Testimonios para la Iglesia, Vol. 9, p. 89-96, día 458

Métodos de trabajo

En relación con la proclamación del mensaje en las ciudades populosas, hay diversas clases de obras que pueden llevar a cabo obreros con diversos dones. Algunos de ellos deben trabajar de un modo, y otros de una manera diferente. El Señor desea que se trabaje en las ciudades mediante los esfuerzos unidos de obreros de diversas capacidades. Todos deben volverse hacia Jesús en busca de instrucciones, y no depender de la sabiduría humana porque podrían descarriarse. Como colaboradores con Dios, deben procurar mantenerse en armonía mutua. Debieran consultarse con frecuencia y colaborar con entusiasmo y sinceridad. Pero todos debieran contemplar a Jesús en busca de sabiduría y no depender únicamente de la dirección humana.

El Señor ha dotado a ciertos ministros de la capacidad de atraer y retener grandes congregaciones, lo cual requiere el ejercicio de tacto y habilidad. En las ciudades actuales, con tantas actividades que atraen y agradan, no es posible interesar a la gente mediante presentaciones y actividades comunes. Los ministros designados por Dios encontrarán que es necesario llevar a cabo esfuerzos extraordinarios para captar la atención de las multitudes. Y cuando logren reunir una vasta congregación, deben presentar mensajes de un carácter tan extraordinario que logren interesar y amonestar a los asistentes. Deben utilizar todos los recursos que sea posible idear para lograr que la verdad se destaque con claridad y definición. El mensaje de prueba para este tiempo debe presentarse con una claridad y decisión que alarme a los oyentes y los induzca a desear estudiar las Escrituras.

Los que llevan a cabo la obra del Señor en las ciudades deben realizar un esfuerzo calmado, constante y dedicado para instruir a la gente. Mientras deben trabajar decididamente para interesar a los oyentes y retener su interés, al mismo tiempo deben cuidarse de no incurrir en actividades sensacionalistas. En esta época dominada por la extravagancia y la ostentación, cuando se piensa que es necesario hacer un despliegue de actividades extravagantes para obtener éxito, los mensajeros designados por Dios deben exponer la inutilidad de gastar innecesariamente recursos con el fin de producir efectos teatrales. Cuando trabajen con sencillez, humildad y dignidad, evitando todo lo que sea de naturaleza teatral, su obra realizará una impresión duradera para el bien.

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Es verdad que existe la necesidad de gastar dinero juiciosamente para anunciar las reuniones y hacer avanzar la obra con solidez. Pero el poder de cada obrero no se encuentra en el uso de recursos exteriores, sino en la confiada dependencia de Dios, en la oración ferviente en busca de ayuda y en la obediencia a su palabra. Hay que introducir en la obra de Dios más oración, más semejanza con Cristo y más conformidad con la voluntad de Dios. Las manifestaciones exteriores y el gasto extravagante de recursos no llevarán a cabo la obra que se debe realizar.

La obra de Dios se debe efectuar con poder. Necesitamos el bautismo del Espíritu Santo. Tenemos que comprender que Dios añadirá a las filas de su pueblo, personas de habilidad e influencia que desempeñarán su parte en la tarea de advertir al mundo. No todos los habitantes del mundo viven en la ilegalidad y el pecado. Dios tiene muchos miles que no se han inclinado ante Baal. Hay hombres y mujeres temerosos de Dios en las iglesias caídas. Si no fuera así, no se nos habría encargado proclamar este mensaje: “Ha caído, ha caído la gran Babilonia… Salid de ella, pueblo mío”. Apocalipsis 18:2-4. Muchas personas sinceras anhelan respirar el aire fresco del cielo. Reconocerán el Evangelio cuando alguien lo presente en la hermosura y sencillez con que lo presenta la Palabra de Dios.

Necesidad de trabajar de casa en casa

La obra de trabajar de casa en casa con la gente tiene la misma importancia que las campañas de evangelismo. En las ciudades populosas hay ciertas clases sociales que no es posible alcanzar por medio de reuniones públicas. Los miembros de estas clases deben buscarse así como el pastor busca a la oveja perdida. Hay que buscarlos con esfuerzo diligente y personal. Cuando se descuida la obra personal, se pierden numerosas oportunidades preciosas, las cuales, si se aprovecharan, harían progresar definidamente la obra.

Como resultado de la presentación de la verdad en las grandes congregaciones se despierta un espíritu de investigación, y es especialmente importante que ese interés se atienda por medio del trabajo personal. Quienes desean investigar la verdad, necesitan que se les enseñe a estudiar con diligencia la Palabra de Dios. Alguien debe ayudarles a construir sobre firme fundamento. En este momento crítico de su experiencia religiosa, es muy importante que obreros bíblicos dirigidos con sabiduría les ayuden a comprender los tesoros de la Palabra de Dios.

