Testimonios para la Iglesia, Vol. 5, p. 377-385, día 303

Mientras se aceptan suscripciones cortas, algunos no hacen el esfuerzo necesario para obtenerlas a plazos más largos. Los colportores no debieran cubrir el terreno en forma descuidada y desinteresada. Deben sentirse obreros del Señor y el amor por las almas debiera inducirlos a hacer todo el esfuerzo posible para llevar a hombres y mujeres la luz de la verdad. La providencia y la gracia, los medios y los fines, están estrechamente relacionados. Cuando sus obreros hacen lo mejor que pueden, Dios realiza mediante ellos lo que no pueden hacer por sí mismos; pero nadie debe esperar tener éxito independientemente y mediante sus propios esfuerzos. Ha de haber actividad unida a una firme confianza en Dios. 

La economía es necesaria en todos los departamentos de la obra del Señor. La actitud natural de la juventud de estos días es descuidar y despreciar la economía y confundirla con la tacañería y la estrechez. Pero la economía concuerda con los puntos de vista y sentimientos más amplios y liberales; no puede haber verdadera generosidad donde no se la práctica. Nadie debiera pensar que es denigrante estudiar la economía y las mejores maneras de disponer de las migajas. Dijo Cristo: “Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada”. Juan 6:12.

Una cantidad considerable de dinero se puede gastar en cuentas de hotel que no son de ninguna manera necesarias. La causa de Dios era tan preciosa para los pioneros de este mensaje, que raras veces tomaban una comida en un hotel, aunque costaba apenas unos veinticinco centavos cada una. Pero, en general, los hombres y mujeres jóvenes no están enseñados a economizar, y hay desperdicio sobre desperdicio por dondequiera. Algunas familias desperdician en forma tan vil que alcanzaría para sostener a otra familia si se practicara una economía razonable. Si al viajar, nuestra juventud llevara cuenta exacta del dinero que gasta, artículo tras artículo, sus ojos se abrirían para ver las pérdidas. Aunque no les toque privarse de comidas calientes, como lo hicieron los primeros obreros en su vida ambulante, aprenderán a suplir sus verdaderas necesidades con menos gasto del que ahora creen necesario. Hay personas que practican la abnegación limitando sus gastos lo más que pueden. Sería bueno que todos nuestros obreros imitaran su ejemplo de sacrificio y abnegación. 

-378-

Tenemos una gran obra que hacer por el Maestro: abrir la Palabra de Dios ante los que están en las tinieblas del error. Amigos jóvenes, actuad como quienes tienen un encargo sagrado. Debéis ser estudiantes de la Biblia, siempre listos a dar a cada persona que os pregunte la razón de la esperanza que hay en vosotros. Mediante vuestra dignidad, demostrad evidencia de que sabéis que tenéis una verdad que a la demás gente le conviene oír. Si esta verdad está compenetrada en el alma, se manifestará en el rostro y en el comportamiento, mediante un sosegado y noble dominio propio y una paz que solamente un cristiano es capaz de poseer.

Los que poseen una humildad genuina y cuyas mentes han sido expandidas por las verdades desplegadas en el Evangelio, tendrán una influencia que se sentirá. Impresionarán las mentes y los corazones y la mayoría de la gente los respetará, aun los que no simpaticen con su fe. Con las verdades bíblicas y nuestros valiosos periódicos, tendrán éxito porque el Señor allanará el camino ante ellos. Pero el ofrecer a la gente nuestras revistas como obsequios y premios no ejercerá influencia permanente para el bien. Si nuestros obreros actuaran dependiendo de las verdades bíblicas, del amor de Cristo y del amor por las almas en sus corazones, lograrían más al obtener suscriptores permanentes que si dependieran de premios y bajos precios. La importancia que se da a estos incentivos para que el público adquiera la revista da la impresión de que ésta no posee ningún mérito. Los resultados serían mejores si se diera la importancia a la publicación misma y se reservara el dinero destinado a los premios para distribuir Números gratuitos. Cuando se ofrecen premios, algunos deciden comprar la revista que de otra manera no la hubieran comprado, pero otros rehusarán suscribirse porque piensan que es una especulación. Si el colportor presentara los valores de la revista en sí, con su corazón puesto en el Señor para obtener el éxito, dependiendo menos de los premios, lograría mucho más. 

