Testimonios para la Iglesia, Vol. 8, p. 161-170, día 429

Pero, en lugar de despacharse hombres desde Battle Creek, como Dios lo ha indicado por medio de los testimonios directos que han sido dados, se dedican miles de dólares a la expansión de las instalaciones. Y se siguen recibiendo pedidos de Battle Creek para adquirir mayores comodidades y más trabajadores. Pero tiene que efectuarse un cambio. 

Nos anima ver la obra que se está llevando a cabo en Chicago y en unos cuantos lugares más. Hace años que las responsabilidades concentradas en Battle Creek debieron haberse dispersado. Tal vez usted contempla con profunda satisfacción el crecimiento cada vez mayor del sanatorio de Battle Creek, pero Dios no lo ve con el mismo agrado suyo. Si se hubieran levantado instituciones en otros lados, si a los hombres se les hubieran asignado responsabilidades que llevar, nuestra obra habría sido más fuerte y más eficiente, y hubiéramos procedido de una manera que estaría más en conformidad con la voluntad de Dios. Como están las cosas, sólo unos cuantos llevan responsabilidades pesadas. Unos pocos ejercen una influencia controladora en el manejo de la obra cercana y distante, mientras que otros no tienen cargo alguno. 

Muchos de los que llevan responsabilidades pesadas necesitan convertirse. Cristo les dice lo que le dijo a Nicodemo: “Os es necesario nacer de nuevo”. “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. Juan 3:7, 3. Muchos están controlados por un espíritu poco cristiano. Todavía no han aprendido la mansedumbre y la humildad en la escuela de Cristo y, a menos que cambien, cederán a las tentaciones de Satanás. Año tras año llevan sobre sus hombros sagradas responsabilidades, sin embargo no son capaces de discernir entre lo sacro y lo profano. ¿Hasta cuándo seguirán ejerciendo una influencia controladora? ¿Hasta cuándo se permitirá que su palabra edifique o destruya, condene o anime? ¿Hasta cuándo poseerán tal poder que nadie se atreva a cambiar de método? 

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Levantad nuevos centros

Se anima a la gente a establecerse en Battle Creek y a prestar su influencia en favor del establecimiento de una moderna Jerusalén. Esto es contrario a lo que Dios manda. Por esta causa otras localidades carecen de las comodidades que merecen tener. Ampliad y ensanchad, sí, pero no en un solo lugar. Salid y estableced centros de influencia en lugares donde nada, o casi nada, se haya hecho. Deshaced vuestra masa consolidada; difundid los rayos salvíficos de luz en dirección de los rincones tenebrosos de la tierra. Hay que llevar a cabo una obra semejante a la del águila que agita su nido. 

“Quieto estuvo Moab desde su juventud, y sobre su sedimento ha estado reposado, y no fue vaciado de vasija en vasija, ni nunca estuvo en cautiverio; por tanto, quedó su sabor en él, y su olor no se ha cambiado”. Jeremías 48:11. Esto se aplica a muchos creyentes que llegan a Battle Creek. Muchos demuestran un celo espasmódico en la lucha, pero su luz es como la de un meteoro deslumbrante que cruza los cielos y luego se esfuma. 

Que los obreros de Dios que tienen interés en su causa hagan algo en favor de la gente de color en el campo del Sur. Que los mayordomos de Dios no se conformen con tocar este campo con la yema de los dedos. Que los que están en el centro de la obra tracen planes para este campo con todo interés. Muchos han hablado acerca del asunto, pero ¿qué están haciendo como los mayordomos de los recursos de Dios? ¿Por qué se toman la libertad de atar en Battle Creek los bienes del capital de Dios? ¿Por qué hacen las mismas cosas que se les ha advertido que no hagan? El asunto se está poniendo serio, porque las advertencias y ruegos han sido en vano. Los poderosos brazos de Battle Creek se han extendido cada vez más a su alrededor, procurando controlar la obra lejana y cercana, y de aplastar aquello sobre lo cual no pueden ejercer dominio. Alzo mi voz en protesta. El espíritu que ahora ejerce el control no es el Espíritu del Señor. 

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El Señor ha bendecido a Battle Creek vez tras vez por medio del derramamiento del Espíritu sobre la iglesia y los obreros, pero son pocos los que han sabido apreciar la influencia del Espíritu. Son pocos los que han empleado su dinero como Dios lo ha indicado. Se han empleado recursos en la educación de los que ya conocían la verdad, mientras que los campos que están completamente desprovistos de luz han sido descuidados. Si los ministros hubieran salido como Cristo les encargó, si hubieran empleado los dones recibidos para llevar la luz a los que están en tinieblas, habrían obtenido un mayor conocimiento de Dios y de Cristo que el que han logrado procurando una mayor educación en nuestras escuelas. 

