Testimonios para la Iglesia, Vol. 7, p. 227-236, día 409

Los obreros que trabajan en el Sur deben alcanzar los logros espirituales más elevados, para que tengan buen éxito sus labores en el campo. La oración en privado, la oración en familia y la oración en público para rendir culto a Dios, todas son esenciales. Y debemos vivir nuestras oraciones. Hemos de colaborar con Cristo en su obra. 

Nuestra única seguridad consiste en mantenernos unidos con Cristo y con nuestros hermanos. No permitamos que Satanás pueda apuntar con razón hacia nuestras iglesias, diciendo: “Y miren cómo se odian entre ellos estas gentes, aunque se encuentran bajo el estandarte de Cristo. No tenemos nada que temer de ellos mientras gasten más energía peleándose unos con otros que luchando contra mis fuerzas”.

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De las experiencias pasadas necesitamos aprender a evitar el fracaso. Oramos a nuestro Padre celestial: “No nos metas en tentación”, y luego, demasiado a menudo, no cuidamos nuestros pies para que no nos conduzcan hacia la tentación. Debemos mantenernos alejados de las tentaciones que nos vencen más fácilmente. Por medio de la gracia de Cristo, nosotros mismos somos responsables de nuestro propio éxito. Debemos quitar de nuestro camino la piedra de tropiezo que ha causado tantas tristezas a otros y a nosotros mismos. 

Se debe hacer toda clase de economía al establecer la obra en nuevos lugares. Hay que juntar los fragmentos; que nada se pierda. La tarea de salvar almas debe llevarse a cabo de la manera como lo indicó Cristo. El declara: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome su cruz y sígame”. Mateo 16:24. Podemos ser sus discípulos tan sólo si obedecemos esta orden. Nos acercamos a la culminación de la historia de esta tierra, y los diferentes renglones de la obra de Dios se deben llevar a cabo con mucho más sacrificio personal del que se ha manifestado hasta ahora. 

Nos encontramos en este mundo para ayudarnos unos a otros. No había líneas territoriales en la obra de Cristo, y es mejor que los que pretendan trazar tales líneas actualmente en su obra puedan orar: “Señor, concédeme un nuevo corazón”. Cuando posean la mente de Cristo entonces se darán cuenta de los muchos lugares que no han sido trabajados en la viña del Señor. Nunca más dirán: “Nuestros medios se necesitan para llevar a cabo los intereses que ya tenemos entre manos. El que nos pidan dinero a nosotros es una pérdida de tiempo”. 

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A los seres humanos les toca decidir día tras día una cuestión de vida o muerte, decidir si han de participar de la vida eterna o de eterna destrucción. Y sin embargo muchos de los que profesan servir al Señor se contentan con ocupar su tiempo y atención con asuntos de poca importancia. Se hallan conformes con estar en desacuerdo unos con otros. Si estuvieran consagrados al servicio del Maestro, no contenderían unos con otros como si fueran una familia de niños indisciplinados. Cada uno estaría firme en su puesto del deber, trabajando con alma y corazón como misionero de la cruz de Cristo. El Espíritu Santo habitaría en el corazón de los obreros, y se realizarían obras de justicia. Las oraciones y simpatías de una iglesia vigilante acompañarían a los obreros en su servicio. Recibirían sus órdenes de Cristo y no tendrían tiempo para contenciones. Se escucharían mensajes provenientes de labios que han sido tocados por el carbón encendido del altar divino. Se oirían palabras fervientes y puras. Oraciones de fe, humildad y llenas de congoja ascenderían al cielo. Mientras los obreros se mantuvieran asidos con una mano de Cristo, con la otra tomarían ansiosamente a los pecadores para traerlos a él. 

“¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento.

“¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido. Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente”. Lucas 15:4-10. 