En estos días se alaba y exalta lo trivial. Hay interés en cualquier cosa que despierte sensación y se venda bien. El país está inundado de publicaciones totalmente sin valor, escritas con miras lucrativas, mientras que los libros verdaderamente valiosos no se venden ni se leen. Los que manejan esta literatura sensacionalista, porque al hacerlo ganan salarios más elevados, están pasando por alto una preciosa oportunidad de obrar el bien. Hay batallas que librar para ganar la atención de hombres y mujeres e interesarlos en libros verdaderamente valiosos que tienen la Biblia como fundamento; y será una lucha aún mayor encontrar obreros concienzudos y temerosos de Dios que entren en el campo para diseminar estos libros con el propósito de esparcir la luz. 

-379-

El obrero que tiene la causa de Dios en el corazón no insistirá en recibir el salario más elevado. No sostendrá, como algunos jóvenes lo han hecho, que a menos que pueda presentarse con una apariencia elegante y a la moda, y alojarse en los mejores hoteles, no está dispuesto a trabajar. Lo que el colportor necesita no es indumentaria impecable, o la palabra del petimetre o el payaso, sino la honestidad e integridad de carácter que se refleja en el rostro. La bondad y la gentileza se dibujan en el rostro, y el ojo experto no ve engaño, no vislumbra ostentación en el comportamiento. 

Muchos han entrado en el campo como colportores, para quienes los premios son el único medio de alcanzar el éxito. No tienen verdadero mérito como obreros. No tienen experiencia en la religión práctica; tienen las mismas faltas, el mismo gusto y la misma complacencia propia que los caracterizaba antes de que afirmaran ser cristianos. De ellos se pudiera decir que Dios no está en sus pensamientos; él no mora en su corazón. Hay una pequeñez, una mundanalidad, una degradación en su carácter y comportamiento, que dan testimonio contra ellos de que están siguiendo el camino de su propio corazón y andando a la vista de sus propios ojos. No practican la abnegación, sino que están determinados a gozar la vida. El tesoro celestial no tiene atractivo para ellos; todas sus preferencias son de abajo, y no de arriba. Los amigos y familiares no pueden tener en alto a tales personas, porque éstas no están dispuestas a despreciar el mal y escoger el bien.

Mientras menos confiemos en estas personas, que no son pocas sino muchas, mejor aparecerá la obra de la verdad presente ante el mundo. Nuestros hermanos deben mostrar discreción en la selección de colportores, a menos que hayan decidido dejar que la verdad sea mal entendida y mal representada. Deben darles buena paga a todos los que son obreros de verdad; pero la suma no debe aumentarse para comprar colportores, porque este procedimiento les hace daño. Los vuelve egoístas y despilfarradores. Procurad impresionarlos con el espíritu de la verdadera obra misionera y con las calificaciones necesarias para asegurar el éxito. El amor de Jesús en el alma hará que el colportor considere un privilegio trabajar para esparcir la luz. Estudiará, trazará planes y orará para recibir la dirección divina.

-380-

Se necesitan jóvenes que sean hombres de entendimiento, que aprecien las facultades intelectuales que Dios les ha dado, y que las cultiven con el mayor cuidado. El ejercicio engrandece estas facultades y si no se descuida el cultivo del corazón, el carácter resultará equilibrado. Los medios para lograr el mejoramiento están al alcance de todos. Entonces, que ninguno defraude al Maestro cuando él venga buscando fruto y se le presenten sólo hojas. Una determinación firme, santificada por la gracia de Cristo, hará maravillas. Jesús y los santos ángeles darán el éxito a los esfuerzos de hombres que temen a Dios y que hacen todo lo que está a su alcance para salvar almas. Silenciosamente, con modestia, con el corazón rebosando de amor, procuren convencer a otros para que investiguen la verdad, dando estudios bíblicos cuando les sea posible. Al hacerlo sembrarán semillas de verdad a orillas de las aguas, anunciando las virtudes de Aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. Los que están haciendo esta obra en base a buenos motivos, están realizando un ministerio importante. No manifestarán un carácter débil e indeciso. Sus mentes están creciendo, sus modales refinándose cada vez más. No debieran poner límites a su mejoramiento, antes cada día deben hacerse más aptos para realizar una buena obra.