Desprecio por las responsabilidades que Dios da

¿No nos ha dado el Señor una obra que hacer? ¿No nos ha pedido que vayamos adonde hay influencias contrarias para convertir a los hombres del error a la verdad? ¿Por qué los que con tanta frecuencia se han congregado en las grandes asambleas de Battle Creek no han puesto por obra la verdad que han escuchado? Si hubieran compartido la luz que recibieron, habrían experimentado una gran transformación de carácter. Dios habría añadido gracia sobre la gracia impartida. No apreciaron como debieran la obra hecha en su favor, de lo contrario habrían salido a los lugares oscuros de la tierra para diseminar la luz. Habrían dado al mundo el mensaje de la justificación por la gracia, y su propia luz se habría esclarecido más y más porque Dios hubiera obrado en su favor. Muchos han bajado a la tumba estando en el error porque los que conocen la verdad faltaron a su obligación de comunicarles el precioso conocimiento que recibieron. Si la luz que ha brillado tan ampliamente en Battle Creek se hubiera difundido, muchos habrían llegado a ser obreros colaboradores de Dios. 

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¡Ojalá que nuestros hermanos y hermanas valoraran la verdad como es debido, que fueran santificados por ella, que se dieran cuenta que sobre ellos descansa el deber de comunicar esta verdad a otros! Pero no sienten la importancia de vivir la verdad, de ser hacedores de las palabras de Cristo. Muchos son independientes. No están llenos del espíritu misionero que debiera animar a todo discípulo de Cristo. Si supieran lo que significa sentir aflicción del alma por los demás, los ángeles de Dios obrarían por medio de ellos para comunicar el conocimiento de la verdad. Conocerían la verdad, y la verdad los haría libres. Se dejaría de gastar dinero en añadir edificio tras edificio en un solo lugar y se emplearía para abrir obra en campos nuevos y en plantar el estandarte de la verdad en ciudades que no han sido trabajadas. Los principios enriquecedores, purificadores y ennoblecedores del cielo serían introducidos en la sociedad y obrarían como levadura dentro de ella. 

Extracto de una carta escrita en 1899 desde Cooranbong, Australia.

Es el designio de Dios que los campos que disfrutan de abundantes comodidades compartan sus recursos con los campos donde hay más necesidad. Este principio debe seguirse siempre en todas nuestras instituciones. Dios requiere que haya menos planificación para la construcción de edificios en lugares donde ya la obra está establecida, y que los recursos sean enviados a los campos en donde, por escasez de comodidades, los obreros trabajan en gran desventaja. 

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El propósito de Dios para sus instituciones

Newtown, Tasmania, Australia,

1 de diciembre de 1895

Al Director Médico del Gran Sanatorio

Mi estimado hermano,

Cada institución que lleva el nombre de Adventista del Séptimo Día debe ser para el mundo lo que fue José en Egipto, y Daniel y sus compañeros en Babilonia. Bajo la providencia de Dios estos hombres fueron tomados cautivos para que llevaran el conocimiento del verdadero Dios a las naciones paganas. Eran los representantes de Dios en el mundo. No debían transigir con las naciones idólatras con las cuales se relacionaban, sino que debían mantenerse leales a la fe que profesaban, llevando con especial orgullo el nombre de los adoradores del Dios que creó los cielos y la tierra. Estos jóvenes se mantuvieron fieles a sus principios. Vivían cerca de Dios, rindiéndole honor en todos sus caminos, y él los honró a ellos. Él era su sabiduría. Él les impartía conocimiento y entendimiento. 

Hoy el pueblo remanente de Dios debe glorificar su nombre proclamando el postrer mensaje de advertencia, la postrer invitación a la cena de las bodas del Cordero. La única manera en que han de cumplir lo que Dios espera de ellos es que sean los representantes de la verdad para este tiempo. 

El Señor se ha valido de agentes humanos para cumplir las profecías. Ha hecho que la verdad sagrada y eterna sobresalga en medio de las herejías y engaños que según Cristo iban a presenciarse en los últimos días.

