Algunos de nuestros hermanos habían tenido larga experiencia en la verdad, y durante años habían estado familiarizados conmigo y mi obra. Habían comprobado la veracidad de los Testimonios y aseverado su fe en ellos. Habían sentido descansar la poderosa influencia del Espíritu de Dios sobre ellos para testificar de su veracidad. Me fue mostrado que si los tales, cuando eran reprendidos por medio de los Testimonios se levantaban contra ellos y obraban secretamente para menoscabar su influencia, habría que obrar fielmente con ellos; porque su conducta haría peligrar a aquellos que carecían de experiencia.
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El primer número de los Testimonios publicados contiene una amonestación contra el empleo imprudente de la luz que ha sido dada por este medio al pueblo de Dios. Declaré que algunos habían asumido una conducta imprudente, cuando al hablar de su fe a los incrédulos habían leído en mis escritos la prueba que se les había pedido, en vez de acudir a la Biblia para obtenerla. Me fue mostrado que esta conducta era inconsecuente y que llenaría a los incrédulos de prejuicios contra la verdad. Los Testimonios no pueden tener valor para aquellos que no saben nada de su espíritu. No debe hacerse referencia a ellos en tales casos.
Otras amonestaciones relativas al uso de los Testimonios han sido dadas de vez en cuando como sigue:
“Algunos de los predicadores están muy atrasados. Profesan creer los testimonios dados, y algunos hacen mal al erigirlos en regla de hierro para aquellos que no han tenido experiencia con referencia a ellos, cuando ellos mismos no los ponen en práctica. Han recibido repetidos testimonios, que han despreciado completamente. La conducta de los tales no es consecuente”.
“Vi que muchos habían aprovechado mal lo que Dios había mostrado acerca de los pecados y errores ajenos. Habían tomado el sentido más riguroso de lo que había sido mostrado en visión, y luego habían insistido tanto en ellos que contribuían a debilitar la fe de muchos en lo que Dios había revelado, y también a desalentar y descorazonar a la iglesia”.
El enemigo aprovechará cuanto pueda emplear para destruir las almas. “Han sido dados testimonios en favor de personas que ocupan puestos importantes. Comienzan bien llevando las cargas y desempeñando su parte en relación con la obra de Dios. Pero Satanás las persigue con sus tentaciones, y quedan finalmente vencidas. Cuando otros observan su conducta equivocada, Satanás les sugiere que debe haber un error en los testimonios dados para estas personas, de lo contrario estos hombres no se habrían demostrado indignos de desempeñar una parte en la obra de Dios”.
Así surgen dudas acerca de la luz que Dios ha dado. “Lo que puede decirse de algunos hombres en ciertas circunstancias, no puede decirse de ellos en otras. Los hombres son moralmente tan débiles y extremadamente egoístas, tan llenos de suficiencia propia, y se engríen tan fácilmente, que Dios no puede obrar en relación con ellos; y los deja moverse como a ciegas, y manifestar tan grande debilidad e insensatez, que muchos se asombran de que tales personas hayan sido aceptadas una vez y reconocidas como dignas de tener relación con la obra de Dios. Esto es precisamente lo que Satanás quería. Era su objeto desde el tiempo en que las tentó especialmente a atraer oprobio a la causa de Dios y arrojar sombra sobre los Testimonios. Si hubiesen permanecido donde no influyeran especialmente sobre la causa de Dios, Satanás no los habría asediado tan ferozmente, porque no podría haber logrado su propósito de usarlos como instrumentos suyos para hacer una obra especial”.
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Han de juzgarse por sus frutos
Júzguense los Testimonios por sus frutos. ¿Cuál es el espíritu de su enseñanza? ¿Cuál ha sido el resultado de su influencia? “Todos los que desean hacerlo, pueden familiarizarse con los frutos de estas visiones. Durante 17 años, Dios ha considerado propio dejarlas sobrevivir y fortalecerlas contra la oposición y las fuerzas de Satanás, y la influencia de los agentes humanos que han ayudado a Satanás en su obra”.
“O está Dios enseñando a su iglesia, reprendiendo sus errores, fortaleciendo su fe, o no lo está haciendo. La obra es de Dios, o no lo es. Dios no hace nada en sociedad con Satanás. Mi obra… lleva la estampa de Dios, o la del enemigo. No hay medias conclusiones en el asunto. Los Testimonios son del Espíritu de Dios, o del diablo”.
