Testimonios para la Iglesia, Vol. 4, p. 552-561, día 254

Todos los que ejercen alguna influencia en el sanatorio han de conformarse a la voluntad de Dios, humillarse personalmente y abrir el corazón a la influencia preciosa del Espíritu de Cristo. El oro probado en fuego representa amor y fe. Muchos carecen casi completamente de amor. La autosuficiencia enceguece sus ojos a su gran necesidad. Existe una necesidad positiva de una conversión diaria a Dios, y de una experiencia renovada, profunda y diaria en la vida religiosa. 

Especialmente en los corazones de los médicos debiera surgir un deseo muy ferviente de recibir la sabiduría que únicamente Dios puede impartir; porque en cuanto se llenan de confianza propia quedan abandonados a sí mismos, para seguir los impulsos de un corazón no santificado. Cuando veo lo que estos médicos podrían llegar a ser si se mantuvieran conectados con Cristo, y lo que no llegarán a ser si no se relacionan diariamente con él, me lleno de aprensión al ver que podrían conformarse con alcanzar una norma mundanal sin tener anhelos ardientes e intensos de alcanzar la hermosura de la santidad, el adorno del espíritu manso y humilde, lo cual es de gran valor ante la vista de Dios. 

La paz de Cristo, esa paz que el dinero no puede comprar, que el talento no puede conseguir, que el intelecto no puede obtener, es el don de Dios. La religión de Cristo: ¿cómo podría hacer que todos comprendieran su gran pérdida si dejaran de obedecer sus principios santos en su vida diaria? La mansedumbre y humildad de Cristo son el poder del cristiano. Son en realidad más preciosos que todas las cosas que el genio pueda crear o la riqueza pueda adquirir. De todas las cosas que se buscan, que se anhelan y se cultivan, no hay nada tan valioso ante la vista de Dios como un corazón puro, una disposición llena de agradecimiento y de paz. 

Si la armonía divina de la verdad y el amor existe en el corazón, se convertirá en palabras y acciones. El cultivo más cuidadoso de las cualidades externas y las cortesías de la vida no tienen poder suficiente para eliminar el mal humor, el juicio severo y las palabras impropias. El espíritu de benevolencia genuina debe morar en el corazón. El amor imparte al que lo posee gracia, decoro y un comportamiento digno. El amor ilumina el rostro y suaviza la voz; refina y eleva en todo sentido. Pone a la persona en armonía con Dios, porque es un atributo divino. 

-553-

Muchos corren el peligro de pensar que por causa de las preocupaciones del trabajo, al practicar la medicina y al escribir sobre temas médicos, o al llevar a cabo los deberes en los diversos departamentos, pueden ser excusados por descuidar la oración, el sábado y los servicios religiosos. Así es como las cosas sagradas se degradan para que satisfagan su conveniencia, mientras se descuidan los deberes, los actos de abnegación y las cargas. Ni los médicos ni los auxiliares debieran tratar de llevar a cabo su trabajo sin dedicar tiempo a la oración. Dios está dispuesto a ayudar a todos los que le profesan amor, si ellos acuden a él y, conscientes de sus propias debilidades, buscan ansiosamente su poder. Cuando se separan de Dios, su sabiduría queda fundada en la necedad. Cuando se consideran pequeños ante sus propios ojos y dependen en gran medida de Dios, entonces él se transforma en el brazo poderoso y el éxito coronará sus esfuerzos; pero cuando permiten que la mente se aparte de Dios, entonces Satanás se presenta y controla los pensamientos y pervierte el juicio. 

Nadie está en mayor peligro que el que considera segura su montaña. Entonces es cuando sus pies empezarán a resbalar. Vendrán las tentaciones una tras otra, y tan imperceptible será su influencia sobre la vida y el carácter, que a menos que sea guardado por el poder divino, será corrompido por el espíritu del mundo y no llevará a cabo el propósito de Dios. Todo lo que el hombre tiene se lo ha dado Dios, y el que aprovecha su capacidad para gloria del Señor, será instrumento que haga bien; pero nos es tan imposible vivir una vida piadosa sin orar constantemente y cumplir los deberes religiosos, como lo sería obtener fuerzas físicas sin ingerir alimento temporal. Debemos sentarnos diariamente a la mesa de Dios. Debemos recibir fuerza de la Vid viviente si queremos nutrirnos. 

