Testimonios para la Iglesia, Vol. 8, p. 171-180, día 430

Nuestra obra presente

¿Qué dice el Señor en el capítulo cincuenta y ocho de Isaías? El capítulo entero es de suma importancia. “¿No es más bien el ayuno que yo escogí -pregunta el Señor-, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano? Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia. Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí”. Isaías 58:6-9. 

“Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado”. vers. 13, 14. 

Esta es nuestra obra. La luz que hemos recibido acerca del mensaje del tercer ángel es la verdadera. La marca de la bestia es precisamente lo que se ha proclamado que es. Todavía no se entiende todo lo concerniente a este asunto, ni se entenderá hasta que el pergamino sea abierto; pero una obra de lo más solemne ha de llevarse a cabo en nuestro mundo. La orden del Señor a sus siervos es: “Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado”. Isaías 58:1. Ha de proclamarse un mensaje que despierte a las iglesias. Debe hacerse el mayor esfuerzo para hacer brillar la luz, no solamente ante nuestro pueblo, sino ante el mundo. Se me ha enseñado que las profecías de Daniel y el Apocalipsis deberían imprimirse en forma de libritos, con sus respectivas explicaciones, para ser difundidos por todo el mundo. Nuestro propio pueblo necesita que la luz le sea presentada con mayor claridad. 

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La causa de Dios no cambia

No ha de efectuarse ningún cambio en las características generales de la causa de Dios. Ella ha de sobresalir tan clara y distintamente como la profecía la ha delineado. No hemos de entrar en confederación con el mundo, suponiendo que si lo hacemos ganaremos más terreno. Hermano mío, si usted entorpece el avance de la obra que está siguiendo el rumbo que Dios ha señalado, lo desagradará en gran manera. El mensaje de advertencia ha de ser dado, y después que haya hecho usted su parte en la obra fielmente, no debe servirles de estorbo a otros de los siervos de Dios impidiéndoles que salgan a hacer la obra que deben hacer. El trabajo en favor de los degradados y caídos no ha de convertirse en la principal y más importante línea de trabajo. Esta obra ha de combinarse con la obra de instrucción en las iglesias. Nuestro pueblo debe recibir instrucción acerca de cómo auxiliar a las personas necesitadas y marginadas. 

Ninguno de los aspectos de nuestra fe que nos ha hecho lo que somos ha de aminorarse. Tenemos los antiguos hitos de la verdad, la experiencia y el deber, y hemos de mantenernos firmes en la defensa de nuestros principios delante del mundo. Con corazones llenos de interés y solicitud, hemos de extender la invitación a los que están en los caminos y vallados. Es preciso que se haga la obra médica misionera. Pero ésta es solamente una parte de la obra que ha de hacerse, y no exclusivamente todo lo que hay que hacer. En relación con la obra de Dios ella debe ser lo que es la mano para el cuerpo. Puede ser que haya personas indignas relacionadas con este ministerio; no obstante, nadie puede ignorar este ministerio sin ignorar a Dios. 

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Palabra de precaución

Hermano mío, usted me ha sido presentado como alguien que está en peligro de separarse de nuestro pueblo, creyéndose el único y el todo. Pero si se une con aquellos que piensan como usted separado de la iglesia, que es el cuerpo de Dios, formará una confederación que ha de despedazarse, porque ninguna unión, salvo la que Dios ha forjado, ha de prevalecer. Los que están recibiendo una educación en los ramos médicos oyen insinuaciones de vez en cuando que desprestigian a la iglesia y su ministerio. Estas insinuaciones son semillas que germinarán y llevarán fruto. Es preferible que se les enseñe a los alumnos a darse cuenta de que la iglesia de Cristo en la tierra debe ser respetada. Es preciso que tengan un claro conocimiento de las razones de nuestra fe. Este conocimiento es esencial para que ellos puedan rendir un servicio aceptable ante Dios. Renglón tras renglón, mandato sobre mandato. Han de recibir la evidencia bíblica de la verdad tal cual es en Jesús.

Le ruego que por favor no les inculque a los alumnos ideas que harán que ellos pierdan su confianza en los ministros que Dios ha nombrado. Pero esto es precisamente lo que usted está haciendo, esté consciente de ello o no. En su providencia, el Señor lo ha colocado en una posición donde puede hacer una buena obra por él con relación al ministerio evangélico, presentando la verdad ante muchos que de otra manera no la llegarían a conocer. Se verá tentado a pensar que para llevar a cabo la obra médica misionera es necesario alejarse de la organización o el orden eclesiástico. Semejante posición le hará tambalear. La obra que se hace por aquellos que vienen a usted buscando instrucción no quedará completa hasta que ellos sean educados a trabajar en conexión con la iglesia. 

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No ha de hacerse de la obra médica misionera algo totalmente abarcante. En este sentido, usted se ha extralimitado. Hay una mayor obra que hacer. Hay que hacer circular por todo lugar las publicaciones que enseñan la verdad. Que no se anime a los estudiantes médicos a diseminar solamente libros que tratan sobre reforma pro salud. Cuídese de no estar llevando a cabo sus propios planes con descuido de los de Dios. 

