Testimonios para la Iglesia, Vol. 6, p. 85-94, día 346

Algunos preguntarán: ¿No podemos alcanzarlos con las publicaciones? Son muchos los no se pueden alcanzar de esta manera. Lo que necesitan es un esfuerzo personal. ¿Habrán de perecer sin advertencia especial? No era así en los tiempos antiguos. Los siervos de Dios eran enviados a decir a los que ocupaban cargos elevados que podían hallar paz y descanso solamente en el Señor Jesucristo. 

La Majestad del cielo vino a nuestro mundo para salvar a la humanidad perdida y caída. Sus esfuerzos incluían no solamente a los parias, sino también a los que ocupaban puestos de honor. Él trabajó inteligentemente para obtener acceso a las personas de las clases superiores que no conocían a Dios y no guardaban sus mandamientos.

La misma obra se continuó después de la ascensión de Cristo. Mi corazón se enternece mucho al leer el interés manifestado por el Señor en Cornelio. Este era un hombre de elevada posición, un oficial del ejército romano, alguien que seguía estrictamente toda la luz que había recibido. El Señor le envió un mensaje especial del cielo a Pedro pidiéndole que lo visitara y compartiera la luz. Pensar en la compasión y el tierno amor de Dios hacia aquellos que andan en busca de luz y oran por ella, debiera proporcionar un gran estímulo a los dirigentees de nuestra obra. 

86-

Muchos me han sido presentados como Cornelio; es decir, hombres a quienes Dios desea relacionar con su iglesia. Sus simpatías acompañan al pueblo que observa los mandamientos del Señor. Pero son retenidos firmemente por los vínculos que los atan al mundo. No tienen el valor moral para unirse con los humildes. Debemos hacer esfuerzos especiales por estas almas, pues en vista de sus responsabilidades y tentaciones requieren un trabajo especial. 

Por la luz que se me ha dado sé que un claro “Así dice Jehová” debe dirigirse ahora a los hombres que tienen influencia y autoridad en el mundo. Son administradores a quienes Dios ha confiado cometidos importantes. Si quieren aceptar su invitación, Dios los empleará en su causa. 

Hay hombres del mundo que tienen facultades de organización concedidas por Dios; son facultades que se necesitan para llevar adelante la obra para estos últimos días. Se necesitan hombres que puedan asumir la administración de instituciones, hombres que puedan actuar como dirigentes y educadores en nuestras asociaciones. Dios llama a hombres y mujeres que puedan mirar hacia delante y discernir la obra que debe hacerse, que puedan servir como fieles financistas, hombres y mujeres que se mantendrán leales como una roca a los principios en cualquier peligro o crisis que pueda surgir. 

La causa de Dios necesita ahora, como en el pasado, el talento que Dios se proponía que tuviera. Pero tanto egoísmo se ha entretejido en nuestras instituciones, que el Señor no ha logrado conectar con la obra a las personas que deberían estar unidas a ella. Dios ha visto que tales hombres y mujeres no serían reconocidos ni apreciados debidamente. 

Dios llama a obreros fervorosos y humildes para que lleven la verdad a las clases privilegiadas. No es por contacto casual, accidental, que personas pudientes, amantes y adoradoras del mundo pueden ser llevadas a Cristo. Hay hombres y mujeres imbuidos con el espíritu misionero que deben hacer esfuerzos personales definidos, y ellos no fracasarán ni se desanimarán.

-87-

Debemos celebrar reuniones con el fin de orar, para pedir al Señor que abra el camino para que la verdad penetre en las fortalezas donde Satanás ha puesto su trono; y que disperse la sombra que él ha interpesto en el sendero de los que procura engañar y destruir. Tenemos la seguridad: “La oración eficaz del justo puede mucho”. Santiago 5:16.

Pedid que se ore por la gente a favor de las cuales trabajáis; presentadlos delante de la iglesia como objetos de sus súplicas. Será justamente lo que los miembros de la iglesia necesitan para tener sus mentes alejadas de sus dificultades insignificantes; para sentir una gran preocupación, un interés personal, por un alma que está a punto de perecer. Seleccionad otra alma, y otra más, buscando diariamente la dirección de Dios, colocando todo delante de él en fervorosa oración, y trabajando con la sabiduría divina. Al hacer esto, Dios otorgará su Espíritu Santo para convencer de pecado y convertir el alma. 

Algunos son especialmente idóneos para trabajar en favor de las clases superiores. Los tales deben buscar diariamente al Señor y dedicar tiempo al estudio para aprender a alcanzar a esas personas; no para conocerlas simplemente, en forma casual, sino para conquistarlas mediante el esfuerzo personal y la fe viva. Deben manifestar un profundo amor por ellas y verdadera preocupación porque tengan un conocimiento de la verdad tal cual se la halla en la Palabra de Dios.