Muchos de los obreros en el campo del colportaje no están haciendo ningún sacrificio. Como grupo, tienen menos espíritu misionero que los obreros de cualquier otra denominación. Cuando el camino ha sido bien preparado para ellos, cuando pueden disfrutar de los salarios más elevados, entonces están dispuestos a entrar en el campo. A los vendedores se les presentan muchos incentivos para distribuir libros populares; se les ofrecen grandes salarios; y muchos rehúsan trabajar por menos salario para diseminar libros que tratan sobre la verdad presente. Por lo tanto, se aumentan los incentivos para competir con los que ofrecen otras publicaciones y como consecuencia, el precio al público resulta elevado; muchos de los colportores obtienen el dinero con facilidad y lo gastan libremente.

-381-

Entre el pueblo que profesa la verdad presente no existe un espíritu misionero que corresponda a nuestra fe. El temple del oro puro falta en el carácter. La vida cristiana es más de lo que ellos piensan. No consiste en mera gentileza, paciencia, mansedumbre y bondad. Estas virtudes son esenciales; pero hacen falta también el valor, la fuerza, la energía y la perseverancia. Muchos que hacen la obra de colportaje son débiles. No tienen valor, carecen de espíritu, y se desaniman con facilidad. No tienen empuje. No poseen los rasgos positivos de carácter que infunden al hombre el poder de hacer algo, el espíritu y la energía que encienden el entusiasmo. La obra del colportor es una tarea honorable y no debiera actuar como si se avergonzara de ella. Si desea que sus esfuerzos tengan éxito, debe tener valor y confianza.

Deben cultivarse tanto las virtudes activas como las pasivas. El cristiano, aunque está siempre dispuesto a dar la blanda respuesta que aparta la ira, debe poseer el valor de un héroe para resistir el mal. Con el amor que todo lo sufre, debe tener la fuerza de carácter que hará de su influencia un poder en favor del bien. La fe debe fraguarse en su carácter. Sus principios han de ser sólidos; debe ser una persona de espíritu noble, fuera del alcance de toda sospecha y vileza. El colportor no ha de ser infatuado. Al asociarse con los hombres, no debiera hacerse conspicuo, hablando de sí mismo con jactancia; porque si procede así, disgustaría a la gente inteligente y sensata. No ha de ser egoísta en sus hábitos ni altanero y dominante en sus maneras. Muchos han decidido en sus mentes que no pueden encontrar tiempo para leer uno de los diez mil libros que se publican y sacan al mercado. Y en muchos casos, cuando el colportor da a conocer el motivo de su visita, la puerta del corazón se cierra firmemente; de ahí la gran necesidad de hacer su obra con tacto y con un espíritu humilde y de oración. Debe estar familiarizado con la Palabra de Dios y tener palabras a su disposición para desenvolver la preciosa verdad y demostrar el gran valor del material de lectura que ofrece.

-382-

Todos podrían sentir muy bien la responsabilidad individual de esta obra. Cada uno podría muy bien considerar cómo atraer mejor la atención, pues su manera de presentar la verdad puede decidir el destino de un alma. Si da una impresión favorable, su influencia puede ser para esa alma un sabor de vida para vida; y esa sola persona, iluminada por la verdad, puede iluminar a muchas otras. Por lo tanto, es peligroso hacer una labor descuidada al tratar con las mentes. 

La obra del colportaje es el medio que Dios usa para alcanzar a muchos que de otra manera no serían impresionados con la verdad. Es una obra buena, el objetivo es elevado y ennoblecedor; y debiera haber una correspondiente dignidad en la conducta. El colportor encontrará mentes de diversas clases. Conocerá personas ignorantes y degradantes que no aprecian nada más que el dinero. Estas serán ofensivas, pero él debe ignorarlas. Nunca debe fallar su buena disposición; debe enfrentar las dificultades con gozo y esperanza. Se encontrará con personas enlutadas, abatidas, doloridas y heridas en espíritu. Tendrá muchas oportunidades de hablarles palabras bondadosas y expresiones de ánimo, esperanza y fe. Puede ser un manantial que refresque a los demás si así lo desea; pero para hacerlo deberá él mismo beber de la Fuente de la verdad viva. 

