Testimonios para la Iglesia, Vol. 4, p. 324-332, día 231

Dios fue fiel al hermano D, y éste debería responder a su misericordia, aunque el hombre haya mostrado tan poca ternura y los sentimientos de la humanidad común. El hermano D tiene el privilegio de refugiarse en Cristo ante la rivalidad de las lenguas y sentir que las inagotables fuentes de gratitud, satisfacción y paz están abiertas para él y son accesibles en cualquier momento. Aunque tuviera todos los tesoros terrenales, no sería tan rico como ahora puede ser al poder estar junto a los justos y beber hasta la saciedad de los torrentes de salvación.

¿Qué no hizo Dios por el hermano D al dar a su Hijo para que muriera por él? Y con él, ¿no le dará todo de balde?¿Hay alguna razón por la que el hermano D tendría que ser infiel a Dios a causa de la infidelidad humana? El amor que une el corazón de una madre a su hijo afligido es mucho más poderoso que la muerte; y sin embargo, Dios declara que aunque una madre pueda olvidar a su hijo, “yo nunca me olvidaré de ti”. Isaías 49:15. No, ni una sola alma que deposite en él su confianza será olvidada. Dios piensa en sus hijos con la más tierna solicitud y tiene ante sí un libro de memoria para no olvidar nunca a los hijos que están bajo su cuidado.

Se romperán todos los vínculos,
los amigos infieles serán.
las madres a los suyos olvidarán,
cielo y tierra se desvanecerán
pero la mudanza no alcanza
al amor del Eterno.

El hermano y la hermana D podrían haber sido una preciosa ayuda para la iglesia si se los hubiera acercado a una posición de mejor comprensión donde la iglesia hubiera aceptado sus esfuerzos. Las envidias, las habladurías y los celos los han apartado de la iglesia. Abandonar el escenario del juicio con mayor prontitud habría sido beneficioso para ellos.

Salem, Oregón, 8 de julio de 1878.

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La causa en Texas

Dios me ha mostrado muchas cosas sobre la obra de Satanás en Texas y la conducta anticristiana de algunos que se han mudado desde Míchigan. Se me mostró que los hermanos B no han aceptado de corazón el testimonio que se les dio. Confían más en ellos mismos que en el espíritu de profecía. Han creído que la luz que les fue dada no procedía del cielo, sino que tenía su origen en informes que me fueron dados por otros. Esto no es así, sin embargo, permítaseme preguntar: “¿Acaso no había base para tales informes? ¿Acaso la historia de su vida no condena su conducta?”

Ningún miembro de esa familia ha pasado por una experiencia religiosa que lo cualifique para asumir una posición de dirección en la enseñanza de la verdad a otros. “Purificaos los que lleváis los utensilios de Jehová” (Isaías 52:11) son las palabras pronunciadas por el ángel de Dios. “No sois utensilios escogidos de Jehová para tomar parte en la sagrada obra. Marchitáis y corroéis en lugar de purificar y bendecir”. Hermanos B, siempre han puesto muy bajo el listón del cristianismo. Durante un tiempo, cuando no se los conocía del todo, tuvieron influencia. Una vez la obtuvieron bajaron la guardia y se comportaron según las inclinaciones naturales del corazón, hasta que los que aman la verdad se dieron cuenta de que ustedes son un gran obstáculo para el avance de la obra de Dios. No son habladurías, sino los hechos reales.

Si siempre manifestasen amabilidad, respeto, amor noble y generosidad hacia los más desdichados, su servicio a Cristo sería efectivo. Si el espíritu de Cristo morara en ustedes lo representarían con sus palabras, con sus acciones y aun con la expresión de su rostro. Su conversación iría acompañada de mansedumbre, no de orgullo y vanagloria. No querrían enaltecerse y glorificarse ustedes mismos. La humildad es una gracia cristiana con la que ustedes no están en absoluto familiarizados. Han aspirado a la supremacía y han querido que los otros sintieran su superioridad en el gobierno y las ordenes que les dirigían. Este ha sido el caso de A B. Él y su esposa no pueden valerse de su influencia para avanzar en su posición moral y espiritual en la causa de Dios. Cuanto más limitada sea su esfera de influencia con respecto a la causa de Dios tanto mejor será para la causa. Sus palabras y sus acciones en materia de equidad no son dignas de confianza. Es el caso general de A B y sus hermanos. El mundo y la iglesia tienen todo el derecho de decir que su religión es vana. Son mundanos e intrigantes, y no desaprovechan ninguna oportunidad de obtener ganancia. Son severos y exigentes con los que los rodean. Son envidiosos, celosos y vanidosos.

