Testimonios para la Iglesia, Vol. 5, p. 537-545, día 320

La verdad, tal como se encuentra en Jesús, no sólo hace mucho en favor del que la recibe, sino de los que entran en la esfera de su influencia. El alma verdaderamente convertida es iluminada desde lo alto y Cristo llega a ser dentro de esa alma “una fuente de agua que salte para vida eterna”. Juan 4:14. Sus palabras, sus intenciones, sus acciones podrán malinterpretarse y falsificarse; pero no le importa, porque tiene en juego mayores intereses. No toma en cuenta la comodidad presente; no tiene ambición de hacer alarde de nada; no busca la alabanza de los hombres. Su esperanza está en los cielos, y marcha siempre adelante, con su mirada fija en Jesús. Hace el bien porque es bueno hacerlo y porque sólo los que lo hacen tendrán entrada en el reino de Dios. Es bueno y humilde y se preocupa para que los demás sean felices. Nunca dice: “¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?” (Génesis 4:9), sino que ama a su prójimo como a sí mismo. Su manera de ser nunca es brusca ni dictatorial, como la de los que no creen en Dios, sino que refleja la luz del cielo sobre los hombres. Es un leal y valeroso soldado de la cruz de Cristo que sostiene en alto la palabra de vida. Según va aumentando su influencia, va desvaneciéndose el prejuicio contra él, se reconoce su devoción y se respetan los principios bíblicos. 

Así sucede con todo aquel que está verdaderamente convertido. Da fruto excelente y al hacerlo anda como Cristo anduvo, habla como él habló, obra como él obró, y la verdad tal como se encuentra en Jesús, por medio suyo surte efecto en su hogar, su vecindario y en la iglesia. Construye un carácter para la eternidad, a la vez que procura su salvación con temor y temblor. Está dando ejemplo ante el mundo de los valiosos principios de la verdad, de lo que la verdad es capaz de hacer en la vida y el carácter del verdadero creyente. Inconscientemente está cumpliendo su parte en la sublime obra de Cristo para redimir al mundo, una obra que en cuanto a su carácter e influencia se refiere, es de largo alcance y socava el fundamento de la falsa religión y la falsa ciencia. 

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Me siento precisada a escribir de esta manera porque sé que vuestros hermanos nunca os dirían estas cosas. No quiero que ni usted ni su esposa se pierdan las mansiones celestiales, porque lo valen todo para nosotros, y debiéramos ejercer energía y celo en proporción al valor del objeto que perseguimos. La vida eterna merece un esfuerzo perseverante e infatigable. 

El Señor anhela que usted y su esposa seáis cristianos en todo el sentido de la palabra y que manifestéis en vuestros caracteres el poder santificador de la verdad. Si hubiéseis forjado tales caracteres, vuestras obras resistirían la prueba del juicio; si el fuego del día postrero se encendiese sobre vuestras obras tal como son ahora, se echaría de ver que son sólo heno, madera y paja. No penséis que esto es severo; es la verdad. El yo se ha inmiscuido en todas vuestras labores. ¿Estáis dispuestos a elevaros hasta la elevada norma? Será como aprender los rudimentos de lo que constituye el carácter cristiano. Cristo le dijo al apóstol Pedro: “Cuando te hayas vuelto, fotalece a tus hermanos” Lucas 22:32. De igual manera vosotros debéis convertiros antes de que podáis hacer una obra aceptable para el Maestro. 

Hermano mío, si usted así lo quiere, puede llegar a ser un hombre poderoso en el Señor. Usted tiene talentos de capacidad que Dios ha encomendado a su cuidado para que los consagre a su servicio. Pero si no rinde todo a Cristo, su habilidad resultará peligrosa tanto para usted como para otros, porque hará que se desvíen de la verdad y se alejen de Cristo.

