Testimonios para la Iglesia, Vol. 8, p. 151-160, día 428

El principio vital de la fraternidad

La ley divina se cumple sólo mientras los hombres aman a Dios de corazón, mente, alma y fuerza, y a sus prójimos como a ellos mismos. Es la manifestación de este amor lo que glorifica a Dios en lo alto y trae paz en la tierra y buena voluntad para con los hombres. El Señor recibe gloria cuando se logra la gran finalidad de la ley. Es la obra del Espíritu infundir el amor en el corazón humano de siglo en siglo, por cuanto el amor es el principio vital de la fraternidad. 

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Ningún recoveco del alma ha de ser un escondite para el egoísmo. Dios desea que el plan del cielo se cumpla, y que prevalezcan el orden y la armonía divina en toda familia, iglesia, e institución. Si este amor leudara la sociedad, veríamos la manifestación de principios nobles a través del refinamiento y la cortesía cristiana, y del amor por aquellos que han sido ganados por la sangre de Cristo. Se echaría de ver una transformación espiritual en todas nuestras familias, instituciones, e iglesias. Cuando esta transformación sea realizada, estas entidades se convertirán en instrumentos mediante los cuales Dios impartirá la luz del cielo al mundo y de esa manera, por medio de la capacitación y disciplina divina, se prepararán hombres y mujeres para vivir en el cielo.

Jesús ha ido a preparar mansiones para los que se están preparando, por su amor y gracia, para entrar en las moradas bienaventuradas. En la familia celestial de Dios no se hallará ni una sola persona egoísta. La paz y la armonía de los atrios celestiales no se echarán a perder por la presencia de ninguno que sea tosco e inconsiderado. El que se exalta a sí mismo en este mundo al hacer la obra que le ha sido encomendada, no verá el reino de los cielos jamás a menos que se obre en él un cambio de espíritu y se haga manso y humilde, manifestando la sencillez de un niño pequeño. 

El único camino seguro

Las personas que ocupan cargos en nuestras instituciones deben buscar a diario el camino del Señor. No deben sentirse calificados para escoger su propio camino porque al hacerlo andarán a la luz de su propio fuego y de las teas que ellos mismos encendieron. Solamente Dios ha de ser su guía. Los que procuran una esfera mayor, los que anhelan una libertad mayor que la que Dios les ha asignado, los que dejan de hacer de él su consejero, su sabiduría, su santificación y su justicia, nunca obtendrán la corona de la vida. Día tras día el alma necesita la religión de Cristo. Los que beben profundamente de su Espíritu no serán ambiciosos. Se darán cuenta de que no pueden ir más allá del dominio de Dios, porque Dios reina dondequiera. 

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La persona que está totalmente dispuesta a recibir su cometido del cielo recibirá el aliento de las promesas de Dios mientras se esmera por obrar con rectitud y discernimiento. Tener una confianza inconmovible en Dios, ser un hacedor de su palabra, es seguir un camino seguro. El consejo de Dios simplifica las complicaciones de las transacciones comerciales y los quehaceres domésticos. Los seguidores de Cristo que trabajan con la vista puesta en la gloria de Dios poseerán sabiduría de lo alto. Pero es un hecho penoso que en nuestras iglesias e instituciones haya una escasez del verdadero cristianismo. Que el Señor ayude a los que llevan responsabilidades para que se unan unos a otros en su obra y se conviertan en colaboradores de Dios.

Cristo dijo a sus discípulos: “Vosotros sois la luz del mundo”. Mateo 5:14. Entonces, ¡cuán importante es que cada alma mantenga su lámpara arreglada y encendida para dar luz a todos aquellos con quienes se relaciona! Dios ha hecho a su pueblo depositario de su sagrada verdad. Se le han encomendado talentos para ser perfeccionados sabiamente porque es el propósito de Dios que mediante el ejercicio constante sean multiplicados.

