Testimonios para la Iglesia, Vol. 2, p. 286-295, día 103

Usted es sumamente sensible. Siente en forma profunda, y no ha dispuesto del poder necesario para eliminar de la mente los cuidados, las perplejidades y los desánimos. Vi que Dios sería para usted un pronto auxilio en las tribulaciones, si se confiara a su cuidado; pero sus preocupaciones la alejan de los brazos de su amado Salvador. “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” Romanos 8:32. ¡Qué preciosa promesa es ésta! Podemos pedirle mucho a nuestro bondadoso Padre celestial. Grandes bendiciones hay en reserva para nosotros. Podemos creer en Dios, podemos confiar en él, y al hacerlo glorificar su nombre. Aun cuando seamos vencidos por el enemigo, no somos desechados ni abandonados ni rechazados por Dios. No; Cristo está a la diestra de Dios, e intercede por nosotros. “Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. 1 Juan 2:1. 

Quiero decirle, hermana mía, que no necesita descartar su confianza. Pobre alma temblorosa, descanse en las promesas de Dios. Si lo hace, las cadenas del enemigo serán quebrantadas, sus insinuaciones carecerán de poder. No haga caso de los susurros del enemigo. Váyase libre, alma oprimida. Tenga buen ánimo. Dígale a su pobre corazón desalentado: “Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío”. Salmos 43:5. Sé que Dios la ama. Ponga su confianza en él. No piense en las cosas que producen tristeza y tribulación; apártese de todo pensamiento desagradable, y piense en el precioso Jesús. Medite en su poder para salvar, en su infinito e incomparable amor por usted, sí, por usted. Sé que Dios la ama. Si no puede reposar en su propia fe, hágalo en la de otros. Creemos y esperamos en lugar de usted. Dios acepta nuestra fe en lugar de la suya. 

Usted ha tratado de obrar bien, y Dios es piadoso y compasivo con usted. Póngase contenta y dígale adiós a las tinieblas y a las dudas. Al permitir que esas dudas tengan cabida en su corazón, usted deshonra a Dios. El creer produce paz y gozo en el Espíritu Santo. El creer produce paz, y la confianza en Dios produce gozo. “¡Crea, crea -dice mi alma- crea!” Descanse en Dios. El es poderoso para guardar lo que usted le ha confiado. La hará más que vencedora por medio de aquel que la amó. Quiera el Señor bendecirla y fortalecer su fe vacilante, es nuestra oración. Le enviamos estas pocas líneas en la confianza de que le harán bien. 

-287-

Una actitud egoísta y dictatorial

Querido Hno. U,

Se me mostró en la última visión que usted necesita vigilarse a sí mismo con celo y cuidado, pues de otra manera su temperamento tan peculiar lo va a dominar del todo. Usted se equivocó cuando se puso a orar por la hermana V, y asumió la misma actitud dictatorial y dominante que ha sido la maldición de su vida. Atacó al hermano W cuando, si hubiera tomado en consideración sus fracasos del pasado, debería haber sido discreto y modesto. Le va a resultar muy difícil vencer el hábito de vigilar a los demás, tomar nota de cosas pequeñas, y hablar de una manera tajante y censuradora. Nada de esto le importa en absoluto. Tan ciertamente como que usted fracasa en este sentido, la puerta queda abierta para fracasos mayores. No hay otra seguridad para usted fuera de ejercer constante dominio propio, y controlar su alma mediante la paciencia. No está en condiciones de llevar a cabo una gran obra; no obstante, si obra correctamente, puede hacer algo de bien en la causa de Dios. Su influencia no necesita causar perjuicios; pero si se conserva para Dios y permite que él lo santifique, puede hablar palabras de paz y consuelo, y dar testimonio de las grandes riquezas de Dios y del eterno amor de Jesús. 

Permita que su corazón sea suavizado y ablandado gracias a la divina influencia del Espíritu de Dios. No debería hablar tanto acerca de sí mismo, porque esto no va a fortalecer a nadie. No debería convertirse en el centro, ni creer que siempre se tiene que preocupar de usted mismo, ni inducir a otros a que lo cuiden. Aparte su mente de sí mismo y oriéntela en direcciones más saludables. Hable de Jesús, y deje que el yo se vaya; sumérjalo en Cristo y que éste sea el lenguaje de su corazón: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. Gálatas 2:20. Jesús será para usted un pronto auxilio en todo momento de necesidad. No lo va a dejar solo para combatir con los poderes de las tinieblas. ¡Oh, no! Hay un Auxiliador que es poderoso para salvar hasta lo sumo a los que a él se allegan. 

