Testimonios para la Iglesia, Vol. 4, p. 333-341, día 232

Hoy podrían ser hombres de honor y confianza, pero todos ustedes se han sentido tan satisfechos con ustedes mismos que no han aumentado la luz ni los privilegios que graciosamente les habían sido concedidos. Sus mentes no se han expandido con las gracias cristianas ni sus aficiones se han santificado con la comunión con el Dador de la vida. La pequeñez, la mundanalidad, pone su sello en el carácter externo y revela, sin lugar a dudas, el hecho de que han andado según los dictados de su corazón, guiándose por sus propios ojos y siguiendo sus propios designios.

Cuando se une a Dios y busca sinceramente su aprobación, el hombre se eleva, se ennoblece y se santifica. El hombre, por medio de Jesucristo, debe llevar a cabo la obra de elevación. El cielo le dará todas las ventajas en la medida en que se refiera a asuntos temporales o espirituales pero todo será vano a menos que esté dispuesto a apoderarse de esas bendiciones y ayudarse a sí mismo. Debe poner en juego todas sus fuerzas o, finalmente, será pesado en la balanza y encontrado falto. Será considerado un fracaso en la medida que lo sea su vida y perderá la vida futura.

Todos los que, con un esfuerzo determinado, busquen la ayuda de lo alto y subyuguen y crucifiquen al yo tendrán éxito en este mundo y ganarán la vida futura e inmortal. Este mundo es el campo de labor del hombre. Su preparación para el mundo venidero depende del modo en que desempeñe sus deberes aquí. Dios ha destinado que sea una bendición para la sociedad; si de él depende, no puede vivir y morir por sí mismo. Dios nos ha unido como miembros de una familia y todos estamos obligados a aceptar esta relación. Hay servicios mutuos que no podemos pasar por alto sin transgredir los mandamientos de Dios. Si vivimos, pensamos y actuamos para nosotros mismos somos inútiles como siervos de Dios. Los títulos altisonantes y los grandes talentos no son esenciales para ser buenos ciudadanos o cristianos ejemplares.

-334-

Hay en nuestras filas demasiados agitadores, charlatanes y complacidos de sí mismos que se toman la libertad de adelantarse, carentes de la necesaria reverencia por la edad, la experiencia o el oficio. Hoy la iglesia sufre la carencia de un carácter opuesto: hombres modestos, pacíficos, temerosos de Dios, que lleven las desagradables cargas que se depositen sobre sus espaldas, no por el nombre, si no por prestar un servicio al Maestro que murió por ellos. Las personas que tienen este carácter no piensan que sea una ofensa a su dignidad levantarse ante un anciano y tratar las canas con respeto. Debemos eliminar la cizaña de nuestras iglesias. Entre los miembros hay demasiada autoexaltación y autosuficiencia.

Los que temen y reverencian a Dios recibirán las delicias del honor. El hombre puede elevarse hasta ser el vínculo entre el cielo y la tierra. Salió de la mano de su Creador con un carácter que refleja el suyo y una capacidad de mejora tal que, combinando la influencia divina y el esfuerzo humano, le permitieran elevarse hasta casi alcanzar la esfera de los ángeles. Y, sin embargo, puede no apercibirse de su bondad y su grandeza.

Dios dio al hombre facultades intelectuales capaces de alcanzar los más altos grados de educación. Si los hermanos B hubiesen visto la aspereza y la brusquedad de su carácter y, con perseverancia, hubiesen cultivado y formado la mente, fortaleciéndola allí donde el carácter es débil y venciendo sus más flagrantes defectos, algunos de ellos habrían sido aceptados como mensajeros de Cristo. Pero, tal como son ahora, Dios no puede aceptar a ninguno de ellos como representante suyo. No se han apercibido suficientemente de su necesidad de mejora, de modo que no la desean. Sus mentes no han sido formadas con el estudio, la observación, la reflexión y el constante esfuerzo para disciplinarse y afrontar los deberes de la vida. Todos tienen a su alcance los medios necesarios para mejorar. Con la ayuda de Jesús, ninguno es tan pobre ni está tan ocupado como para no poder mejorar su vida y su carácter.

