Si usted ciertamente ha entrado en la escuela de Cristo, él espera que en su carácter y conducta manifieste la humildad que está tan hermosamente ejemplificada en el carácter de Jesús. Cristo no emprenderá la tarea de enseñar a los santurrones, arrogantes y tercos. Si los tales acuden a él con la pregunta, ¿Qué es verdad?, él no les responde. Él sólo guiará a los mansos en el juicio; a los mansos les enseñará su camino. Salomón estaba dotado naturalmente con buen juicio y notables facultades de razonamiento, pero se reconoció ante Dios como un niñito. Buscó sabiduría de Dios con humildad, y no buscó en vano. Si usted realmente investiga en busca de la verdad con motivos correctos, irá al cuerpo de creyentes porque ellos tienen la verdad. Si usted está investigando las Escrituras y diferentes autores para poder encontrar doctrinas que coincidan con sus opiniones preconcebidas, y si ya definió firmemente su fe, entonces seguirá siendo jactancioso, confiado en sí mismo e inflexible.
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La confianza propia es una trampa
Hermano B, con su actual espíritu terco, rebelde, usted se alejará más y más de la verdad; y a menos que se convierta, resultará ser un gran impedimento para la causa de Dios en cualquier lugar donde tenga alguna influencia. Usted es persistente para ganar sus argumentos. Su espíritu autosuficiente debe ceder antes que pueda ver nada claramente. Ha inducido a su esposa a pensar que usted conocía la verdad mejor que cualquiera de nuestros ministros; ha tomado la llave del conocimiento en sus manos, en lo que a ella concierne, y la ha mantenido en tinieblas. Dios le ha dado a su iglesia hombres de criterio, experiencia y fe. Ellos conocen el camino de la verdad y la salvación, porque la han investigado con agonía de espíritu a causa de la oposición que tuvieron que enfrentar por parte de hombres que convirtieron la verdad de Dios en una mentira; y el beneficio de la labor de estos fieles siervos de Dios es dado al mundo.
Hay muy pocos que comprenden la naturaleza exaltada de la obra de Dios en comparación con los cuidados temporales de la vida. Jesús, el Maestro celestial, nos ha dado instrucciones a través de sus discípulos. Cuando él envió a los doce, los instruyó a que en cualquier ciudad o pueblo donde tuvieran que entrar debían preguntar quién era digno en ella de su atención y de su visita; y si se encontraba un lugar adecuado donde la gente estimaba la bendición que les llegaba—el privilegio de hospedar a los mensajeros de Cristo—debían morar allí y permitir que allí reposara su paz hasta que dejaran esa ciudad. No se les instruyó a que visitaran cualquier casa o todas ellas en forma indiscriminada, imponiendo su presencia sobre la gente sin tomar en cuenta que fueran bienvenidos o no; pero si no eran bienvenidos, si su paz no podía descansar en la casa, debían abandonarla y buscar una casa donde los miembros fueran dignos y donde su espíritu pudiera descansar.
Cuando los mensajeros de Cristo que salen a enseñar la verdad a otros son rechazados y sus palabras no encuentran cabida en el corazón, Cristo es rechazado y su Palabra es despreciada en los mensajeros de verdad a quienes él ha escogido y enviado. Esto tiene una aplicación tan plena en esta época del mundo como la tuvo cuando Cristo dio la instrucción a sus mensajeros escogidos.
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Cuando Cristo estuvo sobre la tierra, había hombres que no tenían respeto o cortesía por los mensajeros de Dios, ni más consideración por sus amonestaciones que por el propio juicio de ellos; también en esta época del mundo hay personas que tienen menos respeto por el testimonio de los siervos escogidos de Dios que por sus propias opiniones. Los tales no pueden beneficiarse con las labores de los siervos de Dios, y no debiera perderse tiempo en degradar la obra de Dios para enfrentar esas mentes. Cristo les dijo a los siervos a quienes envió: “El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió”. Lucas 10:16.