Los miembros de la iglesia de _____ necesitan que se haga mucho por ellos. Deben tener un celo ferviente por Cristo, necesitan ser más humildes, más pacientes, más bondadosos, más dóciles, más como Cristo en todo sentido. En su carácter deben manifestar ante el mundo el poder santificador de la gracia. Dios no permita que usted, por medio de precepto o ejemplo, obstruya el camino de esta obra esencial. ¿Trabajará usted por Cristo? ¿Será fiel al Señor que lo ha comprado? ¿Pondrá a un lado los asuntos de menor importancia? Debe ser bautizado en una fe mayor, una caridad mayor. Necesita más reverencia por las cosas que son de importancia eterna. Me resulta imposible inculcar en su mente, con el ahínco suficiente, el alcance y el poder de la influencia que fluye del ejemplo de la consagración individual y de la influencia santificadora de la verdad sobre el carácter manifestada por la iglesia. 

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Pudiera haber mayor cosecha en si la iglesia se pusiera en conformidad con Dios, procurando cada uno poner su propio corazón y su propia casa en orden. Hablad menos y permitid que la devoción interior reluzca por medio de las buenas obras. Sed bondadosos; cultivad el amor y la cortesía. Orad más; leed más vuestras Biblias. Sed estudiosos diligentes en la escuela de Cristo. Entonces los miembros de la iglesia no se darán a la crítica de sus hermanos y hermanas; esta es la obra de Satanás. 

Espero que seáis fortalecidos y establecidos en la fe. La obra seguramente seguirá adelante, ya sea que avancemos o no con ella. Ella triunfará, pero la pregunta que debemos hacernos es: ¿Triunfaremos nosotros con ella? Que Dios os ayude a ambos a sentir la necesidad de que la gracia haga una obra cabal en vuestros corazones. Recordad que Jesús os ha comprado mediante el sacrificio de su propia vida. “No sois vuestros; porque habéis sido comprados por precio: glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”. 1 Corintios 6:19, 20. 

Un sueño impresionante

Estimado hermano M,Anoche tuve un sueño impresionante. Me parecía que usted estaba en una fuerte embarcación navegando por aguas muy agitadas. A veces las olas pasaban por encima del puente y usted quedaba empapado de agua. Usted dijo: “Me bajaré; este barco se hunde”. “No” -dijo alguien que parecía ser el capitán-, “este barco va a llegar al puerto. Nunca se hundirá”. Pero usted contestó: “Seré arrebatado por las olas. No soy ni capitán ni segundo oficial, ¿a quién le importa lo que haga? Echaré mi suerte con ese barco que se ve más allá”. Dijo el capitán: “No le dejaré ir allí; porque sé que aquel barco encallará en las rocas antes de llegar al puerto”. Usted se enderezó y dijo con tono positivo: “Este barco ha de naufragar; lo puedo ver tan claramente como si ya hubiese sucedido”. El capitán le miró con ojo escrutador y dijo firmemente: “No permitiré que usted pierda su vida subiendo a aquel barco. Su maderamen está carcomido, y es una embarcación engañosa. Si tuviese más conocimiento, podría discernir entre lo espurio y lo genuino, lo santo y lo que está destinado a la ruina completa”. 

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Me desperté; pero este sueño me induce a escribirle. Me agitaron sentimientos profundos acerca de algunas de estas cosas, cuando llegó una carta diciéndome que usted estaba “bajo gran tentación y prueba”. ¿De qué se trata, hermano M? ¿Lo está tentando nuevamente Satanás? ¿Está permitiendo Dios que se vea puesto en el mismo lugar donde fracasó antes? ¿Permitirá ahora que la incredulidad se apodere de su alma? ¿Fracasará usted cada vez, como los hijos de Israel? ¡Dios le ayude a resistir al diablo y salir más fuerte de cada prueba de su fe! 

Tenga cuidado con los pasos que dé. Haga sendas rectas para sus pies. Cierre la puerta a la incredulidad, y haga de Dios su fortaleza. Si se halla perplejo, guarde silencio; no dé ningún paso en la oscuridad. Me siento profundamente preocupada por su alma. Esta puede ser la última prueba que Dios le conceda. No avance un solo paso en el camino que lleva hacia la perdición. Aguarde, y Dios le ayudará. Sea paciente, y aparecerá la clara luz. Si cede a las impresiones, perderá su alma, y el alma es de gran valor para Dios. 

