Testimonios para la Iglesia, Vol. 5, p. 103-111, día 274

Si va, debe estar preparado para resistir la tentación y para apoyar la obra de profesores y maestros, permitiendo que su influencia esté completamente del lado de la disciplina y el orden. Es el propósito de Dios que todos los que trabajen en su causa estén sujetos los unos a los otros, dispuestos a recibir consejo e instrucción. Deben adiestrarse mediante la más rigurosa disciplina mental y moral para que con la gracia ayudadora de Dios estén capacitados de mente y corazón para preparar a otros. La oración ferviente, la humildad y la seriedad de propósito han de combinarse con la ayuda de Dios, ya que las debilidades y sentimientos humanos están constantemente luchando por la supremacía. Cada ser humano ha de purificar su alma a través de la obediencia a la verdad y con el solo propósito de glorificar a Dios, de abatir el yo y exaltar a Jesús y su gracia. Al avanzar continuamente de esta manera en dirección a la luz conocerá a Dios y recibirá su ayuda.

Algunos de los que asisten al colegio no aprovechan el tiempo debidamente. Llenos de la vivacidad juvenil, desprecian el refrenamiento que se les impone. Se rebelan especialmente contra las reglas que prohiben que los jóvenes brinden sus atenciones a las señoritas. La maldad de este proceder en esta época degenerada se conoce harto bien. Imitar las costumbres del mundo con respecto a esto en un colegio donde están asociados tantos jóvenes, encauzaría sus pensamientos en una dirección que estorbaría su búsqueda del conocimiento y su interés en los asuntos religiosos. La infatuación tanto de jóvenes y señoritas que fijan sus afectos los unos en los otros durante sus años escolares, demuestra falta de buen criterio. Como en su propio caso, el impulso ciego gobierna la razón y el juicio. Bajo el poder de este engaño seductor, la grave responsabilidad que siente todo cristiano sincero es echada a un lado, muere espiritualmente, y el juicio y la eternidad pierden su pavoroso significado.

Todas las facultades de los que sufren de esta enfermedad contagiosa, el amor ciego, son afectadas por ella. Parecen carecer de buen sentido y su proceder repugna a todos los que los contemplan. Mi hermano, se ha convertido usted en objeto de crítica y se ha rebajado ante los ojos de aquellos cuya aprobación debiera usted tener en estima. En muchos, esta enfermedad alcanza su punto crítico al llevarse a cabo un matrimonio prematuro, y cuando pasa la novedad y el poder encantador del amorío, una o ambas personas envueltas en la relación, se dan cuenta de su verdadera situación. Se hallan entonces mal casados, pero unidos para toda la vida. Unidos el uno al otro por los más solemnes votos, contemplan con corazones desfallecientes la miserable vida que les toca vivir. Están obligados a hacer lo mejor que puedan de la situación, pero muchos no están dispuestos a hacerlo. O terminarán siendo infieles a sus votos matrimoniales o bien harán del yugo que insistieron en colocarse encima algo tan amargo que no pocos cobardes deciden poner fin a su existencia.

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La asociación con los que son vanidosos, superficiales y escépticos producirá la depravación y la ruina moral. Los caballeros o damas jóvenes que son audaces y atrevidos pueden tener algo de agradable en su trato; pueden poseer brillantes dotes intelectuales y destreza en hacer parecer que lo malo es preferible a lo bueno. Los tales lograrán encantar y confundir a cierta categoría de personas, y como resultado algunas almas se perderán. La influencia de los pensamientos y hechos de toda persona la rodean como una atmósfera invisible, la cual absorben todos los que se relacionan con ella. A menudo dicha atmósfera está cargada de influencias nocivas y cuando éstas se inhalan, el resultado seguro es la degeneración moral.