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Los que presentan así la verdad levantan una poderosa barrera para la salvación de los otros. A menos que se transformaran, sería mejor que nunca hubieran abrazado la verdad. Sus mentes están más bajo el control de Satanás que del Espíritu de Dios. La esposa del hermano A B posee, por naturaleza, un corazón amable pero su esposo la ha moldeado. Es charlatana. Su lengua, a menudo, está inflamada con el fuego del infierno; es indomable. “En las muchas palabras”, dice Salomón, “no falta pecado” Proverbios 10:19. Esto es especialmente cierto en su caso. Exagera y da falsos testimonios y, de ese modo, transgrede constantemente el mandamiento de Dios a la vez que profesa ser una guardadora de los mismos. No desea ofender, pero la verdad no santifica su corazón.

Mientras usted, hermano B, se ha apresurado a entablar controversias con otros sobre algunos puntos de la fe, sin excepción, ha permanecido dormido a aquellas cosas que son adecuadas al cristianismo. Usted no tiene idea, ni por ensueño, de la condición en la que se encuentra. Esa apatía se extiende por la iglesia y sobre todos los que, profesando a Cristo como usted lo ha profesado, lo niegan con sus acciones. Está arrastrando a otros a la misma senda de irreflexión que usted pisa. La palabra de Dios declara que sin santidad ningún hombre verá a Dios. Jesús murió para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo especial, celoso de las buenas obras.

“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente”. Tito 2:11. Cristo dijo: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Mateo 5:48. ¿Cuántas son sus oraciones si en sus corazones dan cobijo a la iniquidad? A menos que cambien completamente, en no mucho tiempo, como los hijos de Israel, estarán cansados de tanta reprensión y, como ellos, apostatarán de Dios. Algunos de ustedes reconocen de palabra las reprobaciones, pero no las aceptan de corazón. Persisten en su conducta y se vuelven menos susceptibles a la influencia del Espíritu de Dios, se vuelven cada vez más ciegos, su sabiduría se reduce, pierden el control de sí mismos y les flaquea la fuerza moral, a la vez que se reduce su celo y su gozo por los ejercicios religiosos. A menos que se conviertan, ustedes acabarán por desasirse completamente de Dios. Cuando han sido objeto de reprensión no han llevado a cabo cambios decididos en su vida porque no han visto ni han percibido los defectos que afean su carácter ni el gran contraste que hay entre su vida y la vida de Cristo. Su política ha sido ponerse a ustedes mismos en una posición en la que no llegasen a perder completamente la confianza de sus hermanos.

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Se me mostró que la condición de la iglesia de _____ es deplorable. Su influencia, hermano A B, y la de su esposa, como usted y cualquiera otro podrá ver, ha causado discordia y disensión, y será una terrible ruina para la iglesia a menos que cambie o se convierta. La relación con usted carcome y corroe a las personas. Tiene simpatizantes porque no todos ven lo que Dios ve. La percepción que ellos tienen de usted está pervertida por su mucha palabrería y discursos agradables. Con cosas así, no puedo por menos que sentirme descorazonada.

Se me mostró que en lo que se refiere a la oratoria, A B está cualificado para dirigir las reuniones; pero es encontrado falto en cuanto la adecuación moral es sometida a la balanza. Su corazón no está a bien con Dios. Cuando otros son puestos en una posición de mando se enfrentan al espíritu de oposición de A B y su esposa. Ese espíritu sin santificar no se manifiesta abiertamente, sino que se vale de palabras pronunciadas en secreto con el fin de obstaculizar, desorientar y desalentar a aquellos que desempeñan sus funciones del mejor modo que pueden. Dios lo ve y, a su debido tiempo, estas acciones recibirán la justa recompensa. Mandar o matar es la política de ese hermano. Por lo que a su esposa se refiere, la situación no es mejor; sus sentidos están pervertidos y no está a bien con Dios. 

