Los jóvenes están en peligro; pero no disciernen las tendencias y el resultado de la conducta que siguen. Muchos se dedican al galanteo. Parecen infatuados. No hay nada noble, digno ni sagrado en esas relaciones; debido a que son impulsadas por Satanás, la influencia que ejercen tiende a agradar al enemigo. Las amonestaciones que se dirigen a estas personas son desoídas, pues son duras de cerviz, egoístas y desafiantes. Creen que la amonestación, el consejo o el reproche no se aplican a ellas. Su conducta no las preocupa. Están continuamente separándose de la luz y el amor de Dios. Pierden todo discernimiento de las cosas sagradas y eternas; aunque conservan una forma árida de los deberes cristianos, no ponen el corazón en estos servicios religiosos. Demasiado tarde, estas almas seducidas aprenderán que “estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”. Mateo 7:14.
Las palabras, las acciones y los motivos quedan registrados, pero cuán poco se percatan esas cabezas livianas y superficiales y esos corazones duros de que un ángel de Dios está a su lado anotando la manera en que emplean sus preciosos momentos. Dios traerá a luz toda palabra y toda acción. El está en todo lugar. Sus mensajeros, aunque invisibles, visitan el taller y el dormitorio. Las ocultas obras de las tinieblas serán sacadas a luz. Los pensamientos, los intentos y los propósitos del corazón serán revelados. Todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel con quien tenemos que tratar.
Los obreros deben llevar a Jesús consigo a todo rincón de su trabajo. Cualquier cosa que hagan, deben hacerla con una exactitud y un esmero que soporte la inspección. Deben poner su corazón en el trabajo. La fidelidad es tan esencial en los deberes comunes de la vida como en los que entrañan mayor responsabilidad. Algunos pueden concebir la idea de que su trabajo no es ennoblecedor; pero su trabajo es como ellos quieren hacerlo. Sólo ellos son capaces de degradar o elevar su empleo. Quisiéramos que cada zángano se viese obligado a trabajar para ganar su pan cotidiano; porque el trabajo es una bendición, no una maldición. La labor diligente nos preservará de muchas trampas de Satanás, el cual “encuentra siempre algún trabajo perjudicial para las manos ociosas”.
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Ninguno de nosotros debe avergonzarse de su trabajo, por humilde y servil que parezca, pues es ennoblecedor. Todos los que trabajan, ya sea con la mente o con las manos son obreros y obreras que cumplen con su deber y honran su religión, tanto mientras lavan la ropa o los platos como cuando van a una reunión. Mientras las manos se dedican al trabajo más común, la mente puede ser elevada y ennoblecida con pensamientos puros y santos. Cuando cualquiera de los obreros manifiesta falta de respeto por las cosas religiosas, debe ser separado de la obra. Nadie piense que la institución depende de él.
Los que han estado empleados largo tiempo en nuestras instituciones debieran ser ahora obreros responsables, dignos de confianza en todo lugar, tan fieles al deber como la brújula al polo. Si ellos hubiesen aprovechado debidamente sus oportunidades, ahora podrían tener un carácter simétrico y una profunda y viva experiencia en las cosas religiosas. Pero algunos de estos obreros se han separado de Dios. Han puesto a un lado la religión. No constituye ya un principio labrado en ellos, cuidadosamente apreciado doquiera que vayan, en cualquier relación en que los coloquen las circunstancias, ya no les resulta un ancla para el alma. Quisiera que todos los obreros consideraran cuidadosamente que el éxito, tanto en esta vida como para alcanzar la vida futura, depende principalmente de la fidelidad en las cosas pequeñas. Los que anhelan tener responsabilidades superiores deben manifestar fidelidad en el cumplimiento de sus deberes donde Dios los ha colocado.
La perfección de la obra de Dios se ve tan claramente en el más diminuto insecto como en el rey de las aves. El alma del niñito que cree en Cristo le es tan preciosa como los ángeles que rodean su trono. “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Mateo 5:48. Como Dios es perfecto en su esfera, puede serlo el hombre en la suya. Todo lo que la mano encuentre para hacer debe ser hecho con esmero y prontitud. La fidelidad e integridad en las cosas pequeñas, el cumplimiento de los pequeños deberes y de los actos de bondad, alegrará la senda de la vida, y cuando nuestra obra en la tierra esté terminada, cada uno de los pequeños deberes cumplidos con fidelidad será atesorado como preciosa gema delante de Dios.