-288-

No se preocupe de sí mismo. Venza sus prejuicios, sus pequeñas peculiaridades, y trate solamente de representar a Jesús. Cuando hable u ore en la reunión, no se extienda demasiado. Ha fallado en esto. Lo puede remediar. Los discursos y las oraciones largos son perjudiciales para usted, y no benefician a los oyentes. Va a tener que trabajar tenazmente para vencer. Pero puede lograrlo si se dedica a la obra con calma. En esto tiene que cuidarse. Usted es inquieto, apresurado, nervioso. También puede vencer estas cosas. 

Usted desea honesta y ansiosamente hacer lo correcto y conseguir la aprobación de Dios. Prosiga con sus esfuerzos fervientes y perseverantes, y no se desanime. Sea paciente. Nunca censure a nadie. No permita nunca que el enemigo lo aparte de su actitud de vigilancia. Vele y ore también. Después de orar, siga velando. Este esfuerzo es suyo; nadie lo puede hacer por usted. Aférrese de la fortaleza de Dios, y tan pronto como vea los errores que ha cometido en el pasado, redima el tiempo. 

Un oyente olvidadizo

Querido Hno. Y,

En la última visión que se me dio se me mostró que usted no se entiende a sí mismo. Tiene una obra que hacer en favor suyo que nadie puede hacer por usted. Su experiencia en la verdad es escasa, y no se ha convertido cabalmente. Se adjudica un valor más elevado que el que le corresponde. Se me señaló su vida pasada. Su mente no ha sido elevada, sino que se ha espaciado en temas que no conducen a la pureza en la acción. Tuvo hábitos corrompidos que mancharon su concepto de la moral. Se ha permitido demasiadas familiaridades con el otro sexo y no ha tenido una conducta modesta. Usted se sentiría muy bien si se fomentara mayor familiaridad entre hombres y mujeres, bastante de acuerdo con la teoría de Dr. A. Su influencia en _____ no ha sido buena. No era la persona adecuada para ese lugar; su conversación liviana y trivial lo descalificó para ejercer una buena influencia allí. Las características de su música no fomentaban los pensamientos o sentimientos elevados; por lo contrario, contribuían a degenerar. 

-289-

Desde hace algunas semanas su influencia ha tendido a mejorar; pero usted carece de firmeza en los principios. Es deficiente en muchas cosas, y en el caso de algunas de ellas debe saber dónde está fallando. Las locuras de su juventud han dejado su huella en usted; jamás podrá recuperar lo que ha perdido como consecuencia de los hábitos impuros. Estas cosas han embotado de tal manera su sensibilidad que no puede discernir con claridad las cosas sagradas. No puede resistir la tentación con la experiencia que ahora tiene. No puede soportar las pruebas. No ha sido santificado por la verdad. Se ha apoderado de la verdad, pero ella no se ha apoderado de usted para transformarlo mediante la renovación de su entendimiento. Es un hombre que se ha engañado a sí mismo. ¡Oh, le ruego que no siga engañado con respecto a su verdadera condición! No ha experimentado convicciones profundas como consecuencia de sus pecados, ni ha buscado a Dios en humildad, con angustia de corazón, para que sean borradas sus transgresiones. No se daba cuenta de que sus caminos eran tan pecaminosos a la vista de Dios. Por eso mismo no se ha producido en su alma la obra de reforma. 

Se ha revestido de un manto de justicia propia para cubrir la deformidad del pecado, pero éste no es el remedio. No sabe lo que es la verdadera conversión. El hombre viejo no ha muerto en usted. Tiene una forma de piedad, pero no ha experimentado el poder purificador de Dios. Puede hablar y escribir en forma suave, y lo hace, y en lo que se refiere a las palabras que usted emplea, en sí mismas, posiblemente sean correctas, pero el verdadero idioma del corazón no se manifiesta. Se conoce lo suficientemente a sí mismo como para saber esto. Su caso es peligroso; pero Dios se compadece de usted y lo salvará si cae quebrantado a sus pies, consciente de su impureza y su vileza, de la podredumbre de su alma, que ha carecido del poder transformador de Dios. 

