Testimonios para la Iglesia, Vol. 3, p. 351-360, día 173

Tenemos derecho para referirnos al pasado, como hizo el apóstol Pablo: “Y cuando estaba entre vosotros y tuve necesidad, a ninguno fui carga, pues lo que me faltaba, lo suplieron los hermanos que vinieron de Macedonia, y en todo me guardé y me guardaré de seros gravoso. Por la verdad de Cristo que está en mí, que no se me impedirá esta mi gloria en las regiones de Acaya”. 2 Corintios 11:9, 10. Al referirnos a nuestra experiencia pasada, llevamos a cabo la exhortación del apóstol a los Hebreos: “Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos; por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante”. Hebreos 10:32, 33.

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Nuestras vidas están entretejidas con la causa de Dios. No tenemos otros intereses aparte de esta obra. Y cuando vemos el progreso que ha hecho la causa desde un comienzo muy pequeño, avanzando lenta pero seguramente a una posición de fuerza y seguridad; cuando vemos el éxito de la causa en la cual nos hemos afanado, y sufrido, y casi sacrificado nuestras vidas, ¿quién nos impedirá o prohibirá nuestra jactancia en Dios? Nuestra experiencia en esta causa nos es valiosa. Hemos invertido todo en ella. 

Moisés era el hombre más manso que haya vivido; sin embargo, a causa de las murmuraciones de los hijos de Israel, se vio repetidamente forzado a hacer mención de la conducta pecaminosa del pueblo después de dejar Egipto, y a vindicar su propia conducta como el líder de ellos. Justo antes de dejar al pueblo de Israel, cuando estaba a punto de morir, repitió ante ellos su trayectoria de rebelión y murmuración desde que habían dejado Egipto, y cómo su interés y amor por ellos lo habían inducido a interceder ante Dios en su favor. Les mencionó cómo le había rogado fervientemente al Señor que le permitiera pasar el Jordán y entrar en la Tierra Prometida; “pero Jehová se había enojado contra mí a causa de vosotros, por lo cual no me escuchó”. Deuteronomio 3:26. Moisés presentó ante ellos sus pecados, y les dijo: “Rebeldes habéis sido a Jehová desde el día que yo os conozco”. Deuteronomio 9:24. Les refirió cuántas veces había intercedido ante Dios y humillado su alma en angustia a causa de sus pecados.

Era el plan de Dios que Moisés le recordara frecuentemente a Israel sus transgresiones y rebelión, para que pudieran humillar sus corazones ante Dios por causa de sus pecados. El Señor no quería que olvidaran los errores y pecados que habían provocado su ira contra ellos. El recuerdo de sus transgresiones y de las misericordias y bondades de Dios que ellos no habían apreciado, no complacía sus sentimientos. No obstante, Dios indicó que esto debía hacerse.

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Se me mostró que a jóvenes como usted, que no han tenido sino pocos años de experiencia imperfecta en la causa de presentar la verdad, Dios no les confiará la tarea de llevar responsabilidades pesadas ni que sean dirigentes en esta obra. Los tales debieran manifestar gran discreción y no adoptar posiciones que estén en pugna con el juicio y las opiniones de aquellos de experiencia madura, cuyas vidas han estado entretejidas con la causa de Dios casi tantos años como los que usted ha vivido y que han tenido una parte activa en esta obra desde su pequeño comienzo. Dios no seleccionará a hombres de poca experiencia y de considerable confianza propia para que dirijan esta obra sagrada, importante. Mucho está en juego aquí. Hombres que han tenido poca experiencia en los sufrimientos, pruebas, oposición y privaciones que se han soportado para llevar la obra hasta su condición actual de prosperidad deberían desconfiar grandemente de ellos mismos.

Los jóvenes que ahora se ocupan de la obra de predicar la verdad deberían cultivar la modestia y la humildad. Deberían tener cuidado de no exaltarse, para no ser derrocados. Se los hará responsables por la clara luz de verdad que ahora brilla sobre ellos. Vi que a Dios le desagrada la disposición que tienen algunos de murmurar contra las personas que han peleado las batallas más pesadas para bien de ellos y que han soportado tanto al comienzo del mensaje, cuando el progreso de la obra era muy difícil.