Hermano A B, en el cielo se lleva un registro de su desdichada historia. Su corazón está dividido en una lucha contra los testimonios de reprensión. La familia E fue, y todavía es, víctima de sus engaños. Otros están más o menos desconcertados porque usted habla bien cuando presenta la verdad. En la iglesia de _____ no hay armonía y unidad. No ha recibido la luz que le fue dada ni actúa según ella. De haber prestado la debida atención a las palabras de Salomón, hoy no se encontraría pisando un terreno tan resbaladizo. Dice: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia”. Proverbios 3:5. La entera sumisión a la voluntad y los deseos de Dios y la profunda desconfianza de su propia sabiduría, lo habrían conducido por una senda más segura.

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La confianza que tenía en sí mismo era muy grande. Si a un hermano se le sugería que dirigiera las reuniones o que aceptara una posición de confianza en detrimento de usted, a usted le faltaba tiempo para determinarse a contribuir en su fracaso y, junto a su perversa voluntad, disponía su espíritu de oposición.

Su conducta hacia el hermano D fue extremadamente insultante y ofensiva. Su corazón estaba conmovido por la más sincera simpatía por usted. Fue su amigo, pero el hecho de que se apartara de usted bastó para que en su corazón se abriera paso un espíritu de celos tan cruel como el mismísimo sepulcro. Por si fuera poco, ese espíritu actuó contra un hombre ciego, alguien que debería haber gozado de los cuidados más amables y la más profunda compasión de todos. Su perverso y engañoso espíritu empujó a otros para que simpatizaran más con usted que con él. Cuando él vio que los hermanos no sacarían nada en claro del caso y se convenció plenamente de que el mal triunfaba sobre la justicia, su espíritu quedó tan herido que se desesperó. Fue entonces cuando abandonó a Dios. Sufrió un ataque parcial de parálisis. Su situación estaba al borde de la ruina, mental y física. En las reuniones de la iglesia se habló de asuntos de escasa o nula trascendencia, los rumores se perpetuaron y se exageró la dimensión de las cosas. Como consecuencia, las mentes de los presentes recibieron una mala, muy mala impresión.

Desear así la destrucción de alguien que está en plena posesión de sus facultades es un gran pecado, pero ese mismo comportamiento referido a alguien que es ciego, que debería ser tratado de modo que sienta que su pérdida de visión es una nimiedad; es un pecado de magnitud mucho más grave. Si sus sentimientos fuesen los correctos, hermano, o si fuese un cristiano como profesa ser, no podría haberlo maltratado como lo maltrató. Sin embargo, el hermano D tiene un Amigo en el cielo que ha defendido por él su causa y le ha dado fuerzas para aferrarse de nuevo a las promesas de Dios. Cuando el hermano D era víctima del gran dolor que le causó el trato recibido, perdió la razón. Esa circunstancia fue usada contra él para demostrar que su espíritu era maligno. Pero el Juez que todo lo ve conoce los motivos y dará su recompensa según las obras.

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Hermano A B, se ha envanecido y se ha considerado competente para desempeñar cualquier tarea. Ha abandonado los Testimonios del Espíritu de Dios y, de serle posible, habría forjado todas las cosas según un nuevo molde. ¡Cuánto le cuesta ver las cosas con la luz correcta cuando el deber va en una dirección y sus inclinaciones en otra! Sus ideas sobre el carácter de Cristo y de la necesaria preparación para la vida venidera son limitadas y perversas.

Se me mostró que los hermanos B y sus familias siguen un camino descendente. “Éstos son […] nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales, sin fruto”, que, si persisten en la conducta que han llevado hasta ahora, finalmente serán “dos veces muertos y desarraigados”. Judas 12. Al inclinarse ante su propio entendimiento, han descendido hasta un punto en el que han sido desposeídos de piedad práctica, del cielo y de Dios como su Dios.