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La misión en la ciudad: una escuela de preparación

Una obra bien equilibrada se puede efectuar mejor cuando se mantiene un seminario de capacitación para obreros. Paralelamente con las reuniones públicas, el seminario debe contar con la colaboración de obreros experimentados con profunda comprensión espiritual, que puedan instruir diariamente a los obreros bíblicos y unirse de todo corazón a la obra de predicación del Evangelio al público. Y a medida que se conviertan hombres y mujeres a la verdad, los dirigentes de la campaña de evangelismo debieran, con mucha oración, mostrar a estos nuevos conversos la forma de experimentar el poder de la verdad en sus vidas. Este esfuerzo de parte de todos los obreros será como un clavo fijado en un lugar firme.

Enseñanza de los principios de la reforma pro salud

Como pueblo, se nos ha encomendado la obra de dar a conocer los principios de la reforma pro salud. Hay quienes piensan que el asunto del régimen de alimentación no tiene suficiente importancia para incluirlo en sus campañas de evangelismo. Pero cometen un grave error. La Palabra de Dios declara: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”. 1 Corintios 10:31. El tema de la temperancia, con sus abarcantes implicaciones, tiene un lugar importante en la obra de salvación.

En los lugares donde se efectúan campañas de evangelismo en las ciudades, debiera haber salas adecuadas para reunir a las personas que han manifestado interés en la verdad, a fin de instruirlas. Esta obra necesaria no debe hacerse en forma mezquina, para no causar una impresión desfavorable en la gente. Todo lo que se haga debiera revelar en forma favorable al Autor de la verdad y representar debidamente la santidad e importancia de las verdades del mensaje del tercer ángel.

Hay que ofrecer al público clases de cocina para enseñar a la gente a preparar alimentos sanos. Es necesario explicar la necesidad de no usar alimentos perjudiciales para la salud. Pero nunca debiéramos proponer dietas que desnutran a la gente. Es posible tener una dieta sana y nutritiva sin usar té, café ni carne. La obra de enseñar a la gente a preparar comida sana y apetitosa, es de la más grande importancia.

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La obra de la reforma pro salud es el medio que Dios tiene para aliviar el sufrimiento que hay en el mundo y para purificar a su iglesia. Enseñad a la gente que puede obrar como las manos ayudadoras de Dios al colaborar con el Maestro en la restauración de la salud física y espiritual. Esta obra lleva la firma del cielo y abrirá puertas para la entrada de otras preciosas verdades. Hay lugar para que trabajen todos los que deseen ocuparse de esta obra con inteligencia.

Se me ha encomendado que presente este mensaje: Mantened en alto la obra de la reforma pro salud. Mostrad con gran claridad su valor para que se sienta una amplia necesidad de practicarla. La abstinencia de todo alimento y bebida perjudiciales es el fruto de la verdadera religión. El que está cabalmente convertido abandonará todo hábito y apetencia perjudiciales. Mediante la abstinencia total vencerá su deseo de consumir productos destructores de la salud.

Se me ha instruido que diga a los que se ocupan de la reforma pro salud: Seguid adelante. La obra necesita toda la influencia que podáis ejercer para rechazar la ola de los males morales. Que los que enseñan el mensaje del tercer ángel se mantengan fieles a su cometido. “Así que hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Romanos 12:1-2. Que a los que trabajan con la palabra y la doctrina, Dios los arme con los mensajes de verdad más claros. Si sus obreros presentan estos mensajes con sencillez, seguridad y autoridad, el Señor trabajará con ellos.

No hay que descuidar a las clases acomodadas

Los siervos de Cristo debieran trabajar fielmente por la gente rica de nuestras ciudades, lo mismo que por los pobres y los humildes. Hay muchas personas ricas, susceptibles a las influencias e impresiones del mensaje evangélico, que serán inducidas por el Espíritu de Dios a abrir puertas para el progreso del Evangelio, cuando se les presente la Biblia y solamente la Biblia como expositora de la fe y la práctica cristianas. Manifestarán una fe viva en la Palabra de Dios y emplearán los recursos a ellos confiados para preparar el camino del Señor y enderezar camino en el desierto para nuestro Dios.

