Testimonios para la Iglesia, Vol. 5, p. 121-130, día 276

¿Qué puedo decir que impresione a los jóvenes? Nunca antes ha habido tanto en juego; nunca antes habían dependido de ninguna generación resultados tan trascendentales como los que dependen de la generación actual que está entrando en acción. Que nadie piense ni por un instante que puede ocupar algún puesto de responsabilidad sin poseer un buen carácter. Mejor le sería esperar que puede cosechar uvas de las espinas o higos de los abrojos. Un buen carácter se ha de edificar ladrillo por ladrillo, creciendo cada día en proporción al esfuerzo que haga. Los rasgos que han de llevar consigo al cielo se obtendrán mediante el ejercicio diligente de sus propias facultades, aprovechando cada oportunidad que la Divina Providencia les permita, y vinculándose con la Fuente de toda sabiduría. Apuntad hacia un blanco elevado. No permitáis que vuestra mente se fragüe en un molde inferior. Los caracteres de José y Daniel son buenos modelos que podéis seguir; pero el ejemplo perfecto es Jesús. 

Algunos de los hermanos de la iglesia de _____ han hecho una buena labor misionera, pero no deben permitir que disminuya su interés. Unos pocos han hecho más de lo que sus fuerzas les permitían, pero el hacerlo era su comida y bebida. Todos pueden hacer su parte en esta obra, y ninguno está exento. Jesús desea que todos los que profesan su nombre se conviertan en fervorosos obreros. Es preciso que cada miembro individual edifique sobre la Roca, que es Cristo Jesús. Se está levantando una tormenta que violentará y probará hasta lo sumo la base espiritual de cada uno. Por lo tanto, evitad los arenales; buscad la roca. Cavad bien hondo; echad y asegurad bien el cimiento. ¡Edificad, oh, edificad para la eternidad! Edificad con lágrimas, con oraciones que nazcan del corazón. Que de ahora en adelante cada uno de vosotros adorne su vida de buenas obras. Lo que más se necesita en estos últimos días son hombres como Caleb. Lo que hará que los esfuerzos de la iglesia sean más vigorosos y tengan éxito no es el bullicio, sino la obra silenciosa y humilde; no es el alarde o la rimbombancia, sino el esfuerzo paciente, suplicante y perseverante. 

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Dijo Cristo: “El que no está conmigo, está contra mí”. Mateo 12:30. Los que se mantendrán en pie ahora, son los hombres y las mujeres de corazón íntegro y que se han decidido completamente. Vez tras vez Jesús seleccionó a sus seguidores hasta que en cierta ocasión quedaron sólo once y algunas mujeres fieles con los cuales edificaría el fundamento de la iglesia cristiana. Existen personas que se echan atrás cuando hay cargas que llevar; pero cuando la iglesia resplandece, se contagian del entusiasmo, cantan y exclaman, y se arrebatan; pero observadlos. Cuando se disipa el fervor, solamente algunos fieles como Caleb se adelantarán y darán evidencia de principios constantes. Estos son la sal que retiene su sabor. Es cuando la obra se mueve con dificultad que surgen dentro de las iglesias verdaderos obreros. Estos no se pasarán hablando de sí mismos o justificándose a sí mismos, sino que se identificarán completamente con Cristo Jesús. Ser grande en el reino de Dios significa ser un niño pequeño en humildad, sencillez de fe, y en pureza de amor. 

Perecerá el orgullo; se vencerá toda envidia; se abandonará todo afán de supremacía; y se alentarán la mansedumbre y la confianza de niño. Todos los que hacen esto encontrarán que Cristo es su roca defensora, su torre fuerte. Podrán confiar en él plenamente, y él nunca les faltará.

¡Ojalá que fuera posible amonestar a todos los que profesan la verdad presente que busquen al Señor! Al meditar sobre la misericordia infinita de Dios y su amor inigualable, todos debieran sentirse inclinados a imitar su ejemplo; pero no sucede así. Algunas de nuestras hermanas participan con demasiada libertad en el amor por el vestido y la ostentación; no visten en absoluto en conformidad con nuestra santa fe. Esto es cierto en el caso de la Hna. _____. El mundo se merece un mejor ejemplo que el que esta hermana le ha dado. Ella debe sentir la responsabilidad que Dios le ha impuesto de ejercer todo el peso de su influencia del lado de Cristo y de procurar que aquellos con quienes se asocia sean menos mundanos. Ella y la Hna. _____ serían de mayor beneficio para la iglesia si fomentaran la sencillez en el vestir tanto en ellas mismas como en los demás. A menudo las hermanas que son modistas y que estudian los figurines influyen para que otras de la iglesia hagan lo que no es del agrado de Dios, animándolas a que imiten al mundo en el corte y adorno de sus vestidos. Los esfuerzos de estas hermanas en favor del bien serían mucho más aceptables a la vista de Dios si hubiera en sus vidas menos interés en vestimentas, menos conversación vulgar y mundana, y menos visitación; menos quejas y murmuraciones contra los ministros que trabajan en vuestro favor, y más oración y lectura de la Biblia.

