Testimonios para la Iglesia, Vol. 6, p. 428-436, día 381

La familia como campo misionero

Nuestra obra por Cristo debe comenzar con la familia, en el hogar. La educación de los jóvenes debe ser diferente de la que se les ha impartido en el pasado. El bienestar de ellos exige mayor esmero que el que se les ha dedicado antes. No hay campo misionero más importante que éste. Los padres deben enseñar a sus hijos por precepto y por ejemplo a trabajar por los inconversos. Hay que educar a los niños de tal manera que simpaticen con los ancianos y los afligidos y traten de aliviar los sufrimientos de los pobres y angustiados. Debe enseñárseles a ser diligentes en la obra misionera; y desde los primeros años debe inculcárseles la abnegación y el sacrificio en favor del bienestar ajeno y del progreso de la causa de Cristo, a fin de que sean colaboradores con Dios.

Pero si han de saber alguna vez hacer obra misionera verdadera para los demás, deben aprender primero a trabajar por los de su casa y saber que tienen derecho natural a su servicio de amor. Cada niño debe ser enseñado a cumplir su parte en los trabajos propios del hogar. Nunca debiera avergonzarse de emplear las manos para aliviar las cargas en la casa, o los pies para hacer diligencias. Mientras esté así ocupado no se aventurará por sendas de negligencia y pecado. ¡Cuántas horas que los niños y los jóvenes despilfarran podrían dedicarlas a llevar sobre sus fuertes hombros parte de las responsabilidades de la familia, que alguien debe llevar a cabo! Manifestarían así un amante interés en sus padres. Debe también arraigárselos en los principios de la reforma pro salud y el cuidado de su cuerpo. 

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¡Ojalá que los padres velasen con oración y preocupación por el bienestar eterno de sus hijos! Pregúntense: ¿Hemos sido negligentes? ¿Hemos descuidado esta obra solemne? ¿Hemos permitido que nuestros hijos llegasen a ser juguetes de las tentaciones de Satanás? ¿No tenemos que rendir una cuenta solemne ante Dios por haber permitido a nuestros hijos que empleasen sus talentos, su tiempo e influencia para obrar contra la verdad y contra Cristo? ¿No hemos descuidado nuestro deber como padres, y aumentado el número de los súbditos de Satanás? 

Muchos han descuidado vergonzosamente el campo del hogar, y es tiempo de que se presenten recursos y remedios divinos para corregir este mal ¿Qué excusas pueden presentar los que profesan seguir a Cristo por no enseñar a sus hijos a trabajar por él? 

Dios quiere que las familias de la tierra sean un símbolo de la familia celestial, Los hogares cristianos, establecidos y dirigidos de acuerdo con el plan de Dios, se cuentan entre sus agentes más eficaces para formar el carácter cristiano y para adelantar su obra.

Si los padres desean ver un diferente estado de cosas en sus familias, conságrense completamente a Dios ellos mismos y cooperen con él en la obra mediante la cual se pueda realizar una transformación en su familia. 

Cuando nuestros propios hogares sean lo que deben ser, no dejaremos que nuestros hijos crezcan en la ociosidad y la indiferencia con respecto a lo que Dios les pide que hagan en favor de los necesitados que los rodean. Como herencia del Señor, estarán calificados para emprender la obra donde están. De tales hogares resplandecerá una luz que se revelará en favor de los ignorantes, conduciéndolos a la fuente de todo conocimiento. Ejercerán una poderosa influencia por Dios y su verdad. 

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Hay que instruir a la iglesia en la obra misionera

“Guarda, ¿qué de la noche?” Isaías 21:11. ¿Están los centinelas a quienes se hace esta pregunta en situación de dar a la trompeta un sonido certero? ¿Están los pastores cuidando fielmente el rebaño del que deben dar cuenta? ¿Están los ministros de Dios velando por las almas, comprendiendo que los que están bajo su cuidado han sido comprados por la sangre de Cristo? Ha de hacerse una gran obra en el mundo, y ¿qué esfuerzos estamos haciendo para realizarla? Los hermanos han oído demasiados sermones; pero, ¿se les ha enseñado a trabajar para aquellos por quienes Cristo murió? ¿Se les ha propuesto y presentado algún ramo de trabajo de tal manera que cada uno haya visto la necesidad de tomar parte en la obra?