He estado escribiendo para el primer tomo de El gran conflicto; y me embargan sentimientos muy solemnes mientras repaso estos temas importantes: la creación y los sucesos ocurridos desde la caída de Satanás hasta la caída de Adán. El Señor parece estar muy cerca de mí mientras escribo, y me siento profundamente conmovida al contemplar esta controversia desde el principio hasta el tiempo actual. Se presentan claramente a mi espíritu las obras de las potestades de las tinieblas. Nos esperan tiempos muy penosos; y Satanás, vestido de ángel, sacudirá a las almas con sus tentaciones, como se presentó a Cristo en el desierto. Citará la Escritura; y a menos que nuestra vida esté escondida con Cristo en Dios, atará ciertamente nuestras almas en la incredulidad. 

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El tiempo es muy breve, y todo lo que se ha de hacer, debe hacerse prestamente. Los ángeles están reteniendo los cuatro vientos, y Satanás está aprovechándose de todo aquel que no está plenamente establecido en la verdad. Toda alma ha de ser probada. Todo defecto del carácter, a menos que sea vencido por la ayuda del Espíritu de Dios, llegará a ser un seguro medio de destrucción. Siento como nunca antes la necesidad de que nuestro pueblo sea vigorizado por el espíritu de la verdad; porque los designios de Satanás entramparán a toda alma que no haya hecho de Dios su fortaleza. Hay mucho trabajo que hacer para el Señor; y si hacemos lo que él nos ha asignado, él obrará con nuestros esfuerzos.

El estudio diario de la Biblia es necesario

Los que son llamados por Dios a trabajar en palabra y doctrina, deben aprender siempre. Deben tratar constantemente de mejorar, para ser dechados de la grey de Dios y hacer bien a todos aquellos con quienes se relacionan. Los que no sienten la importancia del progreso y mejoramiento propio no crecerán en la gracia y el conocimiento de Cristo.

Todo el cielo está interesado en la obra que se está haciendo en este mundo, que ha de preparar a hombres y mujeres para la vida futura e inmortal. Es el plan de Dios que los agentes humanos tengan el alto honor de actuar como colaboradores de Jesucristo en la salvación de las almas. La Palabra de Dios revela claramente que es el privilegio del instrumento en esta gran obra sentir que hay a su diestra Uno que está listo para ayudarle en todo esfuerzo sincero para alcanzar la más sublime excelencia moral y espiritual en la obra del Maestro. Tal será el caso con todos los que sientan necesidad de ayuda. Deben considerar la obra de Dios como sagrada y santa, y deben traerle cada día ofrendas de gozo y gratitud, como fruto del poder de su gracia que los capacita para progresar en la vida divina. El obrero debe tener humilde opinión de sí mismo y considerar las muchas oportunidades que perdió por falta de diligencia y aprecio de la obra. No debe desalentarse, sino renovar continuamente sus esfuerzos por redimir el tiempo. 

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Los hombres a quienes Dios eligió como ministros suyos deben prepararse para la obra mediante un escudriñamiento cabal de corazón y una íntima comunión con el Redentor del mundo. Si no tienen éxito en ganar almas para Cristo, es porque su propia alma no está en armonía con Dios. Hay demasiada ignorancia voluntaria en muchos de los que predican la Palabra. No están calificados para esta obra por un cabal entendimiento de las Escrituras. No sienten la importancia de la verdad para este tiempo, y por lo tanto la verdad no es para ellos una realidad viviente. Si humillasen sus almas delante de Dios; si anduviesen de acuerdo con las Escrituras con toda humildad de ánimo, entonces tendrían una visión más clara del Dechado que deben copiar; pero dejan de mantener sus ojos fijos en el Autor y Consumador de su fe. 