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El Señor no está conforme con el procedimiento de muchos en la iglesia hacia algunos de sus hermanos que ministran en su favor. Os implora que dejéis vuestros crueles pronunciamientos y que permitáis que las palabras de ánimo reemplacen a vuestras murmuraciones, quejas y críticas. Cristo os habla por intermedio de sus santos, y habéis despreciado su consejo y rechazado su reprensión. No lo hagáis más. El pastor _____ tiene una labor que realizar, no sólo en el este, sino en muchos otros lugares. Dios lo acompañará y prosperará si él se esconde en Jesús. No es infalible; a veces su criterio fallará; pero tened cuidado de la manera en que decís aquellas cosas que harán ineficaces las palabras que Dios le pide que hable. 

Una vez que sabe cuál es la voluntad de Dios, no vacilará en cumplirla aunque le cueste la vida. Mientras muchos de vosotros trazáis planes solamente para la complacencia propia y la vida fácil, su vida entera y su interés están envueltos en la causa de Dios. Al estudiar y trazar planes en favor de la causa, él a veces ha empleado la astucia y ha sido cortante, lo cual ha causado que otros lo juzguen mal. Su propósito no era de sacar provecho para sí mismo, sino para la obra que tanto amaba. Aunque es del agrado de Dios que fielmente sostengáis las manos de sus siervos agotados, también quiere amonestaros que no pongáis demasiada confianza en los que son nuevos en la fe o en aquellos cuya vida pasada y obras desconocéis. 

Es vuestro privilegio ser una iglesia feliz y próspera. Que cada uno de vosotros examine su propio corazón, limpie el contaminado templo del alma, y vele en oración. Determinad que buscaréis a Jesús hasta que lo encontréis; que no lo soltaréis hasta que su amor more en vuestro corazón y el Espíritu subyugue vuestra vida y amolde vuestro carácter. Luego creed, y con confianza acercaos a su trono, sabiendo que él escuchará vuestras oraciones.

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Obreros para Dios

Mis colaboradores en el gran campo de la mies, nos queda muy poco tiempo para trabajar. Ahora es la oportunidad más favorable que alguna vez hayamos de tener, ¡y cuán cuidadosamente debiéramos emplear todo momento! Tan consagrado se hallaba nuestro Redentor al trabajo de salvar almas, que hasta anhelaba su bautismo de sangre. Los apóstoles se contagiaron del celo de su Maestro, y firme, constante y celosamente fueron adelante en el cumplimiento de su gran obra, luchando contra principados y potestades, y malicias espirituales en los aires. 

Estamos viviendo en un tiempo en que se necesita aun mayor fervor que en el tiempo de los apóstoles. Pero entre muchos de los ministros de Cristo hay un sentimiento de inquietud, el deseo de imitar el estilo romántico de los modernos evangelistas sensacionales, de hacer algo grande, de impresionar, de ser tenidos por oradores capaces, y granjearse honores y distinción. Si los tales pudiesen afrontar peligros y recibir la honra dada a los héroes, se dedicarían a la obra con energía inquebrantable. Pero el vivir y trabajar casi desconocidos, el obrar y sacrificarse por Jesús en la oscuridad sin recibir alabanza especial de los hombres, esto requiere una sanidad de principios y una constancia de propósito que muy pocos poseen. Si se hiciesen mayores esfuerzos para andar humildemente con Dios, apartando la mirada de los hombres, y trabajando únicamente por amor de Cristo, se lograría mucho más.

Mis hermanos en el ministerio, buscad a Jesús con toda humildad y mansedumbre. No tratéis de atraer la atención de la gente a vosotros mismos. Dejadla perder de vista el instrumento, mientras exaltáis a Jesús. Hablad de Jesús; perdeos a vosotros mismos en Jesús. Hay demasiado bullicio y conmoción en vuestra religión, mientras que se olvidan el Calvario y la cruz.