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Tened buen ánimo

Quiero decir a los que trabajan en el Sur: No se descorazonen por la debilidad que se ve actualmente en la obra. A ustedes les ha tocado luchar contra dificultades que en ocasiones han amenazado vencerlos. Pero la ayuda de Dios los ha capacitado para seguir adelante. Si todos los que militan en nuestras filas supieran cuán difícil resultó en años pasados establecer la obra en algunos lugares que más tarde se han transformado en centros importantes, comprenderían que se necesita valor para hacerle frente a una situación poco atractiva y declarar, levantando las manos al cielo: “No fracasaremos ni nos desalentaremos”. Los que no han tenido que romper terreno en campos nuevos y difíciles no se dan cuenta de las dificultades del trabajo del pionero. Si pudieran comprender la forma divina de obrar no sólo se regocijarían por lo que se ha hecho hasta ahora, sino que también hallarían una causa de regocijo en el futuro de la obra. 

Hermanos míos, no hay ninguna razón para desalentarse. Se está sembrando la buena semilla. Dios velará sobre ella, haciéndola brotar y producir una cosecha abundante. Recuerden que en sus comienzos muchas de las empresas llevadas a cabo en favor de la salvación de las almas, se han realizado en medio de las mayores dificultades.

Se me ha indicado decirles: actúen cautelosamente, haciendo siempre lo que el Señor les ordene. Avancen valerosamente, seguros de que el Señor acompañará a los que le aman y le sirven. El obrará en favor de su pueblo que guarda su pacto. No permitirá que se transformen en una causa de descrédito. El purificará a todos los que se sometan a su voluntad y los transformará en un motivo de alabanza sobre la tierra. En este mundo no hay nada que le sea más querido a Dios que su iglesia. El obrará con poder extraordinario a través de hombres humildes y fieles. Hoy Cristo les dice a ustedes: “Yo estoy con vosotros, cooperando con vuestros esfuerzos fieles y obedientes, y concediéndoospreciosas victorias. Yo os fortaleceré a medida que os santificáis en mi servicio. Os concederé buen éxito en vuestros esfuerzos de levantar a las almas muertas en sus transgresiones y pecados”. 

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Una fe inmutable y un amor generoso vencerán las dificultades que se levanten en la senda del deber para estorbar la lucha agresiva. A medida que las personas inspiradas por esta clase de fe avancen en la tarea de salvar almas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán.

Yo les aseguro que si ustedes trabajan de acuerdo con lineamientos correctos, Dios hará que sus enemigos se pongan en paz con ustedes. Y él los sostendrá y los fortalecerá. Hagan un pacto con Dios para que puedan guardar bien sus palabras. “Si alguno no ofende en palabra, este es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo”. Santiago 3:2. Recuerden que un lenguaje vengativo nunca lo hace sentir a uno como que ha ganado una victoria. Permitan que Cristo hable a través de sus labios. No pierdan la bendición que proviene de no pensar el mal.

Recordemos que la oración es la fuente de nuestra fuerza. Un obrero no puede tener éxito mientras repite apresuradamente sus oraciones, para precipitarse luego a atender algo que teme pueda quedar descuidado u olvidado. Dedica solamente unos pocos pensamientos apresurados a Dios, no toma tiempo para meditar, orar y aguardar del Señor una renovación de la fuerza física y espiritual. Pronto se cansa. No siente la influencia elevadora e inspiradora del Espíritu de Dios. No queda vigorizado por una vida nueva. Su cuerpo y cerebro cansados no son aquietados por el contacto personal con Cristo. 

“Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón: sí, espera a Jehová”. “Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová” Salmos 27:14; Lamentaciones 3:26. Hay quienes trabajan todo el día y hasta tarde en la noche para hacer lo que les parece que debe ser hecho. El Señor mira con lástima a estos cansados portadores de cargas y les dice: “Venid a mí… y yo os haré descansar”. Mateo 11:28. 

Los obreros de Dios se encontrarán con incomodidad, confusión y cansancio. A veces, inseguros y distraídos, casi caen en la desesperación. Cuando les sobreviene esta nerviosidad inquieta, recuerden la invitación de Cristo: “Venid vosotros aparte… y descansad un poco”. Mateo 6:31. El Salvador “da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas”. Isaías 40:29. 