La conducta que han seguido algunos al practicar métodos mundanos para lograr sus propósitos, no está en armonía con la voluntad de Dios. Ven males que es necesario corregir, pero no desean atraer oprobio sobre sus propias cabezas y, en vez de arrostrar valienternente estas cosas, echan la carga a otro y le dejan arrostrar las dificultades que ellos mismos han rehuido; y en muchos casos, el que usa un lenguaje claro es considerado como grave ofensor. 

-554-

Hermanos, os ruego que obréis con el sincero deseo de glorificar a Dios. Depended de su poder; sea su gracia vuestra fuerza. Por el estudio de las Escrituras y la oración ferviente, tratad de obtener un claro concepto de vuestro deber y luego cumplidlo fielmente. Es esencial que cultivéis, la fidelidad en las cosas pequeñas, y al hacerlo adquiriréis costumbres de integridad en las responsabilidades mayores. Los pequeños incidentes de la vida diaria pasan con frecuencia sin que los notemos; pero son estas cosas las que forman el carácter. Cada acontecimiento de la vida es grande para bien o para mal. La mente necesita ser educada por las pruebas diarias, a fin de adquirir fuerza para resistir en cualquier situación difícil. En los días de prueba y peligro, necesitaréis ser fortalecidos para permanecer firmes de parte de lo recto, independientes de toda influencia opositora. 

Dios quiere hacer mucho por vosotros, basta con que sintáis vuestra necesidad de él. Jesús os ama. Tratad siempre de andar en la luz de la sabiduría de Dios. Y en todos los variados escenarios de la vida, no descanséis hasta saber que vuestra voluntad está en armonía con la voluntad de vuestro Creador. Por la fe en él podéis obtener fuerza para resistir a toda tentación de Satanás, y así crecer en fuerza moral con cada prueba que Dios os envíe. 

Podéis convertiros en personas de responsabilidad e influencia si por el poder de vuestra voluntad, unida con la fortaleza divina, os dedicáis fervientemente a la realización del trabajo. Ejercitad las facultades mentales y no descuidéis en ningún caso las facultades físicas. Que la pereza intelectual no cierre el camino hacia mayores conocimientos. Aprended a reflexionar tanto como a estudiar, para que vuestras mentes puedan expandirse, fortalecerse y desarrollarse. No penséis nunca que habéis aprendido suficiente y que ahora podéis aflojar en vuestro esfuerzo. La mente cultivada es la medida del hombre. Vuestra educación debiera continuar durante toda la vida; cada día debierais aprender y practicar los conocimientos obtenidos.

Estáis progresando en la verdadera dignidad y en el valor moral a medida que practicáis la virtud y albergáis la rectitud en vuestro corazón y en la vida. Que vuestro carácter no quede afectado por la mancha de la lepra del egoísmo. Un alma noble, unida a un intelecto cultivado, os convertirá en hombres que Dios puede utilizar en puestos de responsabilidades sagradas. 

-555-

El primer deber de todos los que se relacionan con esta institución debiera ser enderezar su camino delante de Dios y luego mantenerse con la fortaleza de Cristo, sin dejarse afectar por las influencias erróneas a las que pudieran quedar expuestos. Si convierten los amplios principios de la Palabra de Dios en el fundamento del carácter, pueden soportar cualquier situación que el Señor en su providencia les envíe, rodeada por cualquier influencia perjudicial, sin que por eso se aparten de la senda correcta. 

Muchos fracasan allí donde debieran haber tenido éxito porque no son conscientes de hasta qué punto tienen influencia sus palabras y sus acciones. Los afectan las circunstancias y parecen pensar que sus vidas son de su propiedad, que pueden seguir cualquier conducta que les parezca más agradable, aunque sea irrespetuosa con los demás. Tales personas son autosuficientes y de poco fiar. No consideran en oración su responsabilidad y sus deberes y no se dan cuenta de que el desempeño fiel de las obligaciones de la vida presente es la única esperanza para ganar la vida futura e inmortal. 

Si tales personas hicieran de la palabra de Dios el objeto de su estudio y su guía verían que nadie “vive para sí”. Romanos 14:7. Del Relato Inspirado aprenderían que para Dios tiene un gran valor la familia humana. Las obras de su creación en los sucesivos días recibieron el calificativo de bueno, pero del hombre, formado a la imagen de su Creador, se dijo que era “bueno en gran manera”. Génesis 1:31. Ninguna otra criatura de Dios ha recibido tantas muestras de su amor. Cuando el pecado lo echó todo a perder, Dios dio a su Hijo amado para redimir la raza caída. Su voluntad era que no pereciesen por sus pecados, sino que viviesen para usar sus facultades bendiciendo al mundo y honrando a su Creador. Los cristianos profesos que no viven para beneficio de los demás y siguen su propia y perversa voluntad en lugar de la de Dios, el Maestro los llamará para que le rindan cuentas por el mal uso de las bendiciones que les ha dado. 

