Cuando se ha suscitado una iglesia y se la ha dejado sin instrucción acerca de estos puntos, el predicador ha descuidado su deber y tendrá que dar cuenta a Dios de las impresiones que dejó prevalecer. A menos que se inculquen en los miembros ideas correctas de la adoración y reverencia verdaderas, habrá una creciente tendencia a poner lo sagrado y eterno al mismo nivel que las cosas comunes, y los que profesan creer la verdad ofenderán a Dios y deshonrarán la religión. Nunca podrán, con sus ideas incultas, apreciar un cielo puro y santo ni estar preparados para alternar con los adoradores de los atrios celestiales, donde todo es pureza y perfección, donde todos los seres manifiestan perfecta reverencia hacia Dios y su santidad.
Pablo describe la obra de los embajadores de Dios como una obra mediante la cual cada hombre será presentado perfecto en Cristo Jesús. Los que abrazan la verdad de origen celestial, deben ser refinados, ennoblecidos, santificados por ella. Se requerirán muchos esfuerzos esmerados para alcanzar la norma de Dios en cuanto al verdadero carácter del hombre y la mujer. Las piedras irregulares sacadas de la cantera deben ser talladas, y sus lados toscos deben ser pulidos.
Esta es una época famosa por el trabajo superficial y los métodos fáciles, y se jacta de una santidad ajena a la norma de carácter que Dios ha erigido. Todos los atajos, todas las enseñanzas que no ensalzan la ley de Dios como norma del carácter religioso, son espurias. La perfección del carácter es una obra que dura toda la vida. Es inalcanzable para aquellos que no están dispuestos a luchar por ella de la manera que Dios ha designado, a pasos lentos y trabajosos. No podemos permitirnos cometer algún error al respecto, sino que necesitamos crecer día tras día en Cristo, nuestra Cabeza viviente.
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La religión y la educación científica
Estimados hermano y hermana B,Se me ha presentado vuestro caso y se me ha señalado que estáis en peligro espiritualmente. Estábais abandonando el sendero del bien y encaminando vuestros pies sobre un camino más ancho. La hermana B decía muchas cosas, jotas y tildes, un poquito aquí y un poquito allá, que eran como semilla esparcida, y la cosecha de seguro vendrá. Estaba alentando la incredulidad y diciéndole a su marido que el camino que habían estado transitando era demasiado estrecho y bajo. Ella pensaba que los talentos de su esposo eran de alta calidad, y que deberían ser aplicados con mayor amplitud e influencia. El hermano B pensaba de igual manera; es más, él fue el que la indujo a pensar así. Ambos habíais mantenido en alto la bandera sobre la cual se habían inscrito las palabras, “Los mandamiento de Dios y la fe de Jesús”, pero al encontraros en el camino con personas que en vuestra opinión eran populares, se vino abajo la bandera, y la escondísteis detrás de vuestras espaldas, diciendo: “Si damos a entender que somos adventistas del séptimo día, entonces nuestra influencia se extinguirá, y nos pondremos en gran desventaja”. Vi el estandarte de la verdad detrás de vosotros. Entonces surgió la pregunta: “¿Por qué molestarse en llevarlo? Podemos creer lo que percibimos como verdad, pero no es necesario dejar que los educadores y estudiantes sepan que portamos un estandarte impopular”. Había algunos en vuestra compañía que no estaban conformes o satisfechos con estas sugerencias, pero que por debilidad se dejaron llevar por vuestra influencia en lugar de dejar que su luz brillase enarbolando su propia bandera. Escondieron sus banderas y marcharon adelante, con temor de dejar brillar ante todos la luz que les había sido dada del cielo.