Dios considera a los obreros de experiencia, que han trabajado esforzadamente bajo el peso y las cargas opresivas cuando había pocos que ayudaran a llevarlas, y él cuida celosamente a los que han demostrado ser fieles. Siente desagrado por aquellos que están listos para encontrar faltas y reprobar a los siervos de Dios que han encanecido en la edificación de la causa de la verdad presente. Sus reproches y murmuraciones, jóvenes, seguramente se levantarán en contra de ustedes en el día de Dios. Mientras Dios no haya puesto sobre ustedes pesadas responsabilidades, no actúen en forma inapropiada y no confíen en su propio juicio independiente, ni asuman responsabilidades para las que no son idóneos.

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Querido hermano y hermana, ustedes necesitan cultivar la vigilancia y la humildad, y ser diligentes en oración. Cuanto más cerca vivan de Dios, más claramente discernirán sus debilidades y peligros. Una comprensión práctica de la ley de Dios, un discernimiento claro de la expiación de Cristo, les permitirá conocerse y les mostrará lo que les falta para perfeccionar un carácter cristiano. En síntesis, ambos necesitan una experiencia diaria en la práctica de la voluntad de Dios hacia ustedes. Cuando vean su gran carencia espiritual comprenderán el hecho de que la depravación humana, especificada en la Palabra de Dios, se aplica ciertamente en su experiencia. Ustedes dos son farisaicos y están en peligro de permanecer voluntaria y terriblemente a oscuras respecto a sus peligros y a su verdadera situación ante Dios.

Ambos necesitan aprender los deberes que les incumben en las diversas circunstancias y relaciones de la vida. Ustedes han descuidado sus deberes para con Dios y para con el hombre. Necesitan mucho conocerse ustedes mismos. La ignorancia de sus propios corazones los conduce a descuidar la necesidad de una experiencia diaria y diligente en la vida divina. En cierta medida ustedes descuidan la importancia de que los acompañe constantemente una influencia divina. Esto es absolutamente necesario al hacer la obra de Dios. Si descuidan esto y actúan con confianza propia y autosuficiencia, serán abandonados para cometer errores muy grandes. Necesitan valorar constantemente la humildad de mente y un espíritu de dependencia. El que siente su propia debilidad mirará por encima de sí mismo y sentirá la necesidad de una constante fuerza que viene de arriba. La gracia de Dios lo guiará para ejercitar y acariciar un espíritu de constante gratitud. El que está mejor familiarizado con su propia debilidad sabrá que sólo la gracia incomparable de Dios es lo que triunfará sobre la rebelión del corazón.

Ustedes necesitan familiarizarse con los puntos débiles que hay en sus caracteres como también con los fuertes, para que puedan estar constantemente en guardia, no sea que se ocupen en empresas y asuman responsabilidades para las que Dios nunca los destinó. No debieran comparar sus acciones y medir sus vidas por ninguna norma humana, sino con la regla del deber revelada en la Biblia. Ustedes tienen una obra que hacer, hermano y hermana A, que nunca han soñado que era necesaria. Por años han estado acariciando tentaciones y celos respecto a nosotros y nuestro trabajo. Esto no es agradable a Dios. Pueden pensar que creen en los Testimonios que Dios ha dado, pero la incredulidad en cuanto a que sean de Dios está ganando terreno en ustedes.

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Sus labores, hermano A, serían más efectivas en la conversión de las almas a la verdad si se explayara sobre los aspectos prácticos, así como sobre los teóricos, teniendo los elementos vivientes y provechosos en su propio corazón y cumpliéndolos en su propia vida. Usted necesita aferrarse más firmemente al poder que viene de arriba. Depende demasiado de lo que lo rodea. Si tiene una congregación grande, se siente inspirado y desea dirigirles la palabra. Pero a veces sus congregaciones disminuyen, su espíritu se hunde y tiene poco valor para trabajar. Seguramente algo le falta. Su asidero no es suficientemente firme en Dios. Algunas de las verdades más importantes en las enseñanzas de Cristo fueron predicadas por él a una sola mujer samaritana que vino a extraer agua cuando él, estando cansado, se sentó junto al pozo para descansar. La fuente de aguas vivas estaba dentro de él. La fuente de aguas vivas debe estar en nosotros, brotando para refrescar a las personas que son puestas bajo nuestra influencia.

Cristo buscaba a los hombres doquiera pudiera encontrarlos: en las calles públicas, en las casas particulares, en las sinagogas, junto al mar. Trabajaba todo el día, predicando a la multitud y sanando a los enfermos que eran traídos ante su presencia; y frecuentemente, después que había despedido a la gente para que regresaran a sus hogares a descansar y dormir, él pasaba la noche entera en oración para salir por la mañana y renovar sus labores. Oh, hermano y hermana, en realidad ustedes no saben nada de abnegación y sacrificio propio por Cristo y por causa de la verdad. Deben depender más plenamente de Dios y menos de sus propias habilidades. Necesitan ocultarse en Dios.