-556-

Jesús, el gran Capitán del cielo, abandonó los atrios celestiales para venir a un mundo calcinado y marchito por la maldición. Tomó sobre sí nuestra naturaleza para, abrazar toda la raza con su brazo humano, a la vez que con su brazo divino se aferró a la omnipotencia y, de ese modo, ligó el hombre finito al Dios infinito. Nuestro Redentor vino al mundo para mostrar cómo debe vivir el hombre para asegurarse la vida inmortal. Nuestro Padre celestial hizo un sacrificio infinito al dar a su Hijo para que muriera en lugar del hombre caído. El precio pagado por nuestra redención nos debería dar visiones elevadas de lo que podemos llegar a ser por medio de Cristo.

Mientras Juan contemplaba la altura, la profundidad y la amplitud del amor del Padre hacia nuestra raza feneciente, se llenó de admiración y reverencia. No pudo encontrar las palabras adecuadas para expresar ese amor, sino que pide al mundo que lo contemple: “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios”. 1 Juan 3:1. ¡qué valor se le concede al hombre! Por la transgresión los hijos de los hombres quedaron sujetos a Satanás. Pero por el infinito sacrificio de Cristo y la fe en su nombre, los hijos de Adán son hechos hijos de Dios. Al asumir la naturaleza humana, Cristo elevó la humanidad. A los hombres caídos se les concede otra oportunidad y se les permite, mediante la unión con Cristo, que se eduquen, se mejoren y se eleven para, de ese modo, ser dignos de ser llamados “hijos de Dios”.

Tal amor no tiene parangón. Jesús exige que todos los que fueron comprados con el precio de su vida hagan el mejor uso de los talentos que les dio. Deben aumentar su conocimiento de la voluntad divina y mejorar constantemente su intelecto y su moral hasta alcanzar una perfección de carácter un poco inferior a la de los ángeles. 

Si los que profesan creer la verdad presente fuesen verdaderos representantes de la verdad, viviendo según toda la luz que ilumina sus pasos, ejercerían constantemente sobre los demás una buena influencia y así dejarían un rastro luminoso que guiaría hacia el cielo a aquellos que entrasen en contacto con ellos. Sin embargo, la falta de fidelidad e integridad de sus pretendidos amigos es un grave tropiezo para la prosperidad de la causa de Dios. Satanás trabaja por medio de los hombres que están bajo su control. El sanatorio, la iglesia y otras instituciones de Battle Creek deben temer menos al infiel y al blasfemo declarado que a los que profesan a Cristo de manera inconsistente. Son los Acán del campamento que traen la deshonra y la derrota. Son los que retienen las bendiciones de Dios y desalientan a los obreros celosos abnegados de la causa de Cristo. 

-557-

Su conducta hacia los pacientes debería estar dirigida por motivos más altos que el interés egoísta. Cada uno de ellos debería sentir que esa institución es uno de los instrumentos de Dios para aliviar la enfermedad del cuerpo y orientar el alma enferma de pecado hacia Aquel que puede sanar alma y cuerpo. Además de cumplir con los deberes que se les asigna, todos deberían mostrar interés por el bienestar ajeno. El egoísmo es contrario al espíritu del cristianismo. Tanto su naturaleza como su desarrollo son satánicos. 

En una de sus preciosas lecciones a los discípulos, nuestro Salvador describió el cuidado de Dios por sus criaturas con estas palabras: “¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados”. Lucas 12:6. Aquel que se inclina para observar aun a los pajarillos cuida de manera especial de todas las ramas de su obra. Todos los que están empleados en nuestras instituciones están bajo la atenta mirada del Dios infinito. Él ve si cumplen con sus deberes con estricta integridad o con despreocupación deshonesta. Los ángeles andan invisibles por todas las estancias de las instituciones y constantemente ascienden al cielo para llevar los informes con alegría o tristeza. Cada acto de fidelidad se registra, así como cada acción deshonesta, y finalmente toda persona recibirá la recompensa según hayan sido sus obras. 

-558-

Influencia cristiana

En su relación con otros, todos los que en el sanatorio son seguidores de Cristo deberían buscar la elevación del modelo de cristianismo. He dudado de hablar de esto porque algunos extremistas llegarán a la conclusión de que es preciso discutir con los pacientes sobre puntos de doctrina y hablar en las reuniones religiosas que tienen lugar en el sanatorio como si estuvieran entre los hermanos en nuestra propia casa de adoración. Algunos manifiestan ausencia total de sabiduría al dar su testimonio en esas pequeñas reuniones destinadas más específicamente al provecho de los pacientes y atizan su celo hablando del mensaje del tercer ángel u otros puntos peculiares de nuestra fe, mientras los enfermos no entienden nada de lo que están hablando porque les suena a griego. 