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Se suscitarán dificultades que probarán su fe y su paciencia. Háganles frente valerosamente. Miren el lado brillante de las cosas. Si es estorbado el trabajo, asegúrense de que no sea por culpa de ustedes, y sigan adelante, regocijados en el Señor. El cielo está lleno de gozo. Resuena con las alabanzas que se le rinden a Aquel que realizó un sacrificio tan maravilloso en favor de la redención de la raza humana. ¿No debería también llenarse de alabanza la iglesia de esta tierra? ¿Acaso no deberían los cristianos publicar por todo el mundo la felicidad de servir a Cristo? Los que hayan de unirse con el coro angelical en sus himnos de alabanza deben aprender aquí en la tierra el cántico del cielo, cuya nota tónica es la acción de gracias. 

No permitan que decaiga su valor. Nunca hablen de incredulidad porque las apariencias estén contra ustedes. Mientras trabajen para el Maestro sentirán la presión de la falta de fondos, pero el Señor escuchará y contestará sus peticiones en demanda de ayuda. Que su lenguaje sea: “Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto no me avergonce; por eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado”. Isaías 50:7. 

Si cometéis un error, trocad vuestra derrota en victoria. Si se las aprende bien, las lecciones que Dios envía imparten ayuda oportuna. Pongan su confianza en Dios. Oren mucho y crean. Si confían, esperan, creen y se aferran de la mano del poder infinito, serán más que vencedores.

Los verdaderos obreros andan y trabajan por la fe. A veces se cansan de observar el lento progreso de la obra, cuando la batalla ruge entre las potestades del bien y el mal. Pero si se niegan a aceptar el fracaso o a desalentarse, verán disiparse las nubes y cumplirse la promesa de la liberación. A través de la neblina con que Satanás los ha rodeado, verán resplandecer los brillantes rayos del Sol de justicia.

Obren con fe, y confíen los resultados a Dios. Oren con fe, y el misterio de su providencia dará su respuesta. Tal vez parezca, a veces, que no pueden tener éxito. Pero trabajen y crean, poniendo en sus esfuerzos fe, esperanza y valor. Después de hacer lo que puedan, esperen en el Señor, declarando su fidelidad, y él cumplirá su palabra. Aguarden, no con ansiedad inquieta, sino con fe indómita y confianza inconmovible.

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“Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?… ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?… Antes, en todas estas cosas, somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. Romanos 8:31-39.

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Sección 6—Consejos para los que llevan cargas

“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios”.1 Pedro 4:10.

Los ministros y los negocios

Se Me ha instruido acerca de cuán importante es que nuestros ministros permanezcan libres de llevar las responsabilidades que deberían ser atendidas mayormente por hombres de negocios. En una visión nocturna me encontraba en una reunión a la cual asistía una cantidad de hermanos que llevan sobre sí la carga de la obra. Se hallaban profundamente preocupados acerca de asuntos financieros y se preguntaban cuál sería la forma más apropiada de manejar la obra con buen éxito. Algunos pensaban que se podía limitar el número de obreros y obtener, sin embargo, los resultados esenciales. Uno de los hermanos que ocupaba una posición de responsabilidad explicaba sus planes e indicaba lo que quería ver realizado. Varios otros presentaron algunos asuntos que debían considerarse. Entonces Uno de porte digno y que tiene autoridad, se levantó y procedió a presentar diversos principios que deben servirnos de guía.

El Orador dijo a varios ministros: “Su trabajo no consiste en la atención de los asuntos financieros. No es sabio que ustedes se ocupen de esto. Dios tiene responsabilidades que ustedes deben llevar, pero si también se echan encima tareas para las cuales no están preparados, sus esfuerzos por predicar la Palabra fracasarán. Esto les acarreará tal desánimo que los descalificará para realizar la obra en que deben ocuparse, una obra que requiere un discernimiento cuidadoso y un juicio sano y desprendido”. 

