cristiano puede encontrar sólo en el trono de la gracia mientras expresa humildemente sus necesidades y pide vehementemente y con lágrimas la fortaleza celestial para resistir las tentaciones del maligno. Satanás está llevando cautivos a los jóvenes. ¡Qué podría decirles para inducirlos a romper su poder ofuscador! El diablo es un hábil engañador que los atrae hacia la perdición. Escuchad las instrucciones del Libro Inspirado de Dios. Vi que Satanás había ofuscado las mentes de los jóvenes para que no pudieran comprender las verdades de la Palabra de Dios. La sensibilidad de su conciencia se encuentra de tal manera entorpecida que ésta no consigue captar los requerimientos del santo apóstol:

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“Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra [nueva]” Efesios 6:1-3. “Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor”. Colosenses 3:20. Los hijos que deshonran y desobedecen a sus padres, y se desentienden de sus consejos e instrucciones, no pueden tener parte en la Tierra Nueva. La Tierra Nueva purificada no será un lugar para hijos o hijas rebeldes, desobedientes e ingratos. A menos que los tales aprendan a ser obedientes y sumisos aquí, nunca lo aprenderán. La paz de los redimidos no será perturbada por hijos desobedientes, indisciplinados e ingobernables. Nadie que desobedezca los mandamientos heredará el reino de los cielos. ¿Quisieran todos los jóvenes leer el mandamiento de la Ley pronunciado por Jehová en el Sinaí y grabado con su propio dedo sobre tablas de piedra? “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da”. Éxodo 20:11.

Se me llamó la atención a numerosos pasajes de las Escrituras que muestran claramente a los jóvenes la voluntad de Dios con respecto a ellos. En el juicio tendrán que enfrentarse con estas sencillas verdades. Sin embargo no hay un solo joven o señorita entre veinte que profesan la verdad presente, que obedezca estas enseñanzas bíblicas. Los jóvenes no leen suficientemente la Palabra de Dios para conocer sus derechos sobre ellos; pero esas verdades los juzgarán en el gran día de Dios, cuando los jóvenes y los ancianos serán recompensados de acuerdo con sus obras.

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El apóstol Juan dice: “Os escribo a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno. No améis el mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. 1 Juan 2:14-17.

Esta exhortación presentada a los jóvenes también se extiende a las señoritas. Su juventud no los excusa de las responsabilidades que les son inherentes. Son fuertes y no han sido fatigados por las preocupaciones y el peso de los años; sus afectos son ardientes, y si los retiran del mundo y los colocan sobre Cristo y el cielo, y si hacen la voluntad de Dios, permanecerán para siempre y vivirán eternamente coronados de gloria, honra, inmortalidad y vida eterna. Si los jóvenes viven para gratificar la concupiscencia de la carne y de los ojos, y el orgullo de la vida, están buscando las cosas del mundo, complaciendo a su gran adversario y apartándose del Padre. Y cuando estas cosas anheladas desaparecen, sus esperanzas quedan desbaratadas y perecen sus expectativas. Separados de Dios, se arrepentirán entonces amargamente de su locura manifestada al servir a su propio placer, gratificando sus deseos individuales, y por haber vendido, por unos momentos de frívolo goce, una vida de bienaventuranza de la cual hubieran podido disfrutar eternamente.

“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo”, dice el apóstol inspirado. Luego añade esta advertencia: “Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. Resulta alarmante comprobar que el amor al mundo predomina en las mentes de los jóvenes. Ellos aman definidamente el mundo y las cosas que están en él, y por esta misma razón no existe lugar para el amor de Dios en sus corazones. Encuentran placer en el mundo y en las cosas del mundo, pero no conocen al Padre ni los dones de su Espíritu. Dios es deshonrado por la frivolidad y la moda, por las conversaciones y risas insubstanciales e insensatas que caracterizan la vida de la juventud en general. El apóstol Pablo exhorta a los jóvenes a ser prudentes: “Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean prudentes; presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros”. Tito 2:6-8.

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Ruego a los jóvenes que por amor a sus almas presten atención a la exhortación del apóstol inspirado. Todas estas misericordiosas instrucciones, advertencias y reproches tendrán sabor de vida para vida, o de muerte para muerte. Muchos jóvenes son descuidados en sus conversaciones. Prefieren olvidar que por sus palabras serán justificados o condenados. Todos debieran prestar atención a las palabras de nuestro Salvador: “El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”. Mateo 12:35-37. ¡Cuán poco respeto se muestra aun a las instrucciones del Maestro celestial! Muchos no estudian la Palabra de Dios o no toman en cuenta sus verdades solemnes, y estas claras verdades se alzarán en el juicio y los condenarán.