El peligro de la expansión

Hermanos míos, la expansión de vuestras instalaciones, el aumento en número, es algo que no está en armonía con las órdenes del Señor. Los grandes edificios requieren una gran clientela, y una gran clientela requiere hombres de educación y talento, y hombres de una profunda experiencia espiritual que conduzcan la institución por los caminos del Señor; y manejarla con tacto y destreza requiere que haya un aumento general en la experiencia espiritual para que el temor de Dios se propague a través del sanatorio, evitando que la clientela común le imponga su molde y su ejemplo, causando que deje de ser lo que Dios se propuso que fuese: un refugio para los pobres y humildes. Los que se mantienen firmes en la verdad no deben ser echados a un lado en favor de los mundanos. Para sufragar los gastos corrientes, los precios no se deben fijar tan altos que los pobres, en su mayoría, sean excluidos de los beneficios del sanatorio.

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En vista del talento y las instalaciones actuales, es imposible que el médico jefe pueda atender todo lo que es esencial en los diferentes ramos y departamentos, por más que quisiera hacerlo. No es posible para él ofrecer una supervisión personal a todos los aspectos de la obra.

Este asunto me ha sido presentando vez tras vez. Aunque la institución experimenta un continuo crecimiento y los edificios se ensanchan y los deberes aumentan, no se está llevando a cabo un crecimiento correspondiente en lo que se refiere al talento y la capacidad necesarios para el manejo de una empresa semejante. ¿No le darán la debida atención a esto el médico jefe y los miembros de la junta? Hermano mío, usted no es inmortal. Le doy gracias al Señor porque usted es tan sabio como lo es en lo referente a su salud. Pero no siempre podrá hacer las cosas como ahora. Su salud puede fallar. Su vida es insegura, y se me ha revelado que en el sanatorio debería haber una mano de obra tres veces mayor que la que hay. Aun así, los obreros tendrían bastante qué hacer si hicieran bien su trabajo. 

La cuestión del sueldo

La institución se encuentra ahora en un estado saludable y sus gerentes no deberían insistir en pagar sueldos ínfimos como fue necesario en tiempos pasados. El obrero digno y eficiente debe recibir un sueldo razonable por su trabajo y se le debe permitir emplear su sueldo conforme a su propio criterio. En ninguna manera deberán trabajar más de la cuenta. El mismo médico jefe debería recibir un sueldo mayor. 

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Deseo decirle al médico jefe: Aunque la cuestión de los sueldos no está bajo su supervisión personal, sería mejor que usted examine cuidadosamente este asunto, porque usted es el responsable como cabeza de la institución. No les pida a los trabajadores que hagan la mayor parte del sacrificio. Controle su ambición de ensanchar la institución y de acumular más responsabilidades. Permita que algunos de los recursos que entran en el sanatorio sean dados a las instituciones que necesitan la ayuda. Esto es en verdad lo correcto. Está conforme a la voluntad y el propósito de Dios y redundará en bendición para el sanatorio. 

Tengo algo en particular que decir a la junta directiva: “Recordad que debe pagarse a los empleados conforme a su fidelidad. Dios exige que nos tratemos unos a otros con la mayor fidelidad. Algunos entre vosotros estáis sobrecargados de preocupaciones y deberes, y la instrucción que me ha sido dada es que hay peligro de que os tornéis egoístas y hagáis daño a vuestros empleados”. 

Cada transacción comercial, que tenga que ver con un empleado que ocupa un puesto de responsabilidad o con el trabajador más humilde del sanatorio, debe realizarse de tal manera que reciba la aprobación de Dios. Andad en la luz mientras tenéis la luz para que no os sobrecojan las tinieblas. Sería mucho mejor gastar menos en edificios y pagarles a los trabajadores un sueldo que esté conforme al valor de su trabajo, tratándolos con misericordia y justicia. 

De acuerdo a la luz que el Señor se ha dignado darme, yo sé que a él no le agradan muchas de las cosas que se han llevado a cabo con respecto a los trabajadores. Dios no me ha expuesto todos los pormenores, pero nos ha enviado advertencias referentes a una cantidad de cosas en las cuales se necesita una reforma. Se me ha mostrado que hace falta que madres y padres en Israel se unan a la institución. Se deben emplear hombres y mujeres devotos que por no estar presionados constantemente con cuidados y responsabilidades puedan atender los intereses espirituales de los empleados. Es preciso que tales hombres y mujeres se ocupen constantemente en labores misioneras dentro de esta gran institución. No se está haciendo ni la mitad de lo que se debiera en este sentido. La responsabilidad de estos hombres y mujeres debería ser el trabajo de tipo espiritual en favor de los empleados, enseñándoles cómo ganar almas, demostrándoles que es menester hacer esto no mediante el mucho hablar, sino por medio de una vida consistente, a semejanza de la de Cristo. Los trabajadores están expuestos a influencias mundanales; pero, en lugar de ser moldeados por estas influencias, deberían ser misioneros consagrados, gobernados por una influencia que eleve y ennoblezca. Así aprenderán cómo relacionarse con los incrédulos y ejercer una influencia sobre ellos que los gane para Cristo. 