Para alcanzar estas clases, los creyentes mismos deben ser “cartas” vivientes, “conocidas y leídas por todos los hombres”. 2 Corintios 3:2. No representamos en todo lo que podemos, el carácter elevador y ennoblecedor de la verdad. Estamos en peligro de convertirnos en siervos estrechos de miras y egoístas. Debemos recordar esto con temor y temblor, para que no fracasemos. 

Que aquellos que trabajan por las clases más favorecidas se conduzcan con verdadera dignidad, recordando que los ángeles son sus acompañantes. Que guarden la tesorería de la mente y el corazón repletos de “Escrito está”. Colgad en el vestíbulo de la memoria las preciosas palabras de Cristo. Deben ser valoradas muy por encima de la plata o el oro. 

88-

No debemos ocultar el hecho de que somos adventistas del séptimo día. La verdad puede avergonzarse de nosotros porque nuestro proceder no esté en armonía con sus principios puros, pero jamás debemos avergonzarnos de la verdad. Cuando tengáis la oportunidad, confesad vuestra fe. Cuando alguien os pregunte, dadle una razón de la esperanza que está en vosotros, con humildad y temor. 

Es la constante comprensión del valor incomparable del sacrificio expiatorio de Cristo por nosotros, lo que nos califica para guiar a otros al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Debemos convertirnos en expositores de la eficacia de la sangre de Cristo, mediante la cual nuestros propios pecados han sido perdonados. Sólo así podremos alcanzar a las clases más privilegiadas. 

Se presentarán muchos motivos de desánimo en este trabajo. Se harán muchas revelaciones desconcertantes. Cristo ha dicho que es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el reino de los cielos. Pero con Dios todo es posible. Él puede trabajar y trabajará mediante sus agentes humanos en las mentes de las personas adineradas cuyas vidas han sido consagradas a la búsqueda de riquezas. 

El universo celestial ha estado esperando por largo tiempo para cooperar con los agentes humanos en esta obra que se ha descuidado. Muchos que han intentado llevar a cabo esta obra, la han abandonado por causa del desánimo, mientras que si hubieran perseverado, habrían obtenido gran éxito. Aquellos que realizan fielmente esta obra serán bendecidos por Dios. La justicia de Cristo irá delante de ellos, y la gloria del Señor será su retaguardia.

Hay milagros que deben efectuarse en las conversiones genuinas, milagros que no se disciernen ahora. Las personas más encumbradas no están fuera del poder de un Dios que obra maravillas. Si los que colaboran con él son personas que realizan sus deberes con valor y fidelidad, Dios los utiliará paa convertir a hombres que ocupan posiciones de responsabilidad, hombres de intelecto e influencia. Por el poder del Espíritu Santo, muchos aceptarán los principios divinos. Al contemplar a Jesús en su hermosura, en su renunciación y su abnegación, el que es rico y está lleno de autosuficiencia, se percibirá a sí mismo por contraste como un infeliz, miserable, pobre, ciego y desnudo; se considerará tan pequeño que preferirá a Cristo, y buscará asiduamente la vida eterna. 

89-

Convertido a la verdad, se transformará en un instrumento en la mano de Dios para comunicar la luz. Tendrá una preocupación especial por otras almas de esta desatendida clase. Sentirá que se le ha encomendado una dispensación del Evangelio para aquellos que han hecho de este mundo su todo. Tiempo y dinero serán consagrados a Dios, recursos serán traídos a su tesorería, talento e influencia serán convertidos a la verdad, se añadirá a la Iglesia eficiencia y poder renovados.

Cristo instruye a sus mensajeros para que vayan también en busca de quienes están en los caminos apartados y los vallados: los pobres y humildes de la tierra. Muchos de ellos no saben qué hacer para ser salvos. Muchos están sumergidos en sus delitos y pecados; muchos se encuentran desesperados. Los afligen enfermedades de todo tipo, tanto del cuerpo como del alma. Anhelan encontrar solaz para sus tribulaciones, y Satanás los tienta para que lo busquen en la impureza y los placeres que los conducen a la ruina y a la muerte. Gastan su dinero en lo que no es pan, y trabajan por lo que no satisface. Estas almas no deben ser pasadas por alto. 

Con la obra de promover los mandamientos de Dios y reparar el portillo que ha sido abierto en su ley, debemos mezclar compasión por la humanidad sufriente. Debemos mostrar amor supremo a Dios; necesitamos exaltar su monumento conmemorativo que ha sido pisoteado por pies profanos; y con esta obra debemos manifestar misericordia, benevolencia y la piedad más tierna por el doliente y el pecador. 

