Testimonios para la Iglesia, Vol. 8, p. 76-85, día 421

Buscad la ayuda de Dios

Cooranbong, Australia,

8 de junio de 1898.

Hay veces que la verdad debe declararse, escuchen los hombres, o no escuchen. Se deshonra grandemente a Dios cuando los que profesan creer la verdad no logran congeniar entre ellos, y acuden a los abogados. ¿No estudiaréis la Palabra de Dios y prestaréis atención a la instrucción dada sobre este punto? Los intereses de la causa de Dios no han de ser sometidos a los hombres que no tienen ninguna conexión con el cielo. 

Se me han presentado asuntos que han llenado mi alma de profunda aflicción. Vi a hombres que iban asidos del brazo con los abogados, pero Dios no los acompañaba. Tienen muchas ideas concernientes a la obra de Dios y acuden a los abogados en busca de ayuda para llevar a cabo sus planes. Se me ha encargado decir a los tales que no están actuando bajo la inspiración del Espíritu de Dios. 

“¿No hay Dios en Israel, que vais a consultar a Baal-zebub dios de Ecrón?”. 2 Reyes 1:3. Hombres en puestos de responsabilidad se están uniendo con personas dentro y fuera de la iglesia cuyo consejo es engañoso. ¿Será necesario que el Señor se acerque a vosotros con una vara en la mano, para demostraros que necesitáis una experiencia más elevada antes que podáis estar capacitados para vincularos con la familia de lo alto? ¿Os vincularéis con hombres que tienen la habilidad de acusar, de pensary hablar mal de las cosas que Dios aprueba? En el nombre del Señor os digo que necesitáis un discernimiento más iluminado y una visión espiritual más clara. 

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Si la luz que Dios os ha dado vez tras vez se hubiera seguido, a saber, que los centros misioneros deben establecerse en diversas ciudades, y que la labor y los recursos centralizados en Battle Creek deben esparcirse y plantarse en muchos lugares, el presente estado de confusión y de escasez de recursos nunca hubiera existido. 

Los hombres radicados en Battle Creek no han hecho caso de los consejos del Señor porque resultaba más conveniente para ellos que la obra tuviera su centro allí. Dios los ha abandonado a los resultados de su propia sabiduría humana, y el fruto de la misma se está viendo en la presente confusión, 

“¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová, y oye la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios. He aquí que todos vosotros encendéis fuego, y os rodeáis de teas; andad a la luz de vuestro fuego, y de las teas que encendisteis. De mi mano os vendrá esto; en dolor seréis sepultados”. Isaías 50:10, 11. 

“Ahora, pues, habla luego a todo hombre de Judá y a los moradores de Jerusalén, diciendo: Así ha dicho Jehová: He aquí que yo dispongo mal contra vosotros, y trazo contra vosotros designios; conviértase ahora cada uno de su mal camino, y mejore sus caminos y sus obras. Y dijeron: Es en vano; porque en pos de nuestros ídolos iremos, y haremos cada uno el pensamiento de nuestro malvado corazón. Por tanto, así dijo Jehová: Preguntad ahora a las naciones, quién ha oído cosa semejante. Gran fealdad ha hecho la virgen de Israel. ¿Faltará la nieve del Líbano de la piedra del campo? ¿Faltarán las aguas frías que corren de lejanas tierras? Porque mi pueblo me ha olvidado, incensando a lo que es vanidad, y ha tropezado en sus caminos, en las sendas antiguas, para que camine por sendas y no por camino transitado”. Jeremías 18:11-15.

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La obra médica misionera

Vez tras vez el Señor ha señalado la obra que la iglesia de Battle Creek y todos a través de los Estados Unidos deben hacer. Han de alcanzar una norma mucho más elevada en su adelanto espiritual que la que han alcanzado hasta ahora. Deben despertar del sueño y salir fuera del campo, trabajando por las almas que están a punto de perecer. 

Los obreros misioneros médicos están llevando a cabo la obra “por largo tiempo descuidada” que Dios le dio a la iglesia de Battle Creek: están dando la última invitación a la cena que él ha preparado. 

Mis hermanos, ¿por qué tenéis atadas tantas cosas en Battle Creek? ¿Por qué no lleváis la obra con publicaciones y el trabajo misionero a otras ciudades, donde hay tanta labor misionera que hacer? 