A medida que el Señor se ha manifestado por el espíritu de profecía, “han desfilado delante de mí lo pasado, lo presente y lo futuro. Me han sido mostrados rostros que nunca había visto, y años más tarde los conocí cuando los vi. He sido despertada de mi sueño con una sensación vívida de asuntos previamente presentados a mi mente; y he escrito a medianoche cartas que han cruzado el continente, y, llegando en un momento de crisis, han evitado gran desastre a la causa de Dios. Esta ha sido mi obra durante muchos años. Un poder me ha impelido a reprobar y reprender males en los cuales no había pensado. ¿Es esta obra de los últimos treinta y seis años de lo alto, o de abajo?”
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Cristo amonestó a sus discípulos: “Y guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, mas de dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Cógense uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol lleva buenos frutos; mas el árbol maleado lleva malos frutos. No puede el buen árbol llevar malos frutos, ni el árbol maleado llevar frutos buenos. Todo árbol que no lleva buen fruto, córtase y échase en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis” Mateo 7:15-20. Esta es una prueba que todos pueden aplicar si quieren. Los que realmente desean conocer la verdad hallarán bastante evidencia para creer.
Hay quienes dudan de los testimonios
“Es el plan de Satanás debilitar la fe del pueblo de Dios en los Testimonios. Satanás sabe cómo hacer sus ataques. Obra sobre las mentes para excitar los celos y la desconformidad para con aquellos que están a la cabeza de la obra. Luego se ponen en duda los dones; y por supuesto, más tarde tienen poco peso y las instrucciones dadas por medio de las visiones son despreciadas”. “Luego sigue el escepticismo en cuanto a los puntos vitales de nuestra fe, los puntales de nuestra posición, y a continuación la duda en cuanto a las Santas Escrituras y la marcha descendente hacia la perdición. Cuando se ponen en duda los Testimonios en los cuales se creía una vez y se renuncia a ellos, Satanás sabe que los seducidos no se detendrán con esto, y él redobla sus esfuerzos hasta lanzarlos en abierta rebelión, que se vuelve incurable y acaba en la destrucción”. “Cediendo a las dudas y la incredulidad acerca de la obra de Dios, y albergando sentimientos de desconfianza y celos crueles, se están preparando para la seducción completa. Se levantan con sentimientos amargos contra aquellos que se atreven a hablar de sus errores y reprender sus pecados”.
Un testimonio para ciertos jóvenes, publicado por primera vez en 1880, habla de este punto como sigue: “Un escepticismo prevaleciente continúa creciendo con referencia a los Testimonios del Espíritu de Dios; y estos jóvenes estimulan las dudas y cavilaciones en vez de suprimirlas, e ignoran el espíritu, el poder y la fuerza de los Testimonios”.
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Me fue mostrado que muchos tienen tan poca espiritualidad que no comprenden el valor de los Testimonios dados por Dios para beneficio de su pueblo, y los juzgan dando su opinión y criticando esto y aquello, cuando sería mejor haber puesto la mano sobre los labios y haberse postrado en el polvo; pues no pueden apreciar el espíritu de los Testimonios, porque conocen tan poco del Espíritu de Dios.
“Hay algunas personas en _____ que nunca se han sometido plenamente a la reprobación. Han elegido su propio rumbo. Siempre, en mayor o menor grado, han ejercido una influencia negativa contra los que han emprendido la defensa del bien y la reprobación del mal. La influencia de éstos sobre otras personas que vienen aquí y que se ponen en contacto con ellos… es muy perjudicial. Llenan la mente de estos recién llegados a la iglesia con interrogantes y dudas con respecto a los Testimonios del Espíritu de Dios; y en lugar de conducirlos a consagrarse a Dios y escuchar la voz de la iglesia, les enseñan a ser independientes y a no tomar en cuenta las opiniones y decisiones de los demás. La influencia de esta clase de personas rebeldes se ha estado ejerciendo en secreto. Algunas no se dan cuenta del daño que causan; pero al manifestar falta de consagración, orgullo y rebeldía, conducen a otros por el mal camino. Estas personas no consagradas hacen que otros inhalen una atmósfera tóxica. La sangre de las almas mancha sus ropas, y en el día del arreglo de cuentas finales, Cristo les dirá: ‘Apartaos de mí, hacedores de maldad’. Mateo 7:23. Se sentirán estupefactos, pero sus vidas supuestamente cristianas eran un engaño, un fraude”.
“Algunos expresan su idea de que el testimonio de la hermana White no puede ser digno de confianza. Eso es todo lo que algunas personas no consagradas necesitan. Los testimonios de reprensión han refrenado su vanidad y orgullo; pero si se atrevieran, se mostrarían extremistas en cuestiones de la moda y en manifestaciones de orgullo. Dios dará a tales personas una oportunidad para demostrar lo que son y manifestar su verdadero carácter”.
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“Vi que la razón por la cual últimamente las visiones no se habían manifestado con más frecuencia, es que no son apreciadas por la iglesia. La iglesia casi ha perdido su espiritualidad y su fe, y los reproches y advertencias han ejercido escaso efecto en ella. Muchos de los que han profesado fe en ellos no los han obedecido.