Es evidente que todos los sermones que se han predicado no han contribuido a desarrollar una gran clase de obreros abnegados. Debe considerarse que este asunto tiene los más graves resultados. Está en juego nuestro porvenir para la eternidad. Las iglesias se están marchitando porque no han empleado sus talentos en difundir la luz. Deben darse instrucciones cuidadosas que serán como lecciones del Maestro, para que todos puedan usar prácticamente su luz. Los que tienen la vigilancia de las iglesias, deben elegir a miembros capaces, y encargarles responsabilidades, al mismo tiempo que les dan instrucciones acerca de cómo pueden servir y beneficiar mejor a otros. 

Debe emplearse todo medio de dar a conocer la verdad a millares que discernirán las evidencias y apreciarán la semejanza de Cristo en su pueblo, cuando tienen la oportunidad de percibirla. Aprovéchense las reuniones misioneras para enseñar a la gente a hacer trabajo misionero. Dios espera que su iglesia discipline y prepare a sus miembros para la obra de iluminar al mundo. Debe impartirse una educación que produzca como resultado la preparación de centenares de personas dispuestas a entregar sus talentos valiosos a “los banqueros . Mediante el uso de estos talentos, se desarrollarán hombres que estarán preparados para ocupar posiciones de confianza e influencia, y para sostener principios puros y sin contaminación. Así se lograrán grandes cosas para el Maestro.

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Dedíquense los miembros a trabajarMuchos que poseen auténtica capacidad se están herrumbrando en la inacción, porque no saben cómo ponerse a trabajar en las diferentes actividades misioneras. Obténgase que alguien con capacidad que presente a estos inactivos el ramo de trabajo que podrían hacer. Establézcanse pequeñas misiones en muchos lugares, para enseñar a hombres y mujeres a usar, y así aumentar sus talentos. Comprendan todos lo que se espera de ellos, y muchos de los que están ahora desocupados trabajarán fielmente. 

La parábola de los talentos debe ser explicada a todos. Se debe hacer comprender a los miembros de las iglesias que son la luz del mundo, y que de acuerdo a sus diversas capacidades el Señor espera que iluminen y beneficien a otros. Sean ricos o pobres, grandes o humildes, Dios los llama a servirle activamente. Él depende de la iglesia para el adelantamiento de su causa, y espera que los que profesan seguirle cumplan su deber como seres inteligentes. Es muy necesario que toda mente adiestrada, todo intelecto disciplinado, toda patícula de capacidad se dedique a la obra de salvar almas.

No pasemos por alto las cosas pequeñas mientras buscamos una gran obra. Podéis hacer con éxito la obra pequeña, pero, al intentar una obra más grande podríais tal vez fracasar y caer en el desaliento. Trabajad dondequiera que veáis que hay trabajo que hacer. Haciendo con vuestras fuerzas lo que vuestras manos hallen para hacer así será cómo desarrollaréis talentos y aptitudes para una obra mayor. Al despreciar las oportunidades diarias y descuidar las cosas pequeñas, es cómo muchos se vuelven ineficaces y desganados. 

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Hay maneras en las cuales todos pueden prestar un servicio personal a Dios. Algunos pueden escribir una carta a un amigo lejano, o enviar una revista a alguien que está averiguando la verdad. Otros pueden dar consejos a los que están en dificultades. Los que saben tratar a los enfermos pueden ayudar en esto. Otros que tienen la capacidad necesaria, pueden dar estudios bíblicos o dirigir clases bíblicas. 

Deben idearse y ponerse en práctica entre las iglesias, los métodos de trabajo más sencillos. Si los miembros aceptan unánimemente tales planes y con perseverancia los llevan a cabo, segarán una rica recompensa; porque su experiencia se irá enriqueciendo, su capacidad aumentará, y por sus esfuerzos salvarán almas. 

No se necesita ser sabio para trabajarNadie debe sentir que porque no se ha educado no puede tomar parte en la obra del Señor. Dios tiene una obra para vosotros. Él ha dado a cada uno su obra. Podéis escudriñar las Escrituras por vuestra cuenta. “La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples”. Salmos 119:130. Podéis orar por la obra. La oración del corazón sincero, ofrecida con fe, será oída en el cielo. Y habéis de trabajar según vuestra capacidad. 

Cada uno ejerce una influencia para bien o para mal. Si el alma está santificada para el servicio de Dios y consagrada a la obra de Cristo, su influencia tenderá a recoger con Cristo. 

Todo el cielo está en actividad, y los ángeles de Dios están esperando para cooperar con todos los que quieran idear planes mediante los cuales las almas para quienes Cristo murió puedan oír las gratas nuevas de la salvación. Los ángeles que sirven a los que han de heredar la salvación, dicen a cada santo: “Hay trabajo para vosotros”. “Id, y… anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida”. Hechos 5:20. Si todas las personas a quienes se dirige esta orden la obedecieran, el Señor prepararía el camino y les daría recursos con los cuales ir. 

