Testimonios para la Iglesia, Vol. 3, p. 482-492, día 185

El hermano B regresó a esta costa en gran oscuridad; había perdido su amor por la verdad y su amor por Dios. Lo dominaban sus sentimientos naturales y era orgulloso. Se amaba a sí mismo, y amaba el dinero más que a la verdad y a su Redentor. Se me mostró que su comportamiento después que regresó al occidente era un deshonor para el nombre de los cristianos. Lo vi uniendo sus manos con los alegres amadores del placer. Afligió a sus hermanos e hirió a su Salvador y lo puso en vergüenza abierta ante los incrédulos. Vi que desde ese momento no se complacía en el servicio de Dios ni en el progreso de la verdad. Parecía poseer un celo para investigar las Escrituras y diferentes autores, no para poder afirmarse en importantes puntos de la verdad presente, que la providencia de Dios le había provisto a través de hombres de su elección, sino para encontrar una posición nueva y promover nuevos puntos de vista en oposición a la fe establecida del cuerpo de creyentes. Sus investigaciones no eran hechas para la gloria de Dios, sino para promover el yo.

Una vez que el hermano B adopta una posición en el lado equivocado, ver su error y confesar su equivocación no está de acuerdo con su naturaleza, sino que seguirá peleando hasta lo último, cualesquiera sean las consecuencias. Este espíritu es ruinoso para la iglesia y ruinoso para su familia. Él necesita suavizar su corazón y dejar que entren la ternura, la humildad y el amor. Necesita benevolencia y una generosidad noble. En síntesis, necesita estar completamente convertido, ser un nuevo hombre en Cristo Jesús. Entonces su influencia en la iglesia será satisfactoria y él será justamente la ayuda que ellos necesitan. Tendrá el respeto y el amor de su familia y mandará a su casa después de sí. El deber y el amor, como hermanas gemelas, serán sus ayudantes en la educación de sus hijos.

Vi que la hermana B tenía muchas razones para entristecerse en relación con el trato que su esposo había tenido hacia ella; vi que su vida había sido muy triste, aunque él era capaz de hacerla feliz. Ella parecía estar descorazonada y sentir agudamente que su esposo la descuidaba y no la amaba. En ausencia de él, ella a veces se sentía confundida y tenía celos y desconfianza respecto a él. Satanás estaba presente con sus tentaciones, y ella consideraba algunas cosas con una luz exagerada. Todo esto podría haberse evitado si el hermano B hubiera preservado su consagración a Dios. Fui llevada aun más lejos y vi que él estaba caminando en la incredulidad y la oscuridad mientras se jactaba de que él solo tenía la luz verdadera. Cuanto más lejos se separaba de Dios, menos amor tenía por sus hermanos y por la verdad. 

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Se me mostró al hermano B cuestionando uno tras otro los puntos de nuestra fe que nos han sacado del mundo y nos han hecho un pueblo separado y distinto, aguardando la esperanza bienaventurada y la aparición gloriosa de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Su incredulidad y oscuridad no han movido los principales pilares de nuestra fe. No ha hecho inefectiva la verdad de Dios. Ésta continúa siendo la verdad, pero él ha ejercido alguna influencia sobre las mentes de sus hermanos. Los informes de labios mentirosos en cuanto a mi esposo y a mí, que él trajo desde el este, influyeron para crear sospechas y dudas en las mentes de otros. Aquellos que no estaban relacionados con nosotros no pudieron salir en nuestra defensa. Vi que la iglesia podría haber tenido tres veces más miembros de los que tiene ahora, y podría haber tenido una fuerza diez veces mayor, si el hermano B no se hubiera colocado en las manos del enemigo. En su incredulidad ciega él ha hecho todo lo posible para desanimar y esparcir a los creyentes en la verdad. En su ceguera no ha comprendido que su conducta era deplorable a la vista de Dios. El desaliento y la oscuridad que él ha causado han hecho las labores del hermano C doblemente difíciles, porque su influencia no sólo ha sido sentida por la iglesia, sino por otras iglesias.