“Si perdéis la confianza en los Testimonios, os apartaréis de la verdad bíblica. He temido que muchos asumiesen una actitud dubitativa e inquisidora, y en mi angustia por vuestras almas quisiera amonestaros. ¿Cuántos escucharán la amonestación? De acuerdo a la manera en que consideráis ahora los Testimonios, si fuese dado alguno de ellos que atravesase vuestro camino y corrigiese vuestros errores, ¿os sentiríais en perfecta libertad para aceptarlo o rechazarlo en cualquiera de sus partes o en su totalidad? Aquello que menos inclinados os sintáis a recibir, es con toda seguridad la parte que más necesitáis”.
“Hermanos míos, desconfiad del corazón malo e incrédulo. La Palabra de Dios es clara y precisa en sus restricciones; reprende vuestra complacencia egoísta; por eso, no la obedecéis. Los Testimonios de su Espíritu llaman vuestra atención a las Escrituras, señalan vuestros defectos de carácter, y reprenden vuestros pecados; por eso, no los escucháis. Y para justificar vuestra conducta carnal, y vuestro amor a la comodidad, empezáis a dudar de que los Testimonios sean de Dios. Si obedecieseis sus enseñanzas, estaríais asegurados respecto de su origen divino. Recordad que vuestra incredulidad no afecta su veracidad. Si son de Dios, habrán de subsistir”.
“Se me ha mostrado que la incredulidad en los testimonios de amonestación, aliento y reprensión está excluyendo al pueblo de Dios de la luz. La incredulidad les cierra los ojos, de manera que quedan en la ignorancia de su verdadera condición. Piensan que es innecesario el testimonio reprensivo del Espíritu de Dios, o que no se les aplica. Los tales tienen suma necesidad de la gracia de Dios y del discernimiento espiritual, para poder descubrir su deficiencia en conocimiento espiritual”.
“Muchos de los que han apostatado de la verdad reconocen como motivo de su conducta que no tienen fe en los Testimonios… Lo que importa saber ahora es: ¿Renunciarán al ídolo que Dios condena, o continuarán en su errónea conducta de complacencia, rechazando la luz que Dios les ha dado en reprensión de las cosas en las cuales se deleitan? Lo que deben decidir es: ¿Me negaré a mí mismo y recibiré como de Dios los Testimonios que reprenden mis pecados, o rechazaré los Testimonios porque reprenden mis pecados?
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“En muchos casos se reciben plenamente los Testimonios, se rechaza el pecado y la complacencia, e inmediatamente se inicia una reforma en armonía con la luz que Dios ha dado. En otros casos, se sigue en las complacencias pecaminosas, se rechazan los Testimonios, y se dan a otros muchas excusas falsas acerca de la razón que se tiene para negarse a recibirlos. No se da la verdadera razón. Es una falta de valor moral y de una voluntad fortalecida y regida por el Espíritu de Dios para renunciar a los hábitos nocivos”.
“Satanás es hábil para sugerir dudas e idear objeciones al testimonio directo que Dios envía, y muchos piensan que es una virtud, un indicio de inteligencia en ellos el ser incrédulos y presentar dudas. Los que desean dudar, tendrán abundante ocasión para ello. Dios no se propone evitarnos toda oportunidad de ser incrédulos. El da evidencias, que deben ser investigadas cuidadosamente con mente humilde y espíritu susceptible de ser enseñado; y todos deben decidir por el peso de la evidencia”. “Dios da suficiente evidencia para que pueda creer el espíritu sincero; pero el que se aparta del peso de la evidencia porque hay unas pocas cosas que su entendimiento finito no puede aclarar, será dejado en la atmósfera fría y helada de la incredulidad y de la duda, y perderá su fe”.
El deber de dar reprensión
“Cuando el error es evidente entre los hijos de Dios y sus servidores los consideran con indiferencia, implícitamente están apoyando y justificando al pecador, y son igualmente culpables, y lo mismo que ellos serán objeto del desagrado divino; además serán considerados responsables de los pecados de los culpables. En visión se me han mostrado numerosos casos en que se había incurrido en el desagrado divino por descuido de parte de sus servidores en señalar los errores y pecados que existían entre ellos. Los que han excusado el error, los miembros los han considerado muy afables y de encantadora disposición, simplemente porque evitaron cumplir un claro deber bíblico. Como la tarea no era agradable para ellos, la evitaron”.