Los muchos intereses centralizados en Battle Creek deben ser divididos y subdivididos, y colocados en otras ciudades. Aquellos de vosotros que os consideráis sabios diréis: “Costaría demasiado. Nosotros podemos hacer la obra aquí en Battle Creek a menos costo”. Bueno, ¿no sabe el Señor todo esto? ¿No es él un Dios que comprende todo el razonamiento incrédulo que sostiene tantos intereses en Battle Creek? Él os ha revelado que deben crearse centros en toda ciudad. Esto haría que muchos sean llamados fuera de Battle Creek a trabajar en otras localidades. 

Para que se lleve a cabo correctamente, la obra médica misionera necesita talento. Requiere manos fuertes y dispuestas, y una administración sabia y perspicaz. Pero, ¿será esto posible cuando los que ocupan puestos de importancia, “presidentes de asociaciones y ministros”, estorban el camino? 

El Señor dice a los presidentes de asociaciones y otros hermanos influyentes: “Quitad de en medio las piedras de tropiezo que han sido puestas ante mi pueblo”. 

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Nuestro pueblo en Battle Creek no ha ejercido sus talentos para planear y delinear cómo establecer el estandarte de la verdad en regiones donde el mensaje nunca ha sido proclamado y donde se deben hacer esfuerzos decididos; y el Señor ha movido al Dr. Kellog y a sus asociados a hacer la obra que corresponde a la iglesia y que les fue ofrecida, pero rehusaron aceptarla. Siguiendo sus propios caminos egoístas, algunos en Battle Creek, en lugar de aceptar la obra dada a ellos por Dios, han cegado su propia vista espiritual y la de otros; y Dios ha puesto su preciosa obra en manos de aquellos que están dispuestos a echar mano de ella y llevarla adelante. 

Dios está en su lugar santo, y mora también con el que tiene un espíritu humilde y contrito, para reavivar el espíritu de los humildes y el corazón de los contritos. Los que hacen la obra médica misionera deben tener la aprobación completa y la cooperación de la iglesia. Si les falta esto, se verán impedidos. No obstante, avanzarán. No está en el plan de Dios que haya dos iglesias en Battle Creek debido a la falta de cooperación. Es mucho mejor que se procure la unidad de acción. Si la obra médica misionera lleva esta clase de esfuerzo a las iglesias por dondequiera, si trabajan en el temor de Dios, se les abrirán muchas puertas, y los ángeles trabajarán con ellos. 

Por favor, leed la invitación a la cena, y el postrer llamamiento que hay que hacer. Estudiad lo que se está haciendo para cumplir el mandato del Señor. No alcanzo a entender por qué se manifiesta tanta indiferencia, por qué os mantenéis retirados, criticando y apartándoos. La red evangélica ha de arrojarse al mar, y ella recoge tanto lo bueno como lo malo. Pero, porque esto es así, ¿ignorarán los hombres y las mujeres los esfuerzos hechos para salvar a los que han de creer y que se unirán para alcanzar aquellas clases acerca de las cuales habló Cristo cuando reprendió a los fariseos? Los pecadores y las rameras, dijo él, “entrarán en el reino de Dios antes que vosotros”. ¿No véis que aun dentro de la iglesia hay personas que no tienen ninguna conexión con Dios? Pero Cristo dice acerca de la cizaña y el trigo: “Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”. Mateo 13:30. 

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Cuando el Señor conmueve las iglesias, instándoles que hagan cierta obra, y ellos rehúsan hacerla; y cuando algunos, uniendo sus esfuerzos humanos a los divinos, intentan extender la mano hasta las mismas profundidades del dolor y la miseria humana, la bendición de Dios descansará abundantemente sobre ellos. Aunque son pocos los que aceptan la gracia del Señor Jesucristo, su trabajo no será en vano; porque una sola alma es valiosa, muy valiosa, ante la vista de Dios. Cristo habría muerto por una sola alma para que ella viva por los siglos sin fin. 

Estudiemos el capítulo dieciocho de Mateo. Este capítulo iluminará nuestros ojos. “Mirad -dijo Jesús-, que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos, porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido. ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado? Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron. Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños”. Mateo 18:10-14. 

Muchas almas están siendo rescatadas, arrebatadas de las manos de Satanás, por obreros fieles. Alguien debe sentir preocupación en su alma por encontrar a los que están perdidos para Cristo. El rescate de una sola alma sobre la cual Satán ha triunfado causa regocijo entre los ángeles del cielo. Hay quienes han destruido dentro de ellos mismos la imagen moral de Dios. La red evangélica ha de recoger a estos pobres desechados. Los ángeles de Dios cooperarán con los que están ocupados en esta obra, que no escatiman esfuerzo para la salvación de las almas que perecen, brindándoles oportunidades que muchos nunca habían tenido. No hay otra manera de acercarse a ellas, excepto por el método de Cristo. Él siempre actuó para aliviar el sufrimiento y enseñar la justicia. Solamente así podrán los pecadores ser levantados del abismo de la degradación. 