No es necesario que ninguno de nosotros ceda a las tentaciones de Satanás, y así viole su conciencia y agravie al Espíritu Santo. Ha sido hecha en la Palabra de Dios toda provisión para que todos tengan la ayuda divina en sus esfuerzos para vencer. Si mantienen a Jesús delante de sí, llegarán a ser transformados a su imagen. Todos los que por la fe tienen a Cristo morando en sí están dotados de un poder que les dará éxito en sus trabajos. Se estarán haciendo constantemente más y más eficientes en su trabajo, y la bendición de Dios, manifestada en la prosperidad de la obra, testificará de que son verdaderamente colaboradores de Cristo. Pero por mucho que uno progrese en la vida espiritual, nunca llegará al punto en que no necesite escudriñar diligentemente las Escrituras; porque en ellas se hallan las evidencias de nuestra fe. Todos los puntos de doctrina, aun cuando hayan sido aceptados como verdad, deben ser sometidos a la ley y al testimonio; si no pueden resistir esta prueba, “es porque no les ha amanecido”. Isaías 8:20. 

El gran plan de la redención, como está revelado en la obra final de estos últimos días, debe recibir estricto examen. Las escenas relacionadas con el santuario celestial deben hacer tal impresión en la mente y el corazón de todos, que puedan impresionar a otros. Todos necesitan llegar a ser más inteligentes respecto de la obra de la expiación que se está realizando en el santuario celestial. Cuando se vea y comprenda esa gran verdad, los que la sostienen trabajarán en armonía con Cristo para preparar un pueblo que subsista en el gran día de Dios, y sus esfuerzos tendrán éxito. 

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Por el estudio, la contemplación y la oración, los hijos de Dios serán elevados sobre los pensamientos y sentimientos comunes y terrenales, y serán puestos en armonía con Cristo y su gran obra de purificar el santuario celestial de los pecados del pueblo. Su fe le acompañará en el santuario, y en la tierra los adoradores estarán revisando cuidadosamente su vida, comparando su carácter con la gran norma de justicia. Verán sus propios defectos; y verán también que deben recibir la ayuda del Espíritu de Dios a fin de quedar preparados para la grande y solemne obra que en este tiempo se impone a los embajadores de Dios. 

Cristo dijo: “Si no comiereis la carne del Hijo del hombre, y bebiereis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna: y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí”. Juan 6:53-57. ¿Cuántos de los que están trabajando en palabra y en doctrina están comiendo la carne de Cristo y bebiendo su sangre? ¿Cuántos pueden comprender este misterio? El Salvador mismo explica este asunto: “El espíritu es el que da vida; la carne nada aprovecha: las palabras que yo os he hablado, son espíritu, y son vida”. vers. 63. La Palabra de Dios debe estar entretejida con el carácter vivo de los que la creen. La única fe vital es la que recibe y asimila la verdad hasta que es parte del ser y el poder motor de la vida y la acción. Jesús es llamado el Verbo de Dios. Aceptó la ley de su Padre, desarrolló sus principios en su vida, manifestó su espíritu y demostró su poder benéfico en el corazón. Dice Juan: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”. Juan 1:14. 

Los que siguen a Cristo deben participar de su experiencia. Deben asimilar la Palabra de Dios. Deben ser cambiados a su semejanza por el poder de Cristo y reflejar los atributos divinos. Deben comer la carne y beber la sangre del Hijo de Dios, o no hay vida en ellos. El espíritu y la obra de Cristo deben llegar a ser el espíritu y la obra de sus discípulos. 

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No es suficiente predicar la verdad; debe ser puesta en práctica en la vida. Cristo debe morar en nosotros, y nosotros en él a fin de hacer la obra de Dios. Cada uno debe tener una experiencia individual y realizar esfuerzos personales para alcanzar a las almas. Dios requiere de cada uno que consagre todas sus facultades a la obra y que por un esfuerzo continuo se eduque para hacer esa obra aceptablemente. Espera que cada uno lleve la gracia de Cristo a su corazón, a fin de ser una luz brillante y resplandeciente para el mundo. Si los que trabajan para Dios adiestran todas sus facultades cabalmente, podrán trabajar comprensivamente, con toda sabiduría, y Dios responderá seguramente a sus esfuerzos por elevar, refinar y salvar a sus semejantes. Todos los obreros deben emplear tacto y poner sus facultades bajo la influencia guiadora del Espíritu de Dios. Deben dedicarse a estudiar su Palabra y oír la voz de Dios que se les dirige desde sus oráculos vivientes con reproches, instrucción o estímulo, y su Espíritu los fortalecerá a fin de que progresen en la experiencia religiosa como obreros de Dios. Así serán conducidos paso a paso a mayores luces y su gozo será completo.