Cristo da poder a la voz de la iglesia. “De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo”. Mateo 18:18. No se aprueba en absoluto que un hombre se ponga a hacer algo en base a su responsabilidad individual y defienda los puntos de vista que él escoge, sin tener en cuenta el juicio de la iglesia. Dios ha concedido a su iglesia el supremo poder bajo el cielo. Es la voz de Dios en su pueblo unido como iglesia, la que debe ser respetada.
Dios ha dado a su iglesia hombres que tienen una experiencia especial: aquellos que han ayunado y llorado y orado, aun durante toda la noche, para que el Señor abriese las Escrituras a sus mentes. Con humildad estos hombres han dado al mundo el beneficio de su experiencia madura. ¿Es esta luz del cielo, o de los hombres? ¿Es de algún valor, o es inservible? Al diseminar puntos de vista erróneos acerca de la verdad bíblica, el hermano B está haciendo una obra que algún día querrá anular; pero esto será en vano. Puede arrepentirse, puede aun ser salvo como por fuego; pero, oh, ¡cuánto tiempo precioso se habrá perdido que nunca podrá ser redimido! ¡Cuánta semilla ha sembrado que sólo ha producido zarzas y espinas! ¡Cuántas almas se han perdido que podrían haber sido salvadas si él hubiera tratado de hacer brillar la luz con tanto fervor como ha esparcido sus tinieblas! ¡Lo que podría no haber hecho si hubiera sido una persona consagrada, santificada mediante la verdad! El hermano B se siente demasiado autosuficiente, demasiado rico y lleno de bienes, como para ver su necesidad de algo. El Testigo Fiel lo señaló y dijo: “Si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”. Él no respeta la luz de la verdad tan cuidadosamente expuesta en libros y revistas, sino que exalta su propio juicio por encima de la luz más preciosa, y esta luz se elevará en el juicio para condenarlo.
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Vi que él se opondría a los hombres a quienes Dios ha considerado conveniente confiarles la responsabilidad de su obra. Exaltaría sus propias opiniones y puntos de vista por encima de la luz que Dios había dado a través de ellos, y se jactaría de su conocimiento; y sería un acusador de sus hermanos, sin exceptuar a los embajadores de Cristo. Toda esta influencia altanera para empequeñecer el juicio de los siervos de Dios y para acusarlos de debilidad y errores, exaltando sus propias opiniones por encima de las de ellos, si no se arrepiente de ello, se hallará escrita contra él en los libros, los que él verá con vergüenza en el día de Dios.
Dios sostendrá a sus siervos, preservará a sus escogidos; pero ay de aquel que invalida las palabras de los embajadores de Cristo, que reciben la palabra de la boca de Dios para hablar a la gente y que les dicen que la espada viene y los amonestan a fin de que se preparen para el gran día de Dios. El hermano B encontrará que la obra en la que ha estado ocupado no es algo de poca importancia o trivial; es una obra que recaerá sobre su alma con peso aplastante. Ha puesto su espíritu en oposición a Dios. Tiene ante sí una obra difícil. Dijo Cristo: “Es forzoso que vengan escándalos, pero, ¡ay del hombre que los ocasione!” Mateo 18:7 (NRV).
Hermano B, hace tres años me fue mostrado el curso de conducta que usted ha estado siguiendo. Vi que usted estaba equivocado en casi cada acto, y sin embargo trató de medir la verdad comparándola con sus acciones en vez de medir éstas en relación con la verdad. Usted no fue una luz para el pueblo de Dios, sino una terrible carga. Usted no levanta cuando hay que levantar, y desanima a otros para que no practiquen unidad de acción. Siempre está encontrando faltas y hablando de sus hermanos, y mientras usted ha estado cuestionando la conducta de otros, un espeso crecimiento de malas hierbas ha prosperado y enraizado profundamente en su corazón. Esas raíces de amargura que han brotado, han contaminado a muchos y contaminarán a muchos más a menos que usted las vea y las desarraigue.
