Testimonios para la Iglesia, Vol. 4, p. 43-51, día 202

Cristo venció de manera perfecta; así también nosotros debemos ser perfectos y completos, sin que nos falte nada, sin mancha ni imperfección. Cristo obtuvo la redención para el hombre a un costo infinito para sí mismo. La victoria que obtenemos sobre nuestros propios corazones malvados y sobre las tentaciones de Satanás nos costará gran esfuerzo, vigilancia constante y oración perseverante; entonces no sólo cosecharemos la recompensa, que es el don de la vida eterna, sino que aumentaremos nuestra felicidad en este mundo al tener conciencia de un deber realizado, y por el mayor respeto y amor de los que nos rodean.

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Me fue mostrado que en la iglesia existe una falta general de devoción y de esfuerzo sincero y empeñoso. Hay muchos que necesitan ser convertidos. El hermano C no es un apoyo y fortaleza para la iglesia. No avanza en la vida divina como avanza en años. Ha profesado la verdad por muchos años, y sin embargo ha sido lento en aprender y vivir sus principios; por lo tanto, no ha sido santificado a través de la verdad. Se mantiene en una posición en la cual Satanás lo puede tentar. En su experiencia es todavía como un niño. Vigila a otros y marca sus errores, cuando debiera estar escudriñando con diligencia su propio corazón. Esa disposición a desconfiar de sus hermanos y ver faltas en ellos, y hablar de ellas a otros, recibe el reproche contenido en las palabras que Cristo le dirigió a uno que, según él vio, estaba más interesado en la conducta de sus hermanos que en ser cuidadoso de vigilar y orar para que Satanás no lo venciera a él. Dijo Cristo a sus discípulos: “¿Qué a ti? sígueme tú” Juan 21:22.

Debido a la debilidad de su naturaleza, todo lo que el hermano C puede hacer es guardar su propia alma y cerrar toda avenida por la cual Satanás pudiese ganar acceso para insinuar dudas con respecto a otros. Corre gran peligro de perder su alma al no lograr perfeccionar su carácter cristiano durante el tiempo de prueba. Es lento para seguir a Cristo. Sus sentidos parecen estar nublados y casi paralizados, de tal modo que no estima como debe las cosas sagradas. Aun ahora puede corregir sus errores y vencer sus defectos, si se decide a obrar apoyándose en la fortaleza de Dios.

Hay varias personas en la iglesia _____ cuyos nombres no puedo mencionar, las cuales tienen victorias que ganar sobre sus apetitos y pasiones. Algunos hablan demasiado. Adoptan la siguiente posición: “cuénteme… y yo lo contaré”. Verdaderamente una posición así es miserable; si todos estos chismosos recordaran que un ángel los sigue, registrando sus palabras, habría entre ellos mucho menos habladuría y mucho más oración.

Hay hijos de guardadores del sábado que han aprendido desde su juventud a observar el sábado. Algunos de ellos son muy buenos hijos, fieles al deber en lo que se refiere a los asuntos temporales; pero no sienten una convicción profunda de pecado ni la necesidad del arrepentimiento. Los tales se encuentran en una condición peligrosa. Vigilan la conducta y los esfuerzos de los cristianos profesos. Ven que algunos de ellos hacen alta profesión de su fe, pero no son cristianos concienzudos, y comparan sus propios conceptos y acciones con esas piedras de tropiezo; y como en sus propias vidas no ven asomarse ningún pecado, se congratulan a sí mismos, por estar en lo correcto.

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A esos jóvenes se me ha autorizado que les diga: Arrepentíos y convertíos para que vuestros pecados puedan ser borrados. No tenéis tiempo que perder.

El cielo y la vida eterna son tesoros valiosos que no pueden obtenerse sin esfuerzo de vuestra parte. No importa cuán correctas puedan haber sido vuestras vidas, en vuestra calidad de pecadores tenéis que dar ciertos pasos. Se requiere de vosotros que os arrepintáis, creáis y seáis bautizados. Cristo fue enteramente justo; y sin embargo, él mismo, el Salvador del mundo, le dio al hombre un ejemplo al dar los pasos que requiere de todo pecador. Para que se convierta en un hijo de Dios y heredero del cielo.