Mientras se empeñan en la obra que Dios les ha dado, no hallarán tiempo ni tendrán disposición para glorificarse; ni hallarán tiempo para murmurar o quejarse, porque sus afectos estarán concentrados en las cosas celestiales, no en las terrenales. El corazón, el alma y el cuerpo estarán alistados en la obra del Maestro. No trabajarán egoístamente, sino que se negarán a sí mismos por amor de Cristo. Alzarán su cruz; porque son sus verdaderos discípulos. Se alimentarán día tras día de las preciosas verdades de la Palabra de Dios, y así serán fortalecidos para el deber y sostenidos para la prueba. De esta manera vendrán a ser hombres y mujeres en Cristo, fuertes y bien desarrollados. Serán entonces los verdaderos hijos e hijas del Rey celestial. 

La grandeza de la verdad que aman y contemplan, expandirá la mente, fortalecerá el juicio y elevará el carácter. No serán novicios en la gran obra de salvar almas; porque estarán trabajando con la sabiduría que Dios les haya dado. Ni tampoco serán enanos en la vida religiosa, sino que crecerán en Cristo, su cabeza viviente, hasta la plena estatura de hombres y mujeres en Cristo Jesús. Los conflictos con los enemigos de la verdad no harán sino fortalecer sus esperanzas, y tendrán preciosas victorias, porque invocan en su ayuda al poderoso Auxiliador, que nunca desilusiona al humilde suplicante. Si sus esfuerzos tienen éxito, darán toda la gloria a Dios. El Cielo se les acercará mucho para simpatizar y cooperar con ellos. Serán hechos de veras espectáculo para el mundo, los ángeles y los hombres. Serán caracteres señalados por su pureza de corazón y vida, su fuerza de propósito, su firmeza y utilidad en la causa de Dios. Serán los nobles de Dios.

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En la vida religiosa de toda alma que salga finalmente victoriosa, habrá escenas de terrible perplejidad y prueba; pero su conocimiento de las Escrituras la habilitará para recordar las promesas animadoras de Dios, que consolarán su corazón y fortalecerán su fe en el poder del Poderoso. Dicen ellas: “No perdáis pues vuestra confianza, que tienen grande remuneración de galardón”. “Para que la prueba de vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual perece, bien que sea probado con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra, cuando Jesucristo fuere manifestado: al cual, no habiendo visto, le amáis; en el cual creyendo, aunque al presente no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorificado” Hebreos 10:35; 1 Pedro 1:7, 8. La prueba de la fe es más preciosa que el oro. Todos deben aprender que ésta es parte de la disciplina en la escuela de Cristo, que es esencial para purificarlos y refinarlos de la escoria terrenal. Deben soportar con entereza las burlas y los ataques del enemigo y vencer todos los obstáculos que Satanás ponga en su senda para cerrarles el camino. Tratará de inducirlos a descuidar la oración, y de desalentarlos en el estudio de las Escrituras; y arrojará una odiosa sombra a través de su senda para ocultar de su vista a Cristo y las atracciones celestiales. 

Nadie debe caminar con temor y temblor, en dudas continuas y sembrando quejas a lo largo de su senda, sino que todos deben mirar a Dios, ver su bondad y regocijarse en su amor. Reunid todas vuestras facultades para mirar hacia arriba, no hacia abajo a vuestras dificultades; entonces no desmayaréis por el camino. Pronto veréis a Jesús detrás de la nube, extendiendo su mano para ayudaros; y todo lo que tendréis que hacer será darle vuestra mano con fe sencilla y dejarle que os guíe. A medida que manifestéis confianza, tendréis esperanza por la fe en Jesús. La luz que resplandece de la cruz del Calvario os revelará cuánto estima Dios el alma, y apreciando esta estima trataréis de reflejar la luz al mundo. 

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