Amistad íntima con mundanos
Hermano E, el 10 de diciembre de 1871 se me mostró que usted y sus hermanas estaban en una condición muy peligrosa, y que lo que la hace más grave es que usted no comprende su verdadera situación. Lo vi envuelto en tinieblas. Estas tinieblas no descendieron sobre usted repentinamente. Usted comenzó a entrar gradualmente en la bruma de las tinieblas en forma casi imperceptible, hasta que se han vuelto para usted como la luz; sin embargo la nube se está volviendo más densa cada día. De vez en cuando veía un destello de luz que lo separaba a usted de las tinieblas; luego la oscuridad se cerraba nuevamente en torno suyo, más firme y más densa que antes.
Sus escuelas de canto han sido siempre una trampa para usted. Ni usted ni sus hermanas tienen una profundidad de experiencia que los capacite para entrar en contacto con las influencias que encuentran en sus escuelas de canto, sin ser afectados. Se requerirían mentes más fuertes, con mayor decisión de carácter que las que ustedes tres poseen, para relacionarse con la sociedad en donde están y no ser afectados. Escuche las palabras de Cristo: “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Mateo 5:14-16. ¿Su ejemplo e influencia han tenido ese carácter positivo que ha impresionado a sus asociados y creado en ellos una convicción espiritual? No creo. Usted ha sido afectado negativamente. La oscuridad ha caído sobre usted y ha opacado su luz de modo que no ha brillado como para despejar las tinieblas que hay en torno a otros. Usted se ha estado separando más y más de Dios.
Usted, mi hermano, no tiene sino una pálida idea de lo que ha estado haciendo. Se ha estado interponiendo directamente en el camino del progreso de sus hermanas en la vida divina. Ellas, más especialmente F, han sido enredadas con los ardides hechiceros y satánicos del espiritismo, y si F se ha de librar de este fango impío de Satanás, que ha pervertido su sentido de las cosas eternas, tendrá que hacer un esfuerzo poderoso. Se escapará por un tris. A usted lo han cegado, engañado y hechizado. Usted no se ve a sí mismo. Todos ustedes están muy débiles cuando podrían estar fuertes en la verdad preciosa y salvadora, fortalecidos, establecidos y afirmados en la Roca que es Cristo Jesús. Lamento profundamente. Tiemblo por usted. Veo tentaciones a cada lado, y a usted con tan poco poder para resistirlas.
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Hermano E, se me mostró que usted está infatuado; usted está engañado en cuanto a sus motivos y el verdadero propósito de su corazón. Lo vi en compañía de la hija del hermano G. Ella nunca ha cedido su corazón a Cristo. Se me mostró que se sintió conmovida y convicta de pecado. Pero la conducta de usted no fue de tal naturaleza que profundizara su convicción, o le diera la impresión de que estos asuntos tenían especial importancia. Usted profesa que considera sagrada la salvación del alma y la verdad presente. Ella no respeta el sábado en base a un principio. Ama la vanidad del mundo y disfruta del orgullo y las diversiones de la vida. Pero usted se ha estado apartando tan gradualmente de Dios y de la luz, que no ve la separación que la verdad produce necesariamente entre aquellos que aman a Dios y los que son más amadores del placer que de Dios. Vi que usted se sentía atraído a su compañía. Las reuniones religiosas y los deberes sagrados eran de menor importancia, mientras que la presencia de una mera criatura, que no tiene conocimiento de la verdad o de las cosas celestiales, lo fascinó. Usted no ha hecho caso de la abnegación y de la cruz, que están directamente en el camino de cada discípulo de Cristo.