-290-

Mi hermano: no quiero desanimarlo, sino inducirlo a investigar sus motivos y sus actos a la luz de la eternidad. Libérese de la trampa de Satanás. Le ruego que no induzca a nadie a tener de usted un concepto más elevado del que corresponde, porque cuando este engaño quede en evidencia, y su verdadero yo aparezca tal como es, se producirá una reacción. Usted experimenta las convicciones del Espíritu de Dios, y siente la fuerza de la verdad cuando la escucha; pero esas impresiones sagradas y suavizantes se disipan, y luego se convierte en un oyente olvidadizo. No está fundado, ni fortalecido ni afirmado en la verdad. Le ha parecido que adoptar la verdad era lo mejor para sus intereses, pero no ha experimentado su influencia santificadora. Queremos rogarle ahora que no se engañe: Dios no puede ser burlado. No es demasiado tarde todavía para que llegue a ser cristiano; pero no obre por impulso. Pese bien cada decisión, y no engañe su propia alma. 

Un remedio para el sentimentalismo

Querida Hna. B,

En la visión que se me dio el 12 de junio se me mostró su caso. Se encuentra en un estado lamentable, no tanto por causa de la enfermedad que padece actualmente, aunque no se encuentra bien, sino porque usted se imagina que es incapaz de trabajar. Se me mostró que hace algunos años permitió que su mente se espaciara demasiado en los muchachos. Con frecuencia ha hecho de ellos el tema de su conversación, y su mente ha discurrido por canales poco provechosos para su progreso espiritual. Ha caído en una corriente de pensamientos que ha dado malos resultados. Ha perjudicado su cuerpo, y ha abusado de él, y como consecuencia ha llegado a una condición mental rayana en la imbecilidad. Se ha entregado a una corriente de pensamientos enfermiza y sentimental, hasta casi llegar a la ruina del cuerpo y el alma. Su falta de gusto por el ejercicio físico es muy mala para usted. El trabajo útil, resultante de asumir los deberes del hogar, y el dedicarse a tareas beneficiosas, pueden vencer esta condición enfermiza y sentimental más rápidamente que por cualquier otro método. 

-291-

Usted ha sido objeto de demasiada simpatía. Liberarla de toda responsabilidad ha sido un tremendo error. Casi todos sus pensamientos se concentran ahora en sí misma. Se ha vuelto irascible, y su mente se espacia en las cosas tristes; se imagina que su condición es sumamente grave, e incluso ya está decidiendo mentalmente que nunca se va a sanar a menos que se case. En la situación mental en que se encuentra ahora no está en condiciones de casarse. Nadie la querría en la condición de desamparo e inutilidad en que se halla. Si alguien se imaginara que la ama, posiblemente no valdría nada, porque ningún hombre sensato podría pensar ni siquiera por un momento en poner sus afectos en alguien tan inútil. 

La condición triste y sombría de su mente, que la induce a llorar y a creer que la vida no es deseable, es el resultado de permitir que sus pensamientos discurran por canales impuros, referentes a temas prohibidos, mientras se entrega a ciertos hábitos que lenta pero seguramente están minando su salud, y la están preparando para una decadencia prematura. Habría sido mejor para usted no haber ido nunca a _____. Su permanencia allí la perjudicó. Se concentró en sus enfermedades, y participó de una sociedad cuya influencia era corrupta. La Srta. C era una mujer corrompida, de mente maligna. Su relación con usted acrecentó el mal que siempre estuvo en usted. “Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres”. 1 Corintios 15:33. En este momento su condición no es aceptable a la vista de Dios; no obstante, usted se imagina que no tiene deseos de vivir. Si se le tomara la palabra, y su vida terminara, su caso sería sin esperanza, ciertamente. Usted no está preparada ni para este mundo ni para el venidero. 