Está bien que esas personas participen en una reunión de oración de creyentes, pero no en aquella cuyo objetivo es beneficiar a aquellos que desconocen nuestra fe. Debemos adaptar nuestras oraciones y nuestros testimonios a la ocasión y a las personas presentes. Quienes sean incapaces de hacer esto no deben asistir a esas reuniones. Hay algunos temas sobre los que los cristianos pueden hablar provechosamente en cualquier ocasión, entre los que se encuentra la experiencia cristiana, el amor de Cristo y la sencillez de la fe, y, si sus corazones están imbuidos del amor de Jesús, este resplandecerá en cada oración y exhortación. Que los frutos de la verdad santificadora se vean en la vida, en un ejemplo piadoso, y causará un efecto que ninguna influencia opuesta podrá contrarrestar. 

Es una vergüenza para el nombre cristiano que se vea tan poca estabilidad y verdadera piedad en la vida de muchos que profesan a Cristo. Cuanto entran en contacto con las influencias mundanas su corazón se divide. Se rinden al mundo en lugar de a Cristo. A menos que una fuerte excitación despierte los sentimientos, su comportamiento jamás induciría a pensar que aman la verdad o son cristianos. 

Algunos reconocerán la veracidad de lo que escribo, pero no se dará en ellos ningún cambio radical; no pueden discernir las engañosas maquinaciones del corazón carnal y a causa de su ceguera espiritual las influencias que corrompen y arruinan el alma los seducirán. El hechizo de la tentación atrapa con sus encantos a los que no se aperciben del peligro. En cada ocasión favorable el adversario de las almas los usará como sus agentes y agitará todos los elementos de depravación que existen en sus naturalezas impías. Manifestarán una tendencia continua hacia lo que es maligno. Los apetitos y las pasiones clamarán indulgencia. Los hábitos de años se revelarán bajo las poderosas tentaciones de Satanás. Si tales personas se encontraran a muchas millas de distancia de nuestras instituciones de Battle Creek, la causa de Dios sería mucho más próspera.

-559-

Esas personas se reformarían si tuvieran el más mínimo sentido de su condición y la perniciosa influencia que ejercen, a la vez que se esforzarían decididamente por corregir sus errores. Pero no meditan, ni oran, ni leen las Escrituras como debieran. Son frívolos y volubles. No están anclados en ninguna parte. Los que desean ser fieles y ejercer una influencia salvífica sobre los demás encuentran en estas personas un tropezadero para sus pasos y su trabajo es diez veces más duro de lo que sería de otro modo. 

Se me ha mostrado que los médicos deberían estar más estrechamente unidos a Dios y permanecer y trabajar sinceramente en su fuerza. Su papel es de responsabilidad. No están en juego las vidas de sus pacientes, sino también sus almas. Muchos a quienes se proporcionan beneficios físicos también podrían recibir una gran ayuda espiritual. Tanto la salud del cuerpo como la salvación del alma dependen en gran medida de la conducta de los médicos. Es de la máxima importancia que obren correctamente; que no sólo tengan conocimientos científicos, sino que también conozcan la voluntad y las maneras de Dios. Sobre ellos descansan grandes responsabilidades.

Hermanos, debéis ser conscientes de vuestra responsabilidad y, por causa de ella, humillar vuestras almas ante Dios y pedirle sabiduría. No os habéis dado cuenta de hasta qué punto la salvación de las almas de aquellos cuyo sufrimiento corporal queréis aliviar depende de vuestras palabras, vuestras acciones y vuestra conducta. Vuestro trabajo deberá resistir la prueba del juicio. Debéis guardar vuestras propias almas del pecado de la soberbia, la autosuficiencia y la confianza en sí mismo. 

-560-

Conservad una verdadera dignidad cristiana pero evitad cualquier fingimiento. Que vuestro corazón y vuestra vida sean estrictamente honrados. Que la fe, como la palmera, hinque sus raíces por debajo de las cosas aparentes y obtenga alimento espiritual de las fuentes vivas de la gracia y la misericordia de Dios. Hay una corriente de agua que fluye hacia la vida eterna. Tomad vuestra vida de esa fuente oculta. Y si os despojáis de la soberbia y fortalecéis el alma por medio de la comunión constante con Dios, promoveréis la felicidad de todos aquellos que entren en contacto con vosotros. Os apercibiréis del olvidado, informaréis al ignorante, alentaréis al oprimido y abatido y, en la medida de lo posible, aliviaréis al que sufre. Emprenderéis el camino hacia el cielo además de indicarlo. 

