Himno del cautiverio
Aleluya.
Alabad a Jehová, porque él es bueno;
Porque para siempre es su misericordia.
¿Quién expresará las poderosas obras de Jehová?
¿Quién contará sus alabanzas?
Dichosos los que guardan juicio,
Los que hacen justicia en todo tiempo.
Acuérdate de mí, oh Jehová,
según tu benevolencia para con tu pueblo;
Visítame con tu salvación,
Para que yo vea el bien de tus escogidos,
Para que me goce en la alegría de tu nación,
Y me gloríe con tu heredad.
I
Pecamos nosotros, como nuestros padres;
Hicimos iniquidad, hicimos impiedad.
Nuestros padres en Egipto no
entendieron tus maravillas;
No se acordaron de la muchedumbre
de tus misericordias, Sino que se rebelaron junto al mar, el Mar Rojo.
Pero él los salvó por amor de su nombre,
Para hacer notorio su poder.
Reprendió al Mar Rojo y lo secó,
Y les hizo ir por el abismo como por un desierto.
Los salvó de mano del enemigo,
Y los rescató de mano del adversario.
Cubrieron las aguas a sus enemigos;
No quedó ni uno de ellos.
Entonces creyeron a sus palabras
Y cantaron su alabanza.
-118-
II
Bien pronto olvidaron sus obras;
No esperaron su consejo.
Se entregaron a un deseo desordenado
en el desierto;
Y tentaron a Dios en la soledad.
Y él les dio lo que pidieron;
Mas envió mortandad sobre ellos.
Tuvieron envidia de Moisés en el campamento,
Y contra Aarón, el santo de Jehová.
Entonces se abrió la tierra y tragó a Datán,
Y cubrió la compañía de Abiram.
Y se encendió fuego en su junta;
La llama quemó a sus impíos.
Hicieron becerro en Horeb,
Se postraron ante una imagen de fundición.
Así cambiaron su gloria
Por la imagen de un buey que come hierba.
Olvidaron al Dios de su salvación,
Que había hecho grandezas en Egipto, Maravillas en la tierra de Cam,
Cosas formidables sobre el Mar Rojo.
Y trató de destruirlos,
De no haberse interpuesto Moisés
su escogido delante de él,
A fin de apartar su indignación
para que no los destruyese.
-119-
III
Pero aborrecieron la tierra deseable;
No creyeron a su palabra,
Antes murmuraron en sus tiendas,
Y no oyeron la voz de Jehová.
Por tanto, alzó su mano contra ellos
Para abatirlos en el desierto,
Y humillar su pueblo entre las naciones,
Y esparcirlos por las tierras.
Se unieron asimismo a Baal-peor,
Y comieron los sacrificios de los muertos.
Provocaron la ira de Dios con sus obras,
Y se desarrolló la mortandad entre ellos.
Entonces se levantó Finees e hizo juicio,
Y se detuvo la plaga;
Y le fue contado por justicia
De generación en generación para siempre.
IV
También le irritaron en las aguas de Meriba;
Y le fue mal a Moisés por causa de ellos,
Porque hicieron rebelar a su espíritu,
Y habló precipitadamente con sus labios. No destruyeron a los pueblos
Que Jehová les dijo;
Antes se mezclaron con las naciones,
Y aprendieron sus obras,
Y sirvieron a sus ídolos,
Los cuales fueron causa de su ruina.
Sacrificaron sus hijos y sus hijas a los demonios,
Y derramaron la sangre inocente,
la sangre de sus hijos y de sus hijas,
Que ofrecieron en sacrificio a los
ídolos de Canaán,
Y la tierra fue contaminada con sangre.
Se contaminaron así con sus obras,
Y se prostituyeron con sus hechos.
Se encendió, por tanto, el furor de Jehová
sobre su pueblo,
Y abominó su heredad;
Los entregó en poder de las naciones,
Y se enseñorearon de ellos los que
les aborrecían.
Sus enemigos los oprimieron,
Y fueron quebrantados debajo de su mano.
Muchas veces los libró;
Mas ellos se rebelaron contra su consejo,
Y fueron humillados por su maldad.
Con todo, él miraba cuando estaban en angustia,
Y oía su clamor;
Y se acordaba de su pacto con ellos,
Y se arrepentía conforme a la muchedumbre
de sus misericordias.
Hizo asimismo que tuviesen de ellos
misericordia todos los que los tenían cautivos. Sálvanos, Jehová Dios nuestro,
Y recógenos de entre las naciones,
Para que alabemos tu santo nombre,
Para que nos gloriemos en tus alabanzas.
Bendito Jehová Dios de Israel,
Desde la eternidad y hasta la eternidad;
Y diga todo el pueblo, Amén.
Aleluya.
Salmos 106.
–121-
Cántico de los redimidos
Alabad a Jehová, porque él es bueno;
Porque para siempre es su misericordia.