La obra del colportaje es más importante de lo que muchos la han considerado, y se debe tener mucho cuidado y sabiduría al emplear y seleccionar hombres para este ministerio. A los jóvenes se los puede preparar para que hagan un trabajo mejor del que se ha realizado y con menos pago que el que muchos han recibido. Levantad el estandarte y que los desinteresados y abnegados, los que aman a Dios y a la humanidad, se unan al ejército de obreros. Que vengan, no esperando comodidad, sino con valor y buen ánimo puedan enfrentar los desprecios y dificultades. Que vengan los que puedan rendir un buen informe de nuestras publicaciones, porque ellos mismos aprecian su valor. 

Que el Señor ayude a todos a mejorar hasta lo sumo los talentos que se les han encomendado. Los que trabajan en esta causa no estudian sus Biblias como debieran. Si lo hicieran, sus enseñanzas prácticas surtirían un buen efecto en sus vidas. No importa cuál sea vuestra obra, queridos hermanos y hermanas, hacedla para el Maestro y haced lo mejor que podáis. No paséis por alto las oportunidades de oro presentes y no permitáis que vuestra vida sea un fracaso mientras os sentáis ociosamente soñando con la comodidad y el éxito en una obra para la cual Dios nunca os ha capacitado. Haced la obra que esté a vuestro alcance. Hacedla, aunque sea en medio de peligros y penurias en el campo misionero; pero os ruego, no os quejéis de las dificultades y de los sacrificios personales. Considerad a los valdenses. Ved qué planes trazaron ellos para que la luz del Evangelio pudiera brillar en las mentes entenebrecidas. No debemos trabajar con miras a recibir nuestra recompensa en esta vida, sino con nuestros ojos fijos tenazmente en el premio que se nos otorgará al fin de la jornada. Se necesitan ahora hombres y mujeres que sean tan fieles al deber como la brújula al polo, hombres y mujeres que trabajen sin que sea necesario que se les suavice el camino y se saquen los obstáculos. 

-383-

He descrito lo que los colportores deben ser; y quiera el Señor abrir sus mentes para que comprendan este tema en todas sus dimensiones, y que reconozcan su deber de representar el carácter de Cristo por medio de su paciencia, valor e integridad constantes. Que no olviden que pueden negarlo a través de un carácter débil e indeciso. Jóvenes, si lleváis estos principios con vosotros al campo del colportaje, seréis respetados; y muchos creerán la verdad que profesáis, porque vivís vuestra fe, porque vuestra vida cotidiana es como una luz brillante puesta sobre un candelero, que alumbra a todos los que están en la casa. Aun vuestros enemigos, por más que les hagan la guerra a vuestras doctrinas, os respetarán; y cuando hayáis logrado todo esto, vuestras palabras sencillas tendrán poder y llevarán la convicción a los corazones.

La obra de publicaciones

Hay y siempre habrá mucha incertidumbre relacionada con la oficina de publicaciones de Battle Creek, Míchigan. Las instituciones que se han establecido allí son instrumentos de Dios para realizar su obra en la tierra. Por esta razón Satanás está en el lugar ejerciendo sus tácticas para confundir y turbar. Se allega con sus tentaciones a los hombres y mujeres que están conectados con estas instituciones, sea que estén en puestos de responsabilidad o haciendo el trabajo más humilde, y si es posible los entrampa de tal forma con sus artificios, que pierden su conexión con Dios, no razonan en forma juiciosa y se vuelven incapaces de discernir entre el bien y el mal. El sabe que ciertamente llegará el tiempo cuando se manifestará el espíritu que ha controlado la vida, y se complace en ver que las vidas de estas personas no dan testimonio de ser colaboradores con Cristo. 