Se me mostró que si usted hubiera estado caminando en la luz habría adoptado decididamente su posición en favor de la verdad. Su ejemplo habría mostrado que usted consideraba la verdad que profesa de tal importancia que sus afectos y corazón sólo podían ir donde fuera discernible la imagen de Cristo. Cristo ahora le dice: ¿A quién tendrás, a mí o al mundo? Su decisión debe hacerse aquí. ¿Seguirá usted los impulsos de un corazón no santificado, apartándose de la abnegación y la causa de Cristo, pasando por encima de la cruz sin levantarla? ¿O levantará esa cruz, por pesada que sea, y hará algún sacrificio por causa de la verdad? Quiera Dios ayudarlo a ver dónde está, para que pueda apreciar verdaderamente las cosas eternas. Usted tiene ahora tan poco discernimiento espiritual que coloca lo santo y sagrado en un mismo nivel con lo común. Usted tiene responsabilidades. Su influencia afecta a sus hermanas en gran medida. Su única seguridad está en separarse del mundo.
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Se me mostró, mi hermano, que usted lleva a jóvenes consigo a escenas de entretenimiento en horas cuando existe un interés religioso, y también va a escuelas de canto con mundanos que están enteramente en tinieblas y donde todos a su alrededor tienen ángeles malignos. ¿Qué aspecto tiene su luz débil y mortecina en medio de estas tinieblas y tentaciones? Los ángeles de Dios no le ayudan en estas ocasiones. Usted queda abandonado a sus propias fuerzas. Satanás se complace grandemente con su posición; porque puede hacerlo más eficiente en su servicio que si no profesara ser un cristiano que guarda todos los mandamientos de Dios. El Testigo [Fiel y] Verdadero se dirige a la iglesia laodicense: “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete”. Apocalipsis 3:15-19.
Usted está ciego e infatuado. Se ha sentido fuerte cuando era la encarnación de la debilidad. Usted puede ser fuerte en el Poderoso. Puede ser un instrumento de justicia si está dispuesto a sufrir por causa de Cristo. Usted y sus hermanas pueden redimir el tiempo si lo desean, pero costará un esfuerzo. Su hermana menor está ligada a alguien que no es digno de sus afectos. Él tiene serios defectos de carácter. No tiene reverencia por las cosas sagradas y santas; su corazón no ha sido cambiado por el Espíritu de Dios. Es egoísta, jactancioso y ama el placer más que el deber. No tiene experiencia en la abnegación y la humillación.
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Al formar una amistad, debiera ejercerse gran cautela, no sea que se cultive una familiaridad con alguien cuyo ejemplo no sería seguro imitar, porque el efecto de dicha familiaridad es apartar de Dios, de la devoción y del amor a la verdad. Es positivamente peligroso para usted tener una relación estrecha con amigos que no poseen una experiencia religiosa. Si cualquiera de ustedes, o los tres, siguen la orientación del Espíritu de Dios, o valoran la salvación de su alma, no escogerán como sus amigos especiales e íntimos a aquellos que no mantienen una consideración seria por las cosas religiosas, y que no viven bajo su influencia práctica. Usted debiera darle el primer lugar a los asuntos eternos. Nada puede tener una influencia más sutil y positivamente peligrosa sobre la mente, y servir de modo más efectivo para desterrar las impresiones y convicciones del Espíritu de Dios, que asociarse con personas frívolas y descuidadas, y cuya conversación trata del mundo y de la vanidad. Cuanto más cautivantes puedan ser en otros respectos, tanto más peligrosa es su influencia como compañeros, porque ponen muchos atractivos agradables en torno a una vida irreligiosa.