El hermano B ha fortalecido la incredulidad y una influencia opositora que el hermano C ha tenido que enfrentar. Vi que enfrentaríamos lo mismo y que llevaría tiempo erradicar la vieja raíz de amargura por medio de la cual muchos han sido contaminados; que hay un tiempo para hablar y un tiempo para guardar silencio; que cuando Dios colocara sobre nosotros la responsabilidad de hablar no debiéramos vacilar, ya sea que los hombres escuchen o que se abstengan de escuchar; y que debiéramos avanzar aunque esto deje a algunos fuera de la iglesia y fuera de la verdad. Dios tiene una obra grande e importante para que alguien la haga, y a su debido tiempo será hecha, y la verdad triunfará.

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Aquellos de nuestros hermanos que no habían obtenido una experiencia personal en la verdad presente no pudieron contestar los argumentos del hermano B, y aunque no pudieron aceptar los puntos de vista defendidos por él, en mayor o en menor medida fueron afectados por su conversación y su razonamiento. Algunos no sintieron un espíritu de libertad cuando se reunieron para adorar. Tenían temor de expresar sus verdaderos sentimientos y fe sobre el sábado, pensando que él criticaría lo que ellos dijeran. Ha habido muerte en las reuniones y poca libertad.

El hermano B desea que otros lo admiren como un hombre que puede explicar las Escrituras, pero se me mostró que él está engañado y que no las entiende. Ha comenzado a buscar en una huella equivocada para producir una nueva fe, una teoría original de la fe. Desarraigaría y colocaría equivocadamente los hitos que nos muestran nuestro rumbo correcto, que estamos cerca del fin de la historia de esta tierra. Puede jactarse de que está siendo dirigido por el Señor, pero seguramente es por otro espíritu. A menos que cambie su curso completamente y que esté dispuesto a ser guiado y a aprender, será abandonado para que siga sus propios caminos y haga un naufragio total de la fe.

Algunos se han cegado tanto por su propia incredulidad que no pudieron discernir el espíritu del hermano B. Él podría haberlos ayudado si hubiera permanecido en el consejo de Dios. Podría haberlos guiado a la luz en vez de aumentar su confusión de fe y sus perplejidades. Pero él ha sido una piedra de tropiezo, un guía ciego de los ciegos. Si hubiera hecho camino recto para sus pies, el cojo no se habría desviado del camino, sino que habría sido sanado. Se ha negado a caminar en la luz de la verdad que Dios ha dado a su pueblo, y ha puesto trabas a aquellos que querían caminar en ella.

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Siente que es un honor sugerir dudas e incredulidad respecto a la fe establecida del pueblo que guarda los mandamientos de Dios. La verdad en la que en un tiempo se regocijó es ahora tinieblas para él, y, a menos que cambie su curso, caerá en una mezcla de los puntos de vista de las diferentes denominaciones, pero no estará de acuerdo en su totalidad con ninguna de ellas; él será una iglesia diferente por sí mismo, pero no estará bajo el control de la gran Cabeza de la iglesia. Al presentar sus puntos de vista en oposición a la fe del cuerpo, está descorazonando y desanimando a la iglesia. Ve que si el conjunto de observadores del sábado tiene la verdad, él está en tinieblas, y no puede admitir esto. La verdad lo condena, y en vez de tratar de colocar su alma en armonía con ella, rindiéndose a sus demandas y muriendo al yo, está buscando un puesto donde no estará bajo condenación.