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Los que se ocupan en escribir y predicar la Palabra deberían asistir a menos reuniones de junta. Deberían encomendarles diversos asuntos menores a personas con habilidad en los negocios y evitar así las constantes tensiones que roban a la mente su vigor natural. Deberían presentar una atención más esmerada a la preservación de la salud física, porque la energía mental depende grandemente del vigor del cuerpo. Los períodos apropiados de sueño y descanso y una abundancia de ejercicio físico son esenciales a la salud del cuerpo y la mente. Se sufren pérdidas irreparables cuando se roba a la naturaleza de sus horas de descanso y recuperación al permitir a un hombre que haga el trabajo de cuatro, o de tres, o aun de dos personas.

Edúquese a hombres en líneas administrativas

Los que piensan que la idoneidad de un hombre para ocupar cierta posición lo califica igualmente para desempeñarse en varias otras, se exponen a cometer errores en su planificación para el progreso de la obra. Se exponen a colocar sobre una sola persona los problemas y cargas que deberían dividirse entre varios. 

La experiencia es de gran valor. El Señor desea tener a hombres inteligentes conectados con su carga, hombres calificados para ocupar diversas posiciones de confianza en nuestras asociaciones e instituciones. Se necesitan especialmente administradores consagrados, personas que mezclen los principios de la verdad con cada transacción comercial. Los que se encargan de los asuntos financieros no deben asumir otras responsabilidades, obligaciones que serían incapaces de atender. A veces los encargados de la obra han errado al permitir el nombramiento de hombres desprovistos de tacto y habilidad para administrar importantes intereses financieros.

Algunos hombres con potencial administrativo deberían desarrollar y perfeccionar sus talentos realizando estudios y recibiendo un entrenamiento minucioso. Se los debería animar a colocarse en lugares donde, como estudiantes, puedan obtener rápidamente el conocimiento de los métodos y principios administrativos correctos. Ninguno de los administradores conectados actualmente con la causa necesita ser un novicio. Si alguien debe mejorar sus oportunidades para llegar a ser sabio y eficiente, en cualquier línea de trabajo, son las personas que usan sus talentos en la tarea de edificar el reino de Dios en este mundo. En vista de que vivimos tan próximos a la clausura de la historia de este mundo, se debería notar una mayor minuciosidad en el trabajo, una espera más vigilante, velando, orando y trabajando. El agente humano debería esforzarse por alcanzar la perfección, para que llegue a ser un cristiano ideal, completo en Cristo Jesús. 

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Los principios correctos son esenciales

Los que trabajan en tareas administrativas deberían tomar toda precaución posible para no cometer errores causados por la aplicación de principios o métodos equivocados. Que sus registros sean como los de Daniel en las cortes de Babilonia. Cuando todas sus transacciones administrativas fueron sometidas al escrutinio más escrupuloso, no se encontraron faltas en ningún renglón. A pesar de estar incompleto, el registro de su vida administrativa contiene lecciones dignas de ser estudiadas. Pone de relieve el hecho de que un hombre de negocios no necesita ser una persona intrigante y política. Debe ser un hombre instruido por Dios a cada paso. Daniel, mientras era el primer ministro del reino de Babilonia, era también un profeta de Dios que recibía la luz de la inspiración celestial. Su vida es una ilustración de lo que debería ser cada administrador cristiano.

Dios no acepta el servicio más espléndido a menos que el yo esté colocado sobre el altar, como un sacrificio vivo que se consume sobre él. La raíz debe ser santa, de lo contrario no se puede producir un fruto firme y saludable, que es lo único aceptable delante de Dios. El corazón se debe convertir y consagrar. La motivación debe ser correcta. La lámpara interior debe ser alimentada por el aceite que fluye de los mensajeros celestiales a través de los tubos dorados hacia el cántaro de oro. La comunicación del Señor nunca llega al hombre en vano.

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