Dios tiene derechos sobre ustedes tres que no pueden desechar a la ligera. Jesús los ha comprado con el precio de su propia sangre. “No sois vuestros, porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”. 1 Corintios 6:19, 20. ¿No tienen un sacrificio que hacer para Dios? Delante de cada uno de ustedes hay grandes responsabilidades que cumplir en la vida de todos los días. Su registro está pasando diariamente ante Dios. Grandes peligros yacen ocultos en su camino. Si yo pudiera, lo tomaría en mis brazos y lo llevaría a salvo por encima de ellos; pero no se me permite hacerlo. Usted está en el período más crítico de la historia de su vida. Si usted despierta las energías del alma y las encauza para asegurarse el logro de las cosas de interés eterno, y si subordina todo lo demás a este fin, usted tendrá éxito en perfeccionar un carácter cristiano. Todos ustedes pueden librar la lucha espiritual contra los pecados que los acosan, y, mediante Cristo, salir victoriosos. Pero no será un juego de niños. Será una lucha severa, que implicará abnegación y llevar la cruz. El peligro está en que usted no comprenda plenamente sus reincidencias y su condición insegura. A menos que usted vea la vida como es, que deseche las fantasías brillantes de la imaginación y capte las lecciones serias de la experiencia, despertará cuando sea demasiado tarde. Entonces comprenderá el terrible error que ha cometido.
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Su educación no ha sido la que se necesita para formar caracteres sólidos y fuertes, por lo tanto ahora tiene que obtener la educación que debiera haber recibido años atrás. Su madre fue demasiado indulgente con ustedes. Una madre no puede amar a sus hijos demasiado bien, pero puede amar equivocadamente y permitir que su afecto la ciegue en cuanto a los mejores intereses de ellos. Ustedes han tenido una madre indulgente y tierna. Ella ha protegido demasiado a sus hijos. Su vida casi fue aplastada por las cargas que sus hijos tendrían que haber llevado, y que ellos podrían haber sobrellevado mejor que ella.
La falta de firmeza y abnegación en sus caracteres es un serio impedimento para obtener una experiencia religiosa genuina que no será arena resbaladiza. Debieran cultivarse la firmeza y la integridad. Estas cualidades son positivamente necesarias para una vida cristiana exitosa. Si usted tiene integridad de alma no será desviado de lo correcto. Ningún motivo será suficiente para moverlo de la línea recta del deber; usted será leal y fiel a Dios. Las súplicas del afecto y del amor, las ansias de amistad, no lo afectarán para apartarlo de la verdad y el deber; no sacrificará el deber a la inclinación.
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Si usted, mi hermano, se siente atraído a unir los intereses de su vida a una niña joven y sin experiencia, con una educación realmente deficiente en los deberes corrientes y prácticos de la vida cotidiana, comete un error; pero esta deficiencia es pequeña comparada con su ignorancia respecto a sus deberes para con Dios. Ella no ha carecido de luz; ha tenido privilegios religiosos, y sin embargo no ha sentido su pecaminosidad miserable sin Cristo. Si en su infatuación, usted puede apartarse repetidamente de la reunión de oración, donde Dios se encuentra con su pueblo, a fin de disfrutar la compañía de alguien que no ama a Dios y que no ve atractivos en la vida religiosa, ¿cómo puede esperar que Dios prospere dicha unión? No se apresure. No debieran alentarse los matrimonios que se contraen a temprana edad. Si las jóvenes o los jóvenes no respetan las demandas de Dios, si no prestan atención a los requerimientos que los atan a la religión, hay peligro de que no considerarán debidamente las demandas del esposo o de la esposa. El hábito de estar frecuentemente en la compañía de la persona de su elección, y de hacer eso sacrificando también los privilegios religiosos y sus horas de oración, es peligroso; usted experimenta una pérdida que no puede darse el lujo de sufrir. El hábito de quedarse en vela tarde por la noche es algo usual; pero no agrada a Dios, aunque ambos sean cristianos. Estas horas extemporáneas perjudican la salud, descalifican la mente para los deberes del día siguiente, y tienen una apariencia de mal. Mi hermano, espero que tenga suficiente respeto propio como para evitar esta forma de noviazgo. Si procura en forma exclusiva la gloria de Dios se conducirá con una cautela deliberada. No sufrirá un sentimentalismo enfermizo que ciegue su visión hasta el punto de que no pueda discernir las altas demandas que Dios le hace como cristiano.