Las palabras y las acciones dan un claro testimonio de lo que hay en el corazón. Si éste está lleno de vanidad y orgullo, de amor al yo y amor a los vestidos y a la apariencia personal, las conversaciones girarán alrededor de las modas, los vestidos y la apariencia personal, pero no se referirán a Cristo ni al reino de los cielos. Si el corazón está lleno de envidia, ésta se manifestará en las palabras y las acciones. Los que se comparan con otras personas, que hacen lo mismo que ellas, que no se esfuerzan por alcanzar niveles más elevados, y que luego se excusan mencionando los errores y las faltas de los demás, se están alimentando de basura, por lo que seguirán siendo enanos espirituales mientras satisfagan a Satanás, al complacer sus sentimientos personales no santificados. Algunos se explayan en el tema de la comida, la bebida y el vestido. Esos pensamientos fluyen de lo que abunda en el corazón, como si las cosas temporales fueran el objetivo principal de la vida y su mayor realización. Esas personas olvidan las palabras de Cristo: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Mateo 6:33.

Los jóvenes y las señoritas tienen sus corazones llenos de amor a sí mismos. Esto se manifiesta en su deseo de ser fotografiados; y no se conforman con hacerlo una vez, sino que posan repetidamente para que les tomen fotos, cada vez con la esperanza de que la última exceda en calidad a las anteriores y los muestre más hermosos que el original. Así malgastan el dinero del Señor, ¿pero qué ganan? Nada más que su pobre imagen sobre el papel. Las horas que debieron dedicar a la oración las ocupan egoístamente en la atención de sí mismos; así malgastan preciosas horas del tiempo de prueba.

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A Satanás le complace cuando la atención de los jóvenes es atraída por cualquier cosa que distraiga su mente de Dios, lo que el enemigo aprovecha para atacarlos solapadamente sin que ellos estén preparados para defenderse, de modo que caen en la trampa. No están conscientes de que el gran Artista celestial capta y registra todo acto y palabra, y que su comportamiento y hasta sus pensamientos y las intenciones del corazón, quedan cuidadosamente registrados. Cada defecto de su carácter moral resalta ante la vista de los ángeles, y esos jóvenes podrán contemplar el cuadro completo de su persona en toda su deformidad cuando se ejecute el juicio. Todas esas palabras vanas y frívolas están escritas en el libro. También lo están las palabras falsas. Están registradas asimismo con caracteres indelebles, aquellas acciones engañosas cuyos motivos estuvieron ocultos para los ojos humanos, pero que fueron discernidos por el ojo de Jehová que todo lo ve. Todo acto egoísta queda expuesto.

Los jóvenes generalmente se comportan como si las preciosas horas del tiempo de prueba, mientras dura la misericordia, fueran una sola grandiosa fiesta, y como si ellos hubieran sido puestos en el mundo con el único fin de conseguir diversión personal, para ser satisfechos por una ininterrumpida sucesión de actividades que entusiasman y estimulan. Satanás ha estado realizando esfuerzos especiales para inducirlos a encontrar felicidad en las diversiones mundanas, y para que se justifiquen procurando demostrar que esas diversiones son inofensivas, inocentes y hasta valiosas para la salud. Esto complace al adversario de las almas.

Hay personas que tienen una imaginación enfermiza, que no representan correctamente la religión de Cristo; los tales no tienen la religión pura de la Biblia. Algunos se mortifican durante toda la vida por sus pecados; lo único que pueden ver es a un Dios de justicia que está ofendido. Pero no logran ver a Cristo y su poder redentor ejercido por los méritos de su sangre. Esta clase de personas no tienen fe, y piensan así porque no tienen mentes bien equilibradas. Debido a enfermedades transmitidas por sus padres y a causa de una educación equivocada recibida en su niñez, han contraído hábitos erróneos que perjudican el organismo y el cerebro, y deterioran las facultades morales hasta el punto de que les resulta imposible pensar y actuar racionalmente en todas las cosas. Carecen de mentes bien equilibradas.

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La santidad y la justicia no destruyen la salud, sino que son salud para el cuerpo y fortaleza para el alma. El apóstol Pedro dice: “El que quiere amar la vida y ver días buenos… apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala, porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal”. 1 Pedro 3:10-12. “Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis”. 1 Pedro 3:14.