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Las sociedades de extensión misionera
En mi última visión se me mostró de nuevo el momento en que surgieron las casas editoras y el progreso de la causa de la verdad presente. Cuando se fundó nuestra casa editora de Battle Creek los amigos de la causa eran pocos y, por lo general, de escasos recursos. Pero cuando se pidió ayuda muchos acudieron noblemente y ayudaron a la causa adquiriendo acciones de la editorial. El Señor se complació por el espíritu manifestado.
Veintiséis años han pasado desde ese momento y la providencia de Dios ha permitido que la luz brille por todas partes. Los comienzos fueron pequeños, fueron necesarios grandes sacrificios por parte de los primeros amigos de la causa. A cada paso surgían grandes obstáculos que era preciso salvar. Los hermanos que invirtieron sus recursos en la Review llevaban a cabo la mejor obra que el Señor hubiera podido esperar de ellos.
El paso del tiempo ha traído grandes cambios. La luz ha aumentado y se ha esparcido ampliamente. Mientras las personas ansiosas por la verdad han clamado: “Guarda, ¿qué de la noche?” (Isaías 21:11), la respuesta ha sido clara: “La mañana viene, y después la noche” Isaías 21:12. La investigación cuidadosa de las profecías ha hecho que entendamos en qué punto de la historia de este mundo nos encontramos. Y sabemos con certeza que la segunda venida de Cristo está cercana. El resultado de esas investigaciones debe ser presentado ante el mundo mediante la palabra impresa. Y puesto que el mundo ha crecido y su población ha aumentado, año tras años se han necesitado más recursos y las mejoras se han producido de manera constante. El mundo está maravillado de que con una verdad tan impopular la obra fuese tan próspera. Pero aun con mayor luz y la verdad confirmadas, y mayores facilidades en todos los aspectos del avance de la causa, nuestras obras no corresponden con nuestra fe.
Si cuando nuestra obra era pequeña y nuestra influencia apenas era perceptible fue correcto que nuestros hermanos adquiriesen acciones de nuestra casa publicadora, ¿acaso no lo será hoy, que se lleva a cabo una tarea mucho mayor y, en consecuencia, se necesitan más medios? Las pruebas de nuestra posición han estado aumentando cada año. Hemos recibido la seguridad renovada de que tenemos la verdad revelada en la palabra de Dios, que aceptando el mensaje del tercer ángel no hemos dado crédito a fábula alguna, sino a “la palabra profética más segura”. 2 Pedro 1:19. Ahora somos testigos de todo el esplendor de la luz de la verdad bíblica.
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El Señor pide a su pueblo que se levante y muestre su fe con sus obras. En tiempos pasados, cuando nuestro número era reducido, cuando los que podían sintieron el deber de adquirir acciones de la casa publicadora, sus oraciones, sus deseos y su esfuerzo abnegado, ascendió ante Dios como un dulce perfume. Nuestros hermanos y hermanas que han recibido el precioso pan de vida a través de las publicaciones deberían estar aún más dispuestos a entregar sus recursos para apoyar la causa que aquellos que amaron la verdad en años anteriores.
Hermanos, Dios os bendeciría si mostrarais interés por las casas publicadoras convirtiéndolas en algo vuestro. Los que poseen alguna acción de esas instituciones tienen el privilegio de invertir sus recursos en una buena obra. Necesitamos vuestra solidaridad, vuestras oraciones y vuestros recursos. Necesitamos vuestra cooperación decidida. Esperamos que todos aquellos cuyo corazón ha sido tocado por Dios se adelanten con sus recursos para invertirlos en esas instituciones. ¿Acaso no es cierto que tenemos el último mensaje de misericordia que se dará al mundo? ¿No es cierto que nuestra tarea pronto llegará a su fin? Así lo dijo la palabra de Dios. El fin de todas las cosas está al alcance de la mano. Por lo tanto, la advertencia debe llegar hasta lo más recóndito de la tierra.