Se me mostró que si él continúa en su curso actual, ciego a su verdadera condición, después de un tiempo se sentirá contento de encontrar algún pretexto para renunciar al sábado. Satanás seguramente lo está guiando, como ha guiado a muchos otros, para apartarlo del cuerpo en un camino de engaño y error. Cuánto más seguro es para el hermano B colocar su alma en armonía con la verdad, que interpretar erróneamente la Escritura para ponerla en armonía con sus ideas y acciones. Si pusiera sus acciones en armonía con los principios de la ley de Dios tiene una tarea en sus manos de cuya magnitud escasamente ha soñado. El corazón carnal está en enemistad con Dios. No está sujeto a la ley de Dios, ni tampoco puede.

Las insinuaciones y declaraciones abiertas de aquellos que son nuestros enemigos en Battle Creek fueron recibidas por el hermano B durante su viaje al este, y él regresó con sentimientos amargos y perversos en su corazón contra aquellos que están en el centro de la obra y especialmente contra mí y mi trabajo. Él no tenía ninguna razón sólida para los sentimientos que acariciaba y las opiniones que expresaba en cuanto a mis labores y testimonios. Procuraba instilar en las mentes de otros la incredulidad y los prejuicios que habían corrompido su propia alma. Hizo esto con resultados considerables. Al principio, muchos fueron influenciados por sus sofismas e ignorancia, porque él puede hacer aseveraciones y extraer inferencias como si estuviera manejando hechos positivos. Sabe cómo argumentar y es de palabra ágil. Sus palabras influyeron sobre algunos que no estaban consagrados a Dios y que deseaban recibirlas tal como él las presentaba respecto a nuestro trabajo y nuestro llamamiento. Ejerció influencia y excitó prejuicios en las mentes de algunos que podrían haber ayudado, si él no hubiera cerrado nuestro camino de tal manera que no pudiéramos tener acceso a ellos. Entre ellos se encontraban el hermano y la hermana D.

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En esto el hermano B puede ver los frutos de su curso de acción, y hay otros que fueron influenciados de la misma manera, con los mismos resultados, en lo que se refiere a su fe y confianza en la verdad. Tan pronto como el hermano B o cualquier otro llega a la conclusión de que los hombres que más han tenido que ver con llevar la causa de la verdad presente a su condición actual no están guiados por Dios, sino que [a juicio de ellos] son hombres astutos e intrigantes que engañan al pueblo, entonces el camino que deben seguir, a fin de ser consecuentes, es renunciar a toda la obra considerándola como un engaño, un fraude. A fin de ser consecuentes, deben tirar todo por la borda. Casi sin darse cuenta el hermano B ha estado haciendo esto, y también otros han hecho lo mismo. En algún momento futuro, si no ahora, él revisará su trabajo con sentimientos diferentes a los que tiene ahora. Verá el trabajo que ha estado haciendo durante los pocos últimos años como Dios lo ve, y no lo considerará con la satisfacción que siente ahora. Cuando vea la obra miserable en la cual ha estado ocupado en los pocos últimos años, su orgullosa jactancia de sabiduría y de un conocimiento superior terminará, y se arrepentirá en amargura de alma por la sangre de las almas que está en sus vestiduras.

Si el hermano B hubiera deseado ver las cosas correctamente y hubiera advertido la posibilidad de ser engañado, habría acudido al hermano y la hermana White con los informes lesivos a su reputación y les habría dado una oportunidad para hablar por ellos mismos. Los informes que trajo a través de las llanuras hasta la costa del Pacífico constituyen falso testimonio, lo que quebranta la Ley de Dios. Un día se encontrará con las declaraciones hirientes, como también con la sofistería engañosa instigada por Satanás, que ha instilado en las mentes de las personas para dañar la influencia de mi esposo y la mía. Este asunto no es entre el hermano B y yo, sino entre él y Dios.

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Dios nos ha dado nuestro trabajo, y si él nos ha dado un mensaje para comunicar a su pueblo, aquellos que nos ponen trabas en la obra y debilitan la fe de la gente en la verdad y en los principios, no están peleando contra el instrumento, sino contra Dios, y deben responder ante él por el resultado de sus palabras y acciones. Todos los que tengan discernimiento espiritual pueden juzgar el árbol por sus frutos. El hermano B se erige como un iluminado por Dios para desengañar a la gente en lo que concierne a nuestro trabajo y misión. Si quieren, todos pueden ver el fruto de este árbol. Hermano B, ¿es para vida eterna, o es para muerte?

