Testimonios para la Iglesia, Vol. 2, p. 90-98, día 081

La madre ha recibido fortaleza y sabiduría especiales de parte de Dios para animar y ayudar a su marido, y ha hecho mucho para unir a sus hijos a su corazón, y fortalecer sus afectos por sus padres y del uno por el otro. Vi que algunos ángeles de misericordia volaban por encima de esta familia, a pesar de que las perspectivas parecían tan oscuras e inciertas. Los que manifestaron entrañas de misericordia en favor del Hno. S jamás tendrán que lamentarlo, porque es un hijo de Dios, amado por él. La lamentable condición de la iglesia ha sido perjudicial para su salud. Lo vi dirigiendo su mirada hacia el lado oscuro, desconfiado de sí mismo, y contemplando la tumba. No debe pensar en esas cosas, sino mirar a Jesús, un Modelo sin falla. Debe cultivar la alegría y el ánimo en el Señor: hablar de la fe, referirse a la esperanza; descansar en Dios, y no creer que se requiere de su parte un esfuerzo tremendo y cansador. Todo lo que Dios requiere es simple confianza: arrojarse en sus brazos con toda su debilidad, su quebrantamiento y su imperfección, y Jesús ayudará al desamparado, y fortalecerá y edificará a los que están convencidos de que son la debilidad misma. Dios será glorificado en su aflicción, mediante la paciencia, la fe y la sumisión ejemplificadas por él. ¡Oh! Esta será la prueba del poder de la verdad que profesamos; es consuelo cuando lo necesitamos; es sostén cuando todo apoyo de naturaleza terrenal, concreto, ha desaparecido.

También se me mostró el caso del Hno. T. Se ha sometido a una condición de esclavitud, a la cual Dios no lo llamó. Al Señor no le agrada cuando los padres ancianos ponen la mayordomía de sus bienes en manos de hijos no consagrados, aunque profesen la verdad. Cuando los medios que Dios ha confiado a su pueblo son puestos en manos de hijos incrédulos, enemigos de Dios, se lo deshonra, porque lo que se debería conservar en las filas del Señor se pone en las filas del enemigo.

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Además, el Hno. T ha desempeñado el papel de engañador. Ha usado tabaco, pero ha hecho creer a sus hermanos que no lo hace. Vi que este pecado le ha impedido avanzar en la vida divina. Tiene una obra que hacer, a su avanzada edad: abstenerse de los deseos carnales, que batallan contra el alma. Ha amado la verdad y ha sufrido por causa de ella. Ahora debería estimar de tal manera la recompensa eterna, el tesoro celestial, la herencia inmortal, la inmarcesible corona de gloria, como para sacrificar con gusto la complacencia del apetito depravado, no importa cuán grandes tengan que ser sus sufrimientos, para llevar a cabo la obra de purificación de la carne y del espíritu.

Después se me mostró el caso de su nuera. Dios la ama, pero está sometida a servil esclavitud, temerosa, temblorosa, desconfiada, dubitativa y sumamente nerviosa. Esta hermana no debería llegar a la conclusión de que tiene que someter su voluntad a la de un joven impío que tiene menos edad que ella. Debería recordar que su matrimonio no destruye su individualidad. Dios tiene sobre ella derechos de un carácter más elevado que cualquier derecho terrenal. Cristo la ha comprado con su propia sangre. No se pertenece a sí misma. No pone toda su confianza en Dios, y se resigna a someter sus convicciones y su conciencia a un hombre inaguantable y tirano, inflamado por Satanás cada vez que su majestad satánica decide que puede obrar eficazmente por medio de él para intimidar a esta alma temblorosa y disminuida. Tantas veces se ha visto obligada a discutir, que su sistema nervioso se ha quebrantado y se halla ciertamente en ruinas. ¿Es la voluntad de Dios que esta hermana se encuentre en ese estado y que el Señor se vea privado de sus servicios? No. Su matrimonio fue un engaño del diablo. Pero ahora ella debería sacar el mejor partido posible de la situación, tratando a su esposo con ternura, y haciéndolo tan feliz como pueda, sin violar su conciencia; porque si persevera en su rebelión, este mundo será todo el cielo que él podrá disfrutar. Pero privarse de asistir a las reuniones para satisfacer a un marido dominante, poseído por el espíritu del dragón, no está de acuerdo con la voluntad de Dios. Quiere que esta alma temblorosa huya hacia él. La protegerá. Será para ella como la sombra de un gran peñasco en tierra desolada. Tenga fe solamente; confíe en Dios, y él la fortalecerá y la bendecirá. Sus tres hijos son susceptibles de reaccionar favorablemente a la influencia de la verdad y del Espíritu de Dios. Si estos chicos pudieran estar tan bien ubicados como muchos otrós niños observadores del sábado, todos se convertirían y se alistarían en el ejército del Señor.