Nuestras casas publicadoras se han convertido en una potencia en el mundo. Se ha dado un gran cambio. Con las instalaciones ampliadas para hacer que la luz brille con claridad y alcance a todos los que se encuentran en tinieblas, ahora no es tan difícil como lo fue antes, ver y aceptar la verdad. Los primeros que entraron a dirigir la obra fueron víctima de los asaltos combinados de hombres perversos y ángeles malignos. La enemistad de Satanás, obrando a través de hombres y sus instrumentos, estaba muy desarrollada. Por otra parte, los creyentes, aunque pocos en número, eran honestos y celosos para vindicar el honor de Dios exaltando su ley, la cual había quedado vacía; y repeler las artimañas de Satanás reveladas en cada una de las formas del error destructivo.
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Desde el principio, Satanás se ha opuesto claramente a esta obra. Se ha propuesto usar todo su poder para silenciar y barrer de la tierra a aquellos que trabajan por el avance de la luz y la verdad. En cierta medida, siempre ha conseguido el éxito. La calumnia y la oposición más feroz hna sido las herramientas empleadas para aplastar la preciosa verdad y desalentar a sus abogados. El gran adversario ha empleado sus engaños infernales de distintas maneras; cada esfuerzo ha arrastrado a su lado a uno o más de los que profesan ser seguidores de Cristo. Los que tengan un corazón carnal, que esté más en armonía con el archiengañador que con Cristo, al cabo de un tiempo habrán desarrollado su verdadero carácter y se habrán unido con sus semejantes.
Satanás tiene bajo su control a algunos que pasan como amigos de la verdad y por medio de ellos trabaja para oponerse a su avance. Los emplea para sembrar cizaña entre el pueblo de Dios. Así, cuando menos se esperaba el peligro entre nosotros, se dieron grandes males. Pero mientras Satanás trabajaba con todo engaño e injusticia en los que se pierden, los resueltos abogados de la verdad han cortado el paso a la marea de oposición y han mantenido la palabra incorruptible en medio del diluvio de herejías. Aunque a veces la iglesia se ha debilitado por causa de variados tipos de desaliento y los elementos rebeldes que ha tenido que enfrentar, la verdad ha brillado siempre de manera más visible que en cualquier conflicto. Las energías del pueblo de Dios no se han agotado. El poder de su gracia ha despertado, reavivado y ennoblecido a los que se han mantenido firmes y fieles.
Una y otra vez, el antiguo Israel era víctima de las aflicciones causadas por murmuradores rebeldes. No siempre eran personas de poca influencia. En muchos casos, algunos hombres de prestigio, gobernadores de Israel, se volvieron contra la dirección providencial de Dios e, impetuosamente, se pusieron manos a la obra para derribar lo que una vez hubieron construído con tanto celo. Nuestra experiencia nos ha hecho ver esto mismo muchas veces. Es un peligro para cualquier iglesia que se apoye en algún ministro favorito y confíe en un brazo de carne y hueso. Sólo el brazo de Dios es capaz de sostener a todos los que se apoyan en él.
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Hasta el momento en que Cristo aparezca en las nubes de los cielos con poder y grande gloria, los hombres se irán pervirtiendo en espíritu y dejarán la verdad por las fábulas. La iglesia verá todavía tiempos angustiosos. Profetizará vestida de luto. Pero, aunque tenga que arrostrar herejías y persecuciones, aunque habrá de batallar con los infieles y los apóstatas, con la ayuda de Dios aplastará la cabeza de Satanás. El Señor tendrá un pueblo tan leal como el acero y de fe tan firme como el granito. Sus miembros han de ser sus testigos en el mundo, instrumentos que han de realizar una obra especial y gloriosa para el día de su retribución.
El mensaje del Evangelio no gana una sola alma para Cristo, ni penetra en un solo corazón, sin herir la cabeza de Satanás. Cada vez que se le arrebata un cautivo y éste queda libre de su opresión, se derrota al tirano. Las casas editoras y las imprentas son instrumentos en las manos de Dios para enviar a toda lengua y nación la preciosa luz de la verdad. Esta llega hasta los países paganos, y abre constantemente brechas en todas las supersticiones y errores concebibles.