Queridos jóvenes, me dirijo a ustedes tres. Que vuestro blanco sea glorificar a Dios y alcanzar su semejanza moral. Inviten al Espíritu de Dios a que moldeé sus caracteres. Ahora es su oportunidad áurea para lavar los mantos de su carácter y emblanquecerlos en la sangre del Cordero. Considero que éste es el momento crucial en el destino de cada uno de ustedes. ¿A quién elegirán, dice Cristo, a mí o al mundo? Dios pide una entrega incondicional del corazón y los afectos a él. Si ustedes aman a amigos, hermanos o hermanas, padre o madre, casas o tierras, más que a mí, dice Cristo, no son dignos de mí. La religión pone el alma bajo la máxima obligación ante sus demandas, de caminar de acuerdo con sus principios. Así como el imán misterioso apunta al norte, de la misma manera las demandas de la religión apuntan a la gloria de Dios. Por sus votos bautismales ustedes están comprometidos a honrar a su Creador y a negar resueltamente el yo y crucificar sus afectos y concupiscencias, e incluso someter sus pensamientos en obediencia a la voluntad de Cristo.
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Eviten entrar en tentación. Cuando los rodeen las tentaciones y no puedan controlar las circunstancias que los exponen a ellas, entonces pueden reclamar la promesa de Dios y exclamar con confianza y poder consciente: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Filipenses 4:13. Para todos ustedes hay fuerza en Dios. Pero jamás sentirán su necesidad de esa fuerza que es lo único que puede salvarlos, a menos que adviertan su debilidad y pecaminosidad. Jesús, su precioso Salvador, los llama ahora a colocarse firmemente sobre la plataforma de la verdad eterna. Si sufren con él, él los coronará con gloria en su reino eterno. Si están dispuestos a sacrificarlo todo por él, entonces él será su Salvador. Pero si escogen su propio camino andarán en tinieblas hasta que sea demasiado tarde para asegurarse la recompensa eterna.
¿Qué han estado ustedes dispuestos a sufrir por causa de la verdad? Tienen un período muy corto en el cual cultivar los rasgos nobles de sus caracteres. En cierta medida, todos ustedes han estado insatisfechos y han sido desdichados. Han tenido muchas quejas. Se han expresado con incredulidad y han censurado a otros. Especialmente esto es cierto en cuanto a F y H. Sus corazones se han llenado de orgullo, y a veces hasta de amargura. Han descuidado su aposento privado para orar, y no han amado los ejercicios de los deberes religiosos. Si hubieran perseverado en sus esfuerzos por crecer en Cristo, su Cabeza viviente, ahora serían fuertes y competentes para bendecir a otros con su influencia. Si hubieran cultivado una energía constante, uniforme, sin vacilaciones, ahora serían fuertes para resistir la tentación. Pero estas preciosas cualidades se pueden ganar únicamente a través de una entrega del alma a las demandas de la religión. Entonces los motivos serán elevados, y el intelecto y los afectos estarán equilibrados por principios nobles. Dios obrará con nosotros si sólo nos ocupamos en una conducta saludable. Debemos sentir la necesidad de unir nuestros esfuerzos humanos y proceder fervoroso con el poder divino. Podemos levantarnos en [el poder de] Dios, fuertes para vencer. Usted, hermano E, ha cometido un grave error por carecer de energía de propósito para actuar y resistir.
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Qué gran error se comete en la educación de los niños y jóvenes por obrar con favoritismos, al consentirlos y mimarlos. Se vuelven egoístas e inútiles, y carecen de energía en las cosas pequeñas de la vida. No son educados para adquirir fuerza de carácter en el cumplimiento de los deberes cotidianos, por humildes que sean. Ustedes descuidan de hacer voluntaria y alegremente el deber que tienen directamente por delante para llevar a cabo, y que alguien debe hacerlo. En todos nosotros hay un gran deseo de encontrar una obra más grande y más exaltada.