Díganlo los redimidos de Jehová,
Los que ha redimido del poder del enemigo,
Y los ha congregado de las tierras,
Del oriente y del occidente,
Del norte y del sur.
I
Anduvieron perdidos por el desierto,
por la soledad sin camino,
Sin hallar ciudad en donde vivir.
Hambrientos y sedientos,
Su alma desfallecía en ellos.
Entonces clamaron a Jehová en su angustia,
Y los libró de sus aflicciones.
Los dirigió por camino derecho,
Para que viniesen a ciudad habitable.
Alaben la misericordia de Jehová,
Y sus maravillas para con los hijos
de los hombres. Porque sacia al alma menesterosa,
Y llena de bien al alma hambrienta.
Algunos moraban en tinieblas y sombra de muerte,
Aprisionados en aflicción y en hierros,
Por cuanto fueron rebeldes a las palabras de Jehová,
Y aborrecieron el consejo del Altísimo.
Por eso quebrantó con el trabajo sus corazones;
Cayeron, y no hubo quien los ayudase.
Luego que clamaron a Jehová en su angustia,
Los libró de sus aflicciones;
Los sacó de las tinieblas y de la
sombra de muerte,
Y rompió sus prisiones.
Alaben la misericordia de Jehová,
Y sus maravillas para con los hijos de los hombres.
Porque quebrantó las puertas de bronce,
Y desmenuzó los cerrojos de hierro.
–122-
II
Fueron afligidos los insensatos, a
causa del camino de su rebelión
Y a causa de sus maldades;
Su alma abominó todo alimento,
Y llegaron hasta las puertas de la
muerte.
Pero clamaron a Jehová en su angustia,
Y los libró de sus aflicciones.
Envió su palabra, y los sanó,
Y los libró de su ruina.
Alaben la misericordia de Jehová,
Y sus maravillas para con los hijos
de los hombres; Ofrezcan sacrificios de alabanza,
Y publiquen sus obras con júbilo.
Los que descienden al mar en naves,
Y hacen negocio en las muchas aguas,
Ellos han visto las obras de Jehová,
Y sus maravillas en las profundidades.
Porque habló, e hizo levantar un
viento tempestuoso,
Que encrespa sus ondas.
Suben a los cielos, descienden a los
abismos;
Sus almas se derriten con el mal.
Tiemblan y titubean como ebrios,
Y toda su ciencia es inútil.
Entonces claman a Jehová en su
angustia,
Y los libra de sus aflicciones.
Cambia la tempestad en sosiego,
Y se apaciguan sus ondas.
Luego se alegran, porque se apaciguaron;
Y así los guía al puerto que deseaban.
Alaben la misericordia de Jehová,
Y sus maravillas para con los hijos
de los hombres.
Exáltenlo en la congregación del pueblo,
Y en la reunión de ancianos lo alaben.
Él convierte los ríos en desierto,
Y los manantiales de las aguas en
sequedales;
La tierra fructífera en estéril,
Por la maldad de los que la habitan.
Vuelve el desierto en estanques de aguas, Y la tierra seca en manantiales.
Allí establece a los hambrientos,
Y fundan ciudad en donde vivir.
Siembran campos, y plantan viñas,
Y rinden abundante fruto.
Los bendice, y se multiplican en
gran manera;
Y no disminuye su ganado.
Luego son menoscabados y abatidos
A causa de tiranía, de males y congojas.
Él esparce menosprecio sobre los príncipes,
Y les hace andar perdidos, vagabundos
y sin camino.
Levanta de la miseria al pobre,
Y hace multiplicar las familias como
rebaños de ovejas.
Véanlo los rectos, y alégrense,
Y todos los malos cierren su boca.
¿Quién es sabio y guardará estas cosas,
Y entenderá las misericordias de Jehová?
Salmos 107.
–124-
“Llamado a recordar los días antiguos”
¿Por qué el antiguo Israel se olvidó tan fácilmente de las intervenciones de Dios? El pueblo no retuvo en su memoria sus grandes y poderosas obras y sus palabras de advertencia. De haber recordado sus formidables intervenciones en su favor, no hubiese sido necesario que recibieran la siguiente reprensión:
¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre,
que es mortal, y del hijo del hombre, que es como heno?
Y ya te has olvidado de Jehová tu Hacedor, que extendió los cielos y fundó la tierra;
y todo el día temiste continuamente del furor del que aflige,
cuando se disponía para destruir.
¿Pero en dónde está el furor del que aflige?
Isaías 51:12, 13.
–125-
Pero los hijos de Israel se olvidaron de Dios, al cual pertenecían por creación y redención. Después de ver sus obras maravillosas, lo tentaron.
A los israelitas fueron encomendados los oráculos sagrados. Pero la palabra revelada de Dios fue malinterpretada y mal aplicada. El pueblo despreció la palabra del Santo de Israel.
Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos
es la casa de Israel,
y los hombres de Judá planta deliciosa suya.
Esperaba juicio, y he aquí vileza;
justicia, y he aquí clamor.
¡Ay de los que… no miran la obra de Jehová,
ni consideran la obra de sus manos.
Por lo tanto, mi pueblo fue llevado cautivo,
porque no tuvo conocimiento…!
¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo;
que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas, luz;
que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!
¡Ay de los sabios en sus propios ojos,
y de los que son prudentes delante de sí mismos!
Por tanto, como la lengua del fuego consume el rastrojo,
y la llama devora la paja, así será su raíz como podredumbre,
y su flor se desvanecerá como polvo; porque desecharon la ley de Jehová de los ejércitos, y abominaron
la palabra del Santo de Israel.
Isaías 5:7, 11-13, 20, 21, 24.
–126-
“Escritas para nuestra amonestación”
“Estas cosas… están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos”. 1 Corintios 10:11.
“Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy, para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio, entre tanto que se dice:
Si oyereis hoy su voz,
No endurezcáis vuestros corazones
como en la provocación.
¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés!”.
Hebreos 3:12-16.
¿No podemos nosotros, que vivimos en el tiempo del fin, darnos cuenta de la importancia de las palabras del apóstol: “Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo!”. vers. 12.
Sobre nosotros brilla la luz acumulada de los siglos pasados. El registro del olvido de Israel ha sido preservado para nuestra instrucción. En este siglo Dios se ha propuesto reunir un pueblo para sí de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas. Dentro del movimiento adventista, él ha obrado en favor de su heredad, así como obró por los israelitas al sacarlos de Egipto. En el gran chasco de 1844 la fe de su pueblo fue probada así como la de los hebreos al llegar al Mar Rojo. Si en los días tempranos los adventistas hubieran mantenido su fe en la Mano guiadora que los había acompañado en su experiencia pasada, habrían visto la salvación del Señor. Si todos los que habían trabajado solidariamente en la obra de 1844 hubiesen aceptado y proclamado el mensaje del tercer ángel bajo el poder del Espíritu Santo, el Señor habría hecho grandes cosas mediante sus esfuerzos. Una gran luz hubiera alumbrado el mundo. Hace años que los habitantes del mundo habrían sido amonestados, la obra final terminada, y Cristo venido para rescatar a su pueblo.
–127-
El mensaje para este tiempo
Se me han dado instrucciones de escribir palabras de advertencia para nuestros hermanos y hermanas que están en peligro de perder de vista la obra especial para este tiempo. El Señor nos ha hecho depositarios de la sagrada verdad. Hemos de levantarnos y resplandecer. En todo país hemos de proclamar la segunda venida de Cristo, proclamando, en las palabras del revelador: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén”. Apocalipsis 1:7.
¿Qué estamos haciendo? ¿Estamos comunicando el mensaje del tercer ángel? “Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre. Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”. Apocalipsis 14:9-12.
–128-
Los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesús están enlazados. Han de ser claramente presentados ante el mundo.
La oposición del enemigo
En la Palabra de Dios se nos muestran las consecuencias que tiene la proclamación del mensaje del tercer ángel. “Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo”. Apocalipsis 12:17. La negativa a obedecer los mandamientos de Dios, y la resolución de albergar odio contra los que proclaman estos mandamientos, lleva a la guerra más resuelta de parte del dragón, cuyas energías enteras se dedican a oponerse al pueblo de Dios que guarda los mandamientos. “Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre”. Apocalipsis 13:16, 17.
La señal o sello de Dios se revela en la observancia del séptimo día, monumento recordativo de la creación por el Señor. “Habló además Jehová a Moisés, diciendo: Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico”. Éxodo 31:12, 13. En este pasaje el sábado se designa claramente como señal entre Dios y su pueblo.
La marca de la bestia es lo opuesto a esto; la observancia del primer día de la semana. Esta marca distingue a los que reconocen la supremacía de la autoridad papal de aquellos que reconocen la autoridad de Dios.
El fuerte pregón
Así como fue predicho en el capítulo 18 de Apocalipsis, el mensaje del tercer ángel ha de ser proclamado con gran poder por aquellos que dan la advertencia final contra la bestia y su imagen: “Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria. Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible. Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites. Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades. Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a ella el doble”. Apocalipsis 18:16.
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Este es el mensaje dado por Dios que ha de hacerse sonar en el fuerte pregón del tercer ángel.
Aquellos cuya fe y celo son proporcionales a su conocimiento de la verdad manifestarán su lealtad a Dios comunicando la verdad en todo su poder salvador y santificador a todos con quienes se asocian. Sus vidas piadosas y su servicio abnegado estarán en conformidad con los principios vitales del reino de los cielos.