Extracto de una carta escrita en 1898 desde Cooranbong, Australia.

Hermano mío, el Señor Dios de Israel debe ser su consejero. Satanás ha descendido con grande poder para obrar con todo engaño y maldad. Apóyese en Jesús con toda su fuerza. Usted ha trabajado infatigablemente para conseguir buenos resultados. Este no es el tiempo para equivocarse. Nunca, nunca procure remover ni uno de los hitos que el Señor le ha señalado a su pueblo. La verdad está firmemente establecida sobre la Roca eterna: un fundamento que ninguna tormenta o tempestad podrá eliminar. 

Recuerde que tan pronto como permita usted que su influencia desvíe a otros del camino estrecho y angosto que el Señor ha designado para su pueblo, dejará de prosperar, porque Dios ya no será su guía. Vez tras vez me ha sido presentado el registro de la vida de Nabucodonosor para que lo exponga ante usted para advertirle que no confíe en su propia sabiduría ni en el brazo del hombre. No baje el estandarte de la verdad ni permita que se caiga de sus manos, para que nada que tienda a ocultar las características peculiares de nuestra fe se mezcle con el solemne mensaje para estos postreros días. 

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Una advertencia

Brisbane, Queensland, Australia,

26 de octubre de 1898,

A los consejeros de estudiantes de medicina

Siento un peso en mi alma. Hay jóvenes a quienes se anima a estudiar algún ramo de la medicina, que de la manera más resuelta debieran estar preparándose para proclamar el mensaje del tercer ángel. No es necesario que nuestros estudiantes de medicina pasen tanto tiempo en estudios médicos como lo hacen ahora. Debieran emplear más tiempo en el estudio de la Palabra de Dios. Se les inculcan ideas totalmente innecesarias, y las cosas necesarias no reciben la atención debida. 

Un peligro que se debe evitar

Al educarse así los alumnos, se los vuelve más incapaces de realizar una labor aceptable para el Maestro. El agotamiento que experimentan con el propósito de adquirir un conocimiento dentro de la línea de estudios médicos los inhabilita para trabajar como debieran en el ramo ministerial. El cansancio físico y mental es ocasionado por la fatiga excesiva del estudio, y porque a los estudiantes se los insta a trabajar indebidamente en favor de las personas marginadas y degradadas de la sociedad. Por eso algunos se descalifican para realizar la obra que podrían haber hecho si hubieran iniciado una obra misionera donde fuese necesario hacerla, y permitido que la fase médica fuera introducida como parte esencial para relacionarse con la obra del ministerio evangélico en general, así como la mano está unida al cuerpo. La vida no ha de ponerse en peligro al procurar una educación médica. En algunos casos existe el peligro de que los estudiantes arruinen su salud y se inhabiliten para rendir el servicio que habrían podido prestar si no se les hubiera animado de modo impropio a tomar el curso de la medicina. 

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A menudo se graban en la mente opiniones falsas que inducen a seguir una línea de conducta imprudente. Los estudiantes deben tener tiempo para hablar con Dios, tiempo para vivir cada hora en comunión consciente con los principios de la verdad, la justicia y la misericordia. Es esencial que se haga ahora un examen sincero del corazón. El estudiante debe situarse donde pueda extraer beneficio de la Fuente del poder espiritual e intelectual. Debe exigir que toda causa que requiera su simpatía y cooperación tenga la aprobación del raciocinio que Dios le ha dado y de su conciencia, la cual está bajo el dominio del Espíritu Santo. No ha de dar un paso que no esté en armonía con los principios profundos y sagrados que le suministran luz a su alma y vigor a su voluntad. Es sólo de esta manera como podrá rendirle el mayor servicio a Dios. No debe enseñársele que la obra médica misionera lo sujetará a ningún otro ser humano que le dicte cuál ha de ser su obra. 

La obra médica misionera no debe separarse de la organización eclesiástica. Que no se les ocurra pensar a los estudiantes de medicina que son responsables solamente ante los jefes de la obra médica. Hay que permitir que queden libres para recibir los consejos de Dios. No han de comprometer su futuro a nada que algún ser humano imperfecto les trace. Que ni un hilo de egoísmo vaya a entretejerse en la tela; que no se conciba ningún proyecto que tenga el menor asomo de injusticia. El yo no ha de dominar ninguna línea de trabajo. Recordemos que estamos trabajando individualmente en plena vista del universo celestial. 

Una norma elevada

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”. Lucas 10:27. Justamente antes de dejar a sus discípulos y ascender al cielo, Cristo declaró: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros”. Aquí vemos que la norma es levantada cada vez más en alto. “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”. Juan 13:34, 35. Los discípulos en aquel entonces no podían comprender las palabras de Cristo; pero después de la crucifixión, resurrección y ascensión lograron comprender su amor como nunca antes. Lo habían visto expresado en su agonía en el huerto, en la sala del juicio, y en su muerte sobre la cruz del Calvario.