Mi joven hermano, ¡ojalá que pudiera yo convencerlo claramente de su verdadera condición! Tiene que arrepentirse, de lo contrario nunca verá el reino de los cielos. Hay muchos hombres y mujeres jóvenes que profesan la piedad y sin embargo no saben lo que significa seguir a Cristo. No imitan su ejemplo de bien hacer. El amor y la gratitud hacia Dios no brotan en el corazón ni son expresados en palabra o acción. No poseen el espíritu de abnegación, ni tampoco se alientan el uno al otro en el camino de la santidad. No queremos que tomen parte en la solemne obra del Señor jóvenes que profesan a Cristo pero que no tienen la fuerza moral necesaria para tomar su lugar con aquellos que son sobrios y velan en oración y que tienen su ciudadanía en el cielo, de donde esperan la aparición del Salvador. No sentimos mucho apremio porque vayan jóvenes a Battle Creek que profesan ser observadores del sábado, pero que por la clase de compañeros que escogen, dejan ver que son de baja moral.

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Las puertas de nuestro colegio estarán siempre abiertas para los que no profesan religión, y los jóvenes que vienen a Battle Creek pueden escoger asociarse con este grupo irreligioso. Si se asocian con ellos con buenas intenciones y poseen suficiente vigor espiritual para resistir su influencia, pueden ser una fuerza para el bien; mientras son aprendices, pueden hacerse maestros. El verdadero cristiano no escoge la compañía de los inconversos por amor a la atmósfera que rodea sus vidas irreligiosas o para ganarse la atención o asegurarse el aplauso de los demás, sino con el propósito de comunicar luz y conocimiento, y para llevarlos hacia una noble y elevada norma, la amplia plataforma de la verdad eterna.

Una sola persona, guiada por motivos sanos y determinada a obtener inteligencia para usar correctamente sus capacidades, será una fuerza para el bien dentro de la escuela. Ejercerá una influencia amoldadora. Cuando los padres justifican las quejas de los hijos contra la autoridad y disciplina de la escuela, no se dan cuenta de que están aumentando la fuerza desmoralizadora que prevalece en un grado tan espantoso. Es preciso que toda influencia que rodee a los jóvenes esté del lado del bien, porque la depravación juvenil va en aumento.

En el caso de la juventud mundana, el amor por la vida social y el placer constituye una pasión absorbente. Vestirse, hacer visitas, gratificar el apetito y las pasiones, y dedicarse con entusiasmo a la disipación social, se convierte en el gran objetivo de su existencia. No son felices si los dejan solos. Su deseo principal es ser admirados y adulados, y causar sensación en la sociedad; y cuando este deseo no es satisfecho, la vida les parece insoportable.

Los creyentes que se vistan con toda la armadura de Dios y que dediquen algún tiempo diariamente a la meditación, la oración y el estudio de las Escrituras, se vincularán con el cielo y ejercerán una influencia salvadora y transformadora sobre los que los rodean. Suyos serán los grandes pensamientos, las nobles aspiraciones, y las claras percepciones de la verdad y el deber para con Dios. Anhelarán la pureza, la luz, el amor y todas las gracias de origen celestial. Sus sinceras oraciones penetrarán a través del velo. Esta clase de personas poseerá una confianza santificada para comparecer ante la presencia del Infinito. Tendrán conciencia de que la luz y la gloria del cielo son para ellos, y se convertirán en personas refinadas, elevadas y ennoblecidas por causa de esta asociación íntima con Dios. Tal es el privilegio de los verdaderos cristianos.

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No basta la meditación abstracta; no basta la actividad laboriosa; ambas cosas son esenciales para la formación del carácter cristiano. La fuerza que se obtiene mediante la oración secreta ferviente nos prepara para resistir las seducciones de la sociedad; y, sin embargo, no debemos excluirnos del mundo, porque nuestra experiencia cristiana ha de ser la luz del mundo. La asociación con los incrédulos no nos hará ningún daño si nos entremezclamos con ellos con el propósito de vincularlos con Dios, y si somos suficientemente fuertes en lo espiritual para resistir su influencia.

Cristo vino al mundo para salvarlo, para vincular al hombre caído con el Dios infinito. Los seguidores de Cristo han de ser canales de luz. Manteniendo su comunión con Dios, han de transmitir las preciosas bendiciones que reciben del cielo a los que yacen en las tinieblas y el error. Enoc no se dejó contaminar con las iniquidades que prevalecían en sus días; ¿y acaso necesitamos nosotros dejarnos contaminar en los nuestros? Siguiendo el ejemplo de nuestro Maestro, hemos de tener compasión por la humanidad que sufre, piedad por los desafortunados, y mostrarnos generosos y considerados con los sentimientos y necesidades de los menesterosos, y los que están turbados y desesperados.