No os satisfagáis con el conocimiento superficial. Que las adulaciones no os obnubilen ni os desaliente la crítica. Satanás intentará que llevéis una conducta tal que seáis objeto de admiración y adulación, alejaos de tales engaños. Sois siervos del Dios vivo. 

La relación con los enfermos es un proceso extenuante y acabaría por secar las fuentes mismas de la vida si no tuvierais ocasión ni oportunidad de recreo y los ángeles de Dios no os guardaran y protegiesen. Si pudieseis ver de cuántos peligros os libran esos mensajeros del cielo, el corazón os rebosaría de gratitud y los labios no cesarían de expresarla. Si hacéis que Dios sea vuestra fuerza, aun en las circunstancias más desalentadoras, podréis alcanzar una altitud y una amplitud de perfección cristiana que apenas podríais imaginar que fuese posible alcanzar. Vuestros pensamientos se elevarán, vuestras aspiraciones serán nobles, la percepción de la verdad será clara y los propósitos de acción os levantarán por encima de los motivos sórdidos.

Tanto el pensamiento como la acción serán necesarios para que alcancéis la perfección de carácter. Mientras estéis en contacto con el mundo debéis guardaros de no buscar con demasiada vehemencia el aplauso de los hombres y vivir según su opinión. Si queréis andar sobre lo seguro, sed prudentes, cultivad la gracia de la humildad y aferrad vuestras almas a Cristo. En todos los sentidos podéis ser hombres de Dios. En medio de la confusión y la tentación de la multitud mundana, con perfecta dulzura, podéis conservar la independencia del alma. 

-561-

Si estáis en comunión diaria con Dios aprenderéis a valorar a los hombres como él los valora y la obligación que tenéis de bendecir a la humanidad sufriente tendrá una pronta respuesta. No os pertenecéis; el Señor tiene sagrados derechos sobre vuestros afectos más supremos y los más altos servicios de vuestra vida. Tiene el derecho de usaros, en cuerpo y mente, hasta el grado sumo de vuestras capacidades para su honra y gloria. Cualquiera que sea la cruz que debáis cargar, cualquiera que sean los sufrimientos y trabajos que su mano os imponga, tenéis la obligación de aceptarlos sin murmurar. 

Aquellos por quienes trabajáis son vuestros hermanos que se encuentran en la desesperanza, que sufren trastornos físicos y la lepra espiritual del pecado. Si sois mejores que ellos lo acreditará la cruz de Cristo. Son culpables, corruptos y degradados, son esclavos de los engaños de Satanás. Aun así, Cristo bajó del cielo para redimirlos. Son merecedores de la más tierna piedad, compasión y esfuerzo infatigable porque están al límite mismo de la ruina. Sufren a causa de sus deseos no satisfechos, sus pasiones desordenadas y la condena de sus propias conciencias; son miserables en todos los sentidos de la palabra porque pierden su afecto por esta vida y no tienen perspectivas para la vida futura.

Vuestro campo de trabajo es importante, debéis estar activos y vigilantes, prestando pronta e incondicional obediencia a los llamamientos del Maestro. Tened siempre en mente que vuestros esfuerzos por reformar a los otros deben ser hechos en el espíritu de una firme amabilidad. Nada ganaréis si os mantenéis fríos y distantes de aquellos a quienes ayudáis. Debéis hacer que los pacientes vean que al sugerirles que reformen sus hábitos y costumbres les presentáis algo que no los arruinará, sino que los salvará, y que a la vez que abandonan lo que hasta entonces habían tenido por bueno, deben construir sobre una base más segura. Si bien la reforma debe ser defendida con firmeza y resolución, toda apariencia de rudeza o espíritu dominador debe ser cuidadosamente evitada. Cristo nos dio preciosas lecciones de paciencia, longanimidad y amor. La rudeza no es signo de energía, tampoco lo es la dominación ni el heroísmo. El Hijo de Dios era persuasivo. Atraía a los hombres hacia sí. Sus seguidores deben estudiar su vida con mayor detenimiento y andar en la luz de su ejemplo, aun a costa de cualquier sacrificio del yo. La reforma continua, debe estar presente ante la gente; vuestro ejemplo reforzará vuestras enseñanzas. 

Posted in

admin