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Los obreros han de trabajar con amor, alimentando, limpiando y vistiendo a los que necesitan su ayuda. De esta manera estas personas desechadas estarán preparadas para saber que alguien se preocupa por su alma. El Señor me ha mostrado que muchos de estos pobres desechados de la sociedad, gracias al ministerio de agentes humanos, cooperarán con el poder divino y procurarán restaurar la imagen moral de Dios en otros por quienes Cristo ha pagado el precio de su propia sangre. Serán llamados los elegidos de Dios, tenidos en grande estima, y estarán junto al trono de Dios. 

Una palabra de advertencia

“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces se lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”. 

“Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá. Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes”. Mateo 24:30, 31; 42-51. 

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Hermanos, cuidado, mucho cuidado. Los médicos misioneros están realizando una obra que responde a la descripción dada en los versículos 48-51. El Señor está obrando para alcanzar a los más depravados. Muchos han de saber lo que significa ser atraídos a Cristo, pero no tendrán el valor moral para lidiar contra el apetito y las pasiones. Pero los obreros no han de desanimarse por esto; porque escrito está: “En los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios…”. 1 Timoteo 4:1. ¿Apostatan sólo los que fueron rescatados de los más profundos abismos? Hay algunos en el ministerio que han recibido gran luz y un conocimiento de la verdad que no serán vencedores. No controlan sus apetitos y pasiones ni se niegan ellos mismos por amor a Cristo. Muchos de los desechados, aun los publicanos y pecadores, echarán mano de la esperanza presentada ante ellos por medio del evangelio y entrarán en el reino de los cielos primero que los que han gozado de grandes oportunidades y gran luz, pero que han estado andando en tinieblas. En el gran día final muchos dirán: “Señor, Señor, ábrenos”. Pero la puerta se cerrará, y su llamada será en vano. 

Debemos sentir estas cosas profundamente, porque son ciertas. Debemos tener en alta estima la verdad y el valor de las almas. El tiempo es corto y hay una gran obra que hacer. Si no sentís ningún interés en la obra que va en progreso, si no dais aliento a la obra médica misionera dentro de las iglesias, ella será hecha sin vuestro consentimiento porque es la obra de Dios, y es preciso que se haga. Mis hermanos y hermanas, poneos del lado del Señor y sed colaboradores fervientes, activos y valientes juntamente con Cristo, trabajando a su lado para buscar y salvar a los perdidos. 

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Llamamiento a los hermanos de Battle Creek

Cooranbong, Australia,

1898.

¿Por qué será, hermanos, que continuáis reteniendo tantos intereses en Battle Creek? ¿Por qué no escucháis los consejos y advertencias que os han sido dados sobre este asunto? ¿Por qué no dais los pasos necesarios para establecer centros de influencia en muchas de las grandes ciudades? ¿Por qué no animáis a la Sociedad de Tratados de Míchigan y a la Sociedad Internacional de Tratados a que establezcan sus oficinas en ciudades donde hay mucha obra misionera que hacer, y donde sus secretarias y otros empleados pudieran ocuparse personalmente en la obra misionera, sirviendo como directores de empresas importantes? Salid, hermanos, salid, y educad a vuestros obreros a trabajar en favor de los que están fuera del campo. ¿Por qué escondéis vuestra luz quedándoos en Battle Creek? Salid, hermanos, salid a las regiones distantes. 

Hay mucha obra que hacer, y nuestros obreros de experiencia deben hacer el esfuerzo de colocarse donde se relacionarán directamente con aquellos que necesitan ayuda. En comparación, Pueden hacer muy poco en Battle Creek. ¿Es correcto, hermanos, que pongáis vuestra luz debajo de un almud, o debajo de la cama? ¿No sería mejor que hagáis lo que el Señor claramente ha indicado que debéis hacer? Determinad ahora que renunciaréis a vuestras preferencias, vuestro camino, y que obedeceréis su voz. Buscad al Señor con todo fervor, pidiendo humilde y sinceramente en oración que os sea dada sabiduría para obtener el éxito en esta empresa. Luego, quitad la luz de debajo del almud, lejos del lugar que os parece más favorable para vuestros intereses financieros, y de debajo de la cama, lejos del lugar más apropiado para vuestra comodidad, y colocadla sobre un candelero, para que alumbre a todos los que están en casa. 