Los que son cristianos de veras buscarán hacer el bien a los demás y al mismo tiempo pondrán de tal manera en orden su conversación y comportamiento que mantendrán una serena y bendecida actitud de paz mental. La Palabra de Dios requiere que seamos como nuestro Salvador, que reflejemos su imagen, imitemos su ejemplo, y vivamos su vida. El egoísmo y la mundanalidad no son frutos del árbol cristiano. Ningún hombre puede vivir para sí y a la vez disfrutar de la aprobación de Dios.

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Amonestaciones y reprensiones

En la iglesia de _____ hay algo que es perjudicial para sus intereses espirituales. Falta la piedad vital, la religión práctica. No quiero mencionar nombres. Que cada cual examine su propio corazón y conozca sus imperfecciones personales. Hay algunos que constantemente se inclinan hacia el mundo, que siempre rebajan las normas religiosas por medio de sus conversaciones mundanales. No tienen el amor de Dios en sus corazones. Son de manos flojas cuando se necesita su ayuda en la iglesia. Esta debilidad espiritual viene como consecuencia de no estar dispuestos a hacer su parte en el lugar y la ocasión donde pueden ser de mayor ayuda. Sin embargo, cuando tienen algún plan o negocio personal que realizar, están listos para aceptar cualquier responsabilidad; su finalidad es lograr sus propósitos personales. Si dichos propósitos fueran santificados, la situación no andaría tan mal; pero no lo son.

Hay gran necesidad de obreros celosos y desinteresados en la causa de Dios. Un solo miembro dedicado que ame a Jesús hará mayor bien que cien obreros medio convertidos, profanos y autosuficientes. Es imposible que la iglesia sea viviente y activa, a menos que sus miembros estén dispuestos a hacer su parte y asumir responsabilidades. En la congregación se relacionan entre sí personas de diferentes temperamentos y caracteres. En la iglesia de _____ hay algunas almas decididas, temerosas de Dios que oran mucho, que llevan las cargas de la iglesia y cuya felicidad consiste en ver prosperar a sus miembros. Aquí, como en otros lugares, Satanás está constantemente obrando para derribar y desmoralizar. El enemigo de las almas tiene como propósito debilitar y destruir toda organización, la cual, teniendo éxito, pueda glorificar a Dios.

Hay jóvenes que han aceptado la verdad y marchado bien por un tiempo, pero Satanás ha envuelto sus redes en torno a ellos a través de vínculos amorosos imprudentes y de matrimonios insatisfactorios. Ha visto que esta es la manera más eficaz de seducirlos y apartarlos del camino de la santidad. Por un tiempo algunos de estos jóvenes lucieron la armadura evangélica con dignidad y gracia. Mientras el corazón y la mente estaban sujetos a la voluntad divina, había prosperidad; pero cuando la vista se desvió de Jesús y fue atraída hacia fines frívolos, entonces el yo se afianzó, la razón carnal se sobrepuso al sano juicio e integridad, y se consideró que la armadura cristiana era demasiado pesada para ser llevada por personas tan jóvenes en edad. Era adecuada para soldados del Evangelio experimentados, pero demasiado pesada para los jóvenes. El tentador ofreció muchas sugestiones con el propósito de producir inconstancia y vacilación en el curso de la vida cristiana.

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El mandato del Capitán de su salvación era: “Estad atentos, velad y orad” (Marcos 13:33) “para que no caigáis en tentación” (Marcos 14:38); pero se pensó que era demasiado inconveniente defender fielmente el alma, y el engañoso poder de Satanás y del corazón los apartó de Cristo. Si estos jóvenes y señoritas hubiesen considerado las palabras del apóstol, “no sois vuestros… Porque habéis sido comprados por precio…” (1 Corintios 6:19, 20), no se hubieran sentido libres para negarle a Dios lo que él compró a un precio infinito.