Si Cristo, el Redentor del hombre, puro y sin mancha, condescendió en dar los pasos que el pecador necesita dar en su conversión, ¿por qué los que ven su camino iluminado por la luz de la verdad habrían de vacilar en entregar sus corazones a Dios, y confesar humildemente que son pecadores, y mostrar su fe en la expiación de Cristo por sus palabras y acciones, identificándose con los que profesan ser sus seguidores? Siempre habrá quienes no vivan de acuerdo con su profesión, cuyas vidas diarias demuestren que son cualquier cosa excepto cristianos. ¿Pero es ésta una razón suficiente para que cualquiera rehúse vestirse de Cristo por el bautismo en la fe de su muerte y resurrección?

Incluso cuando Jesús en persona se encontraba en el mundo, y andaba con sus discípulos y les enseñaba, había uno entre los doce que era un demonio. Judas traicionó a su Señor. Cristo poseía un conocimiento perfecto de la vida de Judas. Conocía la codicia que Judas no había logrado vencer, y en sus sermones le dio numerosas lecciones sobre ese tema. Judas, mediante la complacencia, permitía que este rasgo de su carácter creciera y se arraigara tan profundamente, que desplazó la buena semilla sembrada en su corazón; el mal predominó hasta que, por amor al dinero, fue capaz de vender a su Señor por unas pocas monedas de plata.

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El hecho de que Judas no tenía un corazón recto, y que se hallaba tan corrompido por el egoísmo y el amor al dinero que fue inducido a cometer un gran crimen, no constituye evidencia de que no había verdaderos cristianos, discípulos genuinos que amaban a su Salvador y procuraban imitar su vida y ejemplo, y obedecer sus enseñanzas.

Se me mostró el hecho de que Judas estuviera incluido entre los doce, con todas sus faltas y defectos de carácter, como una lección instructiva, una que al ser estudiada por los cristianos, pueden beneficiarse. Cuando nuestro Señor escogió a Judas, su caso no era desesperado. Tenía algunas cualidades buenas. En su asociación con Cristo en la obra, al escuchar sus discursos, tuvo una oportunidad favorable para descubrir sus malos rasgos, para conocer sus defectos de carácter, si realmente deseaba ser un verdadero discípulo. Nuestro Señor llegó a colocarlo en una posición en la cual podía escoger si desarrollar su disposición codiciosa, o percibirla y corregirla. Él estaba a cargo de los escasos medios recogidos para los pobres y para los gastos necesarios de Cristo y los discípulos en su obra de predicación. Esta pequeña cantidad de dinero constituía una tentación continua para Judas, y de tiempo en tiempo, cuando hacía un pequeño servicio para Cristo o dedicaba un poco de tiempo a propósitos religiosos, se pagaba a sí mismo de los exiguos fondos recogidos para hacer avanzar la luz del Evangelio. Finalmente se volvió tan avaro, que se quejó amargamente porque el ungüento derramado sobre la cabeza de Jesús era muy caro. Le dio vueltas al asunto una y otra vez, y calculó el dinero que podría haber sido colocado en sus manos para gastar, si ese ungüento hubiera sido vendido. Su egoísmo se fortaleció hasta que sintió que la tesorería había verdaderamente sufrido una gran pérdida al no recibir el valor del ungüento en dinero. Finalmente se quejó abiertamente de la extravagancia que significaba esta valiosa ofrenda para Cristo. Nuestro Salvador lo reprendió por su codicia. La reprensión irritó el corazón de Judas, hasta que, por una pequeña suma de dinero, consintió en traicionar a su Señor. Entre los guardadores del sábado habrá quienes en su corazón no son más fieles de lo que era Judas; pero dichos casos no debieran constituir una excusa para que otros dejen de seguir a Cristo.

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Dios ama a los hijos del hermano D, pero ellos se encuentran en terrible peligro de sentirse sanos, sin necesidad de médico. Confiar en su propia justicia nunca los salvará. Deben llegar a sentir la necesidad de un Salvador. Cristo vino a salvar a los pecadores. Dijo Jesús: “No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores al arrepentimiento”. Marcos 2:17. Los fariseos, quienes se consideraban a sí mismos justos, y que confiaban en sus buenas obras, no sentían la necesidad de un Salvador. Consideraban que su situación era suficientemente buena sin Cristo.

Los queridos hijos del hermano D debieran rogar a Jesús que les revele su pecaminosidad, y luego pedirle que se revele ante ellos como su Salvador que perdona el pecado. Esos hijos preciosos no deben ser engañados y perder la vida eterna. A menos que se conviertan, no pueden entrar al reino de los cielos. Deben lavar sus ropas con el carácter de la sangre del Cordero. Jesús los invita a dar los pasos que los pecadores deben dar con el fin de convertirse en sus hijos. Él les ha dado el ejemplo en la vida, al someterse a la ordenanza del bautismo. Él es nuestro ejemplo en todas las cosas.