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Despiértese a los ociosos

Hay personas que están pereciendo sin Cristo, y los que profesan ser discípulos de Cristo las dejan perecer. A nuestros hermanos se les han confiado talentos para la obra de salvar almas; pero algunos los han envuelto en un lienzo y los han enterrado en el suelo. ¿Qué semejanza tienen estos ociosos con el ángel que se muestra volando por en medio del cielo, proclamando los mandamientos de Dios y la fe de Jesús? ¿Qué súplicas se deben hacer a los ociosos para despertarlos, a fin de que vayan a trabajar para el Maestro? ¿Qué podemos decir al miembro de la iglesia perezoso, para hacerle sentir la necesidad de desenterrar su talento y darlo a los banqueros? No habrá ociosos ni perezosos en el reino de los cielos. ¡Dios quiera presentar este asunto en toda su importancia a las iglesias dormidas! ¡Ojalá que Sión se levante y se vista sus ropas de gala! ¡Ojalá resplandezca! 

Hay muchos ministros ordenados que nunca han atendido como pastores a la grey de Dios, que nunca han velado por las almas como quienes deben dar cuenta de ellas. En vez de desarrollarse, la iglesia queda en la condición de un cuerpo débil y deficiente. Los miembros de la iglesia, acostumbrados a confiar en la predicación, hacen poco para Cristo. No llevan fruto, sino que más bien aumentan su egoísmo e infidelidad. Ponen su esperanza en el predicador y dependen de sus esfuerzos para mantener viva su débil fe. Por cuanto los miembros de la iglesia no han sido debidamente instruidos por aquellos a quienes Dios puso como veedores, muchos son siervos perezosos que ocultan sus talentos en la tierra; y, sin embargo, se quejan de cómo el Señor los trata. Esperan ser atendidos como niños enfermos.

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Esta condición de debilidad no debe continuar. Debe hacerse una obra bien organizada en la iglesia, para que sus miembros sepan cómo impartir la luz a otros, y así fortalecer su propia fe y aumentar su conocimiento. Mientras impartan aquello que recibieron de Dios, serán confirmados en la fe. Una iglesia que trabaja es una iglesia viva. Somos incluidos en la edificación como piedras vivas, y cada piedra ha de emitir luz. Cada cristiano es comparado a una piedra preciosa que capta la gloria de Dios y la refleja. 

La idea de que el ministro debe llevar toda la carga y hacer todo el trabajo, es un gran error. Podría suceder que, recargado de trabajo y quebrantado descienda al sepulcro; en vez de eso, si la carga hubiera sido compartida como el Señor quería, habría continuado viviendo. A fin de que la carga sea distribuida, deben educar a la iglesia los que pueden enseñar a otros a seguir a Cristo y trabajar como él trabajó. 

Los jóvenes tienen que ser misioneros

No se pase por alto a los jóvenes; déjeselos participar en el trabajo y la responsabilidad. Hágaseles sentir que tienen que contribuir a beneficiar a otros. Aun a los niños debe enseñárseles a hacer pequeñas diligencias de amor y misericordia para los que son menos afortunados que ellos. 

Ideen los dirigentes de la iglesia planes que induzcan a la juventud a aprender a emplear los talentos a ella confiados. Hagan los miembros de más edad en la iglesia una obra ferviente y compasiva por los niños y jóvenes. Apliquen los ministros toda su inteligencia para idear planes por los cuales los miembros más jóvenes de la iglesia puedan ser inducidos a cooperar con ellos en la obra misionera. Pero no se imaginen que pueden despertar su interés predicándoles un largo sermón en la reunión misionera. Deben idear planes para despertar vivo interés. Todos deben desempeñar una parte. Enséñese a los jóvenes a hacer lo que se les indique, traigan de semana en semana sus informes a la reunión misionera y cuenten lo que hayan experimentado y el éxito obtenido por la gracia de Cristo. Si tales informes fueran traídos por personas que trabajan con dedicación, las reuniones misioneras no serían áridas ni tediosas. Rebosarían de interés y no faltarían asistentes. 

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En toda iglesia, los miembros deben ser adiestrados de tal manera que dediquen tiempo a ganar almas para Cristo. Cómo puede decirse de la iglesia: Vosotros sois la luz del mundo”, a menos que sus miembros estén impartiendo realmente luz? 