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Enseñar y sanar

El pueblo de Dios ha de ser uno. No ha de haber separatismo dentro de su obra. Cristo envió a doce apóstoles, y más adelante a los setenta discípulos, para predicar el evangelio y sanar a los enfermos. “Y yendo dijo él, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia”. Mateo 10:7, 8. Y mientras salían a predicar el reino de Dios, les fue dado poder para sanar a los enfermos y echar fuera a los espíritus malignos. En la obra de Dios, la enseñanza y la sanidad nunca se han de separar. Su pueblo guardador de los mandamientos ha se ser uno. Satanás inventará toda clase de artificios para separar a los que Dios quiere que sean una cosa. Pero el Señor se revelará como un Dios de juicio. Estamos trabajando a la vista de un huésped celestial. Hay un Vigilante divino en nuestro medio, que escudriña todo plan que se traza y todo lo que se lleva a cabo. 

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Sostened la obra médica

Cooranbong, Australia 1o de febrero de 1899

Me dirijo a los que ocupan puestos importantes en la Asociación General y también a los que trabajan en el ramo médico, Se me ha encargado que me dirija también a la iglesia de Battle Creek, y a todas las demás iglesias nuestras. 

Se me han dado instrucciones de decir, con relación a la obra médica misionera, que existe el peligro de que ella predomine. Pero lo que yo diga sobre este punto no debe interpretarse en ningún sentido como que se les está dando razón a los que se mantienen indiferentes a dicha obra. Hay muchos que no han favorecido esta obra. Deben ahora tener mucho cuidado de cómo hablan de ella porque no están bien informados acerca de este asunto y no han andado en la luz. No importa cuál sea el puesto que ocupen dentro de la obra de Dios, deben tener mucho cuidado de no expresar sentimientos que desanimen e impidan a nuestras asociaciones afirmar esta obra. La opinión que algunos han sostenido con respecto a la obra médica misionera hace imposible que sus palabras sobre este asunto tengan ningún peso. Son personas de corto entendimiento y de mal criterio. 

Cada uno de los ramos de la obra es necesario, pero todos han de estar bajo la supervisión de Dios. La obra médica misionera debe ser para la causa de Dios lo que es la mano derecha para el cuerpo. No sería propio que todo el vigor del cuerpo pasara a la mano derecha, ni tampoco sería correcto que toda la fuerza de la causa de Dios fuera empleada en la obra médica misionera. Hay que mantener el ministerio de la palabra, y tiene que haber unión, perfecta unidad, en la obra de Dios. Los que no han sentido interés por la obra médica misionera no están tratando a la mano derecha con respeto. Que todos ellos cambien de actitud respecto a esta obra. Que hablen lo menos posible hasta tener un parecer correcto en cuanto a ella. El silencio es elocuencia cuando la mente no está santificada y, por lo tanto, no puede discernir las cosas espirituales. 

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Es necesario ser precavidos

Actualmente tenemos gran necesidad de ser precavidos. “Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos. Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos, así que me gozo de vosotros; pero quiero que seáis sabios para el bien, e ingenuos para el mal”. Romanos 16:17-19. 

“Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer” 1 Corintios 1:10. Esta es la voluntad de Dios respecto a nosotros. ¿La obedeceremos? “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios”. vers. 18-24. 

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¡Qué cambio se vería si todos los que ocupan puestos importantes se dieran cuenta de que están trabajando bajo el ojo escrutador de Dios! Lo que se necesita ahora es la obra franca del Espíritu de Dios sobre la mente y el corazón. Faltando esto, nuestros esfuerzos serán infructíferos. Cuando el Espíritu nos amolde y nos forje, nuestras palabras y hechos expresarán una gratitud profunda. 

La importancia de la obra médica misionera

Hace gran falta un aumento de conocimiento en todos los ramos de la reforma pro salud. Los que han tenido el privilegio de oír la verdad han de darle a la trompeta un sonido certero al proclamar el mensaje del tercer ángel. Han de emprenderse líneas de trabajo especiales, como, por ejemplo, la obra médica misionera. Esta obra deberá llevarse a cabo en relación con el mensaje evangélico para este tiempo. Una labor médica misionera genuina es el evangelio puesto en práctica. Los que no entienden la responsabilidad de realizar esta obra no debieran sentirse autorizados para manejar ninguno de sus aspectos hasta saber la razón por la cual se lleva a cabo. 

Declaro resueltamente que el Señor ha provisto grandes beneficios por medio de la obra médica misionera, y que ha usado al médico principal como su agente designado. No todo dentro de la obra médica misionera ha marchado perfectamente. Se han inmiscuido con ella muchos asuntos que han afectado adversamente su carácter sagrado. Pero el Señor tomará cargo de su causa, y se asegurará de que este ramo no se desarrolle desproporcionadamente. La obra no se echará a perder si la iglesia se levanta y resplandece, haciendo evidente que ha venido su luz y que la gloria de Jehová ha nacido sobre ella. 

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