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Ha venido sobre nosotros una crisis en lo que se refiere al esfuerzo misionero. Hay una gran obra que hacer, y si es hecha con empeño en Battle Creek, si es hecha fielmente a través de todas las iglesias de Míchigan, si se persigue con vigor en todas nuestras iglesias más antiguas y baluartes de influencia, pudiéramos anhelar que su efecto leudase las iglesias a través de todas las asociaciones, muchas de las cuales dan la impresión de estar paralizadas. 

Las instituciones que Dios ha establecido como centros de influencia para esparcir la luz no están combinando sus intereses para trabajar en conjunto como Dios lo quisiera. Los administradores de estas instituciones deben saber que su primer trabajo es ponerse en armonía con sus compañeros de trabajo. Nuestros ministros deben despertar y darse cuenta de la situación. El evangelio es la influencia santificadora de nuestro mundo. Su influencia, obrando en el corazón, engendrará la armonía. La norma de la verdad ha de ponerse en alto, y la expiación obrada por Cristo presentada como el sublime tema de central importancia. 

La obra médica misionera ha de tener con la iglesia la misma relación que tiene el brazo derecho con el cuerpo. El tercer ángel sale proclamando los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. La obra médica misionera es el evangelio practicado. Todas las ramas de la obra han de ser armoniosamente combinadas para extender la invitación: “Venid, que todo está dispuesto”. 

A los que están en Battle Creek ha sido dado el mensaje de cambiarse a lugares donde puedan empeñarse en esta misma obra en combinación con sus negocios temporales. Si se hubieran mudado por fe, dispuestos a soportar el trabajo agotador y la privación en favor de la obra, pudieran haber obtenido una rica experiencia en las cosas de Dios. Pero pensaron que encontrarían que las cosas serían un poco más cómodas en Battle Creek, que la obra allí sería menos pesada que en otros lugares y, por lo tanto, se quedaron. Muchos de los que se agolpan en Battle Creek no se benefician porque no hacen uso del conocimiento que adquieren. No son de ninguna utilidad en Battle Creek, sino que sólo incrementan el número de personas que necesitan convertirse. No poseen el espíritu de sacrificio. Tienen mucho del yo y poco de Cristo, poca fe y pocas buenas obras. Piensan que tienen religión, pero ésta no asciende a mucho. 

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Dios os habla a través de su Palabra, diciendo: “Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado; por tanto, he aquí que nuevamente excitaré yo la admiración de este pueblo con un prodigio grande y espantoso; porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos”. 

“En aquel tiempo los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas. Entonces los humildes crecerán en alegría en Jehová, y aun los más pobres de los hombres se gozarán en el Santo de Israel”. Isaías 29:13, 14, 18, 19. 

Mis hermanos, el Señor os ha llamado para hacer cierta obra, pero no la habéis hecho; y en el lugar donde estáis hay discordia y contienda y disensión. Pero esto no tiene que ser así. No es el designio de Dios que sus obreros estén apartados unos de otros como átomos separados. Todos tienen una gran y solemne obra que realizar, y ha de ser hecha bajo el cuidado de Dios. 

Dios hará grandes cosas por su pueblo si éste coopera con él. Obrará en las mentes de los hombres para que se vea en sus vidas, aun en este mundo, el cumplimiento de la promesa del futuro estado: 

“Se alegrarán el desierto y la soledad;
el yermo se gozará y florecerá como la rosa.
Florecerá profusamente,
y también se alegrará y cantará con júbilo;
la gloria del Líbano le será dada,
la hermosura del Carmelo y de Sarón. Ellos verán la gloria de Jehová,
la hermosura del Dios nuestro.
Fortaleced las manos cansadas,
afirmad las rodillas endebles.
Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis;
he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago;
Dios mismo vendrá, y os salvará.
Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos,
y los oídos de los sordos se abrirán.
Entonces el cojo saltará como un ciervo,
y cantará la lengua del mudo;
porque aguas serán cavadas en el desierto,
y torrentes en la soledad.
El lugar seco se convertirá en estanque,
y el sequedal en manaderos de aguas;
en la morada de chacales, en su guarida,
será lugar de cañas y juncos.
Y habrá allí calzada y camino,
y será llamado Camino de Santidad;
no pasará inmundo por él,
sino que él mismo estará con ellos;
el que anduviere en este camino,
por torpe que sea, no se extraviará.
No habrá allí león, ni fiera subirá por él; ni allí se hallará,
para que caminen los redimidos.
Y los redimidos de Jehová volverán,
y vendrán a Sión con alegría;
y gozo perpetuo será sobre sus cabezas;
y tendrán gozo y alegría,
y huirán la tristeza y el gemido”.Isaías 35. 

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