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Durante años hemos tenido que hacer frente a esta situación angustiosa: ¿Cómo podremos reunir fondos en cantidad adecuada para sostener las misiones que el Señor ha abierto ante nosotros? Leemos los claros mandamientos del Evangelio; y las misiones, tanto en los Estados Unidos como en los países extranjeros, presentan sus necesidades. Las recomendaciones, sí, las revelaciones positivas de la Providencia, se unen para instamos a llevar a cabo rápidamente la obra que está esperando que alguien la haga. El Señor desea que se conviertan personas ricas para que actúen como sus manos ayudadoras en la obra de alcanzar a la gente. Desea que los que pueden ayudar en la obra de reforma y restauración, vean la preciosa luz de la verdad y sean transformados en su carácter y sean guiados para que empleen el capital que se les ha confiado en el servicio de Dios. El desea que inviertan los recursos que les ha confiado en hacer el bien, en abrir el camino para que el Evangelio se predique a todas las clases sociales cerca y lejos.

¿No será apreciado el cielo por los hombres sabios del mundo? Oh, sí; entonces encontrarán reposo y paz de todo afán, ambición y acciones egoístas. Instadlos a que busquen la paz, la felicidad y el gozo que Cristo anhela derramar sobre ellos. Instadlos a que se esfuercen por asegurarse el don más precioso que pueda concederse a un mortal: el vestido de la justicia de Cristo. Cristo les ofrece una vida que se mide con la vida de Dios, y “un excelente y eterno peso de gloria”. Si aceptan a Cristo tendrán el honor más elevado, honor que el mundo no puede dar ni quitar. Descubrirán que en la obediencia a los mandamientos de Dios existe una valiosa recompensa.

El compasivo Redentor pide a sus servidores que presenten a ricos y pobres la invitación a la cena. Salid a los lugares concurridos y a los lugares despoblados, y por medio de vuestros esfuerzos perseverantes y determinados, instadlos a entrar. Que los ministros del Evangelio hagan contacto con esas personas adineradas del mundo y las traigan al banquete de la verdad que Cristo ha preparado para ellas. Aquel que dio su vida preciosa por ellos dice: “Traedlos y sentadlos a mi mesa, y yo les serviré”.

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Ministros de Cristo, relacionaos con esta clase de personas. No las paséis por alto por considerarlas sin esperanza. Trabajad con toda la persuasión posible, y como fruto de vuestros fieles esfuerzos veréis en el reino de los cielos a hombres y mujeres que serán coronados como vencedores y cantarán el himno triunfante del conquistador. “Y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas”. Apocalipsis 3:4.

Hasta ahora se han realizado escasos esfuerzos en favor de personas que ocupan posiciones de responsabilidad en el mundo. Muchas de ellas poseen calificaciones superiores; tienen recursos e influencia. Estos son dones valiosos que el Señor les ha confiado para que los aumenten y empleen para el bien de otros.

Procurad salvar a personas adineradas. Instadlas a devolver al Señor los tesoros que les ha confiado, para que en Nueva York y otras grandes ciudades puedan establecerse centros de influencia de los cuales salgan las verdades bíblicas en su sencillez para que la gente las reciba. Persuadidlas a que pongan sus tesoros junto al trono de Dios al devolver al Señor su substancia y permitir a sus obreros hacer el bien y promover su gloria.

Planes para aumentar el número de obreros

El poder de un ejército se mide mayormente mediante la eficacia de sus soldados. Un general sabio instruye a sus oficiales a que entrenen a cada soldado para el servicio activo, porque desea desarrollar la mayor eficacia posible en todos ellos. Si tuviera que depender únicamente de sus oficiales, no podría esperar llevar a cabo una campaña de éxito. Cuenta con el servicio leal e incansable de todos los hombres que componen su ejército. La responsabilidad descansa mayormente sobre los hombres que integran las filas.

Lo mismo sucede en el ejército del Príncipe Emanuel. Nuestro General, quien jamás ha perdido una batalla, espera un servicio fiel y voluntario de todos los que se han alistado bajo su estandarte. En el conflicto final que actualmente se libra entre las fuerzas del bien y las huestes del malo, él espera que todos, laicos y ministros, hagan su parte. Todos los que se han alistado como sus soldados deben prestarle servicio fiel, con un agudo sentido de su responsabilidad individual.

Los que tienen a su cargo la responsabilidad de velar por la salud espiritual de la iglesia, debieran inventar medios y recursos a fin de dar a cada miembro de la iglesia la oportunidad de realizar una parte en la obra de Dios. No se ha hecho esto en el pasado con mucha frecuencia. No se han trazado planes definidos para utilizar en el servicio activo los talentos de todos. Hay tan sólo pocas personas que comprenden cuánto se ha perdido a causa de esto.