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Usted se siente inclinado, hermano A, a reprender severamente y formar sus propias conclusiones en cuanto a otras personas, especialmente si su camino se cruza con el de ellos; y, de acuerdo con su punto de vista sobre el caso, usted a veces los trata de un modo despiadado. Usted no ha sido un hombre bondadoso, compasivo, cortés, como lo fue su Ejemplo. Necesita ablandar su espíritu, ser más cortés y amable, y tener una mayor benevolencia desinteresada. Necesita que su alma tenga una comunión más estrecha con Dios mediante la oración ferviente combinada con la fe viviente. Cada oración ofrecida con fe eleva al suplicante por encima de las dudas desanimadoras y las pasiones humanas. La oración da fuerza para renovar el conflicto con las potencias de las tinieblas, para llevar pruebas pacientemente y para soportar rigores como buenos soldados de Cristo. 

Mientras usted consulte con sus dudas y temores, o trate de resolver todo lo que no puede ver claramente antes de tener fe, sus perplejidades sólo aumentarán y se profundizarán. Si acude a Dios, sintiéndose impotente y dependiente, tal como realmente es, y en una oración humilde y confiada le da a conocer sus necesidades a Aquel cuyo conocimiento es infinito, que ve todo lo que hay en la creación y que gobierna todo por su voluntad y palabra, él puede atender su clamor y lo hará, y dejará que brille la luz en su corazón y a su alrededor; porque a través de la oración sincera su alma es puesta en conexión con la mente del Infinito. Puede ser que usted no tenga una evidencia notable del momento en que el rostro de su Redentor se inclina sobre usted con compasión y amor, pero esto es así. Puede ser que usted no sienta su toque visible, pero su mano está sobre usted con amor y ternura compasiva. 

Dios los ama a ambos y quiere salvarlos con una salvación abundante. Pero esto no sucederá en la manera como ustedes piensan, sino en la manera designada por Dios. Ustedes deben cumplir con las condiciones expuestas en las Escrituras de verdad, y Dios cumplirá su parte tan ciertamente como su trono es seguro. Debido a que las admoniciones que Dios envía a su pueblo son humillantes para la naturaleza humana, usted no debe, mi hermano, rebelarse contra estos reproches y advertencias. Necesita morir diariamente, para experimentar una crucifixión diaria del yo.

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De acuerdo con la luz que Dios me ha dado en visión, la maldad y el engaño están aumentando entre el pueblo de Dios que profesa guardar sus mandamientos. Está disminuyendo entre el pueblo de Dios el discernimiento espiritual para ver el pecado tal como existe y para luego expulsarlo del campamento; y la ceguera espiritual está cayendo rápidamente sobre ellos. Debe revivirse el testimonio directo que separará de Israel a los que siempre han estado en guerra con los medios que Dios ha establecido para mantener la corrupción fuera de la iglesia. Los errores deben llamarse errores. Los pecados serios deben llamarse por el nombre que corresponde. Todo el pueblo de Dios debiera acercarse a él y lavar las ropas de su carácter en la sangre del Cordero. Entonces verán el pecado en la verdadera luz y comprenderán cuán ofensivo es a la vista de Dios.

A nuestros primeros padres, cuando fueron tentados, les pareció un asunto insignificante transgredir la orden de Dios en un pequeño acto y comer de un árbol que era hermoso a la vista y agradable al paladar. Para los transgresores éste era apenas un acto pequeño, pero destruyó su lealtad a Dios y abrió un diluvio de dolor y culpa que inundó el mundo. ¡Quién puede saber, en el momento de la tentación, las terribles consecuencias que resultarán de un solo paso equivocado, precipitado! Nuestra única seguridad se encuentra en estar protegidos por la gracia de Dios en todo momento, y en no extinguir nuestro discernimiento espiritual de modo que llamemos a lo malo bueno, y a lo bueno malo. Sin vacilación o discusión, debemos cerrar y guardar las avenidas del alma contra el mal. 

Nos costará un esfuerzo asegurarnos la vida eterna. Es sólo por un esfuerzo largo y perseverante, por penosa disciplina y severo conflicto que seremos vencedores. Pero si paciente y decididamente, en el nombre del Conquistador que triunfó en nuestro favor en el desierto de la tentación, vencemos como él venció, tendremos la vida eterna. Nuestros esfuerzos, nuestra abnegación, nuestra perseverancia, deben estar en proporción al valor infinito del objetivo que estamos persiguiendo.