-335-

Advertencia a un ministro

Hermano y hermana F: Se me ha mostrado la gran misericordia y el infinito amor de Dios al darles una nueva oportunidad. Será muy necesario que se aferren firmemente al poderoso Sanador para que puedan recibir fuerza física y espiritual. Su salud es escasa, pero corren el peligro de pensar que su situación es peor de lo que en realidad es. No han tenido fuerzas para resistir porque no han forjado un carácter fuerte, esperanzado y paciente. Se rinden a la enfermedad en lugar de levantarse sobre ella. Aunque las tentaciones los asalten por todos lados, la persistencia paciente en las buenas acciones hará que venzan los defectos de sus caracteres. Se me mostró que, a pesar de que sus pies hayan emprendido el camino de la perdición, Dios no los ha rechazado completamente. Su inigualable misericordia, la cual les da una nueva oportunidad de probar su lealtad hacia él, requiere de ustedes que anden con mucha humildad y vigilen al yo. Se han consentido y se abandonado tanto a los placeres que ahora deben actuar en la dirección opuesta.

Usted, hermano F, ha sido muy orgulloso y esto ha desagradado a los ojos de Dios. Usted y su esposa han tropezado una y otra vez con este defecto. La complacencia y la indulgencia hacia ustedes mismos han minado sus fuerzas. Ninguno de ustedes es deficiente por lo que a razonamiento y juicio naturales se refiere, pero han preferido seguir las inclinaciones antes que la senda del deber, por lo que no han podido reprimir los rasgos defectuosos del carácter y fortalecer su escaso poder moral.

Hermano F, es impaciente, inquieto y exigente en casa y, tras un corto tiempo, también se muestra así con las nuevas amistades. A menudo habla de manera impaciente y arrogante. Abandone y arrepiéntase de esa actitud. Ahora puede comenzar de nuevo. Dios, en su misericordia infinita, le ha dado una nueva oportunidad. Su esposa tiene que combatir muchos defectos, vigile que no la arroje a los brazos de Satanás. Deben abandonar la agitación, las críticas y las frases altisonantes. ¿Cuánto tiempo han dedicado a obtener la victoria sobre su perversa voluntad y los defectos de su carácter? Si siguen por ese camino, se acabará su tiempo de gracia antes de que hayan hecho esfuerzos decididos y esenciales para obtener la victoria sobre el yo. La providencia de Dios los pondrá en situaciones en las que, de existir, se mostrarán sus peculiares rasgos de carácter. No ven ni se imaginan las consecuencias de sus irreflexivas, impacientes, quejosas y llorosas palabras.

-336-

Usted y su esposa tienen otra oportunidad de oro para sufrir por Cristo. Si su respuesta es la queja, no obtendrán recompensa. Si, al contrario, muestran la misma actitud que Pedro mostró tras su apostasía y su espíritu está dispuesto, serán vencedores. Toda su vida Pedro sintió la cobardía de su negación de Cristo. Cuando fue llamado para sufrir el martirio, todavía tenía presente ese hecho humillante y pidió que no lo crucificaran exactamente del mismo modo en que sufrió su Señor porque estaba convencido de que ese era un honor demasiado grande para alguien que había apostatado como él. Su petición fue que lo crucificaran cabeza abajo. ¡Qué gran sentido de su pecado tenía Pedro por haber negado a su Señor! ¡Qué maravillosa conversión fue la suya! Toda su vida posterior fue una vida de arrepentimiento y humillación.

Es probable que tiemblen cuando vean a Dios a través de su ley. Cuando Moisés vio la majestad de Dios, exclamó: “Estoy espantado y temblando”. Hebreos 12:21. La ley sentenciaba a muerte al transgresor. Más tarde, se presentó el sacrificio expiatorio ante Moisés. La sangre purificadora de Cristo se revelaba como la purificación del pecador y sus temores se desvanecieron como la niebla matutina se disipa con los rayos del sol naciente. Así vio que el pecador, mediante el arrepentimiento ante Dios y la fe en el Señor Jesucristo, recibe el perdón; y el Sol de Justicia extiende sus resplandecientes y salvadores rayos sobre él, disipando las dudas y los temores que enturbian el alma. Moisés bajó del monte en el que había mantenido una conversación con Dios con el rostro resplandeciente con un fulgor celestial que se reflejaba sobre el pueblo. Se les apareció como un ángel que viniera directamente de la gloria. Esa claridad divina era dolorosa para los pecadores; huyeron de Moisés y suplicaron que esa gloria fuera velada para que no murieran al acercarse a él.