Hermano mío, usted está en una posición donde puede ser un representante de la verdad en estos tiempos. Apéguese al Gran Maestro. Lo vi alzando una bandera sobre la cual estaban escritas las siguientes palabras: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”. Apocalipsis 14:12. Varios hombres, entre ellos algunos conocidos suyos del sanatorio, le ofrecían una bandera que llevaba una inscripción diferente. Usted soltaba la bandera de los adventistas del séptimo día y alcanzaba con la mano la otra bandera. Una persona de porte distinguido se acercó a usted diciéndole con profundo fervor: 

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“Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, la piedra que los edificadores desecharon, ha venido a ser la cabeza del ángulo; y: piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados. Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable…” 1 Pedro 2:7-9. Entonces tomó usted firmemente en su mano la verdadera bandera, y se escucharon estas palabras alentadoras: “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos”. Apocalipsis 19:7, 8. 

Recibí instrucción con respecto a que usted y sus compañeros de trabajo en el sanatorio estaban en peligro de ocultar los principios de nuestra fe para obtener una clientela mayor. Todo lo que se haga en este sentido, en lugar de extender la influencia de la verdad, más bien estorbará su progreso.

Es preciso que usted y sus asociados en la obra del sanatorio tengan un piloto a su lado en todo momento, de lo contrario van a naufragar. Seguramente debe comprender el peligro en que está. Satanás está haciendo todo lo posible para desviarlo por senderos extraños. Dios le ha dado fuerzas. Su alma debe ser santificada por la verdad para que su apego firme a los principios se haga evidente a todos. Mientras más plenamente se incline su alma indefensa sobre Dios, más fuerte será su confianza en él, más hambre tendrá por el pan de vida.

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Dios ha de ser reconocido y exaltado por el pueblo que lleva el nombre de adventistas del séptimo día. En el pasado la verdad ha sido proclamada para gloria de Dios y con poder convincente por médicos y asistentes en nuestros sanatorios. Dios no espera menos de usted, sino mucho más. Usted y sus colaboradores deberían obrar con fe y firmeza para evitar el declive y asegurar el progreso. No debiera haber una disminución en su trabajo, y nada de ocultar los principios de la verdad; debiera ampliarse la base de operaciones. Deberían levantarse instalaciones en diferentes lugares. Es menester que haya más celo, más fe, mayor influencia, más obreros activos y de buen ánimo. 

No olvide que está trabajando por el tiempo y la eternidad. Ángeles del cielo son asignados para cooperar con sus esfuerzos para conquistar almas. Se deberían hacer mayores esfuerzos para establecer la verdad en diferentes localidades. Y no se ha de encubrir ninguna fase del mensaje. La verdad para este tiempo a ser dada a las almas que están a punto de perecer. Los que en alguna forma ocultan la verdad deshonran a Dios. Sobre sus vestiduras caerá la sangre de las almas. 

El propósito de Dios para el sanatorio

El Sanatorio de Battle Creek es un amplio campo misionero. Dios ha estado influyendo en las almas para que procuren el alivio de sus males físicos en esta institución. Él exige que todo lo relacionado con ella merezca su aprobación. 

Él está satisfecho de que se construya una capilla junto al sanatorio para que los que visitan la institución tengan la oportunidad de escuchar personalmente la verdad tal cual es en Jesús. El precioso evangelio debe presentárseles, no en una forma débil y diluida, sino en tono convincente y entusiasta. Al hacerse claro que la santidad es necesaria para la salvación, los rasgos peculiares de nuestra fe aflorarán, distinguiéndonos del mundo. Pero que no se lancen invectivas contra las doctrinas que profesan los demás. Al asociarnos con personas del mundo, hemos de darle valía a nuestra fe, viviendo, con toda modestia, los principios del cristianismo. 

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El valor del estudio de la palabra de Dios

Si los estudiantes de medicina estudian la palabra de Dios diligentemente, quedarán mucho mejor preparados para comprender sus otros estudios, porque el ferviente estudio de la Palabra del Señor nos ilumina siempre. Entiendan nuestros obreros médicos misioneros que cuanto mejor conozcan a Dios, a Cristo y la historia bíblica, tanto mejor preparados estarán para hacer su obra. 

Los estudiantes de nuestras escuelas deben aspirar a un conocimiento superior. Nada les ayudará tanto a adquirir una memoria retentiva como el estudio de las Escrituras. Nada les ayudará tanto a adquirir conocimiento de sus otros estudios. 