El conocimiento de que se está obrando correctamente es la mejor medicina para las mentes y los cuerpos enfermos. La bendición especial de Dios que descansa sobre quienes la reciben, es salud y fortaleza. El que tiene una mente serena y satisfecha en Dios se encuentra en el camino de la salud. El conocimiento de que los ojos del Señor nos contemplan y de que sus oídos escuchan nuestras oraciones, constituye una inmensa satisfacción. Saber que tenemos un Amigo que nunca falla, a quien podemos confiar todos los secretos del alma, es un privilegio inenarrable. Aquellos cuyas facultades morales se encuentran oscurecidas por la enfermedad, no son las personas apropiadas para representar correctamente la vida cristiana o la hermosura de la santidad. Con mucha frecuencia se encuentran en el fuego del fanatismo, en el agua de la fría indiferencia o en la necia melancolía. Las palabras de Cristo tienen más valor que las opiniones de todos los médicos del universo: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Mateo 6:33. Este es el primer gran objetivo: el reino de los cielos, la justicia de Cristo. Cualquier otro objetivo debe ocupar un lugar secundario.

Satanás presenta el camino de la santidad como una senda difícil, mientras que a los caminos de los placeres mundanos los hace aparecer sembrados de flores. El tentador adorna el mundo con colores falsos pero halagadores y complacientes, y así presenta sus placeres a la juventud. La vanidad es uno de los rasgos más fuertes de la naturaleza humana depravada, y el enemigo sabe que puede estimularla con éxito. Halaga por medio de sus instrumentos. Los jóvenes pueden recibir expresiones de alabanza, lo cual complacerá su vanidad y aumentará su orgullo y autoestima. Esto puede inducirlos a pensar que con tales ventajas y atractivos en realidad es lamentable tener que salir del mundo y alejarse de él para hacerse cristiano y tener que olvidar a sus compañeros y fingirse muertos a sus alabanzas o censuras. Satanás os dice que con las ventajas que poseéis podríais en gran medida disfrutar de los placeres mundanos. Pero considerad que los placeres del mundo tendrán que terminar y que lo que sembréis, eso es lo que segaréis. ¿Son los atractivos personales, la habilidad o los talentos personales demasiado valiosos para dedicarlos a Dios, al Autor de vuestro ser, al que vela por vosotros a cada instante? ¿Son vuestras capacidades demasiado preciosas para dedicarlas a Dios?

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Los jóvenes insisten en que necesitan algo para avivar y divertir la mente. Vi que había placer en el trabajo, y satisfacción en la búsqueda de una vida de utilidad. Pero algunos porfían en que necesitan algo que interese a la mente después de las horas de trabajo o el estudio, alguna clase de ocupación o entretenimiento mental que alivie y refresque la mente en medio de las preocupaciones y trabajos fatigantes. Lo que necesitan es la esperanza del cristiano. La religión será reconfortante para el creyente y una guía segura que lo conducirá a la Fuente de la verdadera felicidad. Los jóvenes debieran estudiar la Palabra de Dios y dedicarse a la meditación y la oración, porque así encontrarán que sus momentos de ocio no podrían ser aprovechados en forma mejor. Jóvenes amigos, debiérais dedicar tiempo a probaros a vosotros mismos, para ver si estáis en el amor de Dios. Sed diligentes en asegurar vuestro llamamiento y elección. De vuestro comportamiento personal depende si aseguraréis para vosotros la vida mejor.

Hablando de la sabiduría, se dice que “sus caminos son caminos deleitosos, y todas sus veredas paz”. Proverbios 3:17. La morada futura de los justos y su recompensa eterna son temas elevados y ennoblecedores para la contemplación de los jóvenes. Deben reflexionar acerca del admirable plan de salvación, el inconmensurable sacrificio realizado por el Rey de gloria para que pudiéseis ser elevados por los méritos de su sangre y mediante la obediencia finalmente ser exaltados al trono de Cristo. Este tema debiera suscitar las reflexiones más nobles de la mente. ¡Qué inmenso privilegio es ser reintegrados al favor de Dios! ¿Qué otra cosa, fuera de la comunión con él, podría elevarnos, refinarnos y exaltarnos por encima de los frívolos placeres mundanos? Obtener, por la gracia, la renovación de nuestras naturalezas corrompidas, poner en sujeción nuestros apetitos concupiscentes y tendencias animales, mantenerse con noble independencia moral, obteniendo victorias todos los días, proporcionará una paz mental que se produce únicamente cuando se obra correctamente.

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Tatiana Patrasco