Los ministros que han predicado la verdad con todo celo y fervor pueden apostatar y unirse a las filas de nuestros enemigos; acaso ¿transforma esto la verdad de Dios en mentira? “Pero”, dice el apóstol, “el fundamento de Dios está firme”. 2 Timoteo 2:19. Pueden cambiar la fe y los sentimientos de los hombres; pero nunca la verdad de Dios. Se está proclamando el mensaje del tercer ángel; es infalible.
Nadie puede servir a Dios sin tener que resistir a los malos hombres y a los malos ángeles. Los malos espíritus serán enviados a perseguir a toda alma que procure unirse a las filas de Cristo pues Satanás desea recuperar la presa que le fue arrebatada. Los hombres malos se rendirán ante grandes engaños, creerán en ellos y se perderán. Estos hombres se cubrirán con vestiduras de sinceridad, y engañarán, si fuese posible, a los mismos escogidos.
Es tan cierto que tenemos la verdad como que Dios vive; y Satanás, con todas sus artes y todo su poder infernal, no puede cambiar la verdad de Dios en mentira. Aunque el gran adversario procurará anular hasta lo sumo la Palabra de Dios, la verdad fulgurará como una lámpara encendida.
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El Señor nos ha elegido, y nos ha hecho objetos de su misericordia maravillosa. ¿Nos dejaremos hechizar por las charlas de los apóstatas? ¿Nos colocaremos de parte de Satanás y de su hueste? ¿Nos uniremos con los transgresores de la ley de Dios? Sea más bien nuestra oración: “Señor, pon enemistad entre mí y la serpiente”. Si no estamos en enemistad con sus obras tenebrosas, nos circuyen sus poderosos repliegues y su dardo está listo para penetrar en cualquier momento hasta nuestro corazón. Debemos tenerla por enemigo mortal. Debemos oponernos a ella en nombre de Cristo. Nuestra obra es seguir adelante. Debemos defender cada pulgada del terreno. Que todos los que llevan el nombre de Cristo se revistan de la armadura de justicia.
Hermanos y hermanas, os ruego que para sostener nuestras casas publicadoras adquiráis acciones de esas instituciones. No hay nada que temer, invertid vuestros recursos donde hagan el bien; esparcid rayos de luz hacia los rincones más oscuros del mundo. En esa obra no hay posibilidad de quiebra. Es vuestro privilegio y vuestro deber hacer ahora como vuestros hermanos hicieron cuando los amigos de la causa de la verdad eran pocos. Participad económicamente en nuestras casas publicadoras para que podáis sentir interés por ellas. Muchos invierten su dinero en especulaciones mundanas y les estafan cada dólar invertido. Os pedimos que mostréis vuestra generosidad invirtiendo en nuestra obra publicadora. Os hará bien. No perderéis el dinero sino que lo pondréis a ganancia de interés con vuestra participación del capital del cielo. Cristo lo dio todo por vosotros; ¿qué daréis vosotros por él? Os pide el corazón; dádselo porque es suyo. Os pide el intelecto; dádselo porque es suyo. “¿O ignoráis […] que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio”. 1 Corintios 6:19-20. Dios os quiere a vosotros y lo que es vuestro. Que las palabras del rey salmista expresen el sentimiento de vuestro corazón: “Todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos”. 1 Crónicas 29:14.
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Ha llegado la hora en que debemos saber por nosotros mismos por qué creemos lo que creemos. Debemos levantarnos por Dios y la verdad contra una generación impía e incrédula. El hombre que habiendo conocido los caminos de la vida se ha apartado de las convicciones de su corazón para abrazar las supercherías de Satanás será más inaccesible y menos receptivo que aquél que nunca gustó el amor de Cristo. Será sabio para hacer el mal. Se ha unido a Satanás contra la luz y el conocimiento. Os digo, hermanos: “Vuestra única esperanza está en Dios. Debemos revestirnos de la justicia de Cristo si queremos resistir la impiedad reinante”. Debemos mostrar nuestra fe con nuestras obras. Dispongamos para nosotros un buen cimiento contra los tiempos que vendrán para poder conservar la vida eterna. Debemos trabajar, no según nuestras fuerzas, sino con la fuerza de nuestro Señor resucitado. ¿Qué no haremos por Cristo?