Se imagina que no puede caminar, ni andar a caballo, ni hacer ejercicio, y se sume en una apatía yerta y sin vida. Es motivo de pesar y ansiedad para sus complacientes padres, y no es ningún consuelo para usted misma tampoco. Puede reanimarse, puede trabajar, puede sacudir esa terrible indiferencia. Su madre necesita su ayuda; su padre necesita el consuelo que usted le puede dar; sus hermanos necesitan la atención bondadosa de su hermana mayor; sus hermanas necesitan su instrucción. Pero allí está usted sentada en el trono de la indolencia, soñando con un amor no correspondido. Por amor a su alma abandone esta locura. Lea la Biblia como nunca lo ha hecho antes. Dedíquese a las tareas del hogar, y aliviane las cargas de sus abrumados padres. Al principio no podrá hacer mucho, pero aumente cada día la cantidad de tareas que decida hacer. Este es el mejor remedio para una mente enferma y un cuerpo sometido al abuso. 

-292-

Si sus propósitos son fervientes y firmes, poco a poco su mente va a comenzar a dedicarse a temas más saludables y puros. La complacencia propia ha degenerado poco a poco en una especie de glotonería tan grande, que no hay manera de satisfacerla. En lugar de regular sus actos por la razón y los principios, usted permite que la guíen todos los impulsos leves y momentáneos; por eso parece variable e inconstante. Es inútil que los demás traten de complacerla, porque usted misma no se podría satisfacer aunque se cumplieran todos sus deseos. Es una muchacha caprichosa, y su egoísmo la ha inducido a aborrecerse a sí misma. 

Esta condición lamentable es el resultado de una simpatía y una adulación imprudentes. Usted poseía una inteligencia muy buena, pero se desequilibró al discurrir por canales equivocados. Ahora usted, en el seno de la sociedad, vale un poquito menos que nada. Esto no necesita ser así. Puede hacer por sí misma lo que nadie más puede hacer por usted. Tiene deberes que cumplir. Pero se ha entregado por tanto tiempo a la inutilidad, que se imagina que no puede hacer nada. La voluntad está quebrantada; tiene las fuerzas pero no la voluntad. 

Desfallece de amor. Jesús quiere sus afectos; si se los dedica, él la va a librar de ese amor enfermizo, sentimental e impuro que encontró en las páginas de una novela. En Jesús usted puede amar con fervor, con sinceridad. Este amor puede aumentar su profundidad y expandirse hasta el infinito, sin perjudicar la salud del cuerpo ni la fortaleza de la mente. Necesita amar a Dios y al prójimo. Debe despertar, debe sacudir ese engaño que está sobre usted, y buscar el amor puro. 

-293-

Su única esperanza para esta vida y la mejor consiste en buscar fervientemente la verdadera religión de Jesús. Usted no tiene experiencia religiosa. Necesita convertirse. Esa tristeza suya, que a la vez es inquieta, indolente y egoísta, cederá su lugar a la alegría, que será beneficiosa para el cuerpo y la mente. El amor a Dios asegurará el amor al prójimo, y usted se dedicará a los deberes de la vida con interés profundo y abnegado. Los principios puros constituirán el fundamento hacia corrientes más saludables. Dedíquese a Dios; si no, nunca obtendrá la vida mejor. 

Tiene deberes que cumplir con respecto a sus padres. No se desanime si se cansa al principio. No será un inconveniente duradero. A menudo sus padres se cansan muchísimo. Si alguna vez usted se cansara mucho al realizar una tarea útil, eso no sería ni la mitad de lo perjudicial que es el hecho de que su mente se concentre en sí misma para fomentar enfermedades y sumirse en el desánimo. El fiel cumplimiento de los deberes hogareños, el ocupar su lugar allí de la mejor manera posible, aunque sus deberes sean sumamente sencillos y humildes, es verdaderamente elevador. Se necesita esa influencia divina. En esto hay paz y alegría sagrada. Posee un poder sanador. En forma imperceptible einsensible curará las heridas del alma, e incluso los sufrimientos del cuerpo. La paz mental, que es el resultado de las acciones y los motivos puros y santos, le dará un tono de vigor y libertad a todos los órganos del cuerpo. 

La paz interior, y una conciencia desprovista de ofensas a Dios, vivificará y vigorizará el intelecto, como el rocío que se derrama sobre las tiernas plantas. La voluntad está, entonces, correctamente dirigida y controlada, y aunque es más decidida, está libre de perversidad. Las meditaciones son placenteras porque están santificadas. La serenidad mental que usted puede poseer será una bendición para todos los que se relacionan con usted. Esta paz y esta calma llegarán a ser naturales con el tiempo, y reflejarán sus preciosos rayos sobre todos los que la rodean, para volver de nuevo a reflejarse sobre usted. Mientras más guste de esta paz celestial y de esta serenidad de la mente, más aumentarán. Es un placer animado y viviente que no sume todas las energías morales en un estupor, sino que las despierta para llevar a cabo unaactividad mayor. La paz perfecta es un atributo del Cielo que los ángeles poseen. Quiera Dios ayudarle a poseer esta paz. 