No hay ni siquiera un joven de cada cien que sienta la responsabilidad que Dios le ha dado. Cada aptitud física y mental debe ser cuidadosamente preservada y puesta en el uso mejor y mayor para el adelanto de la gloria de Dios. Aquellos jóvenes que permiten que sus facultades se perviertan y que abusan así de los dones de Dios, tendrán que rendir una cuenta estricta por el bien que hubieran podido hacer aprovechando la provisión hecha mediante Jesús. Dios espera que cada facultad sea bien usada.

Hay jóvenes en la iglesia de _____ que deben estar cultivando la gracia de la perseverancia cristiana, llegando a ser hombres de fe. Deben convertirse en personas firmes, constantes, arraigadas y cimentadas en la verdad. La iglesia necesita esa misma ayuda que según el propósito de Dios ellos deben brindarle. Quienes profesan el nombre de Dios no han consagrado sus talentos completamente a él, pero los han cedido, en cierta medida, al servicio de Satanás. Estas personas han estado y siguen aún robándole a Dios. Como el mayordomo infiel a quien se le encomendaron los talentos, han ocultado los dones de Dios en el mundo.

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Otro gran mal en la iglesia de _____ ha sido el material que ha entrado en ella. Este material necesita ser derretido por el Espíritu de Dios. La escoria se nota en rasgos de carácter bruscos y cortantes, los cuales pudieron haber sido eliminados si estos individuos hubieran sido discípulos de Cristo; pero no se han desvinculado completamente del espíritu y las influencias del mundo. Le roban a Dios entremezclando diariamente con el elemento mundano, el tiempo, los talentos y la fuerza que él les dio. Estas facultades no le pueden ser negadas a Dios sin resultar en la ruina eterna. Habéis sido comprados con precio, aunque perezcáis por rehusar ser salvados de la manera que Dios ha designado.

Los santos ángeles observan con profundo interés para ver si los miembros individuales de la iglesia honran a su Redentor, para ver si se vinculan con el cielo y dejan de robarle a Dios, a quien profesan amar, honrar y servir. Dios llama a los suyos. Sois doblemente de él, por creación y redención; pero cuando dejáis que el fuego de lag pasiones no santificadas se encienda en vuestros ojos, cuando proferís palabras que ahuyentan a los santos ángeles de vuestro lado, cuando pensáis mal de vuestros hermanos, cuando profanáis vuestras manos con el lucro de la impiedad, estáis ofreciendo vuestros miembros como instrumentos de injusticia.

Hermano _____, vi que la palabra “falto” estaba escrita contra su nombre en el registro del cielo; falto de paciencia, tolerancia, dominio propio, humildad y mansedumbre. Su carencia de estos dones celestiales seguramente hará que los portales del cielo se cierren contra usted. Dios reclama como suyos su cuerpo, su alma, su ser entero, y todas sus aptitudes. Ese genio descontrolado y precipitado tiene que ser vencido. La enfermedad espiritual es sin duda alguna el resultado de ceder a este espíritu de descontento, quejoso y murmurador; y es usted mismo el responsable por esta enfermedad. Deje de expresar el descontento, deje de ser empecinado, de engreírse a sí mismo y sea un hombre noble de corazón y valeroso ante Dios. Jesús lo ama. ¿Acaso no ha provisto ampliamente en su favor para que disponga usted de ayuda cuando se vea en aprietos? Dice el Señor: “¿Qué más se podía haber hecho a mi viña, que yo no lo haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?” Isaías 5:4. El fruto que Cristo espera, después de haber cuidado pacientemente de su iglesia, es la fe, la paciencia, el amor, la tolerancia, el pensamiento en las cosas de arriba y la humildad. Estos son los racimos de fruta que maduran en medio de la tormenta, de nubarrones y de oscuridad, como también en la luz del sol.