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Los dirigentes de la causa de Dios, como sabios generales, deben trazar planes para llevar a cabo acciones de avanzada a lo largo de toda la línea. En sus planes deben tomar en cuenta especialmente la obra que los laicos pueden llevar a cabo en beneficio de sus amigos y vecinos. La obra de Dios en este mundo no podrá terminarse hasta que los hombres y las mujeres que componen la feligresía de nuestra iglesia se interesen en la obra y unan sus esfuerzos con los de los ministros y dirigentes de la iglesia.

La salvación de los pecadores requiere trabajo personal decidido. Tenemos que presentarles la palabra de vida sin esperar que ellos vengan a nosotros. ¡Quisiera poder hablar a hombres y mujeres palabras que los despierten a la acción diligente! Los momentos que ahora se nos han concedido son escasos. Nos encontramos en el umbral mismo del mundo eterno. No tenemos tiempo que perder. Cada momento es de oro y demasiado valioso para dedicarlo únicamente a nuestro servicio personal. ¿Quiénes buscarán fervientemente a Dios para obtener de él poder y gracia para ser sus obreros fieles en el campo misionero?

El desarrollo de talentos en la iglesia

En toda iglesia hay talentos, los cuales, con el trabajo adecuado, pueden desarrollarse a fin de convertirlos en gran ayuda para la obra. Lo que ahora se necesita para la edificación de nuestras iglesias es la excelente obra de los sabios obreros que puedan discernir y desarrollar talentos en la iglesia, talentos que puedan entrenarse para que el Maestro pueda usarlos. Debiera haber planes bien organizados para emplear obreros que vayan a todas las iglesias, grandes y pequeñas, para enseñar a los miembros a trabajar para la edificación de la iglesia y también por los incrédulos. Lo que se necesita es educación y formación. Los que trabajan en la visitación de las iglesias debieran enseñar a los hermanos y hermanas métodos prácticos para llevar a cabo la obra misionera.

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Toda la predicación del mundo no logrará que los miembros sientan profundamente la necesidad de las almas que perecen a su alrededor. Nada despertará más en los miembros un celo que los mueva a obrar con sacrificio, que enviarlos a los nuevos campos para que trabajen por los que viven en las tinieblas. Preparad obreros para que vayan a los lugares populosos y a los lugares donde hay menos gente. Necesitamos agrónomos sabios que puedan trasplantar árboles a nuevas localidades y les den los cuidados necesarios para que puedan crecer. El pueblo de Dios tiene el deber positivo de ir a lugares alejados. Enviad fuerzas a preparar nuevos lugares y establecer nuevos centros de influencia dondequiera encuentren una oportunidad. Reunid obreros con auténtico celo misionero y enviadlos a difundir luz y conocimiento lejos y cerca. Instadlos a llevar los principios vivientes de la reforma pro salud a las comunidades que ignoran en gran medida estos principios.

Hay que animar a personas humildes a que trabajen en la obra de Dios. Obtendrán una valiosa experiencia a medida que trabajen. Hay escasez de obreros y no podemos privarnos ni de uno solo. En lugar de desanimar a los que tratan de servir al Maestro, debiéramos animar a más obreros a que entren en el campo.

Un servicio gozoso

Todos los que se mantienen en comunión con Dios encontrarán abundancia de trabajo para él. Los que obran con el espíritu del Maestro, y tratan de alcanzar a las almas con la verdad, no encontrarán aburrida ni pesada la obra de conducir a las almas hacia Cristo. Se les ha encomendado una obra como mayordomos de Dios, y obtendrán cada vez mayor vitalidad a medida que se den por entero al servicio de Dios. Abrir las Escrituras para que otros las conozcan es una obra que llena de gozo.

Educad a hombres y mujeres jóvenes para que se conviertan en obreros en sus propios vecindarios y en otros lugares. Que todos determinen adquirir habilidad para llevar a cabo la obra para este tiempo, y que se preparen para hacer el trabajo al que mejor se adapten.

Muchos jóvenes que han recibido la educación debida en sus hogares deben ser preparados para el servicio y animados a elevar el estandarte de la verdad en nuevos lugares por medio de un trabajo bien planeado y fielmente realizado. Al relacionarse con nuestros ministros y obreros experimentados en el trabajo en la ciudad, obtendrán un entrenamiento apropiado. Actuando bajo la dirección divina y sostenidos por las oraciones de sus compañeros en la obra de más experiencia, pueden llevar acabo un trabajo satisfactorio y bendecido. Al unir sus esfuerzos con el de los obreros de más edad, y al utilizar sus energías juveniles en forma provechosa, tendrán el compañerismo de los ángeles celestiales; y como colaboradores de Dios, tienen el privilegio de cantar, orar, creer y trabajar con valor y libertad. La confianza que los seres celestiales les infundirán a ellos y a sus colaboradores, los inducirá a la oración y la alabanza, y a la sencillez de la fe auténtica.

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