Moisés había estudiado. Fue educado en todas las ciencias de los egipcios, pero esto no bastó para cualificarlo para la obra que debía realizar. La providencia de Dios determinó que debía aprender a ser paciente y templar sus pasiones. En la escuela de las privaciones y la negación de sí mismo debía recibir una educación que sería de la máxima importancia para él. Esas pruebas lo prepararían para ejercer un cuidado paternal sobre todos los que necesitasen su ayuda. Ni el conocimiento, ni el estudio, ni la elocuencia podrían sustituir esa experiencia en las dificultades si debía tener cuidado de las almas y tenía que dar cuenta de ellas. Al trabajar como un humilde pastor, al olvidarse de su yo e interesarse por el rebaño que le había sido encomendado, se preparaba para la más alta tarea jamás confiada a un mortal, ser el pastor de las ovejas del Señor. Los que temen a Dios y están en el mundo deben estar unidos a él. Cristo es el más perfecto maestro que el mundo haya conocido jamás. Recibir su conocimiento y su sabiduría fue más valioso para Moisés que toda la ciencia de los egipcios.

-337-

Hermano y hermana F, les encomiendo que se sinceren y se acerquen a Dios por medio de Jesucristo. “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”. Gálatas 6:7. El que malgasta sus talentos y sus medios en su propia satisfacción, en la gratificación de las más bajas pasiones, segará corrupción. Tiene la cosecha segura. Su mente perderá su predisposición y sus fuerzas. Verá quebrantado su intelecto y acortada su vida. Dios exige de ustedes que hagan esfuerzos más decididos para subyugarse y controlarse. Se me mostró que Dios y los ángeles esperan prontos a ayudarlos en esta importante tarea. Si ustedes se demoran, si buscan medidas dilatorias, quizá no lleguen a tiempo. Su tiempo de gracia se ha alargado, su carácter está en proceso de formación y pronto, queridos hermano y hermana, quedará fijado para siempre. El trabajo dejado a medias no favorecerá su avance hacia el cielo. La indecisión pronto lleva en la mala dirección. Muchos deciden servirse a sí mismos y a Satanás porque no hacen esfuerzos determinados para vencer sus defectos de carácter. Muchos, al acariciar inclinaciones pecaminosas, esperando vencerlas alguna vez, se deciden por la perdición. Hermano y hermana F, en el nombre de Jesucristo pueden ser victoriosos incluso ahora, “en este día”. No hagan planes ni estudien para sí. No pueden ser enteramente del Señor mientras den pábilo a algún tipo de soberbia. Un amor tan grande como el que mostró el Redentor por ustedes debe ser recibido con mucha humildad y continuo regocijo. Para ser felices deben controlar sus pensamientos y sus palabras. Ello requerirá un esfuerzo supremo; sin embargo, para que sean reconocidos como hijos de Dios, es imprescindible. No desfallezcan. Satanás presenta batalla por sus almas y no puede vencer.

-338-

Cuando usted, hermano F, empieza a trabajar en un lugar, por lo general, suele ganarse la confianza de las personas. Pero después de un tiempo de relación, sus defectos se hacen tan evidentes que muchos desconfían de su piedad. Así, todos los ministros de la denominación son juzgados por el mismo rasero. Una corta estancia en un lugar no pondría en peligro su reputación. Cuando está ocupado en el trabajo sincero, sometido a presión por influencias opuestas, su mente se abstrae en el trabajo y no tiene ni tiempo ni oportunidad de pensar y reflexionar sobre usted mismo. Pero cuando el trabajo se acaba y usted empieza a pensar en usted mismo, como es natural en usted, se abandona a sus caprichos y se vuelve infantil y brusco, y su carácter se agria; y así se malogra la obra de Dios. En la iglesia manifiesta el mismo espíritu y por lo tanto su influencia es sumamente dañina para la comunidad; tanto, que en algunos casos no hay remedio posible. A menudo ha mostrado un comportamiento infantil, incluso cuando trabajaba para convertir almas a la verdad. Los que eran testigos se llevaron una terrible impresión. Ahora puede escoger entre ser un hombre consagrado, tanto en casa, en la familia, como en la iglesia, siempre tierno y paciente; o puede escoger no establecerse por mucho tiempo en ninguna iglesia, ya que, de lo contrario, sus defectos se harían evidentes y el Redentor a quien usted profesa amar y servir se vería deshonrado.