Si el pueblo de Dios estuviera unido a él, discerniría las limitadas capacidades de esos hombres, sus prejuicios, su envidia, sus celos y su confianza en ellos mismos. Las objeciones que sus perversos corazones plantean a los Testimonios del Espíritu de Dios, según la providencia de Dios, no serán borradas. Tropezarán y caerán en cuestiones que ellos mismos habrán originado. No obstante, el pueblo de Dios debería ver que sus orgullosos corazones nunca se han humillado y que sus altivas miradas nunca se han rebajado. La Biblia es clara en lo que se refiere a todos los puntos del deber cristiano. Todos los que hacen la voluntad de Dios deben conocer la doctrina. Pero esas personas buscan la luz de sus propias candelas y no del Sol de Justicia.

Nadie que no exprese los sentimientos reales de su corazón merece ser llamado veraz. La falsedad consiste, virtualmente, en la intención de engañar y se puede demostrar con una simple mirada o una palabra. Incluso los hechos pueden ser dispuestos y narrados de modo que constituyan una falsedad. Algunos son verdaderos maestros en estas lides y querrán justificar su alejamiento de la estricta veracidad. Algunos, con el fin de destruir o dejar maltrecha la reputación de alguien, con malicia calculada, maquinarán falsedades que la perjudiquen. Se miente en beneficio propio en la compra y la venta de bienes, ganado o cualquier tipo de mercancía. Los hombres que desean aparentar lo que no son mienten por exageración. Una historia no puede pasar por sus manos sin que la adornen. ¡Cuánto se ha hecho en el mundo cuyos autores quisieron luego haber podido deshacerlo! Pero el registro de las palabras y los hechos en los libros del cielo contará la triste historia de falsedades dichas y hechas.

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La falsedad y el engaño de cualquier clase es un pecado contra el Dios de verdad. La palabra de Dios es clara respecto de estos puntos. “No hurtaréis, y no engañaréis ni mentiréis el uno al otro”. Levítico 19:11. “Todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”. Apocalipsis 21:8. Dios es el Dios de la sinceridad y la verdad. La palabra de Dios es un libro de verdad. Jesús es el testigo fiel y verdadero. La iglesia es testigo y campo de verdad. Todos los preceptos del Altísimo son completamente verdaderos y justos. Así pues, ¿cómo verá la prevaricación y la exageración o el engaño? La lepra, que sólo podía acabar con la muerte, fue el castigo para el siervo de Eliseo que mintió porque codiciaba los dones que el profeta había rechazado.

Ni siquiera la vida debe ser mercadeada con mentiras. Los mártires podrían haber negado la verdad con una simple palabra o una inclinación de la cabeza y así salvar sus vidas. Habría bastado con que consintieran en que se arrojara un solo grano de incienso en el altar de los ídolos para que se hubieran salvado del potro de tortura, el catafalco o la cruz. Aun así, no quisieron que hubiera falsedad en sus palabras y sus actos, por más que hacerlo les hubiera garantizado la vida. Con la mente clara, prefirieron la prisión, la tortura y la muerte antes que librarse de ellas con el engaño, la falsedad y la apostasía. Mediante la fidelidad y la fe en Cristo obtuvieron vestiduras inmaculadas y coronas de piedras preciosas. A ojos de Dios sus vidas fueron ennoblecidas y elevadas porque, en las peores circunstancias, se mantuvieron firmes por la verdad.

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Los hombres son mortales. Pueden ser piadosos con sinceridad y aun así cometer muchos errores en su comprensión y tener muchos defectos de carácter. Sin embargo, no pueden ser seguidores de Cristo y permanecer junto al que “ama y hace mentira”. Apocalipsis 22:15. Una vida tal es fraudulenta, una falsedad perpetua, un engaño fatal. Los hombres y las mujeres tendrán que enfrentarse a sus pecados y reconocerlos abiertamente. Ésa será la prueba definitiva de su valentía. Decir: “Soy responsable de ese error” requiere una fuerza de introspección que el mundo sólo posee en muy escasa medida. Pero quien tenga el valor de decir esto con sinceridad obtiene una decidida victoria sobre sí mismo y cierra efectivamente la puerta al enemigo.