Las casas publicadoras son propiedad de todo nuestro pueblo. Todos deberían trabajar con el objetivo de librarlas de problemas. Para que nuestras publicaciones circulen, se han ofrecido a un precio tan bajo que generaban un beneficio tan exiguo que hacía difícil la reimpresión de esas mismas obras. Se hizo con el mejor de los motivos, pero no fue un juicio previsivo ni experimentado.
Con las publicaciones vendiéndose a tan bajo precio, las casas editoras se descapitalizaron. No nos dimos cuenta ni se investigó cuidadosamente. Los precios bajos indujeron a las personas a subvalorar las obras. No se pensó que una vez que se establecía un precio bajo para esas publicaciones sería muy difícil aumentarlo hasta llegar a su valor justo.
Nuestros ministros no recibieron un estímulo adecuado. Deben disponer de recursos para vivir. Tristemente, ha faltado previsión al establecer unos precios tan bajos para las publicaciones, así como al desviar ampliamente los beneficios hacia las sociedades de extensión misionera. Se ha llegado a un extremo en que es precisa una reacción. Para que las sociedades de extensión misionera prosperen es preciso que también prosperen los instrumentos para editar e imprimir libros. Paralizar tales instituciones, cargar con deudas las casas publicadoras traerá como consecuencia que las sociedades de extensión misionera fracasen.
Ha habido una mala gestión, no buscada, sino causada por el celo y el ardor de proseguir la obra misionera. La distribución y amplia circulación de periódicos, folletos y opúsculos ha paralizado y causado problemas a las instituciones encargadas de producir tales publicaciones. Siempre hay peligro de caer en el extremismo en una buena obra. Los hombres responsables corren el peligro de convertirse en hombres de una sola idea, de concentrar sus pensamientos en una única rama de la obra y descuidar otras partes del gran campo.
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Como pueblo, necesitamos vigilar cada punto. Si nos movemos amparándonos en nuestras propias fuerzas y no buscamos diariamente la sabiduría de Dios no tendremos seguridad alguna. El peligro nos rodea siempre, es precisa una gran precaución para que ningún departamento de la obra se convierta en una especialidad que perjudique otros intereses.
Se cometió un error al rebajar los precios de las publicaciones para afrontar algunas dificultades. Es necesario cambiar esa decisión. Quienes la tomaron actuaron con sinceridad, pensaron que su generosidad haría que los ministros y el pueblo trabajaran para incrementar la demanda de publicaciones.
Los ministros y el pueblo deberían actuar con nobleza y generosidad al tratar con las casas publicadoras. En lugar de estudiar e imaginar los modos de obtener periódicos, folletos y publicaciones a un precio más reducido, deberían llevar la mente de las personas a ver el justo valor de las publicaciones. Todos esos centavos sustraídos de miles de publicaciones han sido la causa de una pérdida de miles de dólares en la casa publicadora. Habría bastado con que cada uno hubiese desembolsado unos pocos centavos que su bolsillo y apenas habría sido notado.
La Review and Herald y Signs of the Times son periódicos baratos que se encuentran a un precio justo. La Review es un periódico valioso porque contiene asuntos de gran interés para la iglesia y debería ser adquirida por todas las familias de creyentes. Si alguien carece de los recursos necesarios para ello, la iglesia, mediante una colecta, debería reunir la cantidad necesaria para satisfacer el pago del periódico y proveer a las familias necesitadas. ¡Cuánto mejor no sería este plan que arrojar a los pobres a la misericordia de las casas editoras o las sociedades de extensión misionera!
Con Signs debería procederse de igual modo. Con ligeras variaciones, ese periódico ha aumentado su interés y su valor moral como pionero desde su fundación. Esos periódicos tiene un único interés. Son dos instrumentos en el gran campo que desempeñan una obra específica al diseminar la luz para el día de la preparación de Dios. Uno y otro deberían ser objeto del interés más sincero por parte de todos.