La fe de Moisés lo condujo a mirar a las cosas que no se ven, las cuales son eternas. Abandonó los espléndidos atractivos de la vida en la corte porque allí estaba el pecado. Abandonó los aparentes bienes presentes que sólo podían conducir a la ruina y la destrucción. Los verdaderos atractivos, los eternos, tenían gran valor para él. Los sacrificios de Moisés, en realidad, no eran sacrificios. Para él era cambiar unos bienes presentes de aspecto engañoso por otros seguros, elevados e inmortales.

-339-

Moisés soportó la reprensión de Cristo porque la consideraba una riqueza mayor que todos los tesoros de Egipto. Creyó lo que Dios había dicho y no cedió a las influencias que querían desviarlo de su integridad valiéndose de reproches mundanos. Anduvo en la tierra como un hombre de Dios libre. En su alma guardaba el amor de Cristo, el cual, además de convertirlo en un hombre digno, añadió el brillo de las verdaderas gracias cristianas a la dignidad del hombre. Moisés anduvo por un peligroso y escarpado sendero. Sin embargo, miró las cosas invisibles y no flaqueó. Para él la recompensa era atractiva. También puede serlo para nosotros. Él estaba familiarizado con Dios.

Ante ustedes tienen la tarea de mejorar el resto de su vida reformando y elevando el carácter. Con la renovación del alma empieza una nueva vida. Cristo es el Salvador eterno. Aquello que pueda ser visto como difícil de abandonar se rendirá. Las palabras altivas y dictatoriales no serán dichas y así se obtendrá una preciosa victoria. La verdadera felicidad será el resultado de todas las negaciones y todas las crucifixiones del yo. Una vez que se ha obtenido una victoria, la siguiente es más fácil de conseguir. Si Moisés hubiera desaprovechado las oportunidades y los privilegios que Dios le prometía, habría desaprovechado la luz celestial y se habría convertido en un hombre vencido y miserable. El pecado viene de abajo y cuando es acariciado Satanás se apodera del alma para atizar en ella hasta el mismo fuego del infierno. Dios no dio su ley para impedir la salvación de las almas, sino que quiere que todas se salven. El hombre tiene la luz y las oportunidades; si las aprovecha, vencerá. Mediante su vida pueden mostrar el poder vencedor de la gracia de Dios. Satanás quiere establecer su trono en el templo del alma. Cuando reina, se hace oír y sentir por medio de pasiones desenfrenadas y palabras amargas que hieren y apesadumbran. Así pues, ya que la luz no tiene comunión con las tinieblas y Cristo no se une a Belial, el hombre debe estar completamente por uno o por otro. Al rendirse a la propia complacencia, la avaricia, el engaño, el fraude o el pecado de cualquier clase, alienta en su alma los principios de Satanás y cierra la puerta al cielo. Por causa del pecado Satanás fue arrojado del cielo y nadie que consienta y acaricie el pecado podrá entrar al cielo porque entonces Satanás tendría otra vez un pie dentro.

-340-

Cuando un hombre se esfuerza día a día, con sinceridad, por vencer los defectos de su carácter, recibe a Cristo en el templo de su alma y la luz de Cristo está en él. Los brillantes rayos de la luz del rostro de Cristo elevan y ennoblecen todo su ser. La paz del cielo invade su alma. Muchos dan rienda suelta a las pasiones, a la avaricia, a la soberbia y al engaño, excusándose constantemente y echando la culpa sobre las circunstancias que les trajeron la prueba. Tal ha sido su caso, hermano. Dios permitió que existiera su entorno para que usted desarrollara su carácter. Pero usted pudo haber creado su entorno; porque resistiendo y soportando la tentación se controlan las circunstancias con la fuerza de voluntad, en nombre de Jesús. Así se vence como Cristo venció. “Ésta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”. 1 Juan 5:2.