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Extracto de una carta escrita en 1895 desde Cooranbong, Australia

Dios tiene una obra para cada creyente empleado en el sanatorio. Cada enfermera ha de ser un instrumento de bendición que reciba luz de lo alto y la deje alumbrar a los demás. Los trabajadores no han de adaptarse al despliegue de modas de los que vienen al sanatorio para recibir tratamientos, sino que han de consagrarse a Dios. La atmósfera que envuelve a sus almas ha de ser un sabor de vida para vida. Las tentaciones los acosan por todos lados, pero que pidan que Dios los acompañe y los guíe. El Señor le dijo a Moisés: “Vé, porque yo estaré contigo” (Éxodo 3:12); y a todo obrero fiel y consagrado se le da la misma seguridad.

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Id por todos los lugares

Cooranbong, Australia,

15 de julio de 1895.

A un médico de Battle Creek

Mi estimado hermano,Recibí sus cartas ayer y las leí con profundo interés. Es siempre un placer oír acerca de su familia por su intermedio como también de la institución donde lleva usted responsabilidades de carácter extraordinario. Su única seguridad está en obedecer la palabra del Señor y en andar en la luz de su faz. El enemigo está continuamente ideando métodos para obtener ventajas sobre nosotros, y necesitamos estar cuidadosamente atentos a las precauciones dadas por Dios. 

Si los que en el pasado han sido los portaestandartes en la obra de Dios hubieran seguido el camino que él marcó, le habrían rendido un más alto honor a él y habrían sido de mayor utilidad. Algunos cuyas voces han sido silenciadas por la muerte habrían vivido para advertir, implorar y aconsejar. Si a los que en años pasados se les encomendaron graves responsabilidades hubieran hecho caso de las advertencias y ruegos del Espíritu de Dios, estarían ahora caminando en su presencia, fuertes y eficaces. Cuando los hombres educan a otros a depender y confiar en ellos, cuando por escrito y de viva voz les dictan lo que tienen que hacer, están enseñándoles a confiar en el brazo humano y a ensalzar a los seres humanos en lugar de Dios.

Nuestra seguridad está en exaltar a Cristo, hablando de su excelencia en tono de alabanza. Isaías dice: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto”. Isaías 9:6, 7. 

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Es peligroso que los hombres reciban consejo de hombres, cuando al hacerlo descartan el consejo de Dios. Oh, cuántas lecciones no deben aprender todos antes que puedan comprender que Dios no ve las cosas como las ve el hombre, El Señor dice: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”. Isaías 55:8, 9. A menos que haya una reforma decidida entre el pueblo de Dios, él apartará su rostro de ellos. 

Hermano mío, es preciso que haya una constante vigilancia para que en Battle Creek no se siga añadiendo edificio tras edificio y recurso sobre recurso. Los medios que así se invierten serán un testimonio en contra nuestra. Usted debe poner en función planes inteligentes y dispersar la influencia concentrada en Battle Creek, difundiendo la luz que Dios le ha dado. Bienaventurados los que siembran junto a muchas aguas. Mientras más se invierta en Battle Creek, mayor será la demanda para inversiones aún mayores; pero esto no es lo que Dios ordena, y antes que transcurra mucho tiempo, el error de concentrar intereses en Battle Creek se hará evidente.

Al añadir edificio tras edificio en Battle Creek, estamos fomentando el descuido de otros campos. La sobreabundancia de recursos allí significa que en otras partes hay indigencia. Se les roban a las otras porciones de la viña del Señor los medios de los cuales debieran disponer. Se debieran invertir recursos para la ganancia de almas a la verdad y para proveer edificios de iglesia en otros lugares.