90-

En cada lugar donde se presenta la verdad, deben hacerse fervorosos esfuerzos desde el comienzo para predicar el Evangelio a los pobres y sanar a los quebrantados de salud. Fielmente realizado, este trabajo agregará a la iglesia muchas almas que habrán de ser salvas.

Los que trabajan de casa en casa encontrarán oportunidades para el ministerio en muchos frentes. Deben orar por los enfermos y hacer todo lo que esté a su alcance para aliviarlos del sufrimiento. Deben trabajar entre los humildes, los pobres y los oprimidos. Debemos orar por y con los desamparados que no tienen fuerza de voluntad para controlar los apetitos degradados por las pasiones. Deben hacerse fervorosos y perseverantes esfuerzos por la salvación de aquellos en cuyos corazones se ha despertado un interés. Muchos pueden ser alcanzados solamente por acciones de bondad desinteresada. Sus necesidades físicas deben ser aliviadas antes. A medida que observen evidencias de nuestro amor desinteresado, será más fácil creer en el amor de Cristo.

Las enfermeras misioneras son las mejor calificadas para esta obra; pero otras deben unirse a ellas. Estas, aunque no educadas ni entrenadas especialmente en enfermería, pueden aprender de sus compañeras de labor la mejor manera de trabajar. 

Abundan la habladuría, el fariseísmo y la vanagloria; pero estos jamás ganarán almas para Cristo. El amor puro, santificado, tal como se manifestó en la vida de Cristo, es como un perfume sagrado; como el perfume del aceite aromático derramado por María Magdalena, llena toda la habitación con fragancia. La elocuencia, el conocimiento, la verdad y los talentos inusuales, mezclados con amor, son todos dones preciosos. Pero ni la habilidad ni los talentos mejor seleccionados pueden por ellos solos ocupar el lugar del amor. 

Este amor debe ser manifestado por los obreros del Señor. El amor por Dios y por quienes Cristo ha muerto, hará una obra que escasamente comprendemos. Quienes no aprecian ni cultivan este amor, no pueden ser misioneros de éxito. 

91-

Todos los que aceptan a Cristo deben disponerse a trabajar por quienes están muertos en sus delitos y pecados. Dondequiera se haya proclamado la verdad y despertado y convertido a la gente, los creyentes deben unirse sin demora para practicar la caridad. Doquiera se haya presentado la verdad bíblica, debe establecerse la obra de la piedad práctica. En todos los lugares donde se haya establecido una iglesia, debe hacerse obra misionera para los desamparados y sufrientes. 

Preocupémonos de nuestros pobres

Se nos ordena que “hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe”. Gálatas 6:10. En nuestra obra de benevolencia debiera ofrecerse ayuda especial a los que, por la presentación de la verdad, estén convencidos y convertidos. Debemos preocuparnos de las personas que tienen el valor de aceptar la verdad, de quienes pierden sus ocupaciones y se les niega trabajo para sostener a sus familias. Se debe hacer provisión para ayudar al pobre digno y proveer empleo para aquellos que aman a Dios y guardan sus mandamientos. No hay que dejarlos desamparados ni que lleguen a la conclusión de que deben trabajar en sábado o morir de hambre. Los que se ponen de parte del Señor deben ver en los adventistas del séptimo día a un pueblo generoso, abnegado y sacrificado, que alegremente y de buen grado presta servicio a sus hermanos en necesidad. El Señor se refiere especialmente a esta clase de gente cuando dice “y a los pobres errantes albergues en casa”. Isaías 58:7. 

Los dirigentes y los obreros de la iglesia

Cuando se eligen los dirigentes para las nuevas iglesias, debe ejercerse gran cuidado. Que sean hombres y mujeres plenamente convertidos. Las personas elegidas deben ser las que están mejor preparadas para enseñar, las que puedan servir tanto con palabras como en acciones. Existe gran necesidad de trabajar en todo frente. 

92-

Jamás permitáis que el interés se debilite. Elaborad métodos que produzcan un profundo y vivo interés en las nuevas iglesias. Todos los que están asociados con la iglesia deberían sentir una responsabilidad individual. Todos debieran trabajar al máximo de sus habilidades para fortalecer la iglesia y hacer que las reuniones estén tan llenas de vida, que los que están fuera se sientan atraídos e interesados. Todos debieran sentir que es un pecado dejar que el interés del público disminuya cuando tenemos verdades tan sagradas y solemnes de los oráculos vivos que debemos repetir una y otra vez. Fijad en el ánimo de todos la necesidad del bautismo del Espíritu Santo, la santificación de los miembros de la iglesia para que sean árboles vivos del plantío del Señor, en crecimiento y con frutos. 