Después que el hermano B recibió de Battle Creek este conocimiento especial que lo indujo a empequeñecer nuestra obra y misión, se sintió libre para unirse a los incrédulos en la disipación y los placeres, y debido a su conducta liviana atrajo oprobio a la causa de Cristo y gran sufrimiento a su esposa. ¿Fue tan ciego que no reconoció que estaba tratando de derribar lo que Dios estaba edificando? ¿No se le ocurrió pensar que podía estar peleando contra Dios? Los ángeles han registrado en el cielo la obra que él ha estado haciendo, y tendrá que dar cuenta por ella cuando cada acto será sometido a juicio para soportar la inspección del Dios infinito. En su ceguera el hermano B ha estado levantando su débil brazo para pelear contra Dios mientras halagaba su alma engañada con la idea de que estaba haciendo el servicio de Dios. La obra de cada hombre ha de ser probada por fuego en el día postrero, y sólo el oro, la plata y las piedras preciosas resistirán la prueba.

Con Dios no se juega. Puede soportar por largo tiempo a los seres humanos, pero visitará sus transgresiones y pronunciará sentencia sobre cada uno según hayan sido sus obras. Aunque los hombres puedan hablar jactanciosamente y enorgullecerse de su sabiduría, un soplo de los labios de Dios puede reducir al polvo todo su honor y gloria. Se me mostró que el hermano B no tendrá excusa en el día de Dios, cuando cada caso sea pesado en las balanzas del santuario. Él sabía lo suficiente como para no haber hecho lo que hizo. Ha tenido suficiente evidencia para determinar el carácter de la obra que Dios nos ha encomendado. Los frutos de esta obra están ante él, lo cual él puede ver y entender si quiere.

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La confianza propia del hermano B es asombrosa y es una trampa terrible para él. Si no vence este rasgo peligroso de su carácter, resultará ser su ruina. Él se siente en su elemento natural cuando está batallando y controvirtiendo puntos de doctrina; él planteará dudas y se valdrá de evasivas y estará en desacuerdo con sus hermanos hasta que Satanás controlará de tal modo su mente que él realmente piense que tiene la verdad y que sus hermanos están en el error. No permanece en la luz y no tiene la bendición de Dios, porque constituye una parte de su religión oponerse a los puntos establecidos del pueblo de Dios que guarda los mandamientos. ¿Están todos ellos engañados, y el hermano B es el único hombre a quien Dios ha dado la verdad correcta? ¿No está Dios tan dispuesto a darles a sus siervos consagrados y abnegados una comprensión correcta de las Escrituras como a dársela al hermano B para que comparta con ellos?

¿Prueba el hermano B su camino con este simple examen?: “Esta luz y conocimiento que yo he encontrado, y que me coloca en desacuerdo con mis hermanos, ¿me atrae más cerca de Cristo?; ¿hace que mi Salvador sea más precioso para mí y que mi carácter se asemeje más al suyo?” Es un rasgo natural, pero no agradable, de nuestros caracteres ser agudos en nuestras percepciones, y tenaces en nuestro recuerdo de las faltas y fallas de otros.