Si los incrédulos desean unirse a vuestras clases para la preparación de médicos misioneros, y os parece que no ejercerán una influencia que desvíe de la verdad a los otros estudiantes, dadles la oportunidad. Puede ser que de entre ellos salgan nuestros mejores misioneros. Nunca han oído la verdad, y al verse colocados donde estén rodeados por una influencia que revele el espíritu del Maestro, algunos serán ganados para la verdad. En las clases que se dicten no debe ocultarse un solo principio de la verdad bíblica. Si la admisión en vuestras clases de los que no son de nuestra fe os induciría a no mencionar los grandes temas concernientes a vuestro bien presente y eterno, es decir, temas que deben tenerse siempre presentes, no admitáis a los tales estudiantes. En ningún caso se han de sacrificar los principios ni se han de ocultar las características peculiares de nuestra fe para añadir a nuestras clases estudiantes que no comparten esa fe. 

169-

Las clases de Biblia deben estar a cargo de maestros fieles que se esforzarán por hacer comprender sus lecciones a sus alumnos, no explicándoselo todo, sino requiriendo de ellos que expliquen claramente cada pasaje que lean. Recuerden estos maestros que poco bien se obtendrá recorriendo ligera y superficialmente la Palabra. Para comprenderla, se requieren investigaciones y estudios fervientes y esforzados. Hay en ella verdades que, como vetas de metal precioso, están escondidas debajo de la superficie. El tesoro oculto se descubre cuando se lo busca como el minero busca oro y plata. La evidencia de la Palabra de Dios se halla en la Palabra misma. La Escritura es la clave que abre la Escritura. El significado profundo de las verdades de la Palabra de Dios es revelado a nuestras mentes por su Espíritu. 

La Biblia es el gran libro de texto para los alumnos de nuestras escuelas. Enseña toda la voluntad de Dios acerca de los hijos y las hijas de Adán. Es la norma de la vida, que nos enseña el carácter que debemos formar para la vida futura. No necesitamos la pálida luz de la razón para hacer comprensibles las Escrituras. Con igual acierto podríamos suponer que el sol meridiano necesita la vacilante antorcha de la tierra para aumentar su gloria. Las expresiones de los sacerdotes y ministros no son necesarias para salvar a los hombres del error. Los que consulten el Oráculo divino tendrán luz. En la Biblia se presenta claramente todo deber. Toda lección dada es comprensible. Cada una nos revela al Padre y al Hijo. La Palabra puede hacer a todos sabios para la salvación. En la Palabra se revela claramente la ciencia de la salvación. Escudriñad las Escrituras porque son la voz de Dios hablando al alma. 

170-

El propósito de Dios para la obra médica misionera

Melbourne, Australia,

3 de febrero de 1898.

Estimado hermano,

Me ha sido dada luz particular respecto a que usted está en peligro de perder de vista la obra para este tiempo. Está erigiendo barreras divisivas que tienden a separar de la iglesia su obra y aquellos a quienes está educando. Esto no puede ser. Se debe convencer a los que reciben instrucción en el ramo médico misionero que el propósito de su educación es prepararlos para hacer una mejor obra en colaboración con los ministros de Dios. No olvide, hermano mío, que el Señor tiene un pueblo sobre la tierra a quien estima. Pero sus palabras, y la manera en que frecuentemente las profiere, despierta la duda en cuanto a nuestra convicción como pueblo. Usted está en peligro de perder su confianza en la fe que ha sido una vez dada a los santos y de naufragar en cuanto a su fe. Fueron pronunciadas las palabras: “Un pequeño escape de agua hunde el barco. Un eslabón débil malogra la cadena”. 

Educad médicos misioneros

Recuerde, hermano mío, que la obra médica misionera no es para sacar hombres del ministerio, sino más bien para colocar en el campo a hombres que estén mejor calificados para ministrar debido a que poseen un conocimiento de dicha obra. Se debe educar a hombres jóvenes en el ramo de la obra médica misionera para que luego salgan a trabajar juntamente con los ministros. No se los debe animar a entregarse exclusivamente a la obra de rescatar a los caídos y degradados. Esa obra hay que hacerla dondequiera y ha de combinarse con la obra de preparar a un pueblo que haga de la verdad bíblica una defensa contra los sofismas de los mundanos y de la iglesia caída. El tercer ángel ha de seguir adelante con gran poder. Que nadie ignore o considere de poca importancia esta obra. La verdad ha de proclamarse por todo el mundo para que hombres y mujeres abran sus ojos a la luz. 

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