Hermano F, Dios tiene misericordia de usted. Su vida ha sido un error, no se parece en nada a lo que pudiera o debería haber sido. En su genuina humanidad no ha habido elevación y pureza de sentimientos. No se ha respetado a usted mismo y, por lo tanto, tampoco ha respetado a los demás. No ha engrandecido a Cristo ni el poder de su gracia. Toda su vida ha necesitado guardianes para que lo vigilaran. La frivolidad y volubilidad, la desconsideración y falta de control de sí mismo, la soberbia e impaciencia que se vieron en su conducta en un período temprano de su vida ahora que ya ha cruzado el meridiano de la vida se han desarrollado de manera extremada. No habría sido así si usted hubiera puesto a un lado sus sentimientos y su temperamento infantiles y se hubiese revestido de la firmeza del hombre adulto. Justificarse ha sido su total ruina. Sus sufrimientos y enfermedades se han magnificado. Usted mira a ellas y se queja, pero no mira más allá, a Jesús. Piense cuán poco sufre, cuán poco soporta, en comparación con los sufrimientos de Cristo, el cual estaba libre de pecado. El Justo sufría por el injusto.

Un buen árbol no dará frutos corruptos. Tan cierto como que el buen árbol da buenos frutos, la buena conversación acompañará a la buena conciencia. Si un hombre es descortés y grosero con su familia y otras personas relacionadas con él, no es difícil imaginar cómo se comportará en la iglesia. Mostrará la misma disposición petulante y altanera que muestra en casa. Nadie puede tener el espíritu y la mente de Cristo sin que ello lo mejore en todas sus relaciones y deberes de la vida. La murmuración, las quejas y las pasiones agitadas no son fruto de los buenos principios. Hermano, le será preciso apresurarse a orar porque no ha fortalecido los rasgos morales de carácter que son altos y nobles. Ésta es ahora su tarea. Será difícil, pero es extremadamente necesario.

-341-

Mientras estuvo en Texas, usted se sentía desesperado y olvidado de Dios y los hombres. Ahora que vuelve a empezar, permita que la obra de reforma sea completa y su arrepentimiento perfecto. Por lo que al vigor y la salud se refiere, sus mejores días ya pasaron. Sin embargo, con hábitos adecuados, una mente dispuesta y la clara conciencia respecto de su presente comportamiento, es posible que vuelva en victoria lo que pudiera ser una derrota. No tiene tiempo que perder. Su esposa puede ayudarlo en sus esfuerzos en el campo de la siega. Si se santifica con la verdad, ella puede ser una bendición para usted y para la causa de Dios conversando con otros y mostrándose sociable. Muchos fracasan y caen por causa de la indulgencia de un carácter perverso. A Alejandro Magno y a César les fue más fácil subyugar reinos que dominar su propio espíritu. Después de haber conquistado naciones enteras, los que fueron tenidos por grandes hombres del mundo, cayeron; uno, víctima de la concupiscencia y la intemperancia; el otro, de la presuntuosidad y la ambición desbocada.

Dios les exige que dominen el orgullo, la obstinación y permitan que su paz gobierne sus corazones. Deben abrigar un espíritu manso y pacífico, lleven la mansedumbre de Cristo con ustedes y en todas las tareas que desempeñen. Un carácter agitado y la censura tajante no causarán la impresión adecuada en las personas ni ganarán sus simpatías. Si tenemos la verdad, podremos ser calmados y pacíficos. Nuestro lenguaje debe ser modesto y elevado. El espíritu que ustedes han abrigado ha dejado sus huellas en el rostro. Con Cristo entronizado en el alma, esa mirada inquieta, irritable e infeliz se borrará. Cuando la multitud de testigos miran al hombre que refleja la imagen de Cristo se dan cuenta de que está rodeado de una atmósfera apacible. El mundo verá que, aun en medio de las tormentas de los abusos, él se muestra inamovible, como un alto cedro. Ese hombre es un héroe de Dios. Ha vencido sobre sí mismo.

Posted in

admin