Vi a uno que se os acercaba con paso firme y rostro triste. Dijo: “Que ninguno tome tu corona”. ¿Acaso habéis olvidado la humillación que soportó el Hijo de Dios al venir a nuestro mundo, cómo sufrió maltratos, críticas, insultos, odio, burlas y traición, y cómo resistió el juicio vergonzoso en el tribunal después de haber soportado los asaltos sobrehumanos de Satanás en el huerto de Getsemaní? ¿Habéis olvidado la frenética vociferación de la chusma: “¡Crucifícale, crucifícale!”, y su muerte como si hubiera sido un malhechor? ¿Es el siervo mayor que su Señor? Los seguidores de Jesús no disfrutarán de la popularidad, sino que serán como su Maestro, mansos y humildes de corazón. Estáis procurando ocupar el asiento de cabecera, pero al fin y al cabo terminaréis ocupando el más bajo. Si procuráis obrar con justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con Dios, seréis participantes de los sufrimientos de Cristo y disfrutaréis juntamente con él de su gloria y su reino. El Señor os ha bendecido pero ¡cuán poco habéis apreciado su misericordia! ¡qué poca alabanza ha recibido de vuestros labios! Es posible que hagáis una buena obra para el Maestro, pero no cuando ponéis vuestras ideas en primer lugar. Tenéis que aprender en la escuela de Cristo, de lo contrario nunca estaréis preparados para pasar a un grado superior, recibir el sello del Dios viviente, entrar por las puertas de la ciudad de Dios, y ser coronados de gloria, honor e inmortalidad.
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Satanás trabaja de muchas maneras donde no se le percibe, aun a través de hombres y mujeres que ocupan puestos de confianza. Les inculca en sus mentes posibles errores de pensamiento, hechos y lenguaje que suscitan la duda y producen desconfianza donde ellos pensaban que había certidumbre y seguridad. Obrará con los elementos insatisfechos para ponerlos en acción. Surgirá el deseo de grandeza y de honor. La envidia brotará en las mentes donde no se suponía que existiese, y no faltarán las oportunidades para que se ponga por obra. Surgirán dudas, y halagadoras promesas de lucro se ofrecerán a cambio de que la cruz no se haga sobresalir demasiado. Satanás tentará a algunos para que piensen que nuestra fe constituye una barrera contra su progreso y que estorba el camino para alcanzar un puesto elevado en el mundo y ser llamados hombres y mujeres extraordinarios.
En su primera exhibición de desafecto, Satanás fue muy astuto. Solamente afirmaba que lo que quería era lograr un mejor estado de cosas, hacer grandes mejoras. Indujo a la primera pareja a separarse de Dios, a apartarse de su lealtad a los mandamientos divinos, en torno al mismo punto en que son tentadas y fracasan miles de personas hoy en día; es decir, por medio de sus propios vanos pensamientos. El verdadero conocimiento es de origen divino. Satanás insinuó en las mentes de nuestros primeros padres el deseo por el pensamiento especulativo, por medio del cual declaró que ellos mejorarían su condición grandemente; pero, para lograrlo, deberían seguir por un camino contrario a la santa voluntad de Dios, por cuanto Dios no los conduciría a alturas mayores. No era el propósito de Dios que ellos obtuvieran un conocimiento que se basara en la desobediencia. Satanás procuraba dirigir a Adán y Eva por un campo ancho, y abre hoy ese mismo campo ante el mundo por medio de sus tentaciones.
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Vosotros estáis propagando la idea de que la educación debe permanecer como obra independiente. Esta mezcla de asuntos religiosos y doctrinas bíblicas con la educación de carácter científico, vosotros la considerasteis como una desventaja dentro de nuestro sistema de educación y como un impedimento en la obra de pasar a nuestros alumnos a los niveles más elevados de conocimiento científico.
La mayor razón porque tan pocos de los hombres grandes del mundo y de aquellos que han recibido una educación universitaria llegan a obedecer los mandamientos de Dios, es que han separado la educación y la religión, pensando que cada una debiera ocupar un campo aparte por sí sola. Dios ofreció un campo lo suficientemente amplio para perfeccionar el conocimiento de todos los que entren en él. Este conocimiento habría de obtenerse bajo la supervisión divina; estaba circundado por la ley inmutable de Jehová, y el resultado hubiera sido la dicha perfecta.