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Se me mostró que un espíritu duro, farisaico, se desarrollará en el hermano B y lo controlará, a menos que vea los defectos terribles que hay en su carácter y obtenga gracia de Dios para corregir el mal. Antes que abrazara la verdad, su mano parecía estar contra todos; su espíritu combativo cobraba fuerzas ante cualquier provocación, y su autoestima se sentía herida; era un hombre duro, que se metía en dificultades y las creaba. La verdad de Dios obró una reforma en él. Dios lo aceptó y su mano lo sostuvo. Pero desde que el hermano B perdió el espíritu de consagración, su antiguo espíritu, turbulento y en desacuerdo con otros, se ha ido fortaleciendo y ha tratado de obtener el dominio. Cuando el yo muera y humille su corazón orgulloso ante Dios, encontrará cuán débil es su fuerza; sentirá la necesidad del socorro celestial y clamará: “Inmundo, inmundo, ante ti, oh Dios”. Toda su orgullosa jactancia en el yo terminará.
La vida en este mundo tempestuoso, donde las tinieblas morales triunfan sobre la verdad y la virtud, será para el cristiano un conflicto continuo. Encontrará que debe mantener puesta su armadura, porque tendrá que pelear contra fuerzas que nunca se cansan y enemigos que nunca duermen. Nos encontraremos asediados por incontables tentaciones, y debemos encontrar fuerza en Cristo para vencerlas o ser vencidos por ellas y perder nuestras almas. Tenemos una obra grande y solemne que hacer, y cuán terrible será nuestra pérdida si fracasamos. Si la obra que nuestro Maestro nos ha dejado se encuentra sin hacer, no se nos concederá un segundo tiempo de prueba. Deberá quedar sin hacerse para siempre.
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Se me mostró la vida del hermano B y su familia. Los ángeles lloraban al ver la conducta de él en la casa, al ver a la esposa desprovista de cariño, que no recibe respeto de él cuyo deber es amarla y cuidarla como a su propio cuerpo, así como Cristo amó y cuidó a la iglesia. Se esmera en hacer evidentes los defectos de ella y exalta su propia sabiduría y criterio, haciéndole sentir su inferioridad en compañía y sola. Pese a que ella es una analfabeta, su espíritu es por lejos más aceptable ante Dios que el de su esposo. Dios contempla a la hermana B con sentimientos de la más profunda compasión. Ella práctica los principios de verdad, hasta donde tiene luz, mucho mejor que su esposo. Ella no será responsable por la luz y el conocimiento que ha tenido su esposo pero que ella no ha tenido. Él podría ser una luz y una ayuda y una bendición para ella, pero usa su influencia en una forma equivocada. Le lee lo que a él le place, aquello que dará fuerza a sus opiniones e ideas, mientras que retiene luz esencial que no desea que ella escuche.
Él no respeta a su esposa, y les permite a sus hijos que le muestren falta de respeto. Como los hijos de Elí, a estos hijos se los deja crecer como quieren. No los restringe, y todo este descuido repercutirá poco a poco sobre él. Lo que el hermano B está ahora sembrando seguramente lo cosechará. En muchos respectos, la hermana B está más cerca del reino de los cielos que su esposo. Estos hijos ingobernables, desobedientes, a quienes no se ha educado para que ejerzan el dominio propio, plantarán espinas en los corazones de sus padres que ellos no podrán impedir; y luego en el juicio Dios llamará a cuenta a los padres por educar a los hijos en el mundo y por permitirles que crezcan indisciplinados, poco afectuosos y recibiendo poco cariño. Estos hijos no pueden ser salvos en el reino de los cielos sin un gran cambio en sus caracteres.