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Se me mostró después el caso de una joven del mismo lugar, que se había apartado de Dios y se hallaba rodeada de tinieblas. Dijo el ángel: “Corrió bien por un tiempo; ¿cuál fue el inconveniente?” Se me pidió que mirara hacia atrás, y vi que se trataba de un cambio de ambiente. Se estaba relacionando con jóvenes como ella, llenos de hilaridad y de alegría, de orgullo y de amor al mundo. Si hubiera prestado atención a las palabras de Cristo, no habría necesitado someterse al enemigo. “Velad y orad, para que no entréis en tentación”. Mateo 26:41. La tentación puede rodearnos por todas partes, pero no hay necesidad de que caigamos en ella. La verdad vale más que toda otra cosa. Su influencia tiende no a degradar, sino a elevar, refinar, purificar y exaltar a la inmortalidad y al trono de Dios. Dijo el ángel: “¿Queréis a Cristo o al mundo?” Satanás presenta el mundo ante los pobres mortales con sus encantos más atrayentes y lisonjeros, y ellos lo contemplan, y su resplandor eclipsa la gloria del Cielo y de la vida tan perdurable como el trono de Dios. Una existencia llena de paz, felicidad, gozo inexpresable, que nada sabrá de pesares, penas, dolores ni muerte, es sacrificada en aras de una corta vida de pecado. Todos los que estén dispuestos a apartarse de los placeres terrenales, y con Moisés elegir más bien sufrir aflicción con el pueblo de Dios que gozar de los placeres temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros del mundo, recibirán con el fiel Moisés la corona inmarcesible de la inmortalidad, el sobremanera grande y eterno peso de gloria.

La madre de esta joven ha estado a veces bajo la influencia de la verdad, pero pronto ha perdido esas impresiones por causa de su indecisión. Le falta decisión; es demasiado vacilante y está sumamente influenciada por los incrédulos. Debe cultivar la decisión, la fortaleza, la constancia en sus propósitos, para que no sea arrastrada ni a la derecha ni a la izquierda por las circunstancias. No debería mantenerse en semejante estado de vacilación. Si no experimenta una reforma en este sentido, será fácilmente entrampada y llevada cautiva a voluntad de Satanás. Tendrá que manifestar perseverancia y firmeza en la tarea de vencer, o será vencida y perderá su alma. La obra de la salvación no es un juego de niños, del cual podemos echar mano a voluntad y abandonarlo cuando nos plazca. Sólo si nuestro propósito es constante y nuestro esfuerzo incansable, ganaremos la victoria al final. El que persevera hasta el fin, ése será salvo. Los que pacientemente persisten en el bienhacer, tendrán vida eterna y recibirán la recompensa inmortal. Si esta querida hermana hubiera sido fiel a sus convicciones, y hubiera poseído firmeza de propósito, habría ejercido una influencia salvadora sobre su familia y su esposo, y le habría podido brindar una ayuda especial a su hija. Todos los que están empeñados en este conflicto con Satanás y sus huestes, tienen que hacer frente a una tarea bien difícil. No deben ser tan impresionables como la cera, que el fuego derrite y le da cualquier forma. Deben ser capaces de soportar inclemencias como cualquier soldado, permanecer en sus puestos, y ser fieles constantemente.

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El Espíritu de Dios está luchando con toda esta familia. Los salvará si están dispuestos a ser salvados en la forma que él ha establecido. Ahora es el momento de prueba. Ahora es el día de salvación. Ahora, ahora mismo, es el momento de Dios. En nombre de Cristo les suplicamos que se reconcilien con el Señor mientras pueden, y que con humildad, temor y temblor obren su salvación. Se me mostró que es obra de Satanás mantener a la iglesia en un estado de insensibilidad, para poder conservar a los jóvenes seguros en sus filas. Vi que los jóvenes eran susceptibles de experimentar la influencia de la verdad. Si los padres se consagraran a Dios, y trabajaran con interés por la salvación de sus hijos, el Señor se revelaría a ellos y magnificaría su nombre entre ellos.