Dios requiere que esos hijos le entreguen los mejores y más santos afectos de sus corazones. Él los ha comprado con su propia sangre. Reclama sus servicios. Ellos no se pertenecen a sí mismos. Jesús ha hecho un sacrificio infinito por ellos. El amante y compasivo Salvador los recibirá si vienen a él tal como son, y si dependen de la justicia de él y no de sus propios méritos.

Dios ama y se compadece de la juventud de _____ y desea que encuentren felicidad en él. Él murió para redimirlos. Los bendecirá si se acercan a él en humildad y sinceridad. Él dejará que lo encuentren, si lo buscan con todo el corazón.

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Escogiendo tesoros terrenales

Se me ha mostrado la condición del pueblo de Dios. Están aturdidos por el espíritu del mundo. Niegan su fe por sus obras. Se me señaló al antiguo Israel. Tuvieron gran luz y privilegios exaltados y con todo no vivieron a la altura de la luz ni apreciaron sus ventajas, y su luz se convirtió en tinieblas. Caminaron en la luz de sus propios ojos en vez de seguir la dirección de Dios. La historia de los hijos de Israel fue escrita para el beneficio de los que viven en los últimos días, para que puedan evitar seguir su ejemplo de incredulidad.

Hermano E, se me mostró que usted está envuelto en tinieblas. El amor al mundo ha ganado el dominio entero de su ser. Lo mejor de sus días están en el pasado. Su vitalidad y poder de aguante en cuanto a lo que tiene que ver con su trabajo físico, están debilitados, y ahora, cuando tendría que ser capaz de poder mirar atrás, sobre una vida de esfuerzo noble para bendecir a otros y glorificar a Dios, solamente puede tener pesar y darse cuenta de una falta de felicidad y paz. No está viviendo una vida que encuentre la aprobación de Dios. Tiene como secundarios sus intereses espirituales, y sus intereses eternos. Cerebro, hueso y músculo han sido explotados hasta lo sumo. ¿Con qué objeto todo ese gasto de fuerza? ¿Para qué esta acumulación de cuidados y cargas para que las soporte su familia? ¿Cuál es su recompensa? La satisfacción de acumular para usted mismo un tesoro en la tierra, lo que Cristo ha prohibido y que resultará ser una trampa para su alma.

En el sermón del Monte dijo Cristo, “no acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo”. Mateo 6:19, 20. Si usted acumula tesoros en el cielo, lo hace para usted mismo, trabaja para su propio interés. Mi querido hermano, su tesoro está acumulado sobre la tierra, y sus intereses y afectos están en su tesoro. Ha cultivado un amor por el dinero, por casas y tierras, hasta que eso ha absorbido los poderes de su mente y de su ser, y su amor por las posesiones mundanales ha sido mayor que su amor por su Creador y por las almas por las cuales Cristo murió. El dios de este mundo ha cegado sus ojos de modo que no se valoren las cosas eternas.

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En el desierto de la tentación Cristo se vio frente a las grandes y principales tentaciones que asaltan a los seres humanos. Allí se encontró, con el enemigo artero y sutil, y lo venció. La primera gran tentación tenía que ver con el apetito; la segunda, con la presunción; la tercera, con el amor al mundo. Satanás ha vencido a millones tentándolos a complacer el apetito. Mediante la gratificación del gusto, el sistema nervioso se altera y se debilita la fuerza del cerebro, haciendo imposible el pensamiento tranquilo y racional. La mente se desequilibra. Sus facultades más elevadas y nobles se pervierten para servir a la pasión animal, y no se toman en cuenta los intereses sagrados y eternos. Cuando Satanás ha logrado este objetivo, entonces puede acercarse con sus otras dos tentaciones principales, y hallar cabida fácil. Sus múltiples tentaciones se derivan de estos tres grandes puntos principales.

La presunción es una tentación común, y cuando Satanás asalta a los seres humanos con ella, obtiene la victoria nueve veces de cada diez, Los que profesan ser seguidores de Cristo y por su fe aseguran estar enrolados en la guerra contra todo lo que es de naturaleza pecaminosa, frecuentemente se sumergen sin pensarlo en tentaciones de las cuales se requeriría un milagro para sacarlos inmaculados. La meditación y la oración los habría preservado e inducido a evitar la posición crítica y peligrosa en la cual se colocaron al concederle a Satanás una ventaja sobre ellos. Las promesas de Dios no son para que las reclamemos irreflexivamente mientras nos apresuramos temerariamente a entrar en el peligro, violando las leyes de la naturaleza y descuidando la prudencia y el juicio con que Dios nos ha dotado. Esta clase de presunción es la más evidente de todas.