La adherencia a los más estrictos principios de la verdad, con frecuencia, será la causa de incomodidades presentes, incluso de pérdidas temporales, pero aumentará la recompensa en la vida futura. La religión no consiste en un mero sistema de doctrinas estériles, sino en la fe práctica que santifica la vida y corrige la conducta en el círculo familiar y en la iglesia. Muchos diezman la menta y la ruda y, al mismo tiempo, descuidan asuntos de mayor importancia: la misericordia y el amor de Dios. Para la perfección del carácter cristiano es esencial andar humildemente con Dios. Dios exige los principios más rectos en los más minuciosos detalles de las transacciones de la vida. Cristo dijo: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel”. Lucas 16:10.

La magnitud o la aparente insignificancia de una transacción comercial no decide su justicia o injusticia, su honestidad o su deshonestidad. La menor desviación de la rectitud nos sitúa en el campo del enemigo y, si persiste, paso a paso, nos hace reos de injusticia. Una gran parte del mundo cristiano divorcia la religión de los negocios. En el trato con otros se ponen en práctica miles de pequeñas artimañas y engaños de poca importancia que revelan el verdadero estado del corazón y muestran su corrupción.

Usted, hermano A B, no honra la causa de la verdad. Es preciso limpiar la fuente para que la corriente sea pura. Su esposa está demasiado ocupada buscando la mancha y la suciedad en el carácter de sus hermanos y hermanas. Mientras buscaba la cizaña en el jardín ajeno ha descuidado el suyo propio. Debe esforzarse diligentemente para construir un carácter sin mácula. Corre el temible peligro de no conseguirlo. Si pierde el cielo, lo perderá todo. Ambos deben hacer limpieza en el templo del alma porque se ha ensuciado terriblemente. Sus mentes están pervertidas. “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría”. Proverbios 9:10. Desconfíen de ustedes mismos y sean celosos, pero nunca usen sus lenguas para expresar los celos que sus corazones sienten hacia otros. Tienen ante ustedes una gran tarea por hacer, humillarse tanto ante Dios que él acepte su arrepentimiento. Hasta este momento ustedes han sido oyentes pero no han pasado a la acción perseverante ante el mundo. Una y otra vez han admitido que estaban equivocados, pero la mente carnal ha permanecido inamovible. Los sentimientos han provocado pequeños cambios, pero no ha habido una reforma del principio. Vi que ha llegado el momento en su caso en que es preciso pasar a la acción para que se produzca un cambio radical en sus vidas. La iglesia de Dios no puede aceptar sus maneras ásperas y su cristianismo poco exigente.

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Hermanos, con uno de ustedes en un lugar basta. Entre ustedes hay contiendas y disensiones constantes. Están llenos de odio y se detestan mutuamente. Pero, aunque son notables para los que están en el mundo y se relacionan con ustedes, se encuentran tan lejos de Dios que no pueden pensar otra cosa que no sea que tienen razón. Cada uno necesita una visión más cercana de Cristo para poder discernir con más claridad en qué consiste ser como él. A menos que cambien sus maneras, y venzan completamente su comportamiento pomposo, dictatorial y descortés, deshonrarán la causa dondequiera que vayan. Habría sido mejor que nunca hubiesen nacido. Ha llegado el momento en que deberán escoger entre ir a la derecha o a la izquierda. “Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él”. 1 Reyes 18:21. El deforme carácter que han desarrollado es una deshonra para el cristianismo. Ninguna iglesia prosperará bajo su gobierno y guía porque no están unidos a Dios. Son vanidosos, orgullosos, pagados de sí mismos, y harán que los demás se amolden al mismo patrón.

La iglesia de Dios ha cargado durante mucho tiempo con sus acciones y maneas anticristianas. Que Dios los ayude a ver y sentir que sus intereses eternos demandan una transformación completa. Su ejemplo aleja a otros de la pura y elevada senda de la santidad. Los grandes hombres de verdad son, invariablemente, modestos. La humildad es una gracia que los adorna de manera natural. Los que en sus mentes han almacenado conocimientos útiles y detentan genuinos logros y refinamiento son los que estarán más dispuestos a admitir la debilidad de su entendimiento. No confían en ellos mismos ni son vanidosos, sino que, puestos ante los altos logros hasta los cuales se puede elevar su grandeza intelectual, piensan de sí mismos que no han hecho más que empezar la ascensión. Aquel cuyo pensamiento es superficial y sólo ha adquirido un conocimiento preliminar y escaso, se tiene por sabio y afecta aires de importancia.

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