Se me mostró después el caso del Hno. U, a quien Satanás ha estado atando cada vez con más fuerza, y apartándolo de Dios y de sus hermanos. El Hno. V, con su incredulidad ha ejercido una influencia que ha contribuido a entenebrecer en gran medida la comprensión de este hermano. Se me señaló el pasado y se me mostró que en su caso no se siguió el procedimiento más prudente. No había suficientes razones para dejarlo fuera de la iglesia. Debería haber sido animado -y aun instado-, a unirse con sus hermanos para desempeñar algún cargo en la iglesia. Estaba en mejores condiciones de ingresar en ella que unos cuantos que ya formaban parte de ella. No comprendía las cosas claramente, y el enemigo se aprovechó de esa falta de comprensión para causarle daño. Dios, que escudriña los corazones, se sentía más complacido con la vida y la conducta del Hno. U que con las vidas de algunos que formaban parte de la iglesia. Es la voluntad de Dios que se vincule más estrechamente con sus hermanos, con el fin de fortalecerlos, y ellos, a su vez, fortalecerlo a él.

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La esposa del Hno. U puede ser alcanzada por la verdad. En muchos sentidos su conducta no es tan censurable como la de algunos que profesan creer la verdad. Pero ella no debería dedicarse a examinar los fracasos y los errores de los que profesan mejores cosas, sino inquirir sinceramente: “¿Qué es la verdad?” Puede ejercer una buena influencia sobre su compañero. Estas almas, santificadas por la verdad, pueden, con la fortaleza de Dios, ser columnas en la iglesia, y ejercer una influencia salvadora sobre los demás. Estas queridas almas son responsables ante Dios por la influencia que ejercen. O reúnen con Cristo, o derraman. Dios les pide que el peso de su influencia esté de parte de su causa, junto a la verdad. Jesús los ha comprado con su propia sangre. No se pertenecen a sí mismos, porque han sido comprados por precio. Por lo tanto, tienen ante sí la tarea de glorificar a Dios por medio de sus cuerpos y sus espíritus, que son de Dios. La obra que estamos haciendo es para la eternidad. Es de suma importancia que cada hora sea empleada en el servicio de Dios, y de ese modo asegurarnos un tesoro en el Cielo.

Hace dos años se me mostró su caso, Hno. V, en relación con la Iglesia de _____. La visión se refería al pasado, el presente y el futuro. Mientras viajo y estoy delante de la gente en diferentes lugares, el Espíritu del Señor me presenta claramente los casos que me fueron mostrados antes, recordándome vívidamente los asuntos que me fueron presentados. Lo vi mientras recibía el sábado; pero al mismo tiempo se estaba oponiendo a importantes verdades relacionadas con este día. No había sido fortalecido por toda la verdad. Vi que su mente se orientaba hacia la incredulidad, la duda y la desconfianza, y que estaba tratando de encontrar precisamente las cosas que podrían fortalecer su incredulidad y aumentar las tinieblas. En lugar de buscar evidencias que fortalecieran su fe, usted asumió la conducta opuesta, y Satanás dirigió su mente en un sentido tal que concordaba con sus propios propósitos. A usted le gusta combatir, y cuando entra en el campo de batalla no sabe cuándo deponer las armas. Le gusta discutir, y se ha entregado a esto de tal manera que se ha apartado de la luz, de la verdad y de Dios, y ha llegado a ese lugar donde se encuentra rodeado de tinieblas, y la incredulidad ha tomado posesión de su mente. Ha sido enceguecido por Satanás.