Dios no creó el mal. Sólo hizo lo bueno, que era semejante a sí mismo. Pero Satanás no quedaría satisfecho con conocer y hacer la voluntad de Dios. Su curiosidad se esforzaba por extenderse a lo que Dios no se proponía que él conociese. El mal, el pecado y la muerte no fueron creados por Dios; son el resultado de la desobediencia, la cual tuvo su origen en Satanás. Pero el conocimiento del mal que hay ahora en el mundo fue introducido por la astucia de Satanás. Estas son lecciones duras y costosas; pero los hombres las aprenderán, y muchos nunca quedarán convencidos de que es una dicha ignorar cierta clase de conocimiento, el que brota de los deseos frustrados y los propósitos no consagrados. Los hijos e hijas de Adán son tan plenamente curiosos y presuntuosos como lo fue Eva al buscar el conocimiento prohibido. Alcanzan una experiencia, un conocimiento que Dios nunca quiso que tuviesen, y el resultado será, como lo fue con nuestros primeros padres, la pérdida del hogar edénico. ¿Cuándo aprenderán los seres humanos lo que ha sido expuesto tan plenamente ante ellos?
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La historia del pasado demuestra que el diablo se mantiene activo y trabajando. A él le es imposible tanto estar ocioso como ser inofensivo. Satanás ocupó su lugar en un único árbol para poner en peligro la seguridad de Adán y Eva Era su plan atraer a la sagrada pareja hacia aquel sólo árbol para que hicieran precisamente lo que Dios dijo que no debían hacer: comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. No estaban en peligro si se acercaban a cualquier otro árbol. ¡Cuán razonables fueron sus palabras! Echó mano de los mismos argumentos que emplea hoy: la lisonja, la envidia, la desconfianza, la duda y la incredulidad. Si Satanás fue tan astuto en el principio, ¿cómo será ahora después de haber adquirido miles de años de experiencia? No obstante, Dios y sus santos ángeles, y todos aquellos que viven en obediencia a toda la voluntad revelada de Dios, son más sabios que él. La sutileza de Satanás no disminuirá, pero la sabiduría dada a los hombres a través de su conexión vital con la Fuente de toda luz y conocimiento divinos, será dada en proporción con las estratagemas y astucia del enemigo.
Si los hombres desean poder soportar la prueba que Adán no soportó y desean, fortalecidos por Jesús, obedecer todos los requerimientos de Dios porque éstos son justicia, entonces nunca deberían familiarizarse con el conocimiento censurable. Jamás fue el plan de Dios que el hombre tuviese esta clase de conocimiento, el cual es engendrado por la desobediencia y que, si se pone por obra, conduce a la muerte eterna. Cuando los hombres invariablemente escogen el conocimiento que Satanás ofrece, cuando su gusto está tan pervertido que anhela ese conocimiento como si fuera una fuente de suprema sabiduría, entonces dan a entender que están separados de Dios y en rebelión contra Cristo.
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La educación de nuestros hijos
Estimada hermana C,Si Dios en su providencia ha establecido una escuela entre nuestro propio pueblo en _____, y si en lugar de mandar a su hija donde estaría en compañía y bajo influencia de quienes aman la verdad usted la coloca en el Seminario de _____, donde se relacionará con personas mundanas que no tienen ningún respeto por Dios o por su ley, le ruego que me diga cómo espera usted que el Señor obre para contrarrestar la mala influencia que con seguridad la rodeará y que usted voluntariamente ha escogido.