El hermano B trata de que su esposa crea como él cree, y quisiera que su esposa pensara que todo lo que él hace es correcto y que sabe más que cualquiera de los ministros y que es más sabio que todos los hombres. Se me mostró que en su sabiduría jactanciosa está tratando con los cuerpos de sus hijos como lo hace con el alma de su esposa. Ha estado siguiendo un curso de acción de acuerdo con su propia sabiduría, lo cual está arruinando la salud de su hija. Se jacta de que el veneno que ha introducido en el sistema de ella la mantiene viva. ¡Qué error! Debiera comprender cuánto mejor podría haber estado si él la hubiera dejado sola y no hubiese abusado de su naturaleza. Esta niña no puede tener nunca una constitución saludable porque sus huesos y la corriente sanguínea que está en sus venas han sido envenenados. La constitución destrozada de sus hijos y sus dolores penosos clamarán contra su sabiduría presumida, que es necedad.
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Pero lo más deplorable de todo es que él, por decirlo así, ha dejado abierta de par en par la puerta de la perdición para que sus hijos entren y se pierdan. La naturaleza de sus hijos tendrá que cambiar, sus caracteres tendrán que ser transformados y hechos de nuevo, o no puede haber esperanza para ellos. ¿Pueden los ángeles mirar amorosamente a su familia, hermano B? ¿Pueden deleitarse en morar en su casa? El edificio es bueno, pero la casa no es lo que hace la felicidad interior. Aquellos que viven dentro de las paredes la convierten en un cielo o un infierno. Usted no respeta a la madre de sus hijos. Les permite que sean desobedientes e irrespetuosos.
Usted puede decir: “¿Por qué la hermana White me viene con esto? Yo no tengo fe en las visiones”. Yo lo sabía desde antes que intentara escribirle, pero siento que ha llegado el tiempo de exponerle estas cosas. Debo decirle la verdad, porque espero enfrentar en el juicio lo que aquí he escrito imperfectamente. He esperado, confiando en que podría decirle algo que llegaría a su corazón y lo suavizaría por las palabras que he escrito aquí. Pero he perdido toda esperanza en esa dirección, porque usted se ha fortificado con una armadura tan impenetrable como el acero. Usted no aceptará nada que no satisfaga su mente. Se me mostró que habría sido mejor para la causa de la verdad presente si usted nunca hubiera abrazado la verdad del sábado. Su conciencia no es muy sensible; usted está cegado por el enemigo.
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He renunciado a toda esperanza de hacer algo para la iglesia en _____ mientras usted sea una piedra de tropiezo para ellos. En un tiempo usted amó la verdad, y si hubiera seguido en la senda de la verdad y la santidad ahora sería un embajador para Cristo. Usted tendrá que rendir una cuenta terrible en el gran día de Dios por sus talentos que no han sido desarrollados. Usted tenía buenas aptitudes. Dios le prestó estos talentos para que los pusiera en buen uso, pero usted abusó de esos dones. Si hubiera usado del lado correcto la capacidad que Dios le había dado, habría hecho mucho en la ganancia de almas para Cristo, y vería en el reino de los cielos almas salvadas por su intermedio. Pero usted ha desparramado en vez de juntar con Cristo. Sus hermanos se han desanimado de tratar de levantarse y avanzar, porque usted, como una fuerza opositora, neutraliza lo bueno que ellos harían.
El corazón de Dios nunca ha anhelado salvar a sus hijos terrenales con un amor más profundo y una ternura más compasiva que ahora. Nunca hubo un tiempo cuando Dios estuviera más dispuesto y esperando para hacer más por su pueblo que ahora. Y él instruirá y salvará a todos los que eligen ser salvados en la manera que él ha establecido. Aquellos que son espirituales pueden discernir cosas espirituales y ver señales de la presencia y la obra de Dios en todas partes. Satanás, mediante su estrategia hábil y perversa, condujo a nuestros primeros padres fuera del Jardín del Edén, de su inocencia y pureza al pecado y una miseria indecible. No ha cesado de destruir; todas las fuerzas de las que puede disponer las emplea diligentemente en estos últimos días para lograr la ruina de las almas. Se apodera de todo recurso que puede usar para engañar, enredar y confundir al pueblo de Dios.