Corremos el mayor peligro cuando recibimos alabanzas unos de otros, cuando entramos en una confederación para ensalzarnos mutuamente. La gran preocupación de los fariseos consistía en obtener la alabanza de los hombres; y Cristo les dijo que ésa era toda la recompensa que recibirían. Emprendamos la tarea que nos ha sido señalada, y hagámosla por Cristo. Si sufrimos privaciones, sea para él. Nuestro divino Señor fue perfeccionado por el sufrimiento. ¡Oh!, ¿cuándo veremos a los hombres trabajar como él trabajaba? 

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La Palabra de Dios es nuestra norma. Cada acto de amor, cada palabra de bondad, cada oración en favor de los que sufren y de los oprimidos, llega al trono eterno, y se anota en el libro imperecedero del cielo. La Palabra divina derrama luz en el entendimiento más oscurecido, y esa luz induce a los más cultos a sentir su deficiencia y carácter pecaminoso. 

El enemigo está comprando almas hoy por muy poco precio. “De balde fuisteis vendidos” (Isaías 52:3), es el lenguaje de las Escrituras. El uno vende su alma por el aplauso del mundo; el otro por dinero. El uno para satisfacer las bajas pasiones; el otro por las diversiones mundanas. Se hacen tales transacciones diariamente. Satanás está tratando de recuperar a los que fueron comprados por la sangre de Cristo y los consigue muy barato, a pesar del precio infinito que fue pagado para rescatarlos. 

Tenemos grandes bendiciones y privilegios. Podemos obtener los más valiosos tesoros celestiales. Recuerden los ministros y el pueblo que la verdad del Evangelio condena si no salva. El alma que se niegue a escuchar las invitaciones de la misericordia día tras día, podrá pronto escuchar las súplicas más urgentes sin que una sola emoción agite su alma. 

Como obreros de Dios, necesitamos más ferviente piedad, y menos ensalzamiento propio. Cuanto más se ensalce el yo, tanto más disminuirá la fe en los testimonios del Espíritu de Dios. Los que están más íntimamente relacionados con Dios son aquellos que conocen su voz cuando les habla. Los que son espirituales disciernen las cosas espirituales. Los tales se sentirán agradecidos porque Dios les señaló sus errores, mientras que los que confían completamente en sí mismos verán menos y menos de Dios en los testimonios de su Espíritu. 

Nuestra obra debe ir acompañada de profunda humillación, ayuno y oración. No debemos esperar que todo sea paz y gozo. Habrá tristeza; pero si sembramos con lágrimas cosecharemos con alegría. A veces podrán la oscuridad y el abatimiento penetrar en el corazón de los que se sacrifican a sí mismos; pero esto no los condena. Tal vez quiera Dios inducirlos a buscarle más fervorosamente.

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Lo que necesitamos ahora son hombres como Caleb, hombres que sean fieles y veraces. La indolencia distingue demasiadas vidas actualmente. Esas personas apartan su hombro de la rueda cuando debieran perseverar y poner todas sus facultades en ejercicio activo. Ministro de Cristo: “Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo” Efesios 5:14. Vuestras labores tienen tanto sabor del yo que Cristo queda olvidado. Algunos de vosotros sois demasiado mimados y adulados. Como en los días de Noé, hay demasiada tendencia a comer y beber, plantar y edificar. El mundo ha robado las energías de los siervos de Cristo. Hermanos, si queréis que vuestra religión sea honrada por los incrédulos, honradla vosotros mismos mediante obras correspondientes. Por una estrecha relación con Dios y una estricta adhesión a la verdad bíblica frente a las dificultades y la presión del mundo, podéis infundir el espíritu de la verdad en el corazón de vuestros hijos de manera que obren eficazmente con vosotros como instrumentos en las manos de Dios para el bien.

Muchos están incapacitados para trabajar tanto mental como físicamente porque comen con exceso y satisfacen las pasiones concupiscentes. Las propensiones animales son fortalecidas, mientras que la naturaleza moral y espiritual queda debilitada. Cuando estemos en derredor del gran trono blanco, ¿qué informe presentará la vida de muchos? Entonces verán lo que podrían haber hecho si no hubiesen degradado las facultades que Dios les dio. Entonces comprenderán a qué altura de grandeza intelectual podrían haber alcanzado, si hubiesen dado a Dios toda la fuerza física y mental que les había confiado. En la agonía de su remordimiento, anhelarán poder volver a vivir de nuevo su vida. 

Invito a aquellos que profesan ser portaantorchas -dechados del rebaño- a apartarse de toda iniquidad. Emplead bien el poco tiempo que os queda. ¿Tenéis esa firme confianza en Dios, esa consagración a su servicio, que hará que vuestra religión no falte frente a la más acerba persecución? El profundo amor de Dios es lo único que sostendrá al alma en medio de las pruebas que están por sobrecogernos. 