Dios llama a obreros abnegados y sacrificados. Quienes dedican el tiempo que Dios les ha dado para ir en busca de la gente, y se esfuerzan por instruirla, cuidándola como quienes tendrán que rendir cuenta, obtendrán abundante experiencia. A medida que comunican las preciosas verdades de la Palabra de Dios a otros, sus propios corazones se abrirán para la recepción de la Palabra. Serán instruidos por el gran Maestro. 

Dios ha abierto una fuente para el mundo malvado y sufriente y se escucha la voz de la misericordia divina: “Venid todos los sedientos; venid y bebed”. Podéis tomar el agua de la vida gratuitamente. Que todo el que oye diga, ven; y el que quiera, venga. Que cada alma -hombre o mujer- haga resonar este mensaje. Entonces el mensaje será llevado a los lugares incultos de la tierra. Se cumplirá entonces lo que está escrito: En aquel día el Señor abrirá fuentes en los valles, y “abriré en el desierto estanques de aguas”. “Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación”. Isaías 41:18; 43:19, 20; 12:3. 

93-

Menos predicación, más instrucción

No debiera exigirse que sólo uno o dos obreros se encarguen de predicar y enseñar los temas bíblicos en nuestros congresos campestres. A veces se puede lograr mejor efectividad si se divide la congregación en secciones menores; de esta manera el instructor bíblico puede relacionarse mejor con los asistentes que en grupos más numerosos.

Hay más predicación que la necesaria en nuestros congresos. Esto pone una carga pesada sobre los pastores, y debido a esto, se descuida gran parte de lo que requiere atención. Muchos detalles pequeños que abren la puerta a males serios pasan inadvertidos. Se le quita energía física al ministro y se lo priva del tiempo que necesita para meditar y orar a fin de mantener su propia alma en el amor de Dios. Y cuando se presentan tantos discursos seguidos, la gente no tiene tiempo para asimilar lo que escucha. Sus mentes se confunden, y los servicios les parecen tediosos y aburridores. 

Debe enseñarse más y predicarse menos. Hay quienes desean tener una luz más definida que la que reciben escuchando sermones. Algunos necesitan más tiempo que otros para comprender los puntos presentados. Si se hiciera más sencilla la verdad enseñada, sus ojos se abrirían y se aferrarían a ella, y sería como un clavo fijado en un lugar seguro.

Se me mostró que nuestros congresos campestres deben ser más interesantes y exitosos. Al aproximarnos al tiempo del fin, he visto que en estas concentraciones espirituales habrá menos sermones y más estudio de la Biblia. Habrá pequeños grupos esparcidos por todo el terreno con sus Biblias en mano, y otros dirigiéndolos en estudios conversacionales de la Escritura. 

Éste es el método que Cristo enseñó a sus discípulos. Cuando las grandes multitudes se reunían alrededor de Jesús, él instruía a los discípulos y a la gente. Después del sermón, los discípulos se mezclaban con la gente y le repetían lo que Jesús había dicho. A menudo los oyentes habían aplicado mal las palabras de Cristo, y los discípulos les aclaraban lo que decía la Escritura y lo que Cristo había enseñado que decía. 

94-

Si el hombre que siente que ha sido llamado por Dios para ser un ministro se humillara y aprendiera de Cristo, llegaría a ser un verdadero maestro. Lo que necesitamos en nuestros congresos campestres, es un ministerio vivificado por el Espíritu Santo. Debe haber menos predicación de sermones y más tacto para educar a la gente en la religión práctica. Deben ser impresionados por el hecho de que Cristo es salvación a todo aquel que cree. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”. Juan 3:16. Hay temas extraordinarios sobre los cuales debe basarse el ministerio. Cristo dijo: “El que cree en mí, tiene vida eterna”. Juan 6:47.

Si los labios del ministro son tocados con el carbón encendido del altar, él ensalzará a Jesús como la única esperanza del pecador. Cuando el corazón del predicador está santificado por la verdad, sus palabras serán realidades vivientes para él y para otros. Aquellos que le han oído, sabrán que ha estado con Dios y se ha acercado a él en ferviente y eficaz oración. El Espíritu Santo ha sido derramado sobre él, su alma ha sentido el vigorizador fuego celestial y podrá comparar los asuntos espirituales con lo espiritual. Se les dará poder para derrumbar las fortalezas de Satanás. Sus presentaciones del amor de Dios quebrantarán corazones y muchos indagarán: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” 

Posted in

admin