-384-

Muchos de los que han alcanzado la edad y la estatura de la adultez son deficientes en los elementos que constituyen un carácter noble y viril, de modo que no se puede depender de ellos. Algunos están conectados con nuestras instituciones. Tienen influencia, pero es de carácter perjudicial, porque raras veces se ejerce al lado del bien. A la vez que profesan piedad, su ejemplo tiende constantemente a fomenta la impiedad. El escepticismo se va entretejiendo en sus pensamientos; lo expresan en palabras y usan sus facultades para pervertir la piedad, la verdad y la justicia. Sus mentes están controladas por Satanás, y él obra por su medio para desmoralizar y traer confusión. Mientras más agradables y atractivas sean sus maneras, más ricamente estén dotados de brillantes talentos, más efectivos serán como agentes en las manos del enemigo de toda justicia para desmoralizar a todos los que caigan bajo su influencia. Se encontrará que es una tarea dura e ingrata evitar que estas personas se conviertan en un poder dominante llevando a cabo sus propios propósitos y fomentando el desorden y las bajas pasiones.

La juventud que se expone a su influencia nunca está segura, a menos que los que se encargan de su cuidado practiquen la mayor vigilancia y hayan establecido ellos mismos principios firmes. Pero es triste comprobar que en estos días muchos de los jóvenes ceden con facilidad a la influencia de Satanás y resisten el Espíritu de Dios; y en muchos casos los malos hábitos han quedado tan firmemente establecidos que aun el máximo esfuerzo realizado por los que ejercen vigilancia sobre ellos no lograría amoldar sus caracteres en la forma debida.

Los que ocupan puestos de confianza en la casa publicadora, llevan pesadas responsabilidades, y no están capacitados para estar allí a menos que diariamente adquieran una experiencia cristiana más profunda y digna de confianza. Debiera hacerse de los principios eternos la primera consideración y aceptar de buena voluntad toda influencia que pueda ayudar en la vida espiritual. Los hombres a quienes Dios ha dado cargos de responsabilidad administrativa relacionados con su causa, deben ser de mente espiritual. No debieran dejar de asistir a las reuniones religiosas ni considerar difícil hablar con frecuencia los unos con los otros acerca de su vida y experiencia religiosa. Dios escuchará sus testimonios; serán registrados en su libro de memoria; y él favorecerá a sus fieles y “los perdonaré, así como el hombre que perdona a su hijo que le sirve”. Malaquías 3:17.

-385-

Los dirigentes que están frente a la obra de publicaciones deben recordar que son un ejemplo para muchos; y deben ser fieles en el culto público de Dios, así como quisieran que los trabajadores de todos los departamentos fuesen fieles. Si se les ve en la casa de Dios sólo ocasionalmente, otros procurarán excusarse a raíz de su descuido. Estos hombres de negocio pueden hablar con facilidad e inteligencia sobre temas comerciales en cualquier tiempo, con lo que demuestran que no en vano han ejercido sus facultades en esa dirección. Han incorporado tacto, destreza y conocimiento en su trabajo; pero cuán importante es que sus corazones, sus mentes y todas sus facultades también se preparen para el fiel servicio en la causa y la adoración de Dios; que puedan señalar el camino de salvación mediante Jesús con un lenguaje elocuentemente sencillo. Deben ser hombres de fervorosa oración y de firme dependencia de Dios; hombres que como Abraham, gobiernen bien sus casas y que manifiesten interés especial en el bienestar espiritual de todos los que están vinculados con la oficina.

Se puede confiar en los que ponen a Cristo en primer lugar en todo. Que no dependan de sí mismos, ni ahoguen su interés religioso en su negocio. ¿Ha confiado Dios intereses sagrados al hombre? Entonces él espera que sientan su propia debilidad y dependencia de Dios. Es peligroso que los hombres confíen en su propio entendimiento; por lo tanto debieran buscar diariamente de arriba la fuerza y la sabiduría. Dios debe estar en todos sus pensamientos; así todas las asechanzas y sutilezas de la antigua serpiente no podrán inducirlos a un descuido pecaminoso de su deber. Harán frente al adversario con el simple instrumento que Dios usó: “Escrito está”. O bien lo reprenderán con un: “¡Vete Satanás!” Mateo 4:10. 

Posted in

admin