Lo ha usado a usted como su agente para diseminar oscuridad y confusión, y él descubre que usted trabaja admirablemente en sus manos. Usted es el instrumento preciso que él puede manejar en forma efectiva para herir, desanimar y derribar. Usted no siente entusiasmo para poner su hombro debajo de la carga con el pueblo de Dios; pero cuando ellos quieren avanzar, usted se arroja como una carga adicional para impedirles hacer lo que podrían a fin de avanzar en la dirección correcta. Satanás está trabajando con aquellos que guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús. Existe en él el odio más amargo contra todos los que son leales a Dios y que obedecen sus mandamientos. Él no duerme; no disminuye su vigilancia ni por un momento. Ojalá los profesos seguidores de Dios fueran la mitad de sabios, diligentes y perseverantes en la obra de Dios como lo es Satanás en su obra.
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Si usted, hermano B, hubiera continuado cuando puso primero su mano al arado, y no hubiese mirado atrás, ahora sería un mensajero de luz para llevar la verdad a aquellos que están en tinieblas. Pero Dios no podía usarlo para su gloria hasta que usted aprendiera a buscar consejo con sus hermanos y a no pensar que sabía todo lo que valía la pena saber. Satanás ha tenido éxito en impedir que usted haga el bien. Por un tiempo usted corrió bien, pero las tentaciones de Satanás lo vencieron. A usted le encantaba ser el primero y ser lisonjeado. A usted le encantaba el poder que da el dinero. Satanás comprende la debilidad de los hombres. Tiene el conocimiento que ha acumulado por siglos y posee experiencia en su trabajo. Su astucia y engaños están bien madurados, y demasiado a menudo tienen éxito porque el pueblo de Dios no es tan sabio como las serpientes.
Satanás aparece frecuentemente como un ángel de luz, ataviado con el uniforme del cielo; asume un aire amistoso, manifestando gran santidad de carácter y alta consideración por sus víctimas, las almas que se propone engañar y destruir. Yacen peligros en la senda que él invita a las almas a recorrer, pero tiene éxito en encubrirlos y presenta sólo las atracciones. El gran Capitán de nuestra salvación ha vencido en nuestro favor, para que a través de él podamos ser vencedores, si así lo queremos. Pero Cristo no salva a nadie en contra de su decisión; no obliga a nadie a obedecer. Hizo el sacrificio infinito para que podamos vencer en su nombre y para que su justicia nos sea imputada.
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Pero a fin de ser salvado usted debe aceptar el yugo de Cristo y desechar el yugo que usted mismo ha modelado para su cuello. La victoria que Jesús ganó en el desierto es una garantía de la victoria que usted puede ganar mediante su nombre. Su única esperanza y salvación está en vencer como Cristo venció. La ira de Dios pende ahora sobre su persona. Usted ama las atracciones del mundo más que el tesoro celestial. La concupiscencia de los ojos y el orgullo de la vida lo han separado de Dios. Su confianza en su propio yo pobre, débil, defectuoso, debe ser quebrantada. Debe sentir su debilidad antes que pueda caer, con su carga, en las manos de Dios. El alma que confía plena y enteramente en Dios nunca será confundida.
Dios no desea que consultemos nuestra propia conveniencia para obedecerle. Cristo no se agradó a sí mismo cuando fue un hombre entre los hombres. Fue un hombre de dolores, experimentado en quebrantos. La Majestad del cielo no tuvo dónde reposar su cabeza, ningún lugar que pudiera reclamar como suyo. Se volvió pobre por causa nuestra, para que mediante él ciertamente pudiéramos ser enriquecidos. No hablemos de sacrificio, porque no sabemos qué es sacrificarse por la verdad. Hasta ahora apenas hemos levantado la cruz por la amada causa de Cristo. No busquemos un camino más fácil que la senda que nuestro Redentor recorrió antes de nosotros. ¡Cuán incompetente es usted, con toda su jactanciosa sabiduría, para ser su propio guía! ¡Cuán propenso es usted a seguir los dictados de una conciencia engañada, a andar en el camino del error, y a arrastrar a otros consigo!