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El testimonio escrutador del Espíritu de Dios “separará a los de Israel que han combatido los medios que Dios ha establecido para mantener libre de corrupciones a la iglesia. Hay que llamar al error por su nombre. Los pecados graves tienen que ser censurados como corresponde. Todos los hijos de Dios debieran acercarse más a él… Entonces verán el pecado en la verdadera luz y comprenderán cuán ofensivo es para Dios”. “El testimonio claro y directo debe vivir en la iglesia, porque en caso contrario la maldición de Dios descansará sobre su pueblo con tanta seguridad como pesó sobre Israel debido a sus pecados”.
“Nunca existió mayor necesidad de fieles amonestaciones y reproches… que en este mismo momento. Satanás ha descendido con gran poder, sabiendo que le queda poco tiempo. Está inundando el mundo con fábulas agradables y a los hijos de Dios les encanta que se les digan cosas placenteras… Se me mostró que el pueblo de Dios debe realizar esfuerzos más firmes y decididos para rechazar los asaltos de las tinieblas. La obra profunda del Espíritu Santo de Dios se necesita ahora como nunca antes”.
Cuando en mi juventud acepté la obra que Dios me encomendaba, recibí con ella la promesa de que contaría con la ayuda especial del poderoso Ayudador. También se me encomendó la solemne responsabilidad de presentar fielmente el mensaje del Señor sin hacer distinción entre amigos o enemigos. Dios no hace acepción de personas. Ya sea que trate con ricos o pobres, con encumbrados o humildes, con sabios o ignorantes, el mensajero de Dios no debe traicionar su responsabilidad sagrada.
“Que nadie piense que me retracto de algún claro testimonio que he dado individualmente o en conjunto a los hijos de Dios, o que lamento haberlo presentado. Si he cometido algún error, ha sido en no reprender el pecado con mayor decisión y firmeza. Algunos de los hermanos han tomado sobre sí la responsabilidad de criticar mi obra y de proponer un método más fácil para corregir el error. A ellos quiero decirles: “He adoptado los métodos de Dios y no los vuestros. Lo que he dicho o escrito en testimonio o como reprensión ha sido expresado con toda claridad…
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“Los que en cualquier forma aminoren el impacto de las penetrantes reprensiones que Dios me ha encomendado que presente, deberán hacer frente a su obra en el juicio… A quienes han tomado sobre sí la responsabilidad de censurarme, y que en su entendimiento limitado proponen un método que les parece más prudente, les repito: No acepto vuestros esfuerzos. Dejadme con Dios y permitid que él me enseñe. Recibiré las palabras del Señor y las transmitiré a sus hijos. No espero que todos acepten la reprensión y reformen sus vidas, pero de todos modos tengo que cumplir con mi deber. Andaré humildemente delante de Dios y realizaré mi trabajo para este tiempo y la eternidad.
“Dios no ha dado a mis hermanos la obra que me ha encomendado. Se ha dicho que mi manera de presentar la reprensión en público ha inducido a otros a ser cortantes, criticones y severos. Si es así, ellos tendrán que dar cuenta a Dios de su actitud. Si otros asumen una responsabilidad que Dios no les ha encomendado, si desatienden las instrucciones dadas repetidamente por él mediante el humilde instrumento de su elección, en las que insta a ser bondadosos, pacientes y tolerantes, sólo ellos tendrán que dar cuenta de los resultados. He cumplido mi deber desagradable hacia mis amigos más queridos con mi corazón cargado de tristeza, no atreviéndome a agradarme a mí misma al ocultar la reprensión, ni siquiera de mi esposo; y no seré menos fiel en amonestar a otros, ya sea que aprueben o se opongan. Cuando hablo a los hijos de Dios, digo muchas cosas en las que no había pensado antes. El Espíritu del Señor desciende sobre mí con frecuencia. Tengo la impresión de salir de mí misma y de ser transportada; en esas ocasiones, la vida y el carácter de diferentes personas son presentados con claridad en mi mente. Veo sus errores y los peligros que corren, y me siento compelida a hablar acerca de lo que se me ha presentado. No me atrevo a ofrecer resistencia contra el Espíritu de Dios”.
Rechazo de la reprensión
“En la actualidad hay muchas personas que desprecian las fieles reprensiones que Dios ha enviado mediante testimonios. Se me ha mostrado que algunas personas en estos días han llegado al extremo de quemar las palabras escritas de reproche y advertencia, tal como lo hizo el malvado rey de Israel. Pero la oposición ofrecida contra las amenazas de Dios no detendrá su ejecución. Desafiar las palabras del Señor, habladas por medio de sus instrumentos escogidos, tan sólo provocará su ira y finalmente acarreará ruina segura sobre el ofensor. En el corazón del pecador suele encenderse la indignación contra el instrumento elegido por Dios para que presente sus reproches. Siempre ha sido así, y actualmente existe el mismo espíritu que persiguió y encarceló a Jeremías por obedecer la palabra de Jehová”.