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No deben permitir que su amor propio les impida a ustedes mismos y a otros percibir que están en el error puesto que no ven nada que condenar en las apariencias externas. Dios ve; él puede leer los motivos y propósitos del alma. Les imploro en el nombre de nuestro Maestro, que nos ha llamado y asignado nuestro trabajo, que se aparten y nos dejen hacer la obra que Dios nos ha encomendado. Reserven sus palabras de simpatía y compasión para quienes realmente las merecen: los que están impulsados por el Espíritu de Dios para mostrar a su pueblo sus transgresiones y a la casa de Israel sus pecados. En estos últimos días el error y el pecado se aceptan más fácilmente que la verdad y la justicia. Se requiere ahora que los soldados de Cristo se ciñan la armadura cristiana y rechacen la oscuridad moral que está inundando el mundo.

Dios les dará a ambos victorias preciosas si se rinden enteramente a él y permiten que su gracia subyugue sus corazones orgullosos. Su justicia propia no les aprovechará de nada ante Dios. Nada debiera hacerse irregularmente o con un espíritu arrebatado. No pueden corregirse los errores ni hacerse reformas de carácter mediante unos pocos esfuerzos débiles e intermitentes. La santificación no es una obra de un día o un año, sino de toda la vida. Sin esfuerzos continuos y actividad incesante, no puede haber progreso en la vida divina, ni obtenerse la corona del vencedor. Estamos preparándonos para el juicio, y no es seguro trabajar con nuestra propia sabiduría ni confiar en nuestro propio criterio. Con el espíritu de confianza propia que ahora poseen, ninguno de ustedes podría ser feliz en el Cielo; porque allí todos, aun los ángeles exaltados, están subordinados. Ustedes tienen que aprender todavía la subordinación y la sumisión. Ambos deben ser transformados por la gracia de Dios.

Hermana A, vi que usted debiera cuidar de no abrir una puerta de tentación a su esposo, que no pueda cerrar a voluntad. Es más fácil invitar al enemigo a sus corazones que despedirlo después que ha ocupado el territorio. Su orgullo se hiere fácilmente y usted necesita acercarse a Dios y buscar gracia fervientemente—la gracia divina—, para soportar las privaciones como un buen soldado de Jesucristo. Dios será su ayudador si lo elige a él como su fuerza. Ambos debieran cultivar una mayor devoción a Dios. La única manera de velar humildemente es velar con oración. No piensen por un momento que pueden sentarse cómodamente y gozar de la vida, y pensar en su propio placer y conveniencia. La vida de Cristo es nuestro ejemplo. Él era un hombre de dolores y experimentado en quebrantos; fue herido y lastimado. Ustedes están demasiado satisfechos con su posición. Necesitan constante vigilancia, no sea que Satanás los seduzca mediante sus sutilezas, corrompa sus mentes y los haga caer en contradicciones y en una grosera oscuridad. Su vigilancia debiera caracterizarse por un espíritu de humilde dependencia de Dios. No debiera realizarse con un espíritu orgulloso y de confianza propia, sino con un sentido profundo de su debilidad personal y una confianza infantil en las promesas de Dios.

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Ahora es una tarea fácil y placentera predicar la verdad del mensaje del tercer ángel, en comparación con lo que era cuando recién comenzó a proclamarse, cuando los números eran pocos y se nos miraba como fanáticos. Aquellos que llevaban la responsabilidad del mensaje durante sus comienzos y progreso inicial del mensaje sabían lo que eran conflictos, aflicción y angustia del alma. La carga pesaba sobre ellos día y noche. No pensaban en descanso ni en conveniencias, aunque estaban abrumados por el sufrimiento y la enfermedad. La brevedad del tiempo requería actividad y los obreros eran pocos.

Frecuentemente, cuando teníamos que vernos en situaciones de apremio, pasábamos toda la noche en oración ferviente y agonizante, con lágrimas, en busca de la ayuda de Dios y de luz que resplandeciera sobre su Palabra. Cuando llegaba la luz y las nubes habían sido rechazadas, ¡qué gozo y qué felicidad agradecida descansaba sobre los ansiosos y fervientes investigadores! Nuestra gratitud a Dios era tan completa como había sido nuestro ferviente y anhelante clamor por luz. Algunas noches no podíamos dormir porque nuestros corazones estaban desbordando de amor y gratitud a Dios.