Su temperamento natural es tal que le son muy difíciles la sumisión y la obediencia a los requerimientos de Dios. Su confianza propia ilimitada, sus prejuicios y sus sentimientos lo inducen fácilmente a escoger una senda equivocada. Cristo será su guía infalible si usted lo elige a él antes que a su propio juicio ciego. En su negocio usted no ha tenido sinceridad de propósito para la gloria de Dios. Ha enfrentado muchas perplejidades y dificultades, y si hubiera confiado en el verdadero Consejero en vez de confiar en su propio juicio, siempre habría sido guiado para superar sus perplejidades en sus transacciones comerciales.
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Tiene ante usted una obra importante que nunca podrá llevar a cabo sin la ayuda especial de Dios. Usted es capaz de asegurarse el compañerismo de los ángeles y de ser un heredero de Dios, un coheredero con Jesucristo; y el hecho de que usted trabaje a fin de restringir la extensión de la esperanza y los deseos al alcance estrecho de sus propias conveniencias sería un error de toda la vida. Es un error terrible vivir sólo para este mundo. Usted mira hacia atrás y siente la condenación de su propio camino equivocado, y trata de justificarse encontrando faltas en otros. Cualquiera sea la trayectoria que otros puedan seguir, o lo equivocado que puedan estar, los errores de ellos nunca cubrirán una de sus faltas; y en el día del ajuste final de cuentas usted no se atreverá a mencionar esto ante Dios como un paliativo de su descuido del deber.
Dios se propone aceptarlo a usted como su hijo y convertirlo en un miembro de la familia real, un hijo del Rey celestial, bajo la condición de que usted salga del mundo y se separe y no toque ninguna cosa inmunda. El Monarca del cielo quiere que usted posea y disfrute todo lo que puede ennoblecer, expandir y exaltar su ser y capacitarlo para morar con él para siempre, midiendo su existencia con la vida de Dios. ¡Qué perspectivas encierra la vida venidera! ¡Qué encantos posee! ¡Cuán ancho y profundo e ilimitado es el amor de Dios manifestado al hombre! No hay palabras que puedan describir este amor; sobrepasa todo pensamiento e imaginación, pero es una realidad que usted debe aprender por experiencia; usted puede regocijarse en él con gozo indecible y lleno de gloria.
Con tales perspectivas ante usted, ¿cómo puede estrechar su mente al alcance de los pensamientos y las ocupaciones mundanales, buscando ganancias y renunciando a un punto tras otro de la verdad presente? Es deseable que usted retenga la verdad, los principios y la conciencia. El favor de Dios es mejor que casas de piata y oro. El gozo más profundo del corazón procede de la humillación más profunda. La confianza y sumisión a Dios producen fortaleza y nobleza de carácter. Las lágrimas no son siempre evidencia de debilidad. A fin de que usted construya un carácter que sea simétrico a la vista de un Dios puro y santo, debe comenzar en los fundamentos. El corazón debe quebrantarse ante Dios, y debe mostrarse verdadero arrepentimiento por el pecado, hasta que usted satisfaga las demandas de la verdad y el deber. Entonces tendrá verdadero respeto por sí mismo y verdadera confianza en Dios. Tendrá ternura de sentimientos. Todo ese espíritu jactancioso desaparecerá. En lugar de aspereza habrá una gran ternura combinada con firmeza de propósito para permanecer de parte de la verdad en todos los eventos. Entonces verá mucho en el mundo y en su propio corazón para hacerlo llorar.