El hermano B no trata de estar en comunión con sus hermanos; su confianza propia lo ha inducido a no sentir ninguna necesidad especial de estar unido. Siente que las mentes de ellos han sido formadas en un molde inferior a la suya y que el recibir sus opiniones y consejos como algo digno de atención sería un acto de gran condescendencia. Esta actitud de confianza propia lo ha excluido del amor y la aceptación de sus hermanos y de la unión con ellos. Él siente que es demasiado sabio y experimentado como para necesitar las precauciones que a muchos les son indispensables. Tiene una opinión tan alta de su propia capacidad y tal confianza en sus propios logros que se cree preparado para cualquier emergencia. Dijeron los ángeles celestiales, señalando al hermano B: “El que piensa estar firme, mire que no caiga”. 1 Corintios 10:12. La confianza propia conduce a descuidar la vigilancia y la oración humilde y contrita. Hay tentaciones externas que deben evitarse y enemigos y perplejidades internos que hay que vencer, porque Satanás adapta sus tentaciones a los diferentes caracteres y temperamentos de los individuos.

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La iglesia de Cristo está en constante peligro. Satanás está tratando de destruir al pueblo de Dios, y no es suficiente la mente de un hombre, el juicio de un hombre, para confiar en él. Cristo quisiera unir a sus seguidores como iglesia, observando el orden, teniendo normas y disciplina, y estando todos sujetos unos a otros, estimando a los demás como mejores que uno mismo. La unidad y la confianza son esenciales para la prosperidad de la iglesia. Si cada miembro de la iglesia se siente en libertad para actuar independientemente de los demás, escogiendo su propio camino peculiar, ¿cómo puede la iglesia estar segura en la hora de peligro? La prosperidad y la misma existencia de una iglesia dependen de la acción rápida y unida, y de la confianza mutua de sus miembros. Cuando en una hora crítica alguien suena la voz de alarma, se necesita un trabajo rápido y efectivo, sin detenerse a hacer preguntas y a examinar la cuestión de un extremo al otro, permitiendo así que el enemigo gane ventajas por la demora, cuando la acción unida podría salvar a muchas almas de la perdición.

Dios quiere que su pueblo esté unido con los lazos más estrechos de compañerismo cristiano; la confianza en nuestros hermanos es esencial para la prosperidad de la iglesia; la unidad de acción es importante en una crisis religiosa. Un paso imprudente, una acción descuidada, puede hundir a la iglesia en dificultades y pruebas de las cuales podría no recobrarse por años. Un miembro de la iglesia lleno de incredulidad puede darle ventajas al gran enemigo que afectarán la prosperidad de toda la iglesia, y como resultado pueden perderse muchas almas. Jesús quisiera que sus seguidores estén sujetos entre ellos; entonces Dios puede usarlos como instrumentos para salvar el uno al otro; porque puede ser que uno no discierna los peligros que el ojo de otro es rápido para percibir; pero si la persona desprevenida obedece con confianza la advertencia, puede salvarse de grandes perplejidades y pruebas.

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Cuando Jesús estaba por dejar a sus discípulos, oró por ellos en una manera sumamente conmovedora y solemne para que todos pudieran ser uno “como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado”. Juan 17:21-23. El apóstol Pablo en su primera epístola a los Corintios los exhorta a la unidad: “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer”. 1 Corintios 1:10.

Dios está sacando a un pueblo del mundo y guiándolo a la plataforma exaltada de la verdad eterna, los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Él disciplinará y capacitará a su pueblo. No estarán en desacuerdo, uno creyendo una cosa y otro teniendo fe y puntos de vista enteramente opuestos, cada uno avanzando independientemente del cuerpo. A través de la diversidad de los dones y de los tipos de administración que él ha colocado en la iglesia, llegarán todos ellos a la unidad de la fe. Si un hombre toma sus ideas de la verdad bíblica sin tener en cuenta las opiniones de sus hermanos, y justifica su conducta alegando que tiene el derecho de sustentar sus propias ideas peculiares, y luego quiere imponérselas a otros, ¿cómo puede estar cumpliendo la oración de Cristo? Y si surge otro y aún otro, cada uno afirmando su derecho a creer y hablar lo que le agrada sin referencia a la fe del cuerpo de creyentes, ¿dónde estará esa armonía que existió entre Cristo y su Padre, y por la que Cristo oró para que pudiera existir entre sus hermanos?