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La abnegación y la cruz son nuestra porción. ¿Las aceptaremos? Ninguno de nosotros necesita esperar que cuando vengan sobre nosotros las grandes pruebas finales se desarrollará un espíritu abnegado y patriótico en un momento porque lo necesitamos. No, en verdad. Este espíritu debe fusionarse con nuestra experiencia diaria, e infundirse en la mente y el corazón de nuestros hijos, tanto por los preceptos como por el ejemplo. Las madres de Israel pueden no ser guerreras ellas mismas, pero pueden criar guerreros que se ciñan toda la armadura y peleen virilmente las batallas del Señor. 

Los ministros y el pueblo necesitan el poder convertidor y la gracia antes que puedan subsistir en el día del Señor. El mundo está aproximándose rápidamente a ese grado de iniquidad y depravación humanas que harán necesaria la intervención de Dios. Y en ese tiempo los que profesan seguirle deben ser tanto más notados por su fidelidad a su santa ley. Su oración debe ser como la de David: “Tiempo es de hacer, oh Jehová; disipado han tu ley”. Salmos 119:126. Por su conducta dirán: “Por eso he amado tus mandamientos más que el oro, y más que oro muy puro”. Salmos 119:127. El mismo desprecio que se manifiesta hacia la ley de Dios es suficiente razón para que los que observan sus mandamientos se adelanten y muestren su estima y reverencia por su ley pisoteada.

“Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará”. Mateo 24:12. La misma atmósfera está contaminada de pecado. Pronto los hijos de Dios serán probados por intensas pruebas, y muchos de los que ahora parecen ser sinceros y fieles resultarán ser vil metal. En vez de ser fortalecidos y confirmados por la oposición, las amenazas y los ultrajes, se pondrán cobardemente del lado de los opositores. La promesa es: “Yo honraré a los que me honran”. 1 Samuel 2:30. ¿Estaremos menos firmemente ligados a la ley de Dios porque el mundo en general haya tratado de anularla? 

Ya los juicios de Dios están en la tierra, según se ven en tempestades, inundaciones, tormentas, terremotos, peligros por tierra y mar. El gran Yo Soy está hablando a los que anulan su ley. Cuando la ira de Dios se derrame sobre la tierra, ¿quién podrá subsistir? Ahora es cuando los hijos de Dios deben mostrarse fieles a los buenos principios. Cuando la religión de Cristo sea más despreciada, cuando su ley sea más menoscabada, entonces deberá ser más ardiente nuestro celo, y nuestro valor y firmeza más inquebrantables. El permanecer de pie en defensa de la verdad y la justicia cuando la mayoría nos abandone, el pelear las batallas del Señor cuando los campeones sean pocos, ésta será nuestra prueba. En este tiempo, debemos obtener calor de la frialdad de los demás, valor de su cobardía, y lealtad de su traición. La nación estará de parte del gran caudillo rebelde.

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La prueba vendrá seguramente. Hace treinta y seis años me fue mostrado que lo que está sucediento ahora sucedería, que la observancia de una institución del papado sería impuesta al pueblo por una ley dominical, mientras que el día de reposo santificado por Jehová sería pisoteado.

El Capitán de nuestra salvación fortalecerá a su pueblo para el conflicto en el cual deberá empeñarse. ¡Cuán a menudo, al oponer Satanás todas sus fuerzas a los que siguen a Cristo, y cuando la muerte los confrontaba, las fervientes oraciones, elevadas con fe, trajeron al capitán de la hueste del Señor al campo de la acción, cambiaron el curso de la batalla y libraron a los oprimidos. 

Ahora es el tiempo en que debemos unirnos estrechamente con Dios, para estar escondidos cuando el ardor de su ira se derrame sobre los hijos de los hombres. Nos hemos apartado de los antiguos hitos. Volvamos. Si Jehová es Dios, seguidle; si Baal, id en pos de él. ¿De qué lado estaremos? 

Agentes de Satanás

Satanás emplea a hombres y mujeres como agentes para inducir al pecado y hacerlo atractivo. A estos agentes los educa fielmente para disfrazar el pecado a fin de poder destruir con más éxito a las almas y despojar a Cristo de su gloria. Satanás es el gran enemigo de Dios y del hombre. Se transforma por sus agentes en ángel de luz. En las Escrituras es llamado destructor, acusador de los hermanos, engañador, mentiroso, atormentador y homicida. Satanás tiene muchos servidores, pero tiene más éxito cuando puede emplear a los que profesan ser cristianos para realizar su obra satánica. Y cuanto mayor sea la influencia, más elevada la posición que ocupen, y mayor conocimiento profesen de Dios y de su servicio, tanto mayor será el éxito con que podrá emplearlos. Quienquiera que induzca a otro al pecado es su agente. 