Cuando Dios estaba a punto de destruir a los primogénitos de Egipto, ordenó a los israelitas que reunieran a sus hijos de entre los egipcios y los recogieran en sus propias casas y que salpicaran los dinteles de las puertas con sangre para que el ángel destructor la viese y pasase por alto sus hogares. Esta es una obra, mi obra, y la obra de toda madre que cree la verdad. El ángel habrá de poner una marca sobre la frente de todos los que se hayan separado del pecado y de los pecadores, y el ángel destructor le seguirá, para destruir completamente tanto a viejos como a jóvenes.
Dios no está satisfecho con nuestra desatención y el trato ligero que damos a las bendiciones colocadas a nuestro alcance. Ni tampoco le place que coloquemos a nuestros niños en medio de una sociedad mundana, porque esto se acomoda a sus gustos e inclinaciones. Si las almas de sus hijos han de salvarse, tiene usted que hacer su obra fielmente. Dios no ha estado completamente complacido con su proceder en lo que a las relaciones con los mundanos se refiere, y ahora se ha manifestado claramente el peligro. Usted también ha estimulado la lectura de libros de cuentos; éstos, y los periódicos con cuentos en serie que yacen sobre su mesa, han educado el gusto de su hija, hasta el punto de haberse convertido en una ebria mental y necesitar un poder más fuerte, una voluntad más firme que la suya propia, que la controle.
El enemigo ha obrado a sus anchas con su hija y sus redes la han atado como fajas de acero, y para salvarla habrá que realizar un esfuerzo decidido y perseverante. Para lograr el éxito en este caso, no puede hacerse un trabajo a medias. Los hábitos que se han arraigado por años no son fáciles de romper. Debe colocársela donde se ejerza constantemente (en favor de ella) una influencia estable, firme y duradera. Yo le aconsejaría que la mande al colegio que está en _____; permítale disfrutar la disciplina del internado. Es allí donde debió haber estado desde hace años. El internado se administra bajo un plan que lo convierte en un buen hogar. Este hogar quizá no satisfaga las inclinaciones de algunos, pero esto se debe a que han sido educados en base a falsas teorías, de la complacencia y satisfacción personales, y todos sus hábitos y costumbres están mal encauzados. Pero, mi apreciada hermana, nos estamos acercando al tiempo del fin y lo que ahora deseamos no es satisfacer el gusto del mundo, sino más bien cumplir los deseos de Dios, comprender lo que dicen las Escrituras, y luego caminar de acuerdo a la luz que Dios nos ha dado. Nuestras tendencias, costumbres y prácticas, no han de ocupar un lugar de preferencia. Nuestra norma es la Palabra de Dios.
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En lo que concierne a la salud de su hija, los hábitos correctos le asegurarán una buena salud, mientras que los incorrectos le ocasionarán la ruina en esta vida y para la vida futura de inmortalidad. Hay un cielo que ganar y un infierno que evitar; y cuando usted, en el temor de Dios, haya hecho todo lo posible, entonces puede esperar que Dios haga su parte. La acción decisiva ahora podría salvar un alma de la muerte.
Su hija necesita una influencia firme para contrarrestar el ascendiente de la compañía que tanto ama. Requerirá esfuerzos tan decididos para curarla de este desorden mental como los que se requieren para sanar a un ebrio de su deseo por el licor. Usted tiene una obra que hacer que nadie más puede realizar por usted, y ¿dejará de hacerla? ¿Obrará usted en el nombre del Señor por su hija, como si lo estuviera haciendo por un alma que está en peligro de la perdición eterna? Si ella fuera una niña que amara a Dios, que ejerciera el dominio propio, su peligro no sería tan grande. Pero a ella no le agrada pensar en Dios, en su deber ni en el cielo. Insiste en hacer su propia voluntad. No procura diariamente fuerza de lo alto para poder resistir la tentación. Entonces, en vista de estas cosas, ¿la colocará usted donde estaría en contacto con influencias prestas a desviar sus pensamientos lejos de Dios, lejos de la verdad y de la justicia? Si así lo hace, la estará colocando en el campo de batalla del enemigo, sin ninguna fuerza para resistir su poder o vencer sus tentaciones.