Dios ha señalado que es el deber de los de Battle Creek auxiliar a otras instituciones en diferentes partes. Como mayordomo sabio de los bienes, usted debe esparcir sus fuerzas, haciendo uso del poder de su influencia para ayudar a que los que están en tinieblas conozcan a Dios tal como es. 

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Se necesitan planes más extensos

Hay muchos pueblos y ciudades que han sido totalmente descuidados. Nuestro pueblo se perjudica al aglomerarse en un solo lugar. Cuando los árboles en un vivero se plantan demasiado juntos, no pueden crecer de una manera saludable y fuerte. Trasplante los árboles que están apretujados en su vivero. No se glorifica a Dios concentrando tantos recursos en un solo lugar. Provea más espacio; siembre sus plantas en diferentes lugares donde no se reclinen una sobre otra. Provéales espacio para crecer. Esto es lo que el Señor requiere de usted. 

El capital que se gasta en ampliar sus instalaciones en Battle Creek, que ya son demasiado grandes y han crecido más de lo que es razonable, debe ser empleado para establecer puestos misioneros en otros lugares. Usted debe expandir sus planes y ampliar su campo de operaciones. Debiera enviar hombres sabios a las ciudades y pueblos donde no se ha escuchado el mensaje evangélico. Escoja los mejores hombres disponibles y deles la oportunidad de desarrollar sus talentos que en el pasado han estado inactivos. Colóquelos donde puedan emplear las habilidades que Dios les dio para extender a los pecadores la invitación al arrepentimiento. Que a los hombres que han dado a conocer que aman a Dios se les brinde la oportunidad de hacer algo por él. 

Que los hombres aprendan a orar fervientemente, y que sus oraciones sean cortas y al punto. Que aprendan a hablar del Redentor del mundo y a poner cada vez más en alto al Hombre del Calvario. 

Ni toda la predicación del mundo hará que los hombres sientan hondamente la responsabilidad por las almas que perecen en su alrededor. Nada despertará en los hombres y mujeres un celo abnegado como el hecho de enviarlos a entrar en nuevos campos para trabajar en favor de los que están en tinieblas. Prepare obreros para salir por los caminos y los vallados. No llame a hombres y mujeres para venir al gran centro, animándolos a abandonar las iglesias que necesitan su ayuda. Las personas tienen que aprender a cumplir sus deberes. Ni uno de cada cien entre nosotros está haciendo otra cosa que ocuparse en empresas comunes y mundanales. No estamos conscientes ni a medias del valor de las almas por las cuales Cristo murió. 

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Hace falta un horticultor sabio, que trasplante los árboles en diferentes localidades y que les provea los recursos necesarios para que crezcan. Es un deber positivo para el pueblo de Dios penetrar en regiones lejanas. Que se pongan a trabajar fuerzas que abran paso en nuevo terreno con el fin de establecer nuevos centros de influencia dondequiera que haya entrada para ello. Reúnanse obreros poseídos de un verdadero celo misionero para que salgan a difundir la luz y el conocimiento por todas partes. Que lleven los principios vitales de la reforma pro salud a las comunidades que por lo general los desconocen. Que se organicen clases y que se dé instrucción sobre el tratamiento de las enfermedades.

Es un hecho que por medio de la influencia del sanatorio la verdad del cielo ha llamado la atención de miles de personas. Aún así, queda una obra por hacer que ha sido descuidada. Se ha gastado dinero en ensanchar las instalaciones en Battle Creek, cuando el Señor desea que la levadura se introduzca del todo dentro de la masa para que toda ella suba. En lugar de añadir un edificio tras otro al sanatorio, en estos tiempos debieran existir muchas instituciones en otros lugares perfectamente equipadas y preparadas para funcionar.

Hay hombres que han estado relacionados con el sanatorio por mucho tiempo, que siempre van a ser sólo la sombra de otros si permanecen allí, mientras que si se les permitiera ejercer su propio criterio se convertirían en pensadores profundos y seguros de ellos mismos, capaces de impartir consejos sabios. Que a estos hombres se les dé la oportunidad de aprender a llevar responsabilidades en el poder de Dios. De esa manera adquirirán una experiencia que los habilitará para compartir la verdad con los demás. 

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