Nadie está calificado para realizar un trabajo grande e importante a menos que haya sido fiel en el cumplimiento de los deberes pequeños. Es en forma gradual como se forma el carácter y como se educa el alma para emplear fuerzas y energías proporcionales a la tarea que debe cumplirse. Si somos criaturas de circunstancias, seguramente fracasaremos en perfeccionar caracteres cristianos. Ustedes deben dominar las circunstancias y no permitir que las circunstancias los dominen. Pueden encontrar energía en la cruz de Cristo. Ahora pueden crecer gradualmente, y conquistar dificultades y vencer la fuerza del hábito. Necesitan ser estimulados por la fuerza vivificadora de Jesús. Debieran ser atraídos a Cristo y vestirse con su divina belleza y excelencia. La hija del hermano G tiene que obtener una educación; no es más competente para los deberes y dificultades de la vida como esposa que una escolar de diez años.
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La religión debería inspirarlos y guiarlos en todos sus esfuerzos, y tener un control absoluto sobre sus afectos. Si se rinden sin reservas en las manos de Cristo, haciendo que su poder sea la fuerza de ustedes, entonces su visión moral será clara para discernir un carácter de calidad para no ser engañados por las apariencias ni cometer grandes errores en su amistad. Su poder moral debe ser agudo y delicado, para que pueda soportar pruebas severas y no echarse a perder. Su integridad de alma debiera ser tan firme que la vanidad, la ostentación o la adulación no lo muevan.
¡Oh, es una gran cosa ser recto con Dios, tener el alma en armonía con su Hacedor, de modo que en medio del contagio del mal ejemplo, que por su apariencia engañosa seduciría al alma apartándola del deber, puedan enviarse ángeles en su rescate! Pero recuerde, si usted invita a la tentación, no tendrá ayuda divina para impedir que sea vencido. Los tres personajes ilustres soportaron el horno de fuego, porque Jesús entró con ellos a la llama ardiente. Si hubieran entrado en el fuego por su propia cuenta, habrían sido consumidos. Así será con usted. Si usted no camina deliberadamente hacia la tentación, Dios lo sostendrá cuando la tentación llegue.
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La causa en Nueva York
Estando en Vermont, el 10 de diciembre de 1871, se me mostraron algunas cosas respecto a Nueva York. La causa en ese estado parecía hallarse en una condición deplorable. Había pocos obreros, y no eran tan eficientes como su profesión de fe en las verdades sagradas para este tiempo les demandaba que fueran. Algunos de ellos, que ministran en palabra y doctrina, no son obreros cabales. Aunque creen la teoría de la verdad, y han estado predicando por años, nunca serán obreros competentes hasta que trabajen en base a un plan diferente. Han pasado mucho tiempo en las iglesias, sin estar calificados para beneficiarlas. Ellos mismos no están consagrados a Dios. Antes de estar preparados para ayudar a otros, necesitan un espíritu de paciencia para sufrir por causa de Cristo: “para beber la copa”, y “para ser bautizados con el bautismo”. Se necesitan obreros abnegados, devotos, para hacer adelantar las cosas en Nueva York de acuerdo con la norma bíblica. Estos hombres no han estado en la línea de su deber mientras viajaban entre las iglesias. Si Dios los ha llamado a su obra, es para salvar a los pecadores. Debieran probarse ellos mismos yendo a campos nuevos, para conocer personalmente si Dios les ha confiado la obra de salvar almas.
Si los hermanos Taylor, Saunders, Cottrell y Whitney, y el hermano y la hermana Lindsay hubieran trabajado en campos nuevos, estarían mucho más adelantados de lo que están ahora. El hecho de enfrentar la oposición de los adversarios los habría impulsado a acudir a sus Biblias en busca de argumentos para defender su posición, y esto habría aumentado su conocimiento de las Escrituras y los habría hecho conscientes de su capacidad en Dios para enfrentar la resistencia en cualquier forma. Aquellos que se conforman con repetir y repetir los mismos temas en las iglesias serán deficientes en la experiencia que debieran tener. Serán débiles y no fuertes para querer y hacer y sufrir por causa de la verdad. Serán obreros ineficientes.