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Si ella fuera colocada en donde hubiera influencias celestiales y divinas, su discernimiento moral, que ahora está paralizado, podría despertar y sus pensamientos y propósitos, con la bendición de Dios, podrían cambiar de curso y dirigirse por el cauce divino, y ser restaurada. Pero por lo pronto está en peligro por causa de su corrupción interna y la tentación que viene de afuera. Satanás está jugando el juego de la vida por su alma, y él tiene todas las ventajas para ganarlo.
En mis sueños he estado hablando con usted de la misma manera que le estoy escribiendo aquí. Mi corazón se conmueve intensamente por usted. Aunque ahora su caso es penoso, no se desespere. Usted necesita una actitud gozosa y decisión. Busque la ayuda divina. Dios es su amigo. Nunca está usted sola. La Biblia es su consejera. Es una luz para los que están en las tinieblas. Manténgase firme en la hora de la prueba porque tendrá nuevas pruebas que afrontar. Pero aférrese de Jesús y haga de él su fortaleza.
Peligros que encaran los jóvenes
Hermano D,Mis oraciones ascienden ante Dios en favor suyo, y el amor que tengo por su alma me insta a escribirle otra vez. Me siento profundamente dolorida por su caso, no porque lo vea como persona perseguida, sino más bien engañada y desviada, que no tiene la semejanza de Cristo en su alma, y que se está engañando a sí mismo hacia una ruina segura.
Si tuviera usted la causa de Dios en su corazón, comprendería en la acción que los hermanos han tomado en relación con su persona, que solamente han cumplido su deber. Usted habla de irse a _____ para demostrar que puede ser hombre. Todo lo que le piden quienes ocupan puestos de responsabilidad en la oficina es que usted demuestre que es hombre en el lugar donde se encuentra; que no se degrade asociándose con pecadores; y que no se una con ellos en prácticas malsanas. Deje de compadecerse de sí mismo, y piense en el Redentor del mundo. Considere el sacrificio infinito que él hizo en favor de la humanidad, y luego piense en el chasco que experimenta si después de haber hecho semejante sacrificio en favor del hombre, éste escoge aliarse con quienes odian a Cristo y la justicia, y participa con ellos en la gratificación del apetito, acarreando sobre sí la ruina eterna.
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Pero usted me ha escuchado decir estas cosas; las ha leído cuando le he escrito acerca de ellas, y sin embargo, no han hecho efecto en su corazón y su vida. Ha afirmado su corazón contra el bien y lo ha abierto al mal. Se ha colocado en el sendero del enemigo y no tiene cómo asirse de Dios para poder resistir sus tentaciones. Supongamos que usted rompiese del todo sus relaciones con _____, impulsado por su deseo de represalia, porque sus hermanos le han dicho la verdad, ¿a quién haría daño, a usted o a ellos? Si así procede, les causará aflicción, pero de todas maneras la obra seguirá adelante. Dios está levantando obreros por todos lados; él no depende de usted ni de ningún otro hombre para llevar a cabo su obra. Si su corazón no es puro, si sus manos no están limpias ante su vista, él no puede usarlo. El desea que usted tenga la verdad en su corazón y en su vida, entretejida con su carácter.
Le aconsejo que humille su corazón y confiese sus maldades. Tenga en cuenta el solemne mandato que en su lecho de muerte David dio a Salomón: “Yo me voy por el camino de todos los que están en la tierra; esfuérzate, y sé hombre. Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas”. 1 Reyes 2:2-3. Guarde este mandato en su propio corazón. Que ninguno lo alabe en su mal hacer. Aunque es una desgracia caer en pecado, no es desgracia, sino más bien un honor, confesar nuestros pecados. Mantenga una individualidad genuina, y cultive la dignidad masculina. Descarte el orgullo, la vanidad, y la falsa dignidad, porque son rasgos que se mantienen a expensas de las más terribles consecuencias para usted mismo.