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Dios está guiando a un pueblo y estableciéndolo en la única y gran plataforma de fe, los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesús. Le ha dado a su pueblo una cadena confiable de la verdad bíblica, clara y bien eslabonada. Esta verdad es de origen celestial y se la ha buscado como a un tesoro escondido. Ha sido desentrañada mediante una investigación cuidadosa de las Escrituras y a través de mucha oración.

El hermano B está dudando de punto tras punto de nuestra fe. Si él tiene razón en sus nuevas teorías, el cuerpo de observadores del sábado está equivocado. ¿Se renunciará a la fe establecida en los fuertes puntos de nuestra posición, que nos ha sacado del mundo y nos ha unido como un pueblo distinto y peculiar, considerándola errónea? ¿Recibiremos la fe de esta sola persona, con las evidencias que él nos da de los frutos de su carácter religioso? ¿O el hermano B renunciará a su juicio y opiniones, y vendrá al cuerpo de creyentes? Si él no hubiera cegado su alma aceptando prejuicios y albergando una oposición perversa contra la obra de Dios, no habría sido dejado en esa oscuridad y engaño.

Es un hablador hábil e insistirá persistentemente en sus opiniones y no cederá ante el peso de las evidencias contra él. Es una crueldad que se coloque en el camino de la prosperidad de la iglesia, como él lo ha hecho. El mundo es grande; él puede pedir el privilegio de ir entre los no creyentes y de convertirlos a sus teorías; y cuando pueda presentar un cuerpo bien organizado del cual él ha sido el instrumento para convertirlos del pecado a la justicia, entonces, y no antes, debiera insistir con sus puntos de vista peculiares ante la iglesia de Dios, la cual está afligida y descorazonada con su oscuridad y error. No tiene el derecho de construir sobre el fundamento de otro hombre, colocando su madera, heno y rastrojo que han de ser consumidos por los fuegos del día postrero.

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Se me mostró que la única posición segura para el hermano B es sentarse a los pies de Jesús y aprender el camino de vida más perfectamente. La doctrina de Cristo caerá como la lluvia, y sus palabras destilarán como el rocío sobre el corazón del humilde y dispuesto a aprender. El hermano B debe adquirir una disposición susceptible a ser enseñado. No debe sentarse como un juez, sino como un aprendiz; no para poner reparos, sino para creer; no para cuestionar y encontrar faltas y oponerse, sino para escuchar. El orgullo debe dar lugar a la humildad, y el prejuicio debe cambiarse por el candor, o las bondadosas palabras de Cristo serán en vano para él. Mi hermano, usted puede razonar con su juicio ciego y con su mente no santificada hasta el día de Dios y no avanzar un paso hacia el cielo; usted puede debatir e investigar y escudriñar autores eruditos, y aun las Escrituras, y sin embargo autoengañarse más y más, y llenarse cada vez de más tinieblas, como ocurrió con los judíos con referencia a Cristo. ¿Cuál fue la falta de ellos? Rechazaron la luz que Dios ya les había dado y fueron en busca de alguna luz nueva mediante la cual pudieran interpretar las Escrituras como para respaldar sus actos.

Usted está haciendo lo mismo; no toma en cuenta la luz que Dios ha visto conveniente darle en las publicaciones sobre la verdad presente y en su Palabra, y está buscando doctrinas propias, teorías que no pueden ser respaldadas por la Palabra de Dios. Cuando usted llegue a ser como un niñito, dispuesto a ser conducido, y cuando su entendimiento sea santificado y se rindan su voluntad y sus prejuicios, se derramará una luz en su corazón, que iluminará las Escrituras y le mostrará la verdad presente en su armonía hermosa. Lucirá como una cadena de oro, con cada eslabón unido al otro en un conjunto perfecto. “Si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” Mateo 18:3. “Aprended de mí—dice Jesús—, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”. Mateo 11:29.

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