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El hermano _____ está unido a la iglesia, pero no al Señor. Su religión es de tipo dispéptico. No está bien con Dios; rebosa de egoísmo. Ha perdido mucho al unirse con individuos que no poseen el espíritu de Cristo. Carece casi de toda virtud. No es de ninguna ayuda para sí mismo y es un gran obstáculo para la iglesia. Estimado hermano, Satanás lo tiene en gran parte controlado; sus pensamientos no son santificados ni están sus hechos en conformidad con el verdadero espíritu cristiano. Usted mismo es el causante de su propia enfermedad; y tendrá usted que ser su propio restaurador de su salud con la ayuda del Médico divino. Sus fuerzas morales están debilitadas por falta de alimento. Padece de hambre espiritual por la verdad bíblica, por el pan de vida. Necesita alimentarse diariamente de la Vid viviente. La iglesia no deriva fuerza de usted; y dada su presente condición, estaría mejor sin usted, ya que ahora, si algo surge que lo contraría y usted no puede controlar la situación, se echa atrás empecinado, y se convierte en carga muerta para la iglesia. No lleva usted ninguna carga o peso en favor de la causa. Dios ha sido muy paciente con usted; pero su longanimidad tiene sus límites, y podría ser que se aventure a traspasar apenas un poquito esos límites y así quede desprovisto de la obra del Espíritu en su favor, sumido en su propia perversidad, contaminado por el egoísmo y degenerado por el pecado.

El hermano _____ no posee un espíritu recto. Su inclinación por el liderazgo le hace daño, porque no está capacitado para semejante trabajo. Puede actuar bien en la iglesia siempre y cuando el yo no sobresalga. Una medida mayor de mansedumbre y humildad hará que sus esfuerzos sean una bendición en lugar de una carga para la iglesia.

Hermano y hermana _____, también vi al lado de vuestros nombres en el registro divino la palabra “falto”. Tenéis que despojaros del yo y purificar el templo de vuestras almas. Ambos poseéis la capacidad de hacer el bien, aunque no está santificada. Sois grandemente deficientes en la sencillez de la piedad. Si la iglesia tuviera que ser amoldada por vuestra norma de religión, se desmoralizaría hasta el punto de llegar a ser un mero formalismo secular, falto de consagración. Pudisteis haber sido una gran bendición para la iglesia, pero en gran manera habéis fracasado. Jesús os implora que huyáis del espíritu mundanal. Hermana _____, estoy alarmada por usted y por los que se ponen en contacto con su influencia. Sus normas son bajas. “Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”. Gálatas 6:7. Por medio de sus palabras y acciones está ahora esparciendo la semilla. Debemos sembrar bien tanto para la carne como para el Espíritu. En el día final de rendimiento de cuentas, toda persona tendrá que tomar la hoz y recoger la cosecha que su propia mano sembró.

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Su esposo yerra en su trabajo. Cuando humille su corazón como el de un niño, y cuando se sienta menos importante y más necesitado de la ayuda divina, entonces llegará a estar donde pueda ser usado para la gloria del Señor; pero en la condición en que se encuentra, no se da cuenta de las necesidades de la causa. Se exhibe tanto el gran YO y se da tan poca importancia a Jesús en la vida y el carácter de muchos, que Dios no puede aceptar nada de sus manos. Muy pocos se dan cuenta de la solemnidad del tiempo en que vivimos: el día de preparación del Señor. Si ambos os consagraseis y dedicaseis vuestras aptitudes para estudiar cómo hacer crecer la iglesia, no debilitándola y ayudando al enemigo en su obra de atraer a los miembros hacia el mundo, adquiriríais una experiencia valiosa durante vuestra jornada terrenal. El hermano _____ ha sido un gran estorbo para la iglesia. No debe ser miembro de ella a menos que su vida cotidiana esté en armonía con su profesión. Dios no lo reconoce como su hijo. Hoy está bajo la bandera negra de los poderes de las tinieblas. Satanás lo tiene completamente bajo su control.

Esta ola de fuertes y desalentadoras influencias ha sido casi demasiado recia para que la iglesia la resista. Diez miembros que anduviesen con toda humildad de espíritu tendrían mayor influencia sobre el mundo que lo que toda la iglesia con su feligresía actual y su falta de unidad ha tenido. Mientras más exista el elemento dividido y carente de armonía, menos poder para el bien de la humanidad poseerá la iglesia.

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