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Los hombres que salen ahora a predicar la verdad tienen a su disposición materiales que han sido preparados para ellos. No pueden ahora experimentar privaciones como las que soportaron los obreros en la verdad presente antes que ellos. La verdad ha sido publicada, eslabón tras eslabón, hasta formar una cadena clara y unida. Presentar la verdad con tal claridad y armonía ha requerido cuidadosa investigación. La oposición, sumamente amarga y resuelta, condujo a los siervos de Dios al Señor y a sus Biblias. Ciertamente les fue preciosa la luz que vino de Dios.

Se me ha mostrado que la razón por la que algunos no pueden distinguir lo bueno es porque han halagado durante mucho tiempo al enemigo que ha trabajado lado a lado con ellos mientras no han discernido su poder. A veces parece difícil esperar pacientemente hasta que llega el tiempo de Dios para vindicar el bien. Pero se me ha mostrado que si nos volvemos impacientes perdemos una rica recompensa. Como fieles labradores en el gran campo de Dios, debemos sembrar con lágrimas y ser pacientes y llenos de esperanza. Debemos enfrentar problemas y tristezas. Tentaciones y trabajos penosos afligirán el alma, pero debemos esperar pacientemente con fe para cosechar con gozo. Durante la victoria final Dios no necesitará a las personas que en tiempos de riesgo y peligro no se encuentran en ninguna parte, cuando se requieren la fuerza, el valor y la influencia de todos para arremeter contra el enemigo. Aquellos que permanecen como soldados fieles para batallar contra el mal y vindicar el bien, luchando contra principados y potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes espirituales de maldad en los lugares celestes, recibirá cada uno la alabanza del Maestro: “Bien, buen siervo y fiel;… entra en el gozo de tu Señor”. Mateo 25:21.

Nunca hubo mayor necesidad de advertencias y reprensiones fieles, y un trato estricto y directo, como en este tiempo. Satanás ha descendido con gran poder, sabiendo que tiene poco tiempo. Está inundando el mundo con fábulas agradables, y al pueblo de Dios le encanta que se le hablen cosas halagadoras. El pecado y la iniquidad no son aborrecidos. Se me mostró que el pueblo de Dios debe hacer esfuerzos más firmes y resueltos para rechazar las tinieblas que están por llegar. Se necesita ahora como nunca antes la obra cabal del Espíritu de Dios. Hay que liberarse de toda tontería. Debemos despertar del letargo que traerá nuestra destrucción a menos que lo resistamos. Satanás tiene una influencia poderosa, dominante, sobre las mentes. Los predicadores y la gente están en peligro de ser hallados del lado de las potestades de las tinieblas. No hay tal cosa ahora como una posición neutral. Estamos decididamente en favor de lo bueno o decididamente de parte de lo malo. Cristo dijo: “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama”. Mateo 12:30. 

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Siempre se encontrarán aquellos que simpatizarán con los que están equivocados. Satanás tuvo simpatizantes en el Cielo, y tomó consigo una gran cantidad de los ángeles. Dios y Cristo y los ángeles celestiales estaban de un lado, y Satanás del otro. Pese al poder infinito y a la majestad de Dios y de Cristo, hubo ángeles que se volvieron desleales. Las insinuaciones de Satanás tuvieron efecto y ellos realmente llegaron a creer que el Padre y el Hijo eran sus enemigos y que Satanás era su benefactor. Satanás tiene el mismo poder y el mismo control sobre las mentes ahora, sólo que lo ha centuplicado mediante el ejercicio y la experiencia. Actualmente los hombres y las mujeres son engañados, cegados por sus insinuaciones y ardides, y no lo saben. Al dar lugar a las dudas y la incredulidad respecto a la obra de Dios, y al acariciar sentimientos de desconfianza y celos crueles, se están preparando para un engaño completo. Se levantan con sentimientos amargos contra aquellos que se atreven a hablar de sus errores y reprobar sus pecados.

Aquellos que en el temor de Dios se han aventurado a enfrentar fielmente el error y el pecado, llamando al pecado por el nombre que le corresponde, han cumplido con un deber desagradable que les ha acarreado gran sufrimiento emocional: consiguen la simpatía de unos pocos y sufren el menosprecio de muchos. Pero los simpatizantes de los pecadores reprendidos están del lado equivocado y cumplen los propósitos de Satanás para derrotar el designio de Dios.

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