Despierten y comprendan su deber los que están encargados del rebaño de Cristo, y pongan a muchas almas a trabajar. 

Que las iglesias despierten

Pronto se realizarán cambios importantes y rápidos, y el pueblo de Dios debe estar dotado del Espíritu Santo para que, con sabiduría celestial, pueda hacer frente a las emergencias de esta época y hasta donde sea posible contrarrestar los movimientos desmoralizadores del mundo. Si la iglesia no se duerme, si los discípulos de Cristo velan y oran, podrán tener luz para comprender y apreciar los movimientos del enemigo. 

¡El fin está cerca! Dios invita a la iglesia a poner en orden las cosas pendientes. Colaboradores de Dios, estáis facultados por el Señor para llevar a otros al reino. Habéis de ser los agentes vivos de Dios, conductos de luz para el mundo, y en derredor vuestro hay ángeles del cielo, enviados por Cristo para sosteneros y fortaleceros mientras trabajáis por la salvación de las almas. 

Me dirijo a los miembros de las iglesias de toda Asociación: Destacaos como separados y distintos del mundo, como personas que están en el mundo, pero que no son de él, y reflejad los brillantes rayos del Sol de justicia, siendo puros, santos y sin contaminación, haciendo brillar con fe la luz en todos los caminos y verredas de la tierra. 

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Despiérten las iglesias antes que sea eternamente demasiado tarde. Asuma cada miembro su obra individual y vindique el nombre del Señor que lleva sobre sí. Que la fe sana, y la ferviente piedad reemplacen la pereza y la incredulidad. Cuando la fe eche mano de Cristo, la verdad deleitará el alma y los servicios religiosos no serán áridos ni carentes de interés. Vuestras reuniones de testimonios, ahora tibias y sin aliento, serán vivificadas por el Espíritu Santo; y diariamente tendréis una rica experiencia mientras practiquéis el cristianismo que profesáis. Se convertirán los pecadores, serán conmovidos por la Palabra de verdad y dirán como dijeron algunos que escucharon las enseñanzas de Cristo: “Hemos visto y oído maravillas hoy”. 

En vista de lo que podría haberse hecho si la iglesia hubiera cumplido con las responsabilidades que Dios le diera, ¿seguirán durmiendo sus miembros o se despertarán y reconocerán el honor a ellos concedido por la misericordiosa providencia de Dios? ¿Asumirán su cometido hereditario y, valiéndose de la luz presente, sentirán la necesidad de levantarse para hacer frente a la urgente emergencia que ahora se presenta? ¡Ojalá que todos se despertasen y manifestasen al mundo que su fe es una fe viva, que aguarda al mundo una crisis vital y que Jesús vendrá pronto! Dejemos ver a la gente que creemos estar en los deslindes del mundo eterno. 

La edificación del reino de Dios queda o rezagada, o fomentada, de acuerdo con la infidelidad o la fidelidad de los agentes humanos. La obra queda estorbada cuando los agentes humanos no cooperan con los agentes divinos. Los hombres pueden orar: “Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”; pero si en su vida no actúan de acuerdo con su oración, sus peticiones serán infructuosas. 

Pero aunque seáis débiles y os equivoquéis, aunque seáis pecadores, el Señor de todos modos os invita a asociaros con él y recibir instrucción divina. Unidos con Cristo podréis hacer las obras de Dios. Cristo dijo: “Sin mí, nada podéis hacer”. 

Por medio del profeta Isaías se transmitió esta promesa: “Irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia” Isaías 58:8. La justicia de Cristo es la que nos precede y la gloria de Dios es nuestra retaguardia. Vosotras iglesias del Dios viviente, estudiad esa promesa y descubrid cómo vuestra falta de fe, espiritualidad y poder divino está retrasando la venida del reino de Dios. Si estáis dispuestos a realizar la obra de Cristo, los ángeles de Dios allanarán el camino ante vosotros y prepararán los corazones para que reciban el Evangelio. Si cada uno fuera un misionero activo, el mensaje para este tiempo se proclamaría con rapidez a toda nación, lengua y pueblo. Esta es la obra que se debe realizar antes que Cristo venga con poder y gran gloria. Insto a la iglesia a orar con fervor para que comprenda sus responsabilidades. ¿Sois individualmente colaboradores con Dios? Si no lo sois, ¿cuál es la razón? ¿Cuándo tenéis la intención de realizar la obra que el cielo os encomendó? 

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Para todos los desalentados existe un solo remedio: fe, oración y trabajo. 

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