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Como el incrédulo Tomás, usted creyó que era virtud dudar a menos que tuviera evidencias irrefutables, y pudiera eliminar de su mente toda causa de duda. ¿Felicitó Jesús a Tomás, el incrédulo, mientras le ofrecía la evidencia que él había afirmado debía tener antes de creer? Jesús le dijo: “No seas incrédulo, sino creyente”. Tomás respondió: “¡Señor mío, y Dios mío!” Se sintió obligado a creer; no había lugar para la duda. Entonces Jesús dijo: “Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron”. Juan 20:27-29. Usted apareció ante mí como unido con el jefe rebelde y su hueste, para perturbar, sumir en la perplejidad, descorazonar, desanimar y derribar a los que están luchando por la justicia, a los que se encuentran bajo la bandera manchada de sangre del Príncipe Emanuel. Su influencia, según se me mostró, ha apartado a algunas almas de la observancia del sábado del cuarto mandamiento. Usted ha empleado sus talentos y habilidades con el fin de fabricar armas para ponerlas en las manos de los enemigos de Dios, y combatir a los que están tratando de obedecer al Señor mediante la observancia de sus mandamientos. Cuando algunos ángeles fueron comisionados para fortalecer las cosas que aún estaban en pie, para oponerse a su influencia y contrarrestarla, observaron con profundo pesar la obra que usted había hecho para desanimar y destruir. Usted ha logrado que lloren los santos ángeles, puros y sin pecado.

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Los que están viviendo en medio de los peligros de los últimos días -que se caracterizan por el hecho de que las multitudes se apartan de la verdad de Dios para ir tras las fábulas-, tendrán la difícil tarea de apartarse de esas fábulas, que se están preparando para ellos por todas partes, y desarrollar el intenso deseo de hallar satisfacción en las verdades impopulares. Los que se apartan de las fábulas para aceptar la verdad son despreciados, aborrecidos y perseguidos por los que están presentando esas fábulas para que la gente las acepte. Satanás está en guerra con el remanente que está tratando de guardar los mandamientos de Dios y que tiene el testimonio de Jesús. Algunos ángeles malos han sido comisionados para emplear a ciertos hombres como sus agentes sobre la tierra. Estos pueden ejercer con todo éxito su influencia para lograr que los ataques de Satanás sean eficaces contra ese remanente al cual Dios califica de “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. 1 Pedro 2:9. Satanás está decidido a oponerse a este pueblo. Va a emplear a todos los que estén dispuestos a enrolarse en su servicio, para impedir que el pueblo escogido de Dios anuncie las virtudes del que lo llamó de las tinieblas a su luz admirable. Ocultar, cubrir la luz, lograr que el pueblo de Dios desconfíe de ella, que no crea en ella, es la obra del gran rebelde y de sus huestes. Mientras Jesús purifica a su pueblo para que sea suyo, redimiéndolo de toda iniquidad, Satanás emplea todas sus fuerzas para impedir esta obra y la perfección de los santos. No emplea su poder con los que están cubiertos de engaños, guarecidos detrás de fábulas y errores, y que no hacen el menor esfuerzo por recibir la verdad y obedecerla. Sabe que los tiene en sus manos; pero los que están buscando la verdad para obedecerla y amarla, son los que excitan su malignidad y despiertan su ira. No los podrá debilitar nunca mientras permanezcan junto a Jesús; por eso se complace cuando logra inducirlos a desobedecer.

Cuando pecamos contra Dios, se manifiesta la tendencia a poner un día de camino de distancia detrás de Jesús; tratamos de separarnos de su compañía porque nos resulta desagradable, porque cada rayo de luz que procede de su divina presencia nos señala el pecado del cual somos culpables. Satanás se regocija por los pecados que ha inducido a cometer a esas almas, y saca el mayor partido posible de todos estos fracasos y pecados. Los presenta delante de los ángeles de Dios, y se burla de ellos por estas debilidades y fracasos. Es en todo sentido el acusador de los hermanos, y se regocija por cada pecado y error que induce a cometer al pueblo de Dios. Usted, Hno. V, se ha entregado bastante a esta tarea. Ha tomado lo que le parecieron equivocaciones, debilidades y errores manifestados en las filas de los adventistas observadores del sábado, y los dio a conocer a los enemigos de nuestra fe, que estaban luchando contra ese grupo, al cual servían los ángeles del Cielo, y cuya causa Jesús, su abogado, estaba defendiendo delante de su Padre. El clama: “Guárdalos, Padre, guárdalos; los adquirí con mi sangre”, y eleva hacia su Padre sus manos heridas. Usted es culpable delante de Dios de un gran pecado. Se ha aprovechado de ciertas cosas que afligen y angustian al pueblo de Dios cuando ve que algunos de sus miembros carecen de consagración y son a menudo vencidos por Satanás. En lugar de ayudar a esas almas equivocadas a corregirse, usted, con aires de triunfo ha destacado sus errores delante de los que los aborrecían porque profesaban guardar los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Ha dificultado la tarea de los que estaban dedicados a trabajar por la salvación de los que cometieron errores, dedicándose a cazar las ovejas perdidas de la casa de Israel.