-294-

El deber hacia los huérfanos

Queridos Hnos. D,

La última visita de ustedes y la conversación subsiguiente me han sugerido muchos pensamientos, algunos de los cuales no puedo evitar de transcribir. Siento mucho que E no se haya portado siempre correctamente; pero, si se lo analiza bien, no se puede esperar perfección en un muchacho de su edad. Los niños tienen defectos, y necesitan una gran dosis de paciente instrucción. 

El hecho de que tenga sentimientos que no siempre son correctos, no es más de lo que se puede esperar de un muchacho de su edad. Recuerden que no tiene padre ni madre, ni nadie a quien confiar sus sentimientos, penas y tentaciones. Toda persona cree que puede contar con alguien que simpatice con ella. Este muchachito ha sido llevado de aquí para allá, de un lado al otro, y puede tener muchos errores, modales descuidados, muchísima independencia, y puede carecer de reverencia. Pero es bastante emprendedor, y con instrucción adecuada y un tratamiento amable, tengo la plena confianza de que no va a defraudar nuestras esperanzas, y que por lo contrario va a pagar plenamente todo el trabajo que se haya invertido en él. Si tomamos en cuenta sus desventajas, creo que es un chico muy bueno. 

Cuando les rogamos que lo recibieran, lo hicimos porque creíamos que era el deber de ustedes, y porque al hacerlo recibirían una bendición. No esperábamos que solamente ustedes se beneficiaran con la ayuda que les prestara el muchacho, sino que lo beneficiaran a él al cumplir un deber hacia un huérfano, deber que todo verdadero cristiano debería cumplir, y que debería llevar a cabo anhelosamente; un deber que implica sacrificio, que creímos les haría bien asumir, si lo hacían alegremente, con la mira de ser instrumentos en las manos de Dios para salvar un alma de las trampas de Satanás, de salvar a un hijo cuyo padre dedicó su preciosa vida a señalar a las almas el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. 

-295-

Por lo que se me mostró, los adventistas observadores del sábado tienen una noción muy débil de cuán grande es el lugar que el mundo y el egoísmo tienen en sus corazones. Si ustedes tienen el deseo de hacer el bien y de glorificar a Dios, pueden hacerlo de muchas maneras. Pero no han creído que esto sea el resultado de la verdadera religión. Este es el fruto que dará todo árbol bueno. No creyeron que se requería de ustedes que se interesaran en los demás, que consideraran sus casos como propios, y que manifestaran un interés abnegado precisamente en los que se encuentran con más necesidad de ayuda. No han salido a buscar al más necesitado, al más desamparado. Si tuvieran hijos propios a quienes podrían brindar cuidados, afecto y amor, no estarían tan ensimismados en sus propios intereses. Si los que no tienen hijos, a quienes Dios ha hecho mayordomos de medios económicos, quisieran extender sus corazones para cuidar de los niños que necesitan amor, cuidado y afecto, y que se les supla de los bienes de este mundo, serían mucho más felices que ahora. Mientras haya niños que no cuenten con el cuidado piadoso de un padre, ni con el tierno amor de una madre, y que estén expuestos a las influencias corruptas de estos últimos días, es deber de alguien ocupar el lugar del padre y la madre para algunos de ellos. Aprendan a darles amor, afecto y simpatía. Todos los que profesan tener un Padre en los cielos, que esperan les prodigue cuidados, y que finalmente se los lleve al hogar que les ha ido a preparar, deberían sentir la solemne obligación de hacerse amigos de los que no tienen amigos, de ser padres de los huérfanos, de ayudar a las viudas, y de ser de alguna utilidad práctica en este mundo al beneficiar a algunos seres humanos. Muchos no han considerado este asunto en su verdadera perspectiva. Si viven sólo para sí mismos, no dispondrán de la fuerza suficiente que esto requiere. 

Posted in

admin