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Al asistir a una de las reuniones campestres en el este, me presentaron un día viernes a un hombre que ocupaba una carpa con varias mujeres y niños. Esa noche no pude dormir; mi alma estaba profundamente abatida. Mientras le rogaba a Dios en oración durante las horas de la noche, fue traída claramente a mi memoria una visión que me había sido dada hacía años en la que fue reprendido el proceder de Nathan Fuller. En aquella ocasión me fueron mostrados tres hombres a quienes llegaría a conocer y que estarían siguiendo el mismo curso pecaminoso bajo la profesión de santidad. Este hombre era uno de los tres. Al dar mi testimonio durante la reunión matutina, el poder del Espíritu Santo descansó sobre mí; pero no me referí a casos particulares. Más tarde ese mismo día, me convencí claramente de mi deber y rendí mi testimonio, aludiendo a su caso como algo muy notorio. 

Al proceder de esta manera este hombre actuaba precisamente en forma contraria a la instrucción del apóstol: “Absteneos de toda especie de mal”. 1 Tesalonicenses 5:22. Estaba violando el séptimo mandamiento mientras que a la vez profesaba guardar el cuarto. Por medio de su engaño reunía a su alrededor un grupo de mujeres que lo seguían de lugar en lugar, de la misma manera que una esposa fiel acompañaría a su marido.

Nosotros somos vistos como un pueblo particular. La posición que hemos tomado y la fe que profesamos nos distinguen de todas las demás agrupaciones religiosas. Si en vida y carácter no somos mejores que los mundanos, nos señalarán desdeñosamente con el dedo y dirán: “Así son los adventistas del séptimo día. He ahí el ejemplo del pueblo que guarda el séptimo día en vez del domingo”. De esta manera, el oprobio que justamente debiera recaer sobre esta clase de personas se achaca a todos aquellos que concienzudamente observan el séptimo día. Oh, ¡sería tanto mejor que esta clase de personas no profesasen en manera alguna que pretenden obedecer la verdad! 

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Me sentí impelida a reprochar a este hombre en el nombre del Señor y de pedirles a las mujeres que se separasen de él y que le retirasen su equivocada confianza, porque el camino por el cual se dirigían era el de la desdicha y la destrucción. Acerca de este hombre se encuentra anotado en el registro celestial lo siguiente: “Engañador, adúltero; entra en las casas y se lleva cautivas a las mujercillas cargadas de pecados”. 2 Timoteo 3:6. Sólo en el juicio final se sabrá cuántas almas habrá destruido mediante su sofisma satánico. Tales hombres deben ser reprendidos y desaprobados inmediatamente, para que no sean un descrédito continuo para la causa de Dios. 

A medida que nos acercamos al fin de la historia de esta tierra, nos vienen rodeando los peligros. De nada nos valdrá una simple profesión de piedad. Debe haber una relación viva con Dios, para que tengamos visión espiritual para discernir la maldad que, en forma artera y secreta, se está deslizando entre nosotros por medio de los que profesan nuestra fe. 

Los mayores pecados son introducidos por aquellos que profesan estar santificados y aseveran que no pueden pecar. Sin embargo, muchos miembros de esta clase están pecando diariamente, y son corruptos en su corazón y en su vida. Los tales están llenos de suficiencia y de justicia propia; establecen su propia norma de justicia y de ningún modo alcanzan a satisfacer la norma bíblica. A pesar de sus elevadas pretensiones, son extraños al pacto de la promesa. En su gran misericordia Dios soporta su perversidad y no son derribados como árboles que ocupan inútilmente el terreno, y todavía existe la posibilidad de que sean perdonados. Pero abusan continuamente de la tolerancia y misericordia de Dios. David pensó en sus días que los hombres habrían sobrepasado los límites de la paciencia de Dios, por lo que él debía intervenir para vindicar su honor y restringir la maldad. 

El señor _____ es un maestro de doctrinas que contaminan el templo del Señor. Apenas si queda un rayo de esperanza para él; se ha engañado a sí mismo y también a otros por tan largo tiempo que Satanás ha adquirido el control casi completo sobre su mente y cuerpo. Ojalá el ropaje de justicia que profesa se le pudiera desgarrar para exponer sus propósitos y pensamientos viles a fin de que no siga conduciendo a otros por caminos que llevan al infierno.

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