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Por causa de la desobediencia del pueblo de Israel y de su apartamiento de Dios, el Señor permitió que fueran puestos en situaciones difíciles y que sufrieran adversidades; se permitió que sus enemigos hicieran guerra contra ellos, que los humillaran y los indujeran a buscar a Dios en medio de sus dificultades y angustias. “Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim”. Éxodo 17:8. Eso ocurrió inmediatamente después de que los hijos de Israel se entregaron a sus rebeldes murmuraciones, y a sus quejas injustas e irrazonables contra los dirigentes que Dios había capacitado y nombrado para conducirlos por el desierto hacia la tierra de Canaán. El Señor los condujo donde no había agua para probarlos, para ver si después de recibir tantas evidencias de su poder habían aprendido a volverse a él en sus aflicciones, y se habían arrepentido de sus rebeldes murmuraciones del pasado en contra de él. Acusaron a Moisés y a Aarón de haberlos sacado de Egipto impulsados por motivos egoístas, para darles muerte junto con sus hijos por medio del hambre, con el fin de enriquecerse con sus posesiones. Al hacer esto los israelitas estaban adjudicando al hombre lo que había sido hecho solamente por Dios, cuyo poder es ilimitado, de acuerdo con las evidencias indubitables que habían recibido. El quería que las maravillosas manifestaciones de su poder le fueran adjudicadas a él solamente, para magnificar su nombre sobre la tierra. El Señor los sometió repetidas veces a la misma prueba para determinar si habían aprendido a percibir de qué manera él los trataba, y si se habían arrepentido de su pecaminosa desobediencia y de sus murmuraciones rebeldes. En Refidim, cuando el pueblo sufrió sed, nuevamente manifestó orgullo, y demostró que todavía poseía un corazón malo de incredulidad, de murmuración, de rebelión, que ponía en evidencia el hecho de que aún no era prudente establecerlo en la tierra de Canaán. Si no estaba dispuesto a glorificar a Dios en sus pruebas y adversidades, en sus viajes a través del desierto rumbo a la esperada Canaán, en circunstancias de que Dios le estaba dando continuamente evidencias incontestables de su poder y gloria, y de su cuidado por él, no magnificaría su nombre ni lo glorificaría cuando se hallara establecido en la tierra de Canaán, rodeado de bendiciones y prosperidad. Al experimentar sed, el pueblo se sintió provocado, de tal manera que Moisés temió por su vida.

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Cuando Israel fue atacado por los amalecitas, Moisés ordenó a Josué que combatiera contra los enemigos, mientras él permanecía con la vara de Dios en la mano extendida hacia el cielo a la vista de todo el pueblo, para mostrar al Israel rebelde y murmurador que su fortaleza provenía de Dios. Era su poder y la fuente de su fortaleza. No había poder alguno en la vara; Dios obraba por medio de Moisés, quien debía recibir toda su fortaleza de lo alto. Cuando mantenía elevadas las manos, Israel prevalecía; pero cuando las bajaba, Amalec ganaba. Al cansarse Moisés, hubo que hacer los preparativos necesarios para mantener sus fatigadas manos continuamente dirigidas hacia el cielo. Aarón y Hur prepararon un lugar para que Moisés se sentara, y ambos se dedicaron a sostener esas manos agotadas hasta la puesta del sol. Estos hombres enseñaron a Israel su deber de apoyar a Moisés en su ardua tarea de recibir la Palabra de Dios para transmitírsela a ellos. De ese modo Dios les mostró también que su destino estaba totalmente en sus manos y que él era su verdadero Dirigente. “Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y dí a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo… y dijo: … Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación”. Éxodo 17:14-16. “Acuérdate de lo que hizo Amalec contigo en el camino, cuando salías de Egipto; de cómo te salió al encuentro en el camino, y te desbarató la retaguardia de todos los débiles que iban detrás de ti, cuando tú estabas cansado y trabajado; y no tuvo ningún temor de Dios. Por tanto, cuando Jehová tu Dios te dé descanso de todos tus enemigos alrededor, en la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad para que la poseas, borrarás la memoria de Amalec de debajo del cielo; no lo olvides”. Deuteronomio 25:17-19.

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Tatiana Patrasco