A Cristo le fueron ofrecidos los tronos y los reinos del mundo y la gloria de ellos si tan sólo se postraba para adorar a Satanás. Los seres humanos nunca serán probados con tentaciones tan poderosas como las que asediaron a Cristo. Satanás se acercó con honores mundanales, riquezas y los placeres de esta vida, y se los presentó bajo una luz más atractiva con el fin de atraerlo y engañarlo. “Todo esto te daré”, le dijo a Cristo, “si postrado me adorares”. Mateo 4:9. Cristo rechazó a su artero enemigo y salió victorioso.

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Satanás tiene mejor éxito al acercarse al hombre. Te daré todo este dinero, esta ganancia, esta tierra, este poder, estos honores y riquezas, ¿a cambio de qué? Generalmente sus condiciones son que se renuncie a la integridad, se embote la conciencia y se satisfaga el egoísmo. Por medio de la devoción a los intereses mundanales, Satanás recibe todo el homenaje que pide. La puerta queda abierta para que entre como le plazca, con su sequito malvado de impaciencia, amor al yo, orgullo, avaricia, extralimitaciones, y todo su catálogo de espíritus malos. El ser humano queda hechizado y traidoramente atraído a la ruina. Si nos rendimos a la mundanalidad de corazón y vida, Satanás queda satisfecho.

El ejemplo de Cristo se halla delante de nosotros. Él venció a Satanás, y nos mostró cómo nosotros también podemos vencerlo. Cristo resistió a Satanás con las Escrituras. Podría haber echado mano de su propio poder divino, y hacer uso de sus propias palabras; pero dijo: “Escrito está: ‘No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’”. Mateo 4:4. A la segunda tentación, dijo: “Escrito está también: ‘No tentarás al Señor tu Dios’”. Mateo 4:7. El ejemplo de Cristo está ante nosotros. Si se estudiara y se obedeciera la Sagrada Escritura, los cristianos serían fortalecidos para enfrentarse a su astuto enemigo; pero se descuida la Palabra de Dios y vienen el desastre y la derrota.

Querido hermano, usted ha descuidado escuchar los testimonios de amonestación que se le dieron hace años mostrándole que el enemigo estaba en su camino para presentarle los encantos de este mundo, instándolo a elegir el tesoro terrenal y a sacrificar la recompensa celestial. Hermano E, usted no puede permitirse el lujo de hacer esto; hay demasiado en juego. “Porque, ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo y pierde su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” Marcos 8:36, 37. Usted está vendiendo su alma a un precio muy barato. No puede permitirse hacer este gran sacrificio. Dios ha confiado talentos a su mayordomía. Estos son recursos y su influencia. El desea examinarlo y probarlo. No debería haber perdido tiempo, sino que debería haber comenzado inmediatamente a aumentar el depósito de su Maestro. Si hubiera hecho eso, su éxito habría sido igual a su laboriosidad, perseverancia y celo en emplear el capital colocado en sus manos; sus talentos o influencia, reservando los medios que usted pudo haber necesitado para su ayuda, habría convertido a muchas almas del error a la verdad y la justicia. Estas almas habrían trabajado por otras, y de esa manera, la influencia y los medios se habrían incrementado y multiplicado en la causa del Maestro, y por el perfeccionamiento fiel de sus talentos habría escuchado del Maestro las palabras más gratas que alguna vez puede escuchar el oído: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu Señor”. Mateo 25:21.

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Hermano E, si usted hubiera dirigido los poderes de su intelecto en la dirección correcta, sirviendo a su Padre celestial, usted habría estado fortaleciéndose en la verdad, en espíritu y en poder, y ahora sería un pilar de la iglesia de _____; y tanto por su ejemplo como por dar razones bíblicas de nuestra fe, usted tendría éxito como maestro de la verdad. Si los poderes mentales que usted ha empleado en obtener propiedades hubieran sido usados para llevar almas de la oscuridad a la luz, usted habría recibido la aprobación de Dios y habría tenido gran éxito.

Los que tienen pequeñas capacidades, santificadas por el amor de Dios, pueden hacer una buena obra por el Maestro; pero los que tienen mentes rápidas para discernir, pueden emplearlas en su exaltada obra con grandes resultados. Si envuelven en un pañuelo los talentos que Dios les ha encomendado, y los esconden bajo tierra, privando a Dios de esta manera de su ganancia, es un gran mal. Estamos a prueba. El Maestro viene para investigar nuestra conducta, y nos pedirá cuenta del uso que hemos hecho de los talentos que nos prestó.

Hermano E, ¿cómo está usando los talentos que Dios ha puesto bajo su cuidado? ¿Ha hecho lo que ha podido para alumbrar las mentes de los hombres con respecto a la verdad, o no ha encontrado tiempo para dedicar a esta obra en medio de sus negocios y perplejidades? Es un crimen usar las generosas dádivas de Dios como usted lo ha hecho, para disminuir su fortaleza física y separar sus afectos de Dios. “No podéis servir a Dios y a las riquezas”. Mateo 6:24. Usted no puede amar este mundo y amar la verdad de Dios. “¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”. Santiago 4:4. “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. 1 Juan 2:15. Usted no es un hombre feliz. Su familia tampoco es feliz. Los ángeles de Dios no vienen a morar con usted. Cuando la religión de Cristo gobierna en el corazón, la conciencia lo aprueba, y reinan la paz y la felicidad; la perplejidad y los problemas pueden rodearnos, y sin embargo hay luz en el alma.

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La sumisión, el amor y la gratitud a Dios mantienen la luz del sol en el corazón, aunque el día esté muy nublado. Delante de usted están la abnegación y la cruz de Cristo. ¿Cargará usted la cruz? Sus hijos han sido bendecidos por las oraciones de una madre. Ellos han amado la religión. Han procurado resistir la tentación y vivir vidas de oración. A veces han hecho grandes esfuerzos; pero el ejemplo que usted les da, su amor y devoción al mundo, y su ferviente devoción a los negocios, han retirado la atención de ellos de las cosas espirituales y la han vuelto nuevamente a la tierra. Satanás les ha seguido la pista con el fin de hacerlos amar el mundo y las cosas del mundo. Gradualmente han perdido su confianza en Dios, han descuidado la oración secreta y sus deberes religiosos, y han apartado su interés de las cosas sagradas.

Querido hermano E, usted ha cometido un grave error al entregarle su ambición a este mundo. Usted es exigente, y a veces actúa con impaciencia, requiriendo en ciertas ocasiones demasiado de su hijo. Él se ha desanimado. En su hogar todo ha sido trabajo, trabajo, trabajo, desde temprano por la mañana hasta la noche. Su extensa granja ha introducido cuidados y cargas adicionales en su hogar. Usted ha hablado mayormente de los negocios, porque son los negocios lo que ha ocupado una posición primaria en su mente, y “de la abundancia del corazón habla la boca”. Mateo 12:34. Su ejemplo frente a su familia, ¿ha exaltado a Cristo y su salvación por encima de sus intereses relativos a la finca, y de su deseo de ganancias? Si sus hijos dejan de obtener la vida eterna, la sangre de sus almas se encontrará sin duda alguna en las vestimentas de su padre.

La madre hizo fielmente su deber. Ella oirá el “bien hecho”, cuando se levante en la mañana de la resurrección. Lo primero que hará será preguntar por sus hijos, que eran el tema de sus oraciones durante la última parte de su vida. ¿Podrá usted presentarlos con hermosos caracteres que les confieran la capacidad moral necesaria para gozar de la sociedad de los ángeles, o estarán sucios y opacos por la contaminación del mundo? ¿Serán encontrados “participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” 2 Pedro 1:4? ¿Serán como pilares pulidos según la semejanza de un palacio; o serán hallados amadores del mundo, malditos con el espíritu de avaricia, y con sus brillantes y nobles cualidades enterradas en el olvido? Su conducta hará mucho para determinar el destino futuro de sus hijos. Si usted continúa ahogando los poderes de su mente en los cuidados mundanales y en diversos proyectos, usted seguirá siendo una piedra de tropiezo para ellos. Ellos ven que, a pesar de que usted profesa el cristianismo, no ha avanzado espiritualmente; en cambio, se ha empequeñecido moralmente. Esto es verdad. Su mente se ha concentrado en las cosas terrenales, y como resultado usted ha desarrollado gran poder en esta dirección. Usted es decididamente un hombre de negocios mundano, pero Dios deseaba